¿Qué encierra un nombre?
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Zimbawe
ESTUVIERON casados por muchos años sin tener hijos. Por eso, cuando por fin les nació un hijo, lo llamaron “Takunda,” que significa “hemos vencido.” Sí, habían “vencido” la condición de estar sin hijos. Aquí en Zimbabwe es común que haya un significado y propósito tras cada nombre.
Al primer hombre que vivió sobre la Tierra se le llamó Adán, que significa “hombre terrestre” o “humanidad.” Desde entonces, toda persona ha tenido un nombre y casi todos éstos han tenido algún significado. Hoy, muchos de los nombres que los padres dan a sus hijos vienen del hebreo, griego, latín o de las lenguas teutónicas. (La lengua anglosajona está estrechamente relacionada con la teutónica.)
En tiempos primitivos, se atribuía gran importancia al significado de los nombres. Por ejemplo, consideremos el personaje bíblico Rut. Su nombre probablemente signifique “amistad.” Esta joven moabita, nuera de Noemí, perdió a su esposo en la muerte. Cuando Noemí decidió volver a su hogar en Belén, en el territorio de Judá, Rut estaba resuelta a ir con ella. Noemí insistió en que ella permaneciera con su propio pueblo, pero Rut contestó: “No me instes con ruegos que te abandone, que me vuelva de acompañarte; porque a donde tú vayas yo iré ... Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.” (Rut 1:16) ¡Qué bien cumplió Rut con el significado de su nombre!
Aunque al nacer un niño los padres o algún pariente cercano le imponía un nombre, éste a menudo se cambiaba años después, o se le añadía un nombre que describía más vívidamente alguna característica de la persona. Por ejemplo, debido a las calamidades que le habían acaecido, le pareció a Noemí que su nombre ya no era apropiado y dijo: “No me llamen Noemí [mi agradabilidad]. Llámenme Mara [amarga].”—Rut 1:20.
A veces Dios mismo les cambiaba el nombre a las personas para un propósito específico. Por ejemplo, cuando Abrán (que significa “padre de exaltación”) tenía 99 años de edad, Dios le cambió el nombre a Abrahán, que significa “padre de una multitud,” y le reafirmó Su promesa de que llegaría a tener mucha descendencia.—Génesis 17:1-6.
Uso de sobrenombres
Como era de esperarse, el aumento en la población hizo cada vez más difícil el identificar a las personas que llevaban el mismo nombre. Por eso se empezaron a usar sobrenombres. Estos también se conocían como apodos (aunque no todo apodo es un sobrenombre). De acuerdo con la Encyclopaedia Britannica, los sobrenombres pueden dividirse en cinco diferentes clasificaciones: Los que (1) describen el físico de la persona; (2) son el registro de algún incidente o experiencia en la vida de la persona; (3) identifican al individuo por su relación con otra persona, por lo general su padre; (4) dan el lugar de residencia de la persona; (5) revelan su ocupación o profesión.
¿Eran prácticos tales nombres? Bueno, considere el caso de una comunidad en la que muchos tuvieran el nombre “Juan.” ¿Cómo había de distinguirse al uno del otro? Tal vez un “Juan” tenía cabello moreno y el otro de color rojo. ¿Qué mejor manera de distinguirlos que el llamar al uno “Juan el Moreno” y al otro “Juan el Rojo”? Puede que otro “Juan” haya sido carpintero. ¿Cómo se le llamaba a éste? Probablemente “Juan el Carpintero.”
Apellidos
Muchos de estos sobrenombres llegaron a formar parte permanente del nombre, de modo que se convirtieron en nombres de familia o apellidos. De hecho, se cree que los primeros en utilizar nombres de familia fueron los chinos. Los romanos también utilizaron cierta clase de apellidos, pero el uso de éstos desapareció gradualmente con la decadencia del Imperio Romano, y volvió a ser la costumbre usar un solo nombre.
No fue sino hasta alrededor de 1200 E.C. que los apellidos volvieron a usarse corrientemente. Esto se debió en parte a que la población continuó aumentando y se hizo necesario llevar registros específicos. Poco a poco los sobrenombres se convirtieron en apellidos. Por ejemplo, Juan el Moreno se convirtió en Juan Moreno; Enrique, hijo de Fernando, llegó a ser Enrique Fernández; Juan cerca del río se convirtió en Juan del Río y así sucesivamente.
Pero, al principio estos nombres de familia no eran hereditarios. Por ejemplo, si Enrique Fernández tenía un hijo llamado Carlos, éste no llegaba a ser automáticamente Carlos Fernández. Más bien, es probable que lo identificaran por una de las cinco clasificaciones antes mencionadas. Si él se hacía hábil en la herrería, puede que se le haya llegado a conocer por el nombre de Carlos Herrera.
Al principio, los de la nobleza eran los únicos que pasaban el apellido de una generación a otra como una especie de orgullo de familia. Sin embargo, con el tiempo, la práctica se hizo cada vez más popular, a medida que la gente común adoptó la costumbre. Para fines de la Edad Media, esta práctica se generalizó en muchos países, especialmente en el mundo occidental, y hoy se usa libremente en la mayoría de los países.
Los nombres en la actualidad
Aquí en Zimbabwe las personas de origen europeo utilizan el nombre de familia convencional, pero muchos de los pueblos indígenas usan otros métodos. Por ejemplo, en muchas partes del país, si el padre se llama James Mufunga, a su hijo David se le conoce por el nombre David James, no David Mufunga. En algunos casos las solteras llevan el nombre del padre hasta que se casan. Después de casarse, llevan el nombre del esposo. ¡Imagínese los problemas que esto crea al llevar registros!
Otra práctica interesante de este país se asemeja a la que tenían los hebreos de la antigüedad, es decir, la de usar nombres que correspondan a ciertos sucesos, circunstancias, sentimientos y así por el estilo. Durante una de las asambleas “Fe Victoriosa” que los testigos de Jehová celebraron en 1978, la esposa de un ministro de tiempo completo dio a luz gemelos, un niño y una niña. Sin vacilar, los felices padres llamaron al hijo “Víctor” y a la hija “Fe.”
Reputación y puesto oficial
Cuando se menciona el nombre de usted, ¿qué surge en la mente del oyente? Bueno, en realidad, eso depende de lo que usted es como persona, ¿no es cierto? Esto nos lleva a otro uso de la palabra “nombre”... la reputación que uno tiene. Proverbios 22:1 dice: “Ha de escogerse un [buen] nombre más bien que riquezas abundantes.” Obviamente, esto se refiere a la posición o reputación de uno. Si alguien tiene un “buen nombre” en la comunidad, se le considera justo y honrado y que se atiene a buenas normas de moralidad. Aunque usted no pudo elegir el nombre que recibió al nacer, lo que otros piensen de ese nombre realmente depende de usted.
El nombre también puede estar relacionado con el puesto que la persona ocupa o la autoridad que posee. Respecto a representantes gubernamentales, frecuentemente se dice que ellos hablan “en el nombre de” su gobierno, lo cual significa que hablan “por la autoridad de” su gobierno. De manera similar, cuando Jesucristo dijo que usáramos el nombre de él para orar a Dios, no quiso decir que simplemente usáramos el nombre “Jesús” como si él fuera un telefonista que transmite peticiones a Dios. (Juan 14:13, 14) Más bien, es necesario que reconozcamos su puesto, su autoridad como representante de Dios y Sumo Sacerdote. Por eso, cuando oramos en su nombre, estamos pidiendo que se ejerza su autoridad a favor nuestro a fin de que nuestras oraciones sean aceptables a Dios.
El nombre más grande de todos
El salmista escribe: “Tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.” (Salmo 83:18) Sí, Jehová es el nombre del Gobernante Soberano del universo. Es un nombre exclusivo y no pertenece legítimamente a ninguna otra persona. Conforme a la raíz del nombre en hebreo, se entiende que significa “El Causa que Llegue a Ser.” Llama la atención al hecho de que él sin falta cumple lo que promete y ejerce un control total sobre cualquier situación que pueda surgir.
Sin duda usted ama y respeta su propio nombre. Pero, ¿qué hay del nombre de Dios? “Porque Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre.” (Hebreos 6:10) ¿Ama usted el nombre de Dios? No basta con sencillamente saber que él tiene un nombre. También tenemos que conocer a la Persona a quien este nombre representa... sus propósitos, actividades y cualidades. Y ese conocimiento debería reflejarse en todo aspecto de nuestra vida. ¿Quisiera usted llegar a conocer el nombre de Dios en este sentido? Los testigos de Jehová le ayudarán gustosamente.
[Ilustración en la página 27]
¿Sabe usted cuál es el nombre más grande del universo?