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  • Tratar a otros como a uno mismo... ¿es práctico?
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¡Despertad! 1976
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Tratar a otros como a uno mismo... ¿es práctico?

¡CIERTAMENTE la vida es agradable cuando a uno lo tratan con consideración! Pero hoy muchos individuos no piensan en cómo sus palabras o acciones afectan a otros. Esperan que su prójimo sea bondadoso y los trate a ellos con rectitud. Pero al mismo tiempo puede que no les parezca mal beneficiarse a costa de alguna otra persona.

Esas personas quizás condenen los errores de su prójimo mientras excusan sus propias graves fallas morales. Quizás se encolericen por los robos y las violaciones que ocurren en su ciudad. Sin embargo, pasan por alto el hecho de que ellas mismas son culpables de otros males. ¿Cómo es eso? Quizás falseen sus ingresos para obtener ventajas contributivas, engañen a los clientes, holgazaneen en el trabajo, o participen de relaciones sexuales adúlteras o premaritales. Aunque censuran el prejuicio religioso y racial cuando están en la minoría, puede que ellas mismas pisoteen los derechos de otros si más tarde logran obtener mayor poder o control.

Muchas personas son como la prominente nación a la que se oye predicar la “paz” pero que vende más armas que ninguna otra nación. Son como las naciones que sufrieron bajo el gobierno colonial, pero que tan pronto obtuvieron la independencia, se hicieron opresivas ellas mismas.

Sin embargo, la Biblia, una de las más antiguas guías para la vida, nos aconseja en contra de aplicar a otros una norma diferente de la que nos aplicamos a nosotros mismos. Declara: “Una balanza defraudadora es cosa detestable a Jehová.” (Pro. 11:1) “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.” (Mat. 7:12) “No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse los unos a los otros . . . El amor no obra mal al prójimo.” (Rom. 13:8, 10) Pero, ¿es realmente práctico en un mundo falto de honradez lo que bosquejan las Escrituras?

Pregúntese: ¿Ha resultado en bien para la humanidad el pasar por alto el consejo de la Biblia? Seguramente la respuesta salta a la vista. El fraude, la corrupción, el crimen y la violencia hacen la vida diaria cada vez más difícil para millones de personas. En muchos lugares la gente tiene que mantenerse constantemente alerta para no ser engañada. Los establecimientos comerciales tienen que subir los precios para compensar las pérdidas que resultan de los robos cometidos por empleados y clientes, o para cubrir el coste de las medidas de seguridad aumentadas. La falta de honradez en la forma de mano de obra deficiente y el uso de materiales de construcción inferiores pueden causar serios daños corporales y hasta muerte. El daño mental y emocional que resultan de pisotear los derechos de otros es incalculablemente grande.

Aunque una persona piense que tiene que cuidar exclusivamente de sus propios intereses si quiere sobrevivir en este mundo, el negarse a considerar los derechos de otros ciertamente no resulta en mejores relaciones con su prójimo. Sencillamente estará añadiendo su parte a la molestia que resulta de pasar por alto los principios correctos.

En realidad, la persona que está genuinamente interesada en su prójimo recibe ricos dividendos. ¿Cuáles son algunos de éstos?

Beneficios para uno mismo

Un beneficio grande que les viene a los que apoyan los principios justos es la felicidad y la satisfacción personales. Esto está en armonía con las palabras de Jesucristo: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”—Hech. 20:35.

Indudablemente usted mismo habrá observado el resultado que da la aplicación de este principio. Entre las personas más felices están las que realmente se preocupan por su prójimo. Hallan placer en ayudar a otros y en ser complacientes. Satisfechos con lo que tienen, no se esfuerzan codiciosamente por más ni se preocupan indebidamente por asuntos económicos. Por otra parte, la persona mezquina, codiciosa, nunca está satisfecha con lo que tiene. Cuando da, lo da a regañadientes, bajo obligación, o con algún motivo oculto en mente. Por ejemplo, quizás quiera obtener un favor de la persona quien hace su regalo. Pierde el gozo que proviene de hacer felices a otros por medio de dar altruistamente de su tiempo, energías o bienes.

El que trata a otros como desea que lo traten a él a menudo se gana el respeto y la admiración de sus conocidos. Su modo de proceder hace llamamiento a la conciencia de ellos... ese sentimiento interior de lo correcto e incorrecto que es inherente en la humanidad. Además, ¿no se prefiere al trabajador honrado, confiable más bien que a los empleados que son faltos de honradez, irresponsables y haraganes? ¿No es cierto que hasta las personas que no se rigen por principios ellas mismas quieren tratar con personas en cuya palabra pueden confiar?

Los hombres y mujeres de principios también conservan su propia dignidad. No los atormenta una conciencia culpable. Su vida está libre de temores de ser expuestos y deshonrados como ciudadanos desaforados. Disfrutan de paz mental porque saben que su conducta es tal que no puede ser censurada.

Una relación aprobada con el Creador

Lo que es más importante, los que no ceden a la tentación de adoptar una actitud egoísta pueden mantener una posición limpia ante el Creador, Jehová Dios. Al hacer todo lo posible para conducirse correctamente y trabajar para el bien de otros están obedeciendo la admonición de Jesucristo: “Háganse bolsas que no se gastan, tesoro en los cielos que nunca falla, donde ladrón no se acerca ni polilla consume.”—Luc. 12:33.

Por medio del dar desinteresado, el siervo de Dios edifica un excelente registro con el Altísimo. Ese registro es como un tesoro depositado en el cielo. Nada puede destruir ese registro, ni la polilla ni el orín ni ninguna otra cosa. Es un tesoro verdadero, puesto que Jehová Dios recompensará a los individuos según el registro que tengan con él. Por ejemplo, concerniente a los que dan por un motivo puro, sin llamar la atención sobre sí mismos, Jesucristo dijo: “Tu Padre que mira en secreto te lo pagará.”—Mat. 6:4.

Además, los siervos aprobados de Dios están en camino de recibir el don más grande de todos. ¿Cuál es? Vida eterna en un justo nuevo orden, donde los problemas que han resultado debido a que la gente vive según una norma doble serán cosas del pasado. La Biblia nos dice: “El don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor.” (Rom. 6:23) Y “hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.”—2 Ped. 3:13.

El tratar uno a su semejante como quiere que lo traten a él ciertamente es práctico. Así se evita herir innecesariamente a otros y, en cambio, hace llamamiento a su conciencia. Se conserva la felicidad, el contentamiento y la dignidad. Sobre todo, el apegarse a los principios justos contribuye a mantener una excelente relación con Jehová Dios... una relación que puede durar por toda la eternidad.

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