Jueves 2 de octubre
Tú has tenido guardado el vino bueno hasta ahora (Juan 2:10).
¿Qué aprendemos de este milagro de Jesús, cuando convirtió el agua en vino? Una lección de humildad. Jesús no presumió de haber convertido el agua en vino. De hecho, jamás presumía de lo que hacía. Al contrario, era humilde y siempre le daba toda la honra y el mérito a su Padre (Juan 5:19, 30; 8:28). Si tomamos como modelo a Jesús, seremos humildes y no presumiremos de nuestros logros. Tampoco presumamos de nosotros mismos, sino del Dios tan maravilloso al que tenemos el honor de servir (Jer. 9:23, 24). Démosle toda la gloria que él se merece. Al fin y al cabo, sin la ayuda de Jehová no podríamos lograr nada (1 Cor. 1:26-31). Una persona humilde no necesita llevarse el mérito por las cosas buenas que hace por los demás. Le basta con saber que Jehová ve y valora lo que hace (compare con Mateo 6:2-4; Heb. 13:16). Jehová se siente muy feliz cuando ve que queremos ser humildes como Jesús (1 Ped. 5:6). w23.04 15:9, 11, 12
Viernes 3 de octubre
Busquen no solo sus propios intereses, sino también los de los demás (Filip. 2:4).
Inspirado por Dios, el apóstol Pablo animó a los cristianos a buscar los intereses de los demás. ¿Cómo podemos poner en práctica ese consejo en las reuniones? Recordando que los demás también quieren comentar. Pongamos un ejemplo que nos ayude a entenderlo. ¿Verdad que cuando usted habla con sus amigos no habla todo el tiempo, sino que deja que ellos también se expresen? Algo parecido pasa en nuestras reuniones. Queremos que comenten tantos hermanos como sea posible. De hecho, una de las mejores maneras de animar a nuestros hermanos es dándoles la oportunidad de expresar su fe (1 Cor. 10:24). Por eso, que nuestros comentarios sean breves. Así habrá tiempo para que más hermanos comenten. Además de ser cortos, nuestros comentarios no deben incluir muchas ideas. Si usted menciona todo lo que hay en el párrafo, los demás no tendrán mucho que aportar. w23.04 18:11-13
Sábado 4 de octubre
Hago todas las cosas por las buenas noticias, para compartirlas con otros (1 Cor. 9:23).
Tengamos presente que es muy importante seguir ayudando a los demás, especialmente con la predicación. En el ministerio, es muy importante ser flexibles. Hablamos con personas que tienen creencias, orígenes y actitudes muy distintas. ¿Por qué debemos fijarnos en el ejemplo del apóstol Pablo? Porque fue flexible y adaptable. Jesús lo nombró “apóstol a las naciones” (Rom. 11:13). Y, para cumplir con ese encargo, Pablo les predicó a judíos, griegos, intelectuales, campesinos, altos funcionarios y reyes. Con tal de llegar al corazón de gente tan distinta, Pablo se esforzó por “ser de todo con gente de todo tipo” (1 Cor. 9:19-22). A la hora de transmitirles el mensaje, tenía en cuenta su cultura y sus creencias. ¿Y en nuestro caso? Nos puede ir mejor en la predicación si somos ingeniosos y adaptamos la manera de presentar el mensaje a las necesidades de cada persona. w23.07 32:11, 12