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¡Despertad! 1974
g74 8/7 págs. 12-14

El rubor... exclusivo de los humanos

EL AUTOR inglés Rudyard Kipling en una ocasión escribió un poema en el cual una jovencita de diecisiete años de edad dice tristemente las siguientes palabras que traducimos:

“No puedo contener mi rubor juvenil,

Y cambio y recambio de matiz.

A los dedos me llega el color carmesí,

Y a veces hasta la nariz.”

En esos versos el poeta acertadamente indicó varias de las características básicas del rubor.

Por lo general, los autores hablan favorablemente del rubor. Así, algunos han escrito: “El rubor es el color de la virtud.” “El rubor es un letrero que la naturaleza cuelga, para mostrar donde mora la castidad y el honor.” “Mejor es un rubor en el rostro que una mancha en el corazón.” Sin embargo, unos pocos, quizás algo cínicos, dicen: “Quienquiera que se ruborice ya es culpable; la verdadera inocencia no se avergüenza de nada.” “Los hombres se ruborizan menos por sus crímenes, que por sus debilidades y vanidad.” Y un psicólogo moderno teoriza que las personas se ruborizan porque quieren comunicar que lo que otros piensan de ellas no es realmente cierto.

Es muy probable que el lector se haya ruborizado en más de una ocasión o quizás esté entre los que se ruborizan con mucha facilidad. ¿Por qué se ruboriza uno? ¿Es algo bueno o malo?

Un rubor es un enrojecimiento repentino del rostro, orejas y cuello. Frecuentemente está acompañado con una condición fláccida de los músculos de las mejillas y una expresión abatida de los ojos, en la cual se evitan las miradas de los otros. A veces hay un ligero volverse como si uno quisiera esconderse. Y lo más probable es que el rubor sea acompañado por una sensación de calor o un cosquilleo por todo el cuerpo. Hasta puede haber un temblor de músculos y parálisis parcial de las extremidades. A veces hay un cambio en el sonido de la voz y hasta se le pueden salir las lágrimas al que se ruboriza, o quizás comience a transpirar. Y, en algunos casos, la persona que se ruboriza tiene una palpitación de corazón y un sentimiento de miedo o pánico.

Todas las razas y las nacionalidades se ruborizan, aunque en las razas de tez oscura el rubor no es tan evidente. Los albinos, los que tienen poco o ningún pigmento en su piel, también se ruborizan; de hecho, más fácilmente que los miembros de su propia raza.

El rubor es muy corriente entre los jóvenes, los inocentes y los cándidos. A menudo con el correr de los años y al adquirir mucho mundo deja de manifestarse gradualmente. Sin embargo, lo que hace otra persona puede hacer que uno se ruborice si esa otra persona resulta ser un amigo íntimo o un pariente. Y el que otros se ruboricen puede hacer que uno se ruborice. Aunque algunos lo dudan, parece ser que las mujeres se ruborizan con más facilidad que los hombres, por lo menos algunas mujeres. Pero es muy probable que hoy día las mujeres no se ruboricen tanto como lo hacían sus abuelas.

¿Qué causa el rubor? Se le ha descrito como “un desorden mental que comienza con actitudes mentales que se traslapan, produciendo embarazo e inhabilidad para obrar.” Viene y va casi instantáneamente y es un acto involuntario. A una persona se le puede hacer reír por medio de hacerle cosquillas, pero no hay un medio físico por el cual una persona puede hacer ruborizar a otra. Tampoco se puede denominar al rubor una acción refleja. La risa y el regocijo pueden ser fingidos por los actores en un escenario pero no el rubor. Tal como no se le puede hacer aparecer a voluntad, la voluntad no puede impedir su aparición. De hecho, el tratar de hacer eso puede causar que uno se ruborice aun más.

Aunque pudiera parecer raro, y aparentemente contradictorio para algunas teorías modernas acerca del rubor, el hecho es que las personas ciegas se ruborizan, aun más fácilmente que las que gozan de vista. Las personas sordas también se ruborizan. Y lo más notable de todo es el hecho de que hasta los ciegos y sordos se ruborizan, como Laura Bridgman, quien perdió tanto su vista como su oído a la edad de dos años. Y de Helen Keller, quien todavía más joven en la vida quedó sorda y ciega, se nos dice: “Su rubor no puede tener relación con miradas o palabras de desaprobación, relacionadas tanto con su apariencia o conducta; sin embargo ella se ruboriza igual que las niñas que ven y oyen, por las mismas causas, en las mismas partes del cuerpo, y con la misma experiencia de cosquilleo.” Este informe armoniza con los hallazgos de algunos de que hasta cuando una persona está sola puede ruborizarse cuando se imagina en una situación en la cual corrientemente se hubiera ruborizado o cuando está leyendo algo que la turba.

Un artista, se nos dice, casi llegó a enloquecer tratando de retratar el encanto de un rubor sobre su lienzo. Para él era “el incidente más extraordinario en el rostro de una mujer.” Pero todo lo que pudo hacer fue pintar doncellas de mejillas rosadas.

Nótese que el rubor no debe confundirse con el encendimiento del rostro. Un encendimiento ardiente puede deberse a una condición física, tal como la menopausia de las mujeres, o puede ser un encendimiento de ira.

El mecanismo del rubor

Se podría decir que el rubor es un ejemplo del principio psicosomático en función, a saber, que la mente, la psique, y el cuerpo, el soma, son uno; lo que afecta a uno afecta al otro. Una condición mental confusa, por decirlo así, actúa sobre el sistema nervioso del gran simpático. Este, a su vez, estimula a los vasodilatadores, causando que se ensanchen los capilares periféricos. El resultado es que más sangre fluye a la superficie del rostro y el cuello, lo cual produce un enrojecimiento de la piel.

¿Qué explica este mecanismo? ¿Por qué se ruborizan las personas? ¿Qué propósito sirve?

Exclusivo de los humanos

El rubor es exclusivo de los humanos. La creación bruta, los animales, no se ruborizan. Quizás en ocasiones desplieguen características emocionales similares a las del hombre, como furia, celos, afecto, jocosidad, y así por el estilo. Pero no se ruborizan. “El rubor es la más peculiar y más humana de todas las emociones,” dijo Carlos Darwin en su libro The Expression of Emotions in Man and Animals.

¿Por qué es el rubor exclusivo de los humanos? Porque tiene que ver con el pensamiento conceptual y/o el sentido moral, ninguno de los cuales poseen los animales. Los animales no pueden concebir ni lo apropiado ni la falta de propiedad de las cosas; tampoco pueden juzgar entre lo correcto y lo incorrecto. Están “sin entendimiento,” como dice la Biblia. Los idiotas rara vez se ruborizan. Y los niños muy pequeños, los que todavía están sin entendimiento, no se ruborizan.—Sal. 32:9.

Así es que una joven quizás se ruborice cuando le sucede algo indecente u oye o ve algo que parece atrevido. Es como si su pureza e inocencia fueran violadas. Además, una persona puede ruborizarse debido a una situación embarazosa o por haber cometido algún error tonto. De igual modo, una persona modesta o tímida quizás se ruborice al ser cumplimentada o cuando debido a dársele alta alabanza en particular se le hace sentir indebidamente conspicua.

¿Por qué se ruborizan las personas en esas circunstancias? Los que sostienen que el hombre es el producto de la evolución no tienen respuesta. ¿Cómo ha adquirido el hombre esta característica si él ha evolucionado de la creación bruta, puesto que ningún animal se ruboriza?

Si reconocemos que el hombre fue creado por Dios y a la imagen de Dios y se le dio un sentido moral, una conciencia, entonces podemos ver por lo menos un propósito práctico para el rubor involuntario del hombre. Como dijo un escritor que vivió hace más de un siglo, el rubor sirve como guardián de la conciencia, el cual le dice al hombre que no debe engañar. Cuando él viola lo que sabe o piensa que es correcto, se ruboriza; hace que sienta vergüenza.

Además de esta causa básica para el rubor, las personas quizás se ruboricen debido a haber cometido algún error, violando lo apropiado de las cosas en otro respecto. Es natural que se quiera que se piense bien de uno, y cuando uno hace un error social desmañado o un paso en falso, el bochorno quizás haga que uno se ruborice. Esto ayudaría a explicar por qué la mayor parte de las personas, aunque no todas, con el paso de los años se ruborizan menos fácilmente. El sistema nervioso se hace menos sensible a las emociones y, al mismo tiempo, la conciencia de una persona quizás se hace menos sensible a los valores morales.

El rubor según se menciona en la Biblia

Aunque no todas las traducciones de la Biblia usan el término “ruborizarse” o “rubor,” todas más o menos describen el efecto. Así, The Jerusalem Bible cita las siguientes palabras de Esdras: “Dios mío, estoy avergonzado y me ruborizo de levantar mi rostro hacia ti, Dios mío. Porque nuestros crímenes han aumentado hasta sobrepasar nuestra cabeza.” (Esd. 9:6) Y la Versión Moderna en Jeremías 6:15 dice así: “¿Acaso se avergüenzan cuando cometen abominaciones? no por cierto, que en nada se avergüenzan, ni aun saben ruborizarse.”

No hay duda acerca de ello, el rubor es una característica humana. También da evidencia de que el hombre fue creado por un Hacedor justo, sabio y amoroso. El rubor es una de sus dádivas al hombre para ayudarle a responder a su conciencia, para su propia felicidad y bienestar.

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