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  • No limitada a acción judicial
  • La necesidad de la humanidad
  • No se debe abusar de la misericordia
  • No está regida por normas humanas
  • BUSCANDO LA MISERICORDIA DE DIOS
  • DONES DE MISERICORDIA
  • LA MISERICORDIA SE ALBOROZA TRIUNFALMENTE SOBRE EL JUICIO
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MISERICORDIA

Así es como frecuentemente se traduce la palabra hebrea rá·jam y la griega é·le·os (verbo, e·le·é·o). Un examen de estos términos y de su uso ayuda a hacer resaltar todos sus matices y su significación. En muchos casos, aunque no en todos, dan a entender o comunican la idea de piedad.

El verbo hebreo ra·jám se define como “irradiar tierna emoción o sentirla”, “ser compasivo”. Según el lexicógrafo Gesenius: “La idea principal parece radicar en tener cariño, aliviar y una tierna actitud mental”. El término está estrechamente relacionado con la palabra para “matriz”, o se puede referir a “entrañas”, las cuales se ven afectadas cuando uno siente una cariñosa y tierna compasión o piedad. (Compárese con Isaías 63:15, 16; Jeremías 31:20).

LA MISERICORDIA DE JEHOVÁ

El uso más frecuente del término tiene que ver con los tratos de Jehová con su pueblo en relación de pacto con Él. La piedad de Dios (rá·jam) para con su pueblo se compara con la que siente una mujer para con los hijos de su vientre y también con la misericordia de un padre para con sus hijos. (Isa. 49:15; Sal. 103:13.) Ya que con frecuencia la nación de Israel se apartaba de la justicia y llegaba a estar en graves aprietos, a menudo se encontraban en gran necesidad de recibir ayuda misericordiosa. Si mostraban una correcta actitud de corazón y se volvían a Jehová, Él, aunque había estado airado con ellos, les expresaba compasión, favor y buena voluntad. (Deu. 13:17; 30:3; Sal. 102:13; Isa. 54:7-10; 60:10.) El que enviara a su Hijo para que naciese en Israel era evidencia de un “amanecer” venidero de compasión y misericordia divinas para ellos. (Luc. 1:50-58, 72-78.)

La palabra griega é·le·os transmite algo del sentido de la palabra hebrea rá·jam. El Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, de W. E. Vine, dice: “ELEOS (’έλ<uF105>ος) ‘es la manifestación externa de la compasión; asume la necesidad de aquel que la recibe, y recursos adecuados para afrontar la necesidad de parte de aquel que la exhibe’”. El verbo (e·le·é·o) por lo general transmite la idea de un sentimiento de “sentir simpatía con otra persona en su miseria, y especialmente simpatía manifestada en actos”. (Tomo 3, págs. 19, 20.) Por lo tanto, los ciegos, los endemoniados, los leprosos o aquellos cuyos hijos estaban afligidos, estaban entre las personas que evocaban é·le·os, es decir, la expresión de misericordia y piedad. (Mat. 9:27; 15:22; 17:15; Mar. 5:18, 19; Luc. 17:12, 13.) En respuesta a la súplica: “Ten misericordia de nosotros”, Jesús llevó a cabo milagros que liberaron a tales personas. Él lo hizo, no de una manera indiferente y rutinaria, sino “enternecido”. (Mat. 20:33, 34.) Aquí el escritor del evangelio usó una forma del verbo splag·kjni·zo·mai, que literalmente significa “sentir suspirar las entrañas”. Este último verbo expresa el sentimiento de piedad, mientras que é·le·os se refiere a la manifestación activa de tal piedad, por consiguiente a un acto de misericordia.

No limitada a acción judicial

La palabra “misericordia” transmite con bastante frecuencia la idea de abstenerse, ejercer restricción, como por ejemplo, al administrar castigo, siendo un motivo de esta restricción la compasión o condolencia. Por lo tanto, suele tener una connotación judicial, como cuando un juez muestra clemencia al suavizar el castigo contra un malhechor. Ya que la manera en que Dios ejerce misericordia siempre está en armonía con sus otras cualidades y normas justas, entre ellas su justicia y apego a la verdad (Sal. 40:11; Ose. 2:19), y ya que todos los hombres son por herencia pecaminosos y merecen recibir la muerte como salario por el pecado (Rom. 5:12; compárese con Salmos 130:3, 4; Daniel 9:18; Tito 3:5), se hace patente que el perdonar el error o el suavizar el castigo, a menudo son factores que entran dentro del concepto de la misericordia ejercida por Dios. (Sal. 51:12; 103:3, 4; Dan. 9:9; Miq. 7:18, 19.) Sin embargo, de lo susodicho se puede ver que los términos hebreos y griegos (rá·jam; é·le·os) no están limitados a perdón o restricción al aplicar una pena judicial. Perdonar el error no es en sí mismo la misericordia que por lo general se describe con estos términos; más bien, dicho perdón abre el camino para la misericordia. Al expresar misericordia, Dios naturalmente nunca pasa por alto sus normas perfectas de justicia, y por esta razón ha provisto el sacrificio de rescate por medio de su Hijo Cristo Jesús, haciendo posible el perdón de pecados sin violar la justicia. (Rom. 3:25, 26.)

La misericordia es una cualidad característica de la personalidad de Dios, su manera normal de reaccionar para con los necesitados, una faceta de su amor. (2 Cor. 1:3; 1 Juan 4:8.) Él no es como los dioses falsos de las naciones, insensibles y sin compasión. Por el contrario, “Jehová es benévolo y misericordioso, tardo para la cólera y grande en bondad amorosa. Jehová es bueno para con todos, y sus misericordias están sobre todas sus obras”. (Sal. 145:8, 9; compárese con Salmos 25:8; 104:14, 15, 20-28; Mateo 5:45-48; Hechos 14:15-17.) Él es “rico en misericordia”, y la sabiduría que procede de Él está “llena de misericordia”. (Efe. 2:4; Sant. 3:17). Eso se demostró mediante su Hijo, quien por medio de su propia personalidad, habla y acciones reflejó las cualidades de su Padre. (Juan 1:18.) Cuando las muchedumbres salían para escucharle, incluso antes de ver la reacción de ellos a lo que él les diría, Jesús “se enterneció [forma de splag·kjní·zo·mai]” porque estaban “desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor”. (Mar. 6:34; Mat. 9:36; compárese con Mateo 14:14; 15:32.)

La necesidad de la humanidad

Obviamente, la incapacidad básica y mayor de la humanidad viene del pecado heredado de su antepasado Adán. Por lo tanto, todos están en extrema necesidad, en una condición lastimosa. Jehová Dios ha actuado misericordiosamente para con la humanidad en conjunto al proveer los medios para que estén libres de esta gran incapacidad y sus consecuencias: enfermedad y muerte. (1 Tim. 2:3-6; Tito 3:4-7; 1 Juan 2:2.) Como un Dios misericordioso, Él ejerce paciencia porque “no desea que ninguno sea destruido, más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento”. (2 Ped. 3:9.) Jehová desea hacer el bien para con todos, lo prefiere (compárese con Isaías 30:18, 19), pues no halla ningún ‘deleite en la muerte de los inicuos’, y “no de su propio corazón ha afligido ni desconsuela a los hijos de los hombres”, como en la destrucción de Judá y Jerusalén. (Eze. 33:11; Lam. 3:31-33.) Es la dureza de corazón de las personas, su obstinación y negativa a responder a su benevolencia y misericordia, lo que le obliga a adoptar un proceder diferente para con ellos, lo que hace que sus misericordias se hayan “encerrado” y no fluyan hacia ellos. (Sal. 77:9; Jer. 13:10, 14; Isa. 13:9; Rom. 2:4-11.)

No se debe abusar de la misericordia

Aunque Jehová tiene gran misericordia para con los que se acercan a Él con sinceridad, de ningún modo eximirá de castigo a los que no se arrepienten y realmente merecen castigo. (Éxo. 34:6, 7.) No se puede abusar de la misericordia de Dios; no se puede pecar con completa impunidad o librarse de los resultados o las consecuencias de un mal proceder. (Gál. 6:7, 8; compárese con Números 12:1-3, 9-15; 2 Samuel 12:9-14.) Jehová, misericordiosamente, puede ser sufrido y mostrar gran paciencia, dando la oportunidad a las personas de corregir su mal proceder; aunque manifieste desaprobación, puede que no los abandone por completo sino que de manera misericordiosa les continúe suministrando una medida de ayuda y dirección. (Compárese con Nehemías 9:18, 19, 27-31.) Pero si no responden, su paciencia tiene sus límites y Él retira su misericordia y actúa contra ellos por causa de su propio nombre. (Isa. 9:17; 63:7-10; Jer. 16:5-13, 21; compárese con Lucas 13:6-9.)

No está regida por normas humanas

No le corresponde a los humanos establecer las normas o criterios por las que Dios debería mostrar misericordia. Desde su posición ventajosa en el cielo, y en armonía con su propio buen propósito, con su visión de largo alcance del futuro y su capacidad de leer los corazones humanos, Él ‘mostrará misericordia a quien le muestre misericordia’. (Éxo. 33:19; Rom. 9:15-18; compárese con 2 Reyes 13:23; Mateo 20:12-15.) En el capítulo 11 de Romanos el apóstol considera el despliegue incomparable de sabiduría y misericordia que hace Dios al dar una oportunidad de entrar en el reino celestial a los gentiles. Los gentiles no formaban parte de la comunidad de la nación de Dios, Israel, y por lo tanto no habían recibido las misericordias que resultaban de estar en una relación de pacto con Él. Además, su vida se caracterizaba por su desobediencia a Dios. (Compárese con Romanos 9:24-26; Oseas 2:23.) Pablo explica que a Israel se le dio la primera oportunidad, pero que en su mayor parte fueron desobedientes. Esto resultó en que se abriese el camino para que los gentiles llegasen a ser parte del prometido “reino de sacerdotes y una nación santa”. (Éxo. 19:5, 6.) Pablo concluye: “Porque Dios los ha encerrado a todos juntos [judíos y gentiles] en la desobediencia, para mostrarles misericordia a todos ellos”. Por medio del sacrificio de rescate de Cristo, el pecado adámico, manifiesto en toda la humanidad, podía ser quitado de todos los que ejercieran fe (incluyendo a los gentiles), y por medio de su muerte en el madero de tormento también se podía quitar de los que estaban bajo ella (los judíos) la maldición de la Ley, para que todos pudieran recibir misericordia. El apóstol exclama: “¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e ininvestigables sus caminos!”. (Rom. 11:30-33; Juan 3:16; Col. 2:13, 14; Gál. 3:13.)

BUSCANDO LA MISERICORDIA DE DIOS

Los que desean disfrutar de la misericordia de Dios deben buscarle, mostrando una condición correcta de corazón por medio de abandonar sus malos caminos y pensamientos perjudiciales (Isa. 55:6, 7); es preciso y apropiado que le teman y le muestren aprecio por sus preceptos justos (Sal. 103:13; 119:77, 156, 157; Luc. 1:50); y si se desvían del proceder justo que han estado siguiendo, no deben intentar encubrirlo sino que deben confesarlo y manifestar arrepentimiento genuino y tristeza de corazón. (Sal. 51:1, 17; Pro. 28:13.) Otro factor imprescindible es que ellos mismos deben ser misericordiosos. Jesús dijo: “Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia”. (Mat. 5:7.)

DONES DE MISERICORDIA

Los fariseos mostraron una actitud falta de misericordia para con otros y Jesús los reprendió con las palabras: “Vayan, pues, y aprendan lo que esto significa: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio’”. (Mat. 9:10-13; 12:1-7; compárese con Oseas 6:6.) Él colocó la misericordia entre los asuntos de más peso de la Ley. (Mat. 23:23.) Como se observa, aunque tal misericordia podía abarcar clemencia judicial, tal como la que los fariseos pudieran tener la oportunidad de mostrar, tal vez por ser miembros del Sanedrín, su aplicación no se limita a ese contexto. Se refiere, más básicamente, a la manifestación activa de piedad o compasión, a hechos de misericordia. (Compárese con Deuteronomio 15:7-11.)

Esta misericordia se podía expresar por medio de una contribución material. Pero para que Dios la considere de valor debe estar respaldada por motivos apropiados, no ser simplemente un ‘altruismo interesado’. (Mat. 6:1-4.) Entre las “dádivas de misericordia [una forma de e·le·e·mo·sý·ne]” en las que abundaba Dorcas (Hech. 9:36, 39), y probablemente también entre las de Cornelio, cuyas dádivas junto con oraciones resultaron en que Dios le oyera favorablemente, estaban las dádivas materiales. (Hech. 10:2, 4, 31.) Jesús dijo que el error de los fariseos radicaba en no dar “como dádivas de misericordia las cosas que están dentro”. (Luc. 11:41.) Por lo tanto, la verdadera misericordia debe brotar del corazón.

Jesús y sus discípulos se destacaron especialmente por su dar misericordioso de dádivas espirituales, las cuales son de mucho más valor que las materiales. (Compárese con Juan 6:35; Hechos 3:1-8.) Los miembros de la congregación cristiana, especialmente los que actúan en ella como ‘pastores’ (1 Ped. 5:1, 2), deben cultivar la cualidad de la misericordia. Tanto de manera material como espiritual, deben ejercer su misericordia “con alegría”, nunca de mala gana. (Rom. 12:8.) La fe de ciertos miembros de la congregación puede debilitarse haciendo que se enfermen espiritualmente, y hasta que expresen dudas. Debido al peligro de muerte espiritual al que se acercan, se exhorta a sus compañeros cristianos que sigan mostrándoles misericordia y les ayuden a evitar un fin destructivo. Mientras continúan mostrando misericordia a aquellos cuyas acciones no han sido correctas, deben cuidarse de no caer ellos en la tentación, siendo conscientes de que no solo deben amar la justicia sino también odiar lo que es malo. Por lo tanto su misericordia no implica condonar el mal. (Jud. 22, 23; compárese con 1 Juan 5:16, 17.)

LA MISERICORDIA SE ALBOROZA TRIUNFALMENTE SOBRE EL JUICIO

El discípulo Santiago escribe: “Al que no practica misericordia se le hará su juicio sin misericordia. La misericordia se alboroza triunfalmente sobre el juicio”. (Sant. 2:13.) El contexto muestra que Santiago desarrolla aquí los pensamientos expresados anteriormente en cuanto a la adoración verdadera, e incluye el cuidar con misericordia a los afligidos, y no mostrar favoritismo y discriminación contra los pobres a favor de los ricos. (Sant. 1:27; 2:1-9.) Sus siguientes palabras también indican esto, pues tratan con las necesidades de los hermanos que están “en estado de desnudez y carecen del alimento suficiente para el día”. (Sant. 2:14-17.) Por lo tanto, estas palabras corresponden con las que pronunció Jesús tocante a que es a los misericordiosos a los que se les mostrará misericordia. (Mat. 5:7; compárese con Mateo 6:12; 18:32-35.) Cuando Dios les traiga a juicio, mostrará misericordia a los que han sido misericordiosos, han mostrado piedad y compasión, y han prestado ayuda activa a los que estaban en necesidad y, por lo tanto, su misericordia triunfará sobre cualquier juicio adverso que de otra manera se hubiera podido dirigir contra ellos. Como dice el Proverbio: “El que muestra favor al de condición humilde le presta a Jehová, y Él le pagará su trato”. (Pro. 19:17.) Esta explicación de Santiago está corroborada por muchos otros textos. (Compárese con Job 31:16-23, 32; Salmos 37:21, 26; 112:5; Proverbios 14:21; 17:5; 21:13; 28:27; 2 Timoteo 1:16, 18; Hebreos 13:16.)

LA MISERICORDIA DEL SUMO SACERDOTE DE DIOS

El libro de Hebreos explica por qué Jesús, como Sumo Sacerdote mucho mayor que los sacerdotes aarónicos, tuvo que llegar a ser un hombre, sufrir y morir: “Por consiguiente, le era preciso llegar a ser semejante a sus ‘hermanos’ en todo respecto, para llegar a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en cosas que tienen que ver con Dios, a fin de ofrecer sacrificio propiciatorio por los pecados de la gente”. Habiendo sufrido bajo prueba, “puede ir en socorro de los que están siendo puestos a prueba”. (Heb. 2:17, 18.) Los que se dirigen a Dios por medio de Jesús pueden hacerlo con confianza, pues tienen el registro de su vida, sus palabras y sus acciones. “Porque no tenemos como sumo sacerdote a uno que no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino a uno que ha sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado. Acerquémonos, por lo tanto, con franqueza de expresión al trono de bondad inmerecida, para que obtengamos misericordia y hallemos bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado.” (Heb. 4:15, 16.)

El que Jesús sacrificara su propia vida fue un acto sobresaliente de misericordia y amor. En su posición celestial también manifestó su misericordia como Sumo Sacerdote, como en el caso de Pablo (Saulo), a quien le mostró misericordia por causa de su ignorancia. Pablo expresa: “No obstante, la razón por la cual se me mostró misericordia fue para que, por medio de mí como el caso más notable, Cristo Jesús demostrara toda su gran paciencia como muestra de los que van a cifrar su fe en él para vida eterna”. (1 Tim. 1:13-16.) Tal como Jehová Dios, el Padre de Jesús, mostró muchas veces misericordia a Israel al salvarles de sus enemigos, liberarles de sus opresores, y llevarles a una condición pacífica y próspera, así también los cristianos pueden tener una esperanza firme en la misericordia que se les expresará por medio del Hijo de Dios. Por consiguiente Judas escribe: “Manténganse en el amor de Dios, mientras esperan la misericordia de nuestro Señor Jesucristo con vida eterna en mira”. (Jud. 21.) La maravillosa misericordia de Dios por medio de Cristo estimula a los verdaderos cristianos a que no desfallezcan en su ministerio, sino que lo lleven a cabo de una manera altruista. (2 Cor. 4:1, 2.)

TRATO MISERICORDIOSO A LOS ANIMALES

Proverbios 12:10 dice: “El justo está cuidando del alma de su animal doméstico, pero las misericordias de los inicuos son crueles”. Mientras que la persona justa conoce las necesidades de sus animales y se preocupa por su bienestar, las misericordias (o “entrañas”, en el sentido de misericordia o compasión) de la persona inicua no se conmueven por necesidades como estas. Según los principios egoístas e insensibles del mundo, el trato que muchos dan a los animales solo se basa en el beneficio que pueden conseguir de ellos. Lo que la persona inicua consideraría un cuidado adecuado en realidad puede ser un trato cruel. (Contrástese con Génesis 33:12-14.) El interés que la persona justa siente por sus animales tiene un precedente en el propio interés que Dios siente por ellos como parte de su creación. (Compárese con Éxodo 20:10; Deuteronomio 25:4; 22:4, 6, 7; 11:15; Salmos 104:14, 27; Jonás 4:11.)

LA MISERICORDIA Y LA BONDAD

Otras palabras estrechamente asociadas con los términos rá·jam y é·le·os y que con frecuencia se utilizan con relación a ellos, son la palabra hebrea jé·sedh (Sal. 25:6; 69:16; Jer. 16:5; Lam. 3:22) y la palabra griega kjá·ris (1 Tim. 1:2; Heb. 4:16; 2 Juan 3), las cuales significan respectivamente: “bondad amorosa” (o “amor leal”) y “bondad inmerecida”. Jé·sedh difiere de rá·jam en que comunica la devoción o el apego leal y amoroso al objeto de la bondad, mientras que rá·jam resalta la tierna compasión o piedad que se siente. De manera similar, la diferencia principal entre kjá·ris y é·le·os es que kjá·ris expresa especialmente la idea de una dádiva gratuita e inmerecida, enfatizando así la magnanimidad y generosidad del dador, mientras que é·le·os enfatiza la respuesta misericordiosa a las necesidades de los que están afligidos o en desventaja. Por consiguiente, kjá·ris, bondad inmerecida, fue lo que Dios mostró a su Hijo cuando Él “bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre”. (Fili. 2:9.) Esta bondad no estaba motivada por piedad sino por la generosidad amorosa de Dios. (Véase BONDAD.)

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