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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2003
w03 15/6 págs. 17-22

Busquemos el lado bueno de las personas

“Acuérdate de mí, sí, oh Dios mío, para bien.” (NEHEMÍAS 13:31.)

1. ¿Cómo demuestra Jehová bondad para con todos?

TRAS una racha de días nublados y grises, ¡qué gusto da ver el sol! Nos levanta el ánimo y nos hace sentir bien. De igual modo, tras una larga temporada de sequía y calor implacable, es un alivio que caiga la refrescante lluvia, aunque solo sea un chaparrón. Nuestro amantísimo Creador, Jehová, incorporó en la atmósfera el maravilloso regalo de las variaciones climáticas. Destacando tal generosidad, Jesús dijo: “Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen; para que demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos, ya que él hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:43-45). Efectivamente, Dios es bondadoso con todos, y sus siervos debemos tratar de imitarlo buscando el lado bueno de los demás.

2. a) ¿En qué se basa Jehová para actuar bondadosamente? b) ¿En qué se fija Jehová al observar nuestra respuesta a su bondad?

2 ¿En qué se basa Jehová para actuar bondadosamente? Pues bien, desde la caída de Adán, no ha dejado de centrarse en las virtudes de las personas (Salmo 130:3, 4). Se propone restablecer el Paraíso, para beneficio de la humanidad obediente (Efesios 1:9, 10). Además, nos muestra bondad inmerecida al brindarnos la esperanza de que la Descendencia prometida nos libere del pecado y la imperfección (Génesis 3:15; Romanos 5:12, 15). Al haber aceptado el rescate, Jehová ha preparado el camino para que el hombre recupere con el tiempo la perfección. Ahora nos observa para ver, entre otras cosas, nuestra respuesta a su generosidad (1 Juan 3:16). En efecto, se fija en todas las acciones con que demostramos gratitud por su bondad. Como indicó el apóstol Pablo, “Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre” (Hebreos 6:10).

3. ¿Qué pregunta hacemos bien en plantearnos?

3 Entonces, ¿cómo podemos imitar a Jehová al tratar de ver el lado bueno de nuestros semejantes? Examinemos la contestación a esta pregunta en cuatro campos de la vida: 1) el ministerio cristiano, 2) la familia, 3) la congregación y 4) las relaciones con el prójimo.

Al predicar y al hacer discípulos

4. ¿En qué sentido es el ministerio cristiano una forma de concentrarnos en los aspectos positivos del prójimo?

4 Cuando los discípulos de Jesús le preguntaron por el significado de la parábola del trigo y la mala hierba, él dijo: “El campo es el mundo”. Los cristianos actuales tenemos muy presente esta realidad al participar en el ministerio, el cual implica hacer declaración pública de nuestra fe (Mateo 13:36-38; 28:19, 20). El hecho de que a los testigos de Jehová se nos conozca bien por predicar de casa en casa y en las calles da testimonio de la diligencia con que procuramos hallar a quienes son dignos del mensaje del Reino, tal y como ordenó Cristo: “En cualquier ciudad o aldea que entren, busquen hasta descubrir quién en ella es merecedor” (Mateo 10:11; Hechos 17:17; 20:20).

5, 6. ¿Por qué debemos seguir visitando los mismos hogares?

5 Cuando hacemos visitas inesperadas, podemos observar la reacción de la gente ante el mensaje. En ocasiones, nos está escuchando alguien de la casa, y otro miembro de la familia pone fin a la conversación diciendo desde dentro: “No nos interesa”. Ciertamente nos duele que la oposición o el desinterés de una persona influya en la reacción de otra. ¿Qué haremos para seguir buscando el lado bueno de todas las personas?

6 Puede que al volver a predicar en la zona visitemos de nuevo el mismo domicilio y tengamos oportunidad de hablar con quien nos interrumpió. Algo que nos ayudará a ir preparados es tener en cuenta lo que sucedió en aquel momento. Puede que el opositor haya obrado de buena fe, convencido de que debía impedir que el otro siguiera oyendo el mensaje del Reino, tal vez condicionado por informaciones falsas sobre nuestras intenciones. Pero eso no impide que sigamos llevando las buenas nuevas del Reino a su hogar, al tiempo que tratamos de corregir los malentendidos con tacto. Nuestro interés es ayudarlo a adquirir un conocimiento exacto de Jehová, quien luego tal vez lo atraiga a él (Juan 6:44; 1 Timoteo 2:4).

7. ¿Qué nos ayudará a ser optimistas al abordar a la gente?

7 Jesús mencionó la oposición familiar al dar instrucciones a sus discípulos. ¿Acaso no dijo: “Vine a causar división, y estará el hombre contra su padre, y la hija contra su madre, y la esposa joven contra su suegra”? ¿Y no añadió: “Los enemigos del hombre serán personas de su propia casa”? (Mateo 10:35, 36.) Sin embargo, no olvidemos que las circunstancias y actitudes cambian. Entre los muchos factores que influyen en la respuesta de las personas a la predicación pudieran estar la muerte de un familiar, un desastre y una crisis emocional. Si fuéramos pesimistas y pensáramos que nunca van a aceptar el mensaje, ¿estaríamos de verdad tratando de ver sus buenas cualidades? Si mantenemos el gozo y volvemos a visitarlas en otra ocasión, quizás nos encontremos con una reacción diferente. A veces no serán solo nuestras palabras, sino la forma de decirlas, lo que logre modificar su disposición. Orar con fervor a Jehová antes de salir a predicar nos ayudará a hablar del mensaje del Reino con optimismo y de manera atrayente para todos (Colosenses 4:6; 1 Tesalonicenses 5:17).

8. ¿Cuáles pueden ser los resultados de que los cristianos traten de ver lo bueno de sus familiares no creyentes?

8 En algunas congregaciones hay muchos miembros de la misma familia sirviendo a Jehová. A menudo, lo que suscitó la admiración y el respeto de los más jóvenes, al grado de moverlos a cambiar de actitud, fue la perseverancia de un pariente de mayor edad que se llevaba bien con su cónyuge y con los demás familiares. De igual modo, la obediencia al consejo del apóstol Pedro ha contribuido a que muchas cristianas casadas ganen a sus esposos “sin una palabra” (1 Pedro 3:1, 2).

En la familia

9, 10. ¿Cómo supieron ver el lado bueno de su familia Jacob y José?

9 El hogar es otro ámbito donde debemos centrarnos en los puntos positivos de los demás. Examinemos una lección que aprendemos del modo como trató Jacob a sus hijos. En el capítulo 37 de Génesis, versículos 3 y 4, la Biblia indica que José era el hijo predilecto del patriarca. A sus hermanos les entró tanta envidia que llegaron a confabularse para matarlo. Notemos, sin embargo, la actitud que demostraron Jacob y José años después: ambos supieron ver el lado bueno de su familia.

10 Cuando José era el administrador de comestibles en un Egipto afligido por el hambre, dio una buena acogida a sus hermanos. Aunque no les reveló su identidad de inmediato, dispuso que los atendieran bien y les entregaran provisiones para llevarlas a su anciano padre. Así, pese a haber sido víctima de su odio, hizo todo lo posible para beneficiarlos (Génesis 41:53–42:8; 45:23). De igual modo, Jacob pronunció en su lecho de muerte bendiciones proféticas para todos sus hijos. Cierto es que los privó de algunos privilegios a consecuencia de sus malas acciones, pero no dejó a ninguno sin herencia territorial (Génesis 49:3-28). ¡Qué magnífica muestra de amor y aguante!

11, 12. a) ¿Qué ejemplo profético subraya la importancia de centrarnos en los aspectos positivos de nuestros familiares? b) ¿Qué lección nos da el padre de la parábola del hijo pródigo?

11 Al reflexionar sobre la gran paciencia que demostró Jehová con la incrédula nación de Israel, comprendemos mejor la forma en que él se centra en los aspectos positivos de sus siervos. Por ejemplo, ilustró la constancia de su amor valiéndose de las circunstancias familiares de Oseas, casado con una mujer llamada Gómer. A pesar de la reiterada infidelidad de ella, Jehová ordenó al profeta: “Ve de nuevo, ama a una mujer amada por un compañero y que comete adulterio, como en el caso del amor de Jehová a los hijos de Israel mientras ellos se vuelven a otros dioses y están amando las tortas de pasas” (Oseas 3:1). ¿Por qué le dio tales instrucciones? Aunque la nación se había descarriado de la senda divina, él sabía que en su seno existían personas que iban a responder a Su paciencia, tal como el propio Oseas señaló: “Después los hijos de Israel volverán y ciertamente buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y ciertamente vendrán retemblando a Jehová y a su bondad en la parte final de los días” (Oseas 3:5). Sin duda, es un magnífico ejemplo que hacemos bien en recordar cuando tenemos problemas en casa. Si seguimos esperando una buena reacción de nuestra familia, al menos daremos el debido ejemplo de paciencia.

12 Con su parábola del hijo pródigo, Jesús nos permite entender aún mejor cómo podemos centrarnos en los aspectos positivos de nuestros familiares. El padre del relato trató con misericordia a su hijo menor cuando este regresó al hogar después de abandonar su vida disoluta. Ahora bien, ¿cómo reaccionó ante las quejas del primogénito, quien nunca se había ido de casa? Se dirigió a él con estas palabras: “Hijo, tú siempre has estado conmigo, y todas las cosas que son mías son tuyas”. No fue una dura recriminación, sino una sencilla confirmación de su amor paterno. “Simplemente teníamos que gozar y tener regocijo —prosiguió—, porque este hermano tuyo estaba muerto y llegó a vivir, y estaba perdido y fue hallado.” De igual manera, debemos esforzarnos por ver siempre el lado bueno de los demás (Lucas 15:11-32).

En la congregación cristiana

13, 14. ¿Cómo podemos practicar la ley real del amor en la congregación cristiana?

13 Los cristianos procuramos aplicar la ley real, es decir, la ley del amor (Santiago 2:1-9). Es cierto que quizás aceptemos a hermanos de la congregación con una situación económica distinta a la nuestra. Pero ¿hacemos “distinción de clases” basándonos en su extracción étnica, cultural o incluso religiosa? En tal caso, ¿cómo podríamos poner por obra el consejo de Santiago?

14 Al dar la bienvenida a cuantos asisten a las reuniones cristianas, demostramos que somos hospitalarios. Si tomamos la iniciativa y hablamos con los nuevos que visitan el Salón del Reino, es muy probable que pierdan el nerviosismo inicial y se encuentren más cómodos. De hecho, algunos que asisten por vez primera comentan: “Todos han sido muy amigables conmigo, como si me conocieran de tiempo. Me he sentido muy a gusto”.

15. ¿Cómo pueden los padres ayudar a sus hijos a interesarse por los adultos en la congregación?

15 En algunas congregaciones hay jóvenes que, apenas termina el programa, se juntan dentro o fuera del Salón del Reino y no se relacionan con los adultos. ¿Cómo corregir esta costumbre? Lo primero, claro está, es que los padres eduquen en casa a sus hijos, los preparen para las reuniones y tal vez les encarguen que tengan listas las diversas publicaciones que deban llevar (Proverbios 22:6). Igualmente, los progenitores son los más indicados para animarlos a conversar en el salón con los hermanos enfermos y los de edad avanzada, quizás ayudándoles a tener algo significativo que decirles, lo que contribuirá a su propia satisfacción personal.

16, 17. ¿De qué manera miran los adultos los aspectos positivos de los jóvenes de la congregación?

16 Cada hermano mayor debe interesarse por los jóvenes de la congregación y, de ser posible, tomar la iniciativa y darles palabras de aliento (Filipenses 2:4). Dado que en las reuniones suelen presentarse puntos importantes, puede preguntarles si hubo algo que les gustara o les llamara la atención y que piensen aplicar. En vista de que forman parte integral de la congregación, merecen encomio por su atención y por sus comentarios o intervenciones durante el programa. Un indicador de que pueden recibir más responsabilidades cuando crezcan será su relación con los hermanos adultos y su colaboración en tareas domésticas sencillas (Lucas 16:10).

17 Algunos jóvenes asumen sus obligaciones y llegan a reunir las cualidades espirituales necesarias para recibir asignaciones de más peso. Además, como están ocupados, es más difícil que se comporten de manera imprudente (2 Timoteo 2:22). Tales tareas permiten que “se pruebe [...] en cuanto a aptitud” a los hermanos que procuran ser siervos ministeriales (1 Timoteo 3:10). Su disposición a participar en las reuniones, su celo en el ministerio y su interés por todos los miembros de la congregación permiten a los ancianos determinar si tienen potencial para asumir más responsabilidades.

Busquemos el lado bueno de las personas

18. ¿Qué trampa debe evitarse a la hora de juzgar, y por qué razón?

18 “Mostrar parcialidad en el juicio no es bueno”, indica Proverbios 24:23. La sabiduría celestial dicta que los ancianos eviten el favoritismo al juzgar en la congregación, tal como señaló Santiago: “La sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos, sin hacer distinciones por parcialidad, sin ser hipócrita” (Santiago 3:17). Aunque los ancianos tratan de ver el lado bueno de los demás, es patente que no deben permitir que les nublen el juicio las relaciones personales o las emociones. El salmista Asaf escribió: “Dios está apostándose en la asamblea del Divino; en medio de los dioses [o, según la nota, los “parecidos a Dios”, con referencia a los jueces humanos] él juzga: ‘¿Hasta cuándo seguirán ustedes juzgando con injusticia, y mostrando parcialidad a los inicuos mismos?’” (Salmo 82:1, 2). Por consiguiente, los ancianos cristianos procuran no mostrar preferencia al atender asuntos en que estén implicados sus amigos o familiares. De este modo mantienen la unidad de la congregación y permiten que fluya libremente el espíritu de Jehová (1 Tesalonicenses 5:23).

19. ¿De qué maneras nos centramos en las virtudes de los demás?

19 Al buscar lo bueno de nuestros hermanos, reflejaremos la actitud que demostró Pablo cuando escribió a la congregación de Tesalónica y les dijo: “Además, nosotros tenemos confianza en el Señor, respecto a ustedes, de que hacen y seguirán haciendo las cosas que ordenamos” (2 Tesalonicenses 3:4). Si nos fijamos en las virtudes de los demás, nos sentiremos más inclinados a pasar por alto sus faltas. Nos centraremos en aspectos por los que podamos felicitarlos y evitaremos a toda costa ser criticones. Como dijo Pablo, “lo que se busca en los mayordomos es que al hombre se le halle fiel” (1 Corintios 4:2). Por lo tanto, es la fidelidad de nuestros hermanos cristianos, desempeñen o no funciones de mayordomía en la congregación, lo que nos mueve a quererlos. Nos atrae a ellos y estrecha los lazos de nuestra amistad cristiana. Los vemos del mismo modo como veía Pablo a los hermanos de su época, como “colaboradores para el reino de Dios” y “socorro fortalecedor” (Colosenses 4:11). De esta forma imitamos la actitud de Jehová.

20. ¿Qué bendiciones recibirán los que tratan de hallar lo bueno de los demás?

20 Sin duda, nos hacemos eco de la oración de Nehemías: “Acuérdate de mí, sí, oh Dios mío, para bien” (Nehemías 13:31). ¡Cuánto nos alegra saber que Jehová se centra en nuestras buenas cualidades! (1 Reyes 14:13.) Hagamos lo mismo nosotros. Así tendremos la esperanza de ser redimidos y vivir eternamente en el cercano nuevo mundo (Salmo 130:3-8).

¿Qué contestaríamos?

• ¿En qué se basa Jehová para actuar bondadosamente con todos?

• ¿Cómo buscamos los aspectos buenos de los demás...

•... en el ministerio?

•... en la familia?

•... en la congregación?

•... en todas nuestras relaciones?

[Ilustración de la página 18]

A pesar del odio que le habían demostrado sus hermanos, José supo ver sus buenas cualidades

[Ilustración de la página 19]

La oposición no impide que tratemos de ayudar a todos

[Ilustración de la página 20]

A pesar de lo que habían hecho sus hijos, Jacob no dejó a ninguno sin bendición

[Ilustración de la página 21]

Recibamos a todos en las reuniones cristianas

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