Eduque a sus hijos para que sean predicadores de las buenas nuevas
1 Debido al excelente testimonio que dos niños cristianos dieron acerca de su fe y sus convicciones, los padres de estos jovencitos recibieron una carta que decía en parte: “Sigo encantada por la larga conversación que tuve con sus dos hijos esta mañana. [...] En verdad, no recuerdo haber escuchado jamás a niños que se expresaran sobre su fe de manera tan interesante, y con tanta convicción e inteligencia. [...] No los conozco, pero a juzgar por sus dos hijos, ustedes deben de ser padres dignos de elogio”. Estos niños no solo hacen honor a los padres, sino que en realidad hacen honor a Jehová, cuyos principios justos han llegado a ser una influencia guiadora en la vida de ellos. (Sal. 148:12, 13; Mat. 21:16.)
2 Ciertamente todo padre cristiano desea que sus hijos crezcan y lleguen a ser siervos dedicados de Jehová que le sirven de toda alma (Pro. 23:24, 25). Sin embargo, se sabe que el simple hecho de que los jóvenes sean parte de una familia cristiana no los convierte automáticamente en alabadores de Jehová. Los padres no deben suponer que se logrará esa meta si se dejan los asuntos a la casualidad. La experiencia que se acaba de relatar ilustra bien que se puede educar a los hijos para que sean predicadores de las buenas nuevas. Sin embargo, es importante que se haga un esfuerzo diligente y persistente.
ADIESTRE PROGRESIVAMENTE A SUS HIJOS
3 Jesús adiestró progresivamente a sus discípulos para que fueran predicadores de las buenas nuevas. Primero les explicó su objetivo al predicar (Mat. 4:19). Entonces los llevó consigo a medida que predicaba y enseñaba a la gente. Así adiestró a los discípulos en el servicio. Con el tiempo, los envió de dos en dos a predicar las buenas nuevas en un campo más amplio. Sin embargo, antes de hacer esto, les dio instrucciones más específicas (Mat. 10:1–11:1; Luc. 10:2). De vez en cuando trabajaba con ellos en el ministerio del campo y los adiestraba aún más.
4 Padres: en armonía con el ejemplo que Jesús dio, eduquen y adiestren progresivamente a sus hijos. Enséñenles por qué predicamos y los objetivos de los varios métodos y rasgos de nuestro ministerio. Además, dediquen tiempo a ayudarlos a comprender lo que significan las diversas respuestas y reacciones de las personas que encontramos. Adiéstrenlos en la obra mediante fijarles metas y ayudarlos a que alcancen cada una de ellas. El repartir las hojas de invitación, leer textos y llevar el registro de casa en casa pueden ser metas sencillas con las cuales pueden comenzar el adiestramiento. Después, ellos deben aprender algunos métodos eficaces de presentar el mensaje y cómo conversar con los amos de casa. Pero antes de pasar de una meta a otra, asegúrense de que su hijo haya desarrollado una medida de destreza en aquello en que se le estaba adiestrando.
RESULTADOS EXCELENTES
5 Entre nosotros hay muchos ejemplos excelentes de hermanos y hermanas fieles a quienes se les enseñó desde la juventud a ser discípulos de Cristo, predicadores de las buenas nuevas. Se les halla sirviendo en congregaciones en todas partes del mundo, algunos de precursores y siervos nombrados. Qué agradecidos están de que desde temprana edad se les haya grabado en la mente la importancia del ministerio del campo. En estos casos, el que participaran activamente en el servicio del campo les sirvió de protección y los ayudó a mantenerse en la verdad. El que trabajaran progresivamente por alcanzar ciertas metas de servicio y desarrollaran las destrezas necesarias para predicar, produjo en ellos un sentido de logro y los ayudó a mantener su interés fijo en la verdad. (Ecl. 11:9, 10; 12:1.)
6 Es mucho el bien que se logra cuando los padres educan y adiestran a los hijos en los caminos de Jehová (Pro. 22:6). Por supuesto, mucha de la educación se efectúa mediante el ejemplo. Nadie debe desestimar este hecho, y es preciso que los padres presten atención especial al ejemplo que están dando. Además, deben comprender que el principio que se expresa en Deuteronomio 6:6, 7 pone sobre ellos el privilegio y la responsabilidad de educar a los hijos en todo momento. Ciertamente, esto incluye el proveer adiestramiento en las actividades de la familia en el servicio del campo. Muchos padres que han adiestrado diligentemente a sus hijos en el servicio de Jehová tienen mucha razón para regocijarse por el excelente trabajo de ‘predicar el Reino y hacer discípulos’ que sus hijos e hijas han efectuado. Esto fortalece a las congregaciones y hace que las buenas nuevas sigan difundiéndose sobre la Tierra para testimonio a todas las naciones; todo para la gloria de Jehová Dios y para honra de Jesucristo. (Pro. 27:11.)
7 Todos nosotros en las congregaciones del pueblo de Jehová nos interesamos en educar a nuestros hijos para que sean predicadores de las buenas nuevas. Los padres pueden aceptar la ayuda que otros miembros de la congregación se sientan movidos a prestarles —hasta donde los hermanos puedan ayudarlos— en el adiestramiento de los hijos en cierto rasgo del servicio del campo. No obstante, todos deben recordar y respetar el hecho de que Jehová Dios ha dado a los padres el privilegio y la responsabilidad de educar y adiestrar a los hijos. Además, él ayuda a los que efectúan con empeño esta tarea. Por consiguiente, padres, ¡eduquen a sus hijos para que sean predicadores de las buenas nuevas!