Miércoles 1 de octubre
La sabiduría de arriba está lista para obedecer (Sant. 3:17).
¿Le cuesta a veces obedecer? En ocasiones, a David le pasó. Por eso, le pidió a Dios: “Despierta en mí el deseo de obedecerte” (Sal. 51:12). Aunque David amaba a Jehová, en algunos momentos se le hacía difícil obedecerlo, y a nosotros nos pasa lo mismo. ¿Por qué? Primero, porque hemos heredado la tendencia a desobedecer. Segundo, porque Satanás siempre está incitándonos a rebelarnos, tal como hizo él (2 Cor. 11:3). Y, tercero, porque el mundo que nos rodea tiene una actitud rebelde; ese es “el espíritu que ahora actúa en los hijos de la desobediencia” (Efes. 2:2). Así que, para obedecer a Jehová y a las personas a las que él les ha dado autoridad, debemos esforzarnos al máximo por luchar contra nuestra imperfección, contra Satanás y contra este mundo. w23.10 42:1
Jueves 2 de octubre
Tú has tenido guardado el vino bueno hasta ahora (Juan 2:10).
¿Qué aprendemos de este milagro de Jesús, cuando convirtió el agua en vino? Una lección de humildad. Jesús no presumió de haber convertido el agua en vino. De hecho, jamás presumía de lo que hacía. Al contrario, era humilde y siempre le daba toda la honra y el mérito a su Padre (Juan 5:19, 30; 8:28). Si tomamos como modelo a Jesús, seremos humildes y no presumiremos de nuestros logros. Tampoco presumamos de nosotros mismos, sino del Dios tan maravilloso al que tenemos el honor de servir (Jer. 9:23, 24). Démosle toda la gloria que él se merece. Al fin y al cabo, sin la ayuda de Jehová no podríamos lograr nada (1 Cor. 1:26-31). Una persona humilde no necesita llevarse el mérito por las cosas buenas que hace por los demás. Le basta con saber que Jehová ve y valora lo que hace (compare con Mateo 6:2-4; Heb. 13:16). Jehová se siente muy feliz cuando ve que queremos ser humildes como Jesús (1 Ped. 5:6). w23.04 15:9, 11, 12
Viernes 3 de octubre
Busquen no solo sus propios intereses, sino también los de los demás (Filip. 2:4).
Inspirado por Dios, el apóstol Pablo animó a los cristianos a buscar los intereses de los demás. ¿Cómo podemos poner en práctica ese consejo en las reuniones? Recordando que los demás también quieren comentar. Pongamos un ejemplo que nos ayude a entenderlo. ¿Verdad que cuando usted habla con sus amigos no habla todo el tiempo, sino que deja que ellos también se expresen? Algo parecido pasa en nuestras reuniones. Queremos que comenten tantos hermanos como sea posible. De hecho, una de las mejores maneras de animar a nuestros hermanos es dándoles la oportunidad de expresar su fe (1 Cor. 10:24). Por eso, que nuestros comentarios sean breves. Así habrá tiempo para que más hermanos comenten. Además de ser cortos, nuestros comentarios no deben incluir muchas ideas. Si usted menciona todo lo que hay en el párrafo, los demás no tendrán mucho que aportar. w23.04 18:11-13