Miércoles 3 de diciembre
Vístanse de paciencia (Col. 3:12).
Veamos cuatro características de la persona paciente. Primero, no se enoja con facilidad. Se esfuerza por mantener la calma cuando está bajo presión y por no pagar con la misma moneda cuando se siente provocada (Éx. 34:6). Segundo, la persona paciente sabe esperar con calma. No se inquieta ni se irrita si algo se demora más de lo esperado (Mat. 18:26, 27). Tercero, no es impulsiva. Cuando se trata de una tarea importante, la persona paciente no se lanza a la carrera para empezarla ni tampoco corre para terminarla. Más bien, dedica tiempo suficiente para planificar lo que va a hacer y después se toma el tiempo necesario para realizar bien esa tarea. Cuarto, la persona paciente se esfuerza por soportar las pruebas sin quejarse. Hará todo lo posible por mantener una actitud positiva y seguir sirviendo a Jehová con alegría (Col. 1:11). Los cristianos debemos demostrar paciencia de todas estas maneras. w23.08 35:3-6
Jueves 4 de diciembre
Jehová examina los corazones (Prov. 17:3).
Una razón muy importante para proteger nuestro corazón simbólico es que Jehová examina los corazones. ¿Qué quiere decir eso? Que él ve más allá de lo que la gente ve. Sabe todo lo que hay en nuestro interior. Si Jehová ve que atesoramos sus consejos, nos amará. En un corazón lleno de esa sabiduría que da vida, no hay sitio para las mentiras tóxicas y las normas corrompidas de Satanás y su mundo (Juan 4:14; 1 Juan 5:18, 19). Y, cuanto más nos acerquemos a Jehová, más lo amaremos y lo respetaremos. No desearemos hacer nada que hiera los sentimientos de nuestro Padre, incluso odiaremos la idea de pecar contra él. Una hermana de Croacia llamada Marta tuvo la tentación de hacer algo inmoral. Ella escribió: “No podía pensar con claridad. Y se me hacía difícil luchar contra el deseo de disfrutar temporalmente del pecado. Pero temer a Jehová me protegió”. ¿Cómo? Marta dijo que, gracias a ese temor, se puso a meditar en las consecuencias que tendría tomar una mala decisión. Ante la tentación, nosotros podemos hacer lo mismo. w23.06 28:3, 4
Viernes 5 de diciembre
“Las naciones tendrán que saber que yo soy Jehová —afirma el Señor Soberano Jehová— cuando yo sea santificado entre ustedes ante los ojos de ellas” (Ezeq. 36:23).
Jesús sabía que el propósito de Jehová es santificar su nombre, es decir, limpiarlo de todas las mentiras que lo han manchado. Por eso les enseñó a sus seguidores a orar: “Padre nuestro que estás en los cielos, que tu nombre sea santificado” (Mat. 6:9). Jesús entendía que en todo el universo no hay nada más importante que eso. Y en toda la creación nadie ha hecho tanto como él por santificar el nombre de Jehová. Aun así, cuando lo arrestaron, ¿de qué lo acusaron sus enemigos? Justamente de blasfemia, es decir, de manchar el santo nombre de su Padre. Para él no había pecado más repugnante que ese. Y, antes de que lo detuvieran, ya se sentía terriblemente mal porque sabía que lo iban a acusar y condenar por aquel pecado. De hecho, quizá ese fue el motivo principal por el que, en ese momento, “su agonía era tan grande” (Luc. 22:41-44). w24.02 6:11