Martes 2 de diciembre
Que sus palabras sean siempre agradables, sazonadas con sal (Col. 4:6).
Si nos expresamos con tacto y apacibilidad, es más probable que la persona quiera seguir escuchando y no corte la conversación. Claro está, si alguien quiere discutir o burlarse de nosotros, no estamos obligados a seguir con la conversación (Prov. 26:4). Pero la mayoría de las personas no son así; muchas tal vez nos escuchen. Sin duda, ponerse la meta de ser apacible tiene muchas ventajas. Pídale a Jehová que le dé fuerzas para ser apacible cuando otros saquen temas polémicos o lo critiquen injustamente. No olvide que la apacibilidad impedirá que una diferencia de opinión se convierta en un debate acalorado. Y es posible que una respuesta respetuosa y apacible haga que algunos se replanteen su opinión sobre nosotros y sobre las enseñanzas bíblicas. Así que esté siempre listo “para presentar una defensa [...] con apacibilidad y profundo respeto” (1 Ped. 3:15). ¡Sea apacible y a la vez fuerte! w23.09 39:18, 19
Miércoles 3 de diciembre
Vístanse de paciencia (Col. 3:12).
Veamos cuatro características de la persona paciente. Primero, no se enoja con facilidad. Se esfuerza por mantener la calma cuando está bajo presión y por no pagar con la misma moneda cuando se siente provocada (Éx. 34:6). Segundo, la persona paciente sabe esperar con calma. No se inquieta ni se irrita si algo se demora más de lo esperado (Mat. 18:26, 27). Tercero, no es impulsiva. Cuando se trata de una tarea importante, la persona paciente no se lanza a la carrera para empezarla ni tampoco corre para terminarla. Más bien, dedica tiempo suficiente para planificar lo que va a hacer y después se toma el tiempo necesario para realizar bien esa tarea. Cuarto, la persona paciente se esfuerza por soportar las pruebas sin quejarse. Hará todo lo posible por mantener una actitud positiva y seguir sirviendo a Jehová con alegría (Col. 1:11). Los cristianos debemos demostrar paciencia de todas estas maneras. w23.08 35:3-6
Jueves 4 de diciembre
Jehová examina los corazones (Prov. 17:3).
Una razón muy importante para proteger nuestro corazón simbólico es que Jehová examina los corazones. ¿Qué quiere decir eso? Que él ve más allá de lo que la gente ve. Sabe todo lo que hay en nuestro interior. Si Jehová ve que atesoramos sus consejos, nos amará. En un corazón lleno de esa sabiduría que da vida, no hay sitio para las mentiras tóxicas y las normas corrompidas de Satanás y su mundo (Juan 4:14; 1 Juan 5:18, 19). Y, cuanto más nos acerquemos a Jehová, más lo amaremos y lo respetaremos. No desearemos hacer nada que hiera los sentimientos de nuestro Padre, incluso odiaremos la idea de pecar contra él. Una hermana de Croacia llamada Marta tuvo la tentación de hacer algo inmoral. Ella escribió: “No podía pensar con claridad. Y se me hacía difícil luchar contra el deseo de disfrutar temporalmente del pecado. Pero temer a Jehová me protegió”. ¿Cómo? Marta dijo que, gracias a ese temor, se puso a meditar en las consecuencias que tendría tomar una mala decisión. Ante la tentación, nosotros podemos hacer lo mismo. w23.06 28:3, 4