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  • Aprendiendo de la escuela del matrimonio

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  • Aprendiendo de la escuela del matrimonio
  • ¡Despertad! 1971
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¡Despertad! 1971
g71 22/12 págs. 8-11

Aprendiendo de la escuela del matrimonio

SE OFRECEN muchos cursos a los jóvenes para prepararlos para el matrimonio. Se les podría llamar escuelas para el matrimonio. Pero toda persona casada madura que puede considerar objetivamente las cosas concordará en que de la vida matrimonial misma también hay mucho que se puede aprender. De modo que a ésta se le podría llamar la escuela del matrimonio.

Esto no quiere decir que la experiencia del matrimonio sea el mejor maestro. De ninguna manera. La Palabra de Dios es el mejor maestro. Como lo expresó Eliú, vocero de Dios para Job: “¿Quién es instructor como [Dios]?” (Job 36:22) Pero el matrimonio suministra muchas oportunidades para que uno aplique las leyes y principios que se enseñan en la Palabra de Dios. Esto ayuda a uno a ver su valor, lo razonable que son, su justicia y su sabiduría.

Sí, cuando dos personas en verdad se aman y quieren que su matrimonio tenga éxito pueden aprender mucho de las experiencias que compartan. Con buena razón se ha hecho notar que “las lunas de miel son períodos de ajuste cortos; los matrimonios, largos.” Se pudiera decir que el aprender a ajustarse es una de las lecciones principales que hay que aprender en el matrimonio. Pero como han señalado científicos, la capacidad humana para el ajuste es casi infinita.

La juventud enamorada se imagina que el matrimonio es un “lecho de rosas.” Y así puede resultar. Pero hasta cuando lo sea, recuerde que las rosas tienen espinas. Cuando parece que el matrimonio tiene más espinas que rosas, algunos quizás deseen terminarlo. Pero, según Cristo Jesús, solo el adulterio le da al cónyuge inocente una base válida para pedir el divorcio con el derecho de volverse a casar.—Mat. 19:8, 9.

Aunque en el matrimonio dos personas llegan a ser una sola carne, por decirlo así, no solo son de diferente sexo, sino que también pueden ser de diferente temperamento. Pueden tener diferentes maneras de considerar las cosas: uno intelectualmente, el otro emocionalmente. Por otra parte, las debilidades o limitaciones pueden causar cierto grado de irritación y frustración a veces. Y hay el asunto sencillo de la sincronización. Dos personas sencillamente no siempre quieren la misma cosa al mismo tiempo.

La Biblia, el libro de texto sobre el matrimonio

Jehová Dios, el Originador del matrimonio, también ha provisto un libro de texto sobre el matrimonio, su Palabra la Biblia. Ésta dice que Dios hizo al esposo y a la esposa para complementarse uno al otro, no para competir uno contra el otro: “No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él.”—Gén. 2:18.

De modo que en el matrimonio el varón tiene la oportunidad de aprender a ser un verdadero hombre, ser fuerte, ser confiable, ser protector, tomar la delantera, ser el proveedor y amar y cuidar con ternura a su esposa. La esposa, por otra parte, tiene la oportunidad de aprender a desempeñar el papel femenino, a ser el complemento. Esto envuelve sumisión, pues, como dice la Palabra de Dios, “el varón no fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.” No obstante, a él se le manda que la ame a ella como a su propio cuerpo.—1 Cor. 11:9; Efe. 5:33.

Que los principios bíblicos realmente dan buenos resultados se puede ver del hecho de que, vez tras vez, matrimonios que han estado a punto de estrellarse han sido salvados aplicando estos principios. Por ejemplo, hubo el ama de casa de Bermuda cuyo matrimonio estaba a punto de derrumbarse cuando un testigo de Jehová la visitó. Debido a un estudio bíblico sobre los papeles bíblicos de esposo y esposa ella ahora disfruta de felicidad en su relación con su esposo. Semejante fue el caso de Dinamarca en el cual dos Testigos, mientras se hallaban en su ministerio de casa en casa, encontraron a una señora que estaba a punto de separarse de su esposo aunque tenían tres hijitos. A ambos se les estimuló a aplicar los principios bíblicos en su matrimonio, con el resultado de que su matrimonio también fue salvado. Ahora ellos también son felices juntos. Igualmente, en Francia había una esposa y madre que estaba a punto de dejar a su esposo por lo mucho que él bebía y sus violentos arranques de mal genio. De nuevo los principios bíblicos salvaron a este matrimonio y produjeron una familia feliz.

La Biblia hasta suministra detalles en su consejo a los casados. Insta a las esposas a ser modestas, a no dar demasiado énfasis a la apariencia exterior y a no chismear. Aconseja a los esposos tratar a sus esposas de acuerdo con conocimiento, “asignándoles honra” como al vaso más débil. También manda a los esposos y a las esposas a que se rindan uno al otro su débito conyugal.—1 Ped. 3:1-7; 1 Cor. 7:3-7; 1 Tim. 2:9, 10; 5:13.

Aprendiendo a aguantar

¿Cómo puede el matrimonio ayudarle a uno a aprender los principios bíblicos? Por ejemplo, al sentir la obligación de hacer que el matrimonio tenga éxito y reconocer que uno se casa ‘para bien o para mal,’ uno bien puede aprender la virtud del aguante, una cualidad que necesitan todos los cristianos. Así, hubo un hombre en la isla de Guadalupe que, al llegar a ser ministro de Jehová, afrontó fuerte oposición de parte de su esposa incrédula. Para desanimarlo y estorbar que asistiera a las reuniones de los Testigos, ella no le preparaba sus comidas, descuidaba el lavar, planchar y remendar su ropa. Por días no le hablaba en absoluto. Pero él al cultivar la cualidad de aguante y acudir a Jehová en oración por ayuda, pudo aguantarlo todo. ¿Por cuánto tiempo? Por unos veinte años, después de lo cual ella gradualmente cambió de actitud. Hoy él se regocija por haber aguantado y porque su esposa está compartiendo con él la esperanza del reino de Dios.

También hubo un norteamericano que comenzó a interesarse en el estudio de la Biblia. Afrontó la más resuelta y hasta violenta oposición de su esposa, a quien amaba mucho. No deseando desbaratar su matrimonio, él aguantó. ¡Y lo que aguantó! Ella lo molestaba cuando él deseaba estudiar la Biblia y lo mantenía despierto durante las noches para agotarlo. Fingía estar enferma y casi lo arruinó financieramente con sus cuentas médicas. También amenazó con incendiar la casa y suicidarse si no dejaba de estudiar con los Testigos. Después comenzó a tirarle trastos. Pero al fin cambió... tanto, de hecho, que tanto ella como su esposo se bautizaron como Testigos al mismo tiempo. ¿Aprendió algo él de su matrimonio? ¡Ciertamente que sí... aguante, gran paciencia y gobierno de sí mismo!

Aprendiendo a apoyarse más en Jehová

Muchos solteros no quieren pensar en las responsabilidades y cargas añadidas que son concomitantes al matrimonio. Pero en un sentido esto se pudiera considerar como un haber del matrimonio, porque el hombre bien puede crecer asumiendo responsabilidades. Cuando aumentan las responsabilidades, el cristiano sabio aprende a siempre apoyarse más en Jehová. Y no pudiendo predecir el futuro, tiene que dejarlo en manos de Jehová.

Una persona joven y romántica quizás espere hallar comprensión perfecta de parte de su cónyuge, de modo que a todo tiempo pueda confiar en éste y obtener ayuda para llevar sus cargas. Pero no sucede así necesariamente. Alguien quizás no obtenga comprensión compasiva a veces debido a que sus cargas están más allá de lo que la otra persona pueda entender, o quizás sean de tal índole que no se puedan divulgar. Uno aprende que, aunque esté casado, todavía tiene que ‘echar sobre Jehová toda su inquietud, porque él se interesa por los que le sirven.’—1 Ped. 5:7.

Pudiendo hacer eso, uno puede confesar como lo hizo un muy felizmente casado padre de tres excelentes hijos: “Si cuando era soltero hubiera tenido alguna idea de las responsabilidades, los problemas, las pruebas y las frustraciones concomitantes al matrimonio, no habría dado ese paso. Pero estoy muy contento de no haberlo sabido, porque entonces no habría tenido las bendiciones de una esposa amorosa, dedicada y leal y tres hijos hermosos, de buen comportamiento y felices.”

Aprendiendo a ser razonable

Otra cualidad que le puede enseñar a uno el estar casado —si uno desea aprender— es el ser razonable. A menudo eso significa estar dispuesto a ceder. Es interesante que la palabra griega que se vierte “razonable” en Santiago 3:17, que dice: “La sabiduría de arriba es . . . razonable,” es epiekes, que literalmente significa “que cede.”

Quizás el esposo y la esposa tengan diferentes gustos o preferencias en lo que toca a música. Quizás uno prefiera música clásica, el otro música popular; quizás uno la prefiera en tono bajo, el otro en tono fuerte. Ciertamente hay zonas que se traslapan que agradarán a ambos. O quizás se trate de las vacaciones. Él quizás quiera ir a visitar puntos de interés; ella quizás desee pasar el tiempo con sus parientes. El ser razonable indicaría alternar las vacaciones, o efectuar algún otro arreglo, cediendo cada uno.

El ser razonable también parecería indicar que por lo general las simples preferencias deben ceder a las consideraciones más prácticas. Quizás ella prefiera comer en restaurantes, pero él quizás prefiera comer en casa debido al costo. Quizás no puedan darse el lujo de comer fuera a menudo, pero es posible que pudieran darse el lujo de hacerlo de vez en cuando. El ser razonable quiere decir que ni uno ni el otro ceda todo el tiempo ni tampoco que se salga uno con la suya todo el tiempo. Parece que sería mejor no insistir en cierto placer si realmente significa sufrimiento para el otro. Eso no sería razonable ni amoroso.

Humildad... otra lección

Otra cualidad que se puede aprender en el matrimonio es la humildad. Si la esposa anteriormente era una soltera que vivía fuera de la casa de su padre, en gran parte era independiente, tenía libertad para tomar sus propias decisiones. Pero como casada tiene que someterse a la jefatura de su esposo. Si aprende a hacer esto, no de mala gana, sino con un corazón dispuesto, verdaderamente está aprendiendo humildad. Quizás haya sido humilde antes, pero se necesita más humildad para seguir sometiéndose a un esposo.

El esposo también puede aprender humildad en el matrimonio. Puede que esté orgulloso de ciertas habilidades o de cierto conocimiento, y entonces descubra que su esposa lo aventaja en estos respectos. O quizás ella lo abochorne cometiendo algún desatino social. La humildad le ayudará a no tomar demasiado en serio esas cositas. Sí, por causa de su matrimonio, “cíñanse con humildad de mente los unos para con los otros.”—1 Ped. 5:5.

Aumentando en altruismo

Hay toda razón por la cual la gente casada deba aumentar en altruismo. El matrimonio suministra muchas oportunidades para mostrar altruismo y proporciona muchísimos galardones a los que lo manifiestan. Debido a la imperfección heredada la tendencia es a ser egoísta, pensar en uno mismo primero. Pero una prueba del amor es pensar primero en otro. La Biblia señala a los esposos el ejemplo de Jesucristo, que hasta dio su vida por su novia, la congregación cristiana. Eso fue amarla más que a sí mismo. Él dijo que hay más felicidad en dar que la que hay en recibir; y lo cierto que es eso cualquier matrimonio felizmente casado puede confirmarlo. Como bien se ha dicho, el matrimonio no es solo un arreglo para deleitar y satisfacer uno sus gustos, sino que también suministra la oportunidad de deleitar y satisfacer los gustos de otro.—Efe. 5:25; Hech. 20:35.

El apóstol Pablo subrayó este principio en su consejo a los esposos, diciendo: “El que ama a su esposa a sí mismo se ama, porque nadie jamás odió a su propia carne; antes bien la alimenta y la acaricia.” (Efe. 5:28, 29) No se puede evitar. El esposo y la esposa están tan estrechamente unidos, viviendo juntos, comiendo juntos, descansando juntos, etc., que la condición mental, emocional y física de uno de seguro afectará al otro. De modo que al grado que el esposo se esfuerce sabia y amorosamente por hacer feliz a su esposa y tenga éxito, a ese grado la felicidad de ella de seguro se le comunicará a él.

Y, por supuesto, lo contrario también es cierto. Al grado que la esposa sabia y amorosamente trate de hacer que su esposo esté contento y sea feliz, y tenga éxito en ello, a ese grado la felicidad de él tenderá a comunicársele a ella.

La Palabra de Dios exhorta: “No se extravíen: de Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gál. 6:7) ¿Se muestra uno de los cónyuges indiferente o insensible, ciego, a las necesidades, problemas, sentimientos, deseos o bienestar del otro? Si ése es el caso, aunque sufra el cónyuge ofendido, tarde o temprano el culpable u ofensor tendrá que pagar. Esto puede ser en relaciones tensas, en indiferencia e insensibilidad recíprocas, o hasta puede haber graves efectos psicosomáticos.—2 Cor. 9:6.

Jesús le dijo a Pedro que debía perdonar, no siete veces, sino setenta y siete veces. En la relación matrimonial quizás se requiera que uno perdone aun más a menudo. El proceder así resultará en felicidad tanto al perdonador como al perdonado.—Mat. 18:21, 22.

Verdaderamente el matrimonio es una escuela de la cual se puede aprender mucho. Muchas son las oportunidades que presenta para aplicar los principios bíblicos, capacitando así a uno para adquirir más sabiduría con el transcurso de los años. Los que procedan así serán remunerados abundantemente con tranquilidad de ánimo, contentamiento y felicidad y, sobre todo, con la aprobación del Originador del matrimonio, Jehová Dios.

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