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  • Las buenas nuevas penetran en la “montaña del león”
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
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  • La obra sigue adelante
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
w83 15/1 págs. 24-26

Las buenas nuevas penetran en la “montaña del león”

Una historia emocionante sobre el progreso del Reino en Sierra Leona

“QUEDE asombrado al ver una ciudad moderna que era mucho más limpia que muchas ciudades de otras partes del mundo. Calles pavimentadas, tiendas llenas de clientes, automóviles nuevos y un desfile continuo de transeúntes. Allí estaba la gran ceiba a la que encadenaban a esclavos en aquellos primeros días cuando los jefes vendían en esclavitud a cautivos o a personas de su propia tribu que no les caían bien”. Esto fue lo que dijo un turista que visitó a Freetown, capital de Sierra Leona.

El nombre Sierra Leona, que significa la “montaña del león”, se remonta al tiempo en que llegó por primera vez a la región el aventurero portugués Pedro de Sintra, en 1462. Este país está ubicado en la costa suroeste de África Occidental y tiene una población de más de 3.000.000 de habitantes.

Los testigos de Jehová no son nuevos en Sierra Leona. Desde por lo menos el año 1915 en adelante, algunas personas de este país han leído las publicaciones de la Sociedad Watch Tower. Algunas personas de las Antillas que vinieron a Sierra Leona en busca de empleo trajeron consigo esas publicaciones. Una de ellas fue Alfred Joseph, de Barbados. El comenzó a compartir la verdad bíblica con otras personas. Al ver el interés que mostraban los nativos, escribió a la Sociedad Watch Tower pidiendo ayuda para cultivar el interés que había hallado. En unos cuantos meses, W. R. Brown (el de la Biblia) y su esposa llegaron de Trinidad, isla de las Antillas.

El primer discurso público de Brown, que puso a pensar a los oyentes, fue sobre el tema “¿Dónde están los muertos?”, y se le dio publicidad verbalmente. ¿Respondió la gente de Freetown a la invitación? Esta es la respuesta de Alfred Joseph: “Rebosábamos de alegría por los resultados. La mayor parte de los clérigos de Freetown, unos veinte, vinieron a escuchar el discurso, pero muchos de ellos no se pusieron la vestidura religiosa regular para no llamar tanto la atención. Entre el gran auditorio de 500 personas que abarrotaban el Wilberforce Memorial Hall había un joven seminarista, M. A. Garber. El y toda la muchedumbre escucharon atentamente el discurso de una hora en el que se intercalaron citas bíblicas que el auditorio pudo ver mediante diapositivas. Tantas personas asistían a aquellos discursos enérgicos que, como dijo un residente que había vivido durante muchos años en Freetown: ‘Las iglesias de la localidad tuvieron que suspender sus servicios nocturnos, pues todos los miembros iban a escuchar los discursos de Brown, “el de la Biblia”’”.

Para fines de 1923, catorce personas se habían bautizado, incluso Garber. El grupito se hizo muy activo en la obra de evangelizar. Al parecer, hasta 1927 la obra de predicar se había limitado a la capital. Entonces, desde 1928 en adelante, estos estudiantes de la Biblia hicieron viajes a las provincias. Los Testigos de Freetown que no podían ir ayudaban a costear los viajes al interior del país. Cada año, antes de llegar la temporada de las lluvias, se predicaba de casa en casa y se pronunciaban discursos en las aldeas remotas. Se dedicaba el primer domingo de cada mes a volver a las aldeas para cultivar el interés que mostraba la gente en las buenas nuevas. Con la llegada de la II Guerra Mundial, las publicaciones de la Sociedad Watch Tower fueron proscritas y algunas de ellas hasta fueron quemadas en el muelle de la aduana. Sin embargo, la obra de testificación siguió adelante.

Durante los siguientes años no hubo aumento espectacular alguno en la cantidad de personas que abrazó el mensaje bíblico. Pero entre las que lo hicieron hubo hombres que mostraron celo y resolución extraordinarios. Uno de éstos fue Zachaeus Martyn. Antes de morir a la edad de noventa y siete años, él dijo: “Nadie condujo un estudio de la Biblia conmigo. Pero en 1941 tomé la decisión de asistir a una de las reuniones de los testigos de Jehová. Después de asistir el tercer domingo, comprendí dónde debía estar. Al regresar a mi casa en la montaña, en Gloucester, notifiqué a la Iglesia Anglicana de la localidad que borrara mi nombre de la lista de miembros. Un amigo íntimo que, como yo, se había asociado con esta iglesia comenzó a regañarme, diciendo: ‘Viejo, si sigues caminando esos ocho kilómetros subiendo y bajando esta montaña para ir al salón de esa gente, morirás dentro de un año.’ Dejé que me viera subir y bajar la montaña dos veces a la semana por cinco años, y entonces él murió. Eso fue hace treinta años, y todavía estoy en buen estado físico”.

Las buenas nuevas llegan hasta la tribu de habla kissi

Desde 1957 en adelante, muchas personas de la tribu de habla kissi aceptaron las enseñanzas de la Biblia. Esta tribu vive en un sector que comprende parte de Sierra Leona, Liberia y Guinea. Los miembros de esta tribu son principalmente animistas y por mucho tiempo se han opuesto a la influencia musulmana. Aunque la poligamia es una práctica común entre ellos, y se enfrentan al problema del analfabetismo, muchos dejaron su modo de vida anterior y comenzaron a vivir en conformidad con las normas bíblicas. Por medio de la tribu de habla kissi de Sierra Leona y Liberia, las buenas nuevas llegaron a sus compañeros tribuales de Guinea. Como resultado, ahora hay más de 150 Testigos de esta tribu que viven en Guinea.

Exactamente, ¿cómo respondió el pueblo de habla kissi de Sierra Leona? Un superintendente viajante llegó a Koindu a eso de las 4 de la tarde, y el Testigo que lo había invitado le dijo que la conferencia se pronunciaría a las 6 de la tarde. El superintendente viajante dijo: “Objeté, pues nadie sabía que se pronunciaría una conferencia. No obstante, él insistió y dijo que el pregonero del pueblo daría publicidad a la conferencia. Comimos y nos bañamos. Antes que pudiera vestirme para la conferencia, empezó a llegar la gente. En poco tiempo habían llegado más de noventa personas, en su mayoría hombres. Después de hablar por una hora me detuve y les dije que se había terminado la conferencia. Pero ni una sola persona se fue. Querían hacer preguntas. Esto continuó casi hasta las 9 de la noche, cuando una tormenta obligó a casi todos a irse a sus hogares. Sin embargo, veinte hombres se quedaron hasta las 2 de la madrugada”.

Este pueblo respondió con prontitud. En poco tiempo cinco personas comenzaron a participar en difundir el mensaje bíblico a otras personas, luego hubo diez, después quince, hasta llegar a veinte. Al enterarse de esto, el superintendente viajante dudó que aquellas personas realmente tuvieran la clase de fe que se requería de los cristianos verdaderos. Afortunadamente sí la tenían. Algunas de las primeras personas que aceptaron la verdad allí todavía están activas en proclamar las buenas nuevas.

Al aceptar el mensaje bíblico la gente humilde de la tribu de habla kissi se enfrentó a serios problemas y gran oposición. Un superintendente viajante informa: “Muchos fueron víctimas de persecución encarnizada debido a su neutralidad absoluta en los asuntos políticos y porque ya no apoyaban las ceremonias ni los ritos religiosos paganos. Algunos fueron sentenciados a muerte por otros compañeros de la tribu. En vista de las circunstancias, parece que la intervención angelical impidió las ejecuciones. Muchos Testigos huyeron a la selva para no perder la vida y hasta que las autoridades civiles pudieran investigar los casos. En la mayor parte de los casos, la policía protegió a los hermanos. Cuando a dos Testigos les quemaron sus casas, y fueron atados y golpeados, se hizo justicia a su favor. El tribunal quitó el bastón de mando del jefe soberano por casi un año. Más tarde, este jefe soberano mostró gran interés en la obra de los testigos de Jehová. En 1968, cuando se celebró una asamblea de circuito en su pueblo, él proveyó alojamiento a varios delegados visitantes y donó una vaca grande”.

La obra sigue adelante

Particularmente desde 1959 en adelante, más y más personas han comenzado a difundir las buenas nuevas en Sierra Leona. El 19 de agosto de 1967 fue un día especialmente memorable, pues fue el día en que se dedicó una nueva sucursal de la Sociedad Watch Tower en Freetown. Rodeado de jardines tropicales, este edificio está ubicado en una de las mejores zonas residenciales y tiene un atractivo Salón del Reino. La estructura ha dado realce a la obra de los testigos de Jehová en la mente de muchas personas. También ha silenciado a algunos criticones religiosos que habían dicho que los testigos de Jehová no habían venido a Sierra Leona para quedarse.

Hoy más de 550 Testigos participan con regularidad en visitar los hogares de sus vecinos para ayudarles a aprender sobre los propósitos de Dios. Entre estos Testigos hay personas que antes eran polígamas y una ex sacerdotisa y ex profetisa de una iglesia espiritista.

Los testigos de Jehová de Sierra Leona están deseosos de ayudar a muchas personas más a aprender acerca de la adoración verdadera. Están resueltos a siempre tener “mucho que hacer en la obra del Señor”.—1 Corintios 15:58.

[Ilustración/Mapa en la página 24]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

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