Lunes 24 de noviembre
Pasen por alto una ofensa (Prov. 19:11).
Digamos que usted está pasando un rato agradable con un grupo de hermanos y deciden tomarse una foto grupal. Para asegurarse de tener un buen recuerdo, toma tres fotos. Pero ve que en una de ellas un hermano no salió bien. Así que la borra y se queda con las otras dos, porque en ellas todos están sonriendo. Por lo general, tenemos bonitos recuerdos de los agradables momentos que pasamos con nuestros hermanos. Pero supongamos que en una de esas ocasiones un hermano dijo o hizo algo que no estuvo bien. ¿Qué hará con ese recuerdo? ¿Por qué no lo borra, como si de una foto se tratara? (Efes. 4:32). Como tenemos tantos buenos recuerdos de los momentos que hemos vivido con ese hermano, podemos borrarlo. Lo mejor es guardar con cariño “las fotos bonitas”. w23.11 47:16, 17
Martes 25 de noviembre
Las mujeres deben vestirse con ropa apropiada, como es propio de mujeres que afirman tener devoción a Dios (1 Tim. 2:9, 10).
Las palabras griegas que se usaron en el texto de hoy indican que las cristianas deben vestir de una manera decente y tomar en cuenta los sentimientos de los demás. ¡Qué orgullosos estamos de las hermanas que demuestran que son maduras por su manera de vestir! El discernimiento es otra cualidad que todas las cristianas maduras deben tener. Es lo mismo que el buen juicio, es decir, la capacidad de diferenciar lo que está bien de lo que está mal y entonces hacer lo que es correcto. Veamos el ejemplo de Abigaíl. Su esposo tomó una decisión muy mala, y ella se dio cuenta de que iba a tener consecuencias desastrosas para todos los que vivían en su casa. Abigaíl actuó de inmediato, y gracias a su buen juicio se salvaron muchas vidas (1 Sam. 25:14-23, 32-35). El discernimiento también nos ayuda a saber cuándo hablar y cuándo callar, y a interesarnos por los demás pero sin hacerlos sentir incómodos (1 Tes. 4:11). w23.12 52:8, 9
Miércoles 26 de noviembre
Alegrémonos debido a la esperanza de recibir la gloria de Dios (Rom. 5:2).
El apóstol Pablo les escribió estas palabras a los hermanos de la congregación de Roma. Ellos habían aprendido sobre Jehová y Jesús, habían demostrado que tenían fe y se habían hecho cristianos. Así que Dios los declaró “justos como resultado de la fe” y los ungió con espíritu santo (Rom. 5:1). A partir de ese momento, tenían una esperanza maravillosa y segura. Más tarde, Pablo les habló a los cristianos ungidos de Éfeso sobre la esperanza que Dios les había dado. Les explicó que recibirían una “herencia para los santos” (Efes. 1:18). Y a los colosenses les mencionó dónde recibirían esa recompensa que esperaban. Les dijo: “Está reservada para ustedes en los cielos” (Col. 1:4, 5). Así que los cristianos ungidos tienen la esperanza de resucitar y vivir eternamente en el cielo, donde reinarán con Cristo (1 Tes. 4:13-17; Apoc. 20:6). w23.12 51:4, 5