Sábado 27 de septiembre
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones mediante el espíritu santo que hemos recibido (Rom. 5:5).
Un diccionario bíblico dice que la palabra “derramado” del texto de hoy transmite la idea de un río que viene sobre nosotros. ¡Qué imagen tan impactante para describir cuánto ama Jehová a los ungidos! Los ungidos saben que “son amados por Dios” (Jud. 1). Todos ellos se sienten identificados con lo que dijo el apóstol Juan: “¡Miren qué amor tan grande nos tiene el Padre que se nos llama hijos de Dios!” (1 Juan 3:1). ¿Ama Jehová solo a los ungidos? No, él ha demostrado que ama a todos sus siervos. ¿Cuál es la prueba más grande que tenemos de que Jehová nos ama? El rescate. Ese acto demuestra que nos ama más que nadie (Juan 3:16; Rom. 5:8). w24.01 4:9, 10
Domingo 28 de septiembre
El día en que suplique ayuda, mis enemigos retrocederán. Tengo plena confianza en esto: Dios está de mi parte (Sal. 56:9).
El texto de hoy nos revela una cosa que hizo David para vencer sus miedos en una situación de vida o muerte: meditó en lo que Jehová haría por él en el futuro. Sabía que Dios lo rescataría en el momento debido. A fin de cuentas, Jehová había prometido que David sería el siguiente rey de Israel (1 Sam. 16:1, 13). David también sabía que, si Jehová lo había prometido, podía darlo por hecho. ¿Qué nos ha prometido Dios a nosotros? Por supuesto, no nos ha prometido que ahora viviremos una vida sin problemas. Pero, sea lo que sea que tengamos que pasar en este sistema, Jehová ha prometido que en el nuevo mundo eliminará todos los problemas (Is. 25:7-9). No hay duda de que tiene poder suficiente para resucitar a los muertos, para curarnos y para eliminar a todos nuestros enemigos (1 Juan 4:4). w24.01 1:12, 13
Lunes 29 de septiembre
Feliz aquel al que se le perdona la ofensa, al que se le cubre su pecado (Sal. 32:1).
Piense en por qué se dedicó y se bautizó. Dio esos pasos porque deseaba ponerse de parte de Jehová. Recuerde lo que lo ayudó a convencerse de que esta es la verdad. Llegó a conocer a Jehová, a verlo como su Padre celestial y a respetarlo y amarlo. Su fe creció y lo motivó a arrepentirse de sus pecados. Dejó de hacer las cosas que Jehová odia y comenzó a hacer lo que a él le gusta. Sintió un gran alivio al ver que Dios lo perdonaba (Sal. 32:2). Se propuso ir a las reuniones y hablar con otros de las maravillosas enseñanzas que iba aprendiendo. Ahora que es un cristiano dedicado y bautizado, está andando por el camino que lleva a la vida y está decidido a no abandonarlo (Mat. 7:13, 14). Manténgase firme e inamovible, y esté siempre decidido a amar a Jehová y obedecer sus normas. w23.07 31:14, 19