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  • Lo que están haciendo personas de edad avanzada

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  • Lo que están haciendo personas de edad avanzada
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
w82 15/12 págs. 3-4

Lo que están haciendo personas de edad avanzada

EL ATLETA miró la meta y comenzó a correr. Corrió a toda velocidad los casi diecisiete metros, hundió en el suelo la pértiga hecha de fibra de vidrio y se elevó lleno de gracia por encima de un larguero que estaba a una altura de casi tres metros del suelo. ¿Qué prueba era ésta? ¿Una de juegos atléticos entre varias escuelas intermedias? No. El atleta tenía setenta años de edad, y ésta fue una prueba en la que participaron 600 atletas de más o menos la misma edad, de la cual se informó en The Wall Street Journal. En la misma prueba atlética, un anciano de setenta y siete años de edad corrió los 100 metros en 15,7 segundos, y otro de setenta años de edad lanzó un disco especial a unos veintisiete metros de distancia.

¿Se sorprende usted de oír acerca de ancianos de setenta y tantos años de edad que todavía compiten en juegos atléticos? Es cierto que ellos no pueden igualar lo que lograban a los veinte y tanto años de edad. Pero el hecho de que algunos todavía pueden lanzar el disco, correr a toda velocidad los 100 metros y tener éxito al saltar con pértiga prueba algo importante. Indica que a las personas de edad avanzada no se les debe anular como si fueran inútiles, solo porque hayan vivido cierta cantidad de años. A menos que les sobrevenga alguna enfermedad, las personas de edad avanzada tienen un potencial físico mucho mayor que el que generalmente se les atribuye.

¿Es eso cierto también con relación a su capacidad mental e intelectual? Es decir, ¿pueden las personas de edad avanzada aprender cosas nuevas y adoptar nuevos estilos de vida? A veces los ancianos mismos tratan de minimizar su potencial en este campo. Puede que rehúyan ante el desafío de emprender algo nuevo y digan: ‘Soy demasiado viejo para aprender,’ o ‘Loro viejo no aprende a hablar.’ Pero, ¿es necesariamente así? ¿A qué edad se desvanece la capacidad de aprender?

El proceso de crecer y aprender

Es interesante reflexionar sobre el hecho de que la persona que objeta y dice: ‘Soy demasiado viejo para aprender,’ fue antes un chiquillo despierto, lleno de curiosidad. Las palabras que más emplea en su vocabulario la mayoría de los niñitos y las niñitas son: ‘¿Por qué?’ ‘¿Dónde?’ ‘¿Cuándo?’ ‘¿Cómo?’ ‘¿Quién?’ No cabe la menor duda de que desean aprender.

A veces los padres quisieran que dicho deseo fuera un poco menos intenso y que sus hijos dejaran de hacer preguntas por un tiempo. Sin embargo, la Biblia señala la importancia que tiene lo que el niño aprende durante esa etapa, pues dice: “Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él.”—Proverbios 22:6.

Pronto el niño comienza a asistir a la escuela, y por varios años su proyecto principal cada día es adquirir conocimiento nuevo acerca de diferentes materias. Los maestros tienen control, hasta cierto punto, del deseo natural de aprender que el niño tiene. Este aprende nuevos conceptos, nuevas destrezas, y poco a poco va descubriendo el mundo que tiene ante sí.

Demasiado pronto terminan sus años escolares, y el joven adulto sale al mundo. Ahora tiene que aprender a tratar con personas mayores y desarrollar destrezas que le ayuden a ganarse la vida. En la mayoría de los casos, el joven acaba en un trabajo corriente, y aquí comienza a disminuir el proceso de aprender. La mayor parte de los jóvenes adultos se casan, tienen hijos, llegan a estar agobiados por las presiones y responsabilidades, y gradualmente cesan de enriquecer su vida con nuevos conocimientos.

Cuando los hijos alcanzan la madurez, los padres hallan que ahora nuevamente tienen tiempo para sí. Pero en muchos casos, el hábito de no aprender nada nuevo se ha arraigado. Ya no están tan dispuestos a comenzar a investigar cosas nuevas, o hacer preguntas, como cuando eran jóvenes. En el Japón, algunas personas hablan de haber nacido en otra era. Puede que un hombre diga: ‘Nací en la era de Meiji.’ Esa fue la era política que terminó en 1912. Por consiguiente, al haber alcanzado al menos la edad de setenta años, él cree que sus días de aprender han terminado y que nunca podría captar nuevas ideas en esta época moderna e incomprensible.

Pero ¿tiene que ser así? Es cierto que a medida que la persona envejece el cuerpo experimenta cambios físicos. Las coyunturas quizás se pongan más rígidas, los músculos, menos flexibles; puede que la vista se nuble y el sentido del oído se haga menos agudo. Pero a menos que la persona enferme, esos cambios solo aminoran su paso, no ponen fin a todas sus actividades. Esto lo prueba el hecho de que un grupo de ancianos, cuyas edades sobrepasan los setenta años, puede celebrar juegos atléticos. ¿Sucede lo mismo con relación a la mente? ¿O será cierto que la persona puede ser demasiado vieja para aprender?

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