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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1958
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1958
w58 1/6 págs. 348-350

La actividad ministerial de los testigos de Jehová

Informe tomado del “Yearbook” para 1958 (en inglés)

CHILE

Jesús había dado a sus discípulos la instrucción de que fueran hasta los cabos de la tierra para predicar las buenas nuevas del Reino. El salmista dijo: “Todos los cabos de la tierra se acordarán y se volverán a Jehová. Y todas las familias de las naciones se inclinarán ante ti.” (Sal. 22:27) Es menester que se le dé a la gente la oportunidad de volverse, pero tiene que oír primero. De otra manera, ¿cómo puede creer? En Chile los testigos de Jehová han viajado grandes distancias para hallar a la gente de buena voluntad y consolarla. El siervo de sucursal nos da un informe interesante respecto a dónde están trabajando los misioneros en Chile y cómo les va, del cual se cita lo siguiente.

“En una de las ciudades más meridionales del mundo, Punta Arenas, Chile, hallamos que la sociedad del nuevo mundo ha mantenido un hogar misional, el cual, en sólo dieciocho meses, ha producido una ‘cosecha’ de catorce publicadores del nuevo mundo. Su actividad incluye un programa de radio semanal.

“La primera película de la Sociedad ha sido una ayuda tremenda para introducir el mensaje del nuevo mundo en otros poblados aislados. En el sector de densos bosques de Chile, donde llueve casi todo el año, la película se exhibió en el teatro en Puerto Aysén, un puerto fluvial. Debido a racionamiento la corriente eléctrica fué cambiada a ese sector del pueblo, especialmente para la ocasión, en la cual 300 personas llenaron el teatro. Al llegar ‘el fin’ una persona que había decidido no renovar su suscripción a la revista ¡Despertad! cambió de parecer y pidió que se le renovara.

“Viajando hacia el norte, llegamos a la ciudad de Osorno, donde los líderes católicos y protestantes se unieron en un programa de radio para desacreditar a los testigos de Jehová. Se quejaron de que hacía unos pocos años sólo había unos cuantos misioneros, pero ahora la ciudad está invadida por testigos locales también. La congregación, sin embargo, no deja que el ‘débil gigante religioso’ la amedrente. El número de ministros ha aumentado constantemente hasta veintiséis además de cuatro precursores locales que trabajan con tres misioneros, y se está dando allí un testimonio cabal. Una misionera informa que al regresar de una ausencia autorizada fué a visitar a una publicadora dedicada. Los hijos la invitaron a esperar, diciéndole que su madre volvería pronto. En seguida llegó ésta, trayendo cuadernos, lápices, etc. La misionera le preguntó si traía equipo de la escuela para los niños. La respuesta fué que no; ella misma iba a la escuela para aprender a leer y estar capacitada para dar el testimonio sola a base de textos de la Biblia y de ese modo expresar su fe más acertadamente a otros.

“Un viaje de quince horas hacia el norte en un moderno tren rápido nos lleva a la zona central y a la capital de Chile, Santiago. La actividad teocrática más sobresaliente del año de servicio pasado se realizó aquí con la visita que nos hizo el hermano M. G. Henschel, de la oficina del presidente de la Sociedad. Esa visita, junto con la visita del siervo de zona y una asamblea nacional a la cual vinieron publicadores de puntos que están separados por más de 4,000 kilómetros, verdaderamente fué una manifestación de la unidad y el deseo de parte de los testigos de Jehová de adquirir conocimiento acertado y de asociarse con los hermanos. Fué muy apropiado el consejo que se dió, dando énfasis a la madurez y el entrenamiento teocrático, pues 121 personas se bautizaron, una proporción notable cuando se compara ese número con los 1,232 que en ese tiempo participaban como publicadores.

“El artículo ‘¡Conozca bien al débil gigante religioso!’ que se publicó en la revista ¡Despertad! produjo un efecto muy notable en la ciudad de Ovalle en el desierto del norte, donde sirven tres precursores especiales. Por medio de sermones y programas radiales los sacerdotes advirtieron a la gente que no leyera ¡Despertad! ni su revista compañera La Atalaya, ejemplares de las cuales se exhibieron en la iglesia. También, enviaron de casa en casa a señoras católicas que ofrecieron comprar las revistas que la gente tuviera o dejarle literatura católica en cambio por ellas. Tuvieron poco éxito, puesto que muchos respondieron que vivían en un país libre y que les gustaban las revistas. Una precursora especial escribe que las personas de buena voluntad ahora estudian con más celo, estando deseosas de poder contestar mejor acerca de su esperanza cuando los ‘pájaros’ traten de llevarse las semillas de verdad que ellas han recibido.”

ECUADOR

La organización en Ecuador ha experimentado algunos buenos adelantos este año pasado. Se abrieron tres nuevos hogares misionales. Se hicieron ajustes en los circuitos. Más publicadores emprendieron la obra de precursor especial. Grupos pequeños han penetrado en territorios lejanos. El gozo más grande provino de la inauguración de la nueva oficina sucursal y hogar misional combinados con un hermosísimo Salón del Reino, en el cual todos los hermanos pueden adorar juntos a Jehová. Todo esto ha equipado a los hermanos muy bien para la expansión de la obra que esperamos durante el año de servicio de 1958. Las experiencias en el campo han sido muy interesantes y nos hacen recordar el texto: “Escojan para ustedes mismos hoy a quién servirán, . . . Pero en cuanto a mí y a mi casa, nosotros serviremos a Jehová.” (Jos. 24:15) Consideremos a continuación algunas experiencias que acontecieron en Ecuador y que el siervo de sucursal incluyó en su informe:

“Una hermana nos escribió una experiencia que muestra que la perseverancia da por resultado bendiciones. Poco después de ir a su asignación aislada un sacerdote la mandó a llamar a la iglesia católica. El persistió en llamarla, así que ella se decidió a ir para ver si acaso estaba interesado en la verdad; pero todo lo contrario, se enteró de que la invitaba con el propósito de decirle que él le concedería exactamente dos semanas para que abandonara el pueblo o sería echada por la fuerza. Su razón era que este pueblo en particular pertenecía a la Iglesia católica. La hermana respondió que ella no sabía que se estuviera vendiendo el país por pedazos y que a menos que el sacerdote pudiera presentarle la escritura de venta ella se sentiría libre para permanecer allí y continuar con su obra. Cuando él la amenazó con violencia ella le hizo recordar que Jesús había dicho: ‘Por sus frutos reconocerán a esos hombres.’ Durante los meses subsiguientes los sermones que se dieron en la iglesia tuvieron como objeto el decirle a la gente del pueblo que no debería aceptar literatura de la hermana, pero algún tiempo después ella vió al mismo sacerdote salir de un hogar donde ella había colocado literatura llevando dos libros de la Sociedad bajo el brazo. Más tarde ella volvió a visitar ese hogar y en conversación mencionó que las invectivas semanales del clero en realidad le ayudaban a colocar literatura entre la gente. La persona a quien se dijo esto fué inmediatamente al sacerdote para contarle lo que la hermana había dicho, y el sacerdote confesó que después de cinco meses él ya se estaba cansando de sus esfuerzos y que se había decidido a abandonar su campaña. En ese mismo mes la hermana colocó treinta y tres libros y 207 revistas en su territorio, el cual territorio ella había trabajado personalmente muchas veces.

“Dos misioneros que trabajan en territorio aislado, donde recientemente han podido formar una pequeña congregación, colocaron casi 8,000 revistas entre la gente de aquel lugar durante el año. Colocaron 800 de estas revistas en sólo cuatro días mientras visitaban pequeñas aldeas donde la verdad nunca antes había sido predicada. No es sólo la gran cantidad lo que da tanto placer, sino, más bien, lo que la colocación de estas revistas significa. Una persona que había recibido La Atalaya y ¡Despertad! por la mañana ya había leído casi todo el contenido cuando el misionero volvió para hacer la revisita esa misma tarde. La persona dijo que había estudiado muchas religiones en busca de la verdad y jamás había hallado nada que fuera tan lógico y maravilloso como lo que había leído en La Atalaya. Aunque los misioneros no pueden visitarle regularmente, le escriben y esperan que su conocimiento haya aumentado para la próxima visita que le hagan.

“Este es uno de los países ‘donde la necesidad es grande,’ como se mencionó en las asambleas ‘Sabiduría dadora de vida.’ Y de veras que aquí hay gran necesidad de más trabajadores para la cosecha. Los territorios que estamos trabajando actualmente abarcan sólo el 55 por ciento del número total de habitantes. Nos sentimos felices de estar recibiendo ya correspondencia de hermanos de otros países que se interesan en venir acá para emplearse y participar con nosotros en el ministerio, y esperamos que muchos más respondan a esta moderna llamada macedonia. También esperamos que pronto más de nuestros hermanos locales estén equipados con suficiente conocimiento y madurez para emprender la obra de precursores especiales y llevar la expansión aun más adelante.”

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