Miércoles 12 de noviembre
Sigamos amándonos unos a otros, porque el amor es de Dios (1 Juan 4:7).
Cuando el apóstol Pablo habló de las cualidades de la fe, la esperanza y el amor, concluyó diciendo: “La mayor de todas es el amor” (1 Cor. 13:13). ¿Por qué dijo eso? Porque en el futuro no necesitaremos tener fe en las promesas de Dios sobre el nuevo mundo, ya que nuestra esperanza se habrá hecho realidad. Pero siempre tendremos que amar a Jehová y a las personas. De hecho, ese amor seguirá creciendo por toda la eternidad. Además, al amarnos unos a otros demostramos que somos verdaderos cristianos. Jesús les dijo a sus apóstoles: “De este modo todos sabrán que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros” (Juan 13:35). Por otro lado, el amor nos mantiene unidos. Con razón Pablo dijo que “es un lazo de unión perfecto” (Col. 3:14). El apóstol Juan les escribió a sus hermanos cristianos: “Que el que ama a Dios ame también a su hermano” (1 Juan 4:21). Así que, al mostrar amor a los hermanos, demostramos también nuestro amor a Jehová. w23.11 47:1, 3
Jueves 13 de noviembre
Quitémonos toda carga (Heb. 12:1).
La Biblia dice que los cristianos estamos en una carrera. Los que cruzan la meta reciben el premio de la vida eterna (2 Tim. 4:7, 8). Tenemos que esforzarnos al máximo por seguir corriendo, pues nunca hemos estado tan cerca del final. El apóstol Pablo mencionó lo que nos puede ayudar a llegar a la meta. Dijo: “Quitémonos también toda carga [...], y corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros”. Pablo no estaba diciendo que los cristianos no debamos llevar ninguna carga, sino que debemos deshacernos de cualquier carga innecesaria. Este tipo de cargas nos hacen ir más despacio y nos cansan. Para seguir en la carrera, debemos ver si estamos llevando algún peso extra y soltarlo de inmediato. Pero hay otras cargas que son necesarias y no debemos dejar a un lado. Si lo hiciéramos, quedaríamos eliminados de la carrera (2 Tim. 2:5). w23.08 36:1, 2
Viernes 14 de noviembre
Que su adorno no sean cosas externas (1 Ped. 3:3).
Si somos razonables, se nos hará más fácil respetar las opiniones de los demás. Por ejemplo, a algunas hermanas les gusta maquillarse, pero a otras no. A algunos cristianos les parece bien tomar alcohol con moderación, pero otros prefieren no beber. Todos los cristianos quieren tener buena salud, pero eligen diferentes maneras de cuidarla. Si creemos que nuestra opinión siempre es la mejor y tratamos de convencer a los demás de que hagan lo mismo que nosotros, podríamos hacer tropezar a otros y causar divisiones en la congregación (1 Cor. 8:9; 10:23, 24). Por ejemplo, en lugar de darnos normas estrictas sobre cómo vestir, Jehová nos ha dado principios que nos sirven de guía. Nuestra manera de vestir debe honrar a Dios y demostrar que somos personas razonables y que tenemos “modestia y buen juicio” (1 Tim. 2:9, 10). Por lo tanto, no queremos que nuestra ropa sea el centro de atención. Los principios bíblicos también pueden ayudar a los ancianos a no poner sus propias reglas sobre la ropa y los peinados. w23.07 32:13, 14