¿Vale la pena preservar las tierras húmedas?
PUEDE que el lector las llame ciénagas, marismas o pantanos. Son zonas que están permanentemente húmedas o mojadas, a menudo completamente cubiertas por agua dulce o salada. Tan solo en los Estados Unidos hay miles de kilómetros cuadrados de esas tierras húmedas costeras.
¿Vale la pena preservar esas tierras húmedas? Esta es una cuestión que en la actualidad los ciudadanos de muchas comunidades debaten acaloradamente. ¿A qué se debe? Se debe a que esta tierra se desea para muchos usos.
A medida que las comunidades crecen, se necesita más espacio para las viviendas, para disponer de los desperdicios, aeropuertos, centrales de energía, instalaciones para el esparcimiento, y así por el estilo. Por lo general las tierras húmedas se usan para estos propósitos. Pero ahora hay voces que dicen que las tierras húmedas se deberían preservar. Así, la gente pierde la calma y se entablan luchas legales.
“Ustedes las llaman tierras húmedas,” declaró un ciudadano de Nueva Jersey. “Yo las llamo tierras desperdiciadas.”
La tierra bajo disputa es una faja de 75 hectáreas en la costa de Nueva Jersey de agua de mar, hierba y pantanos arenosos. Los expertos en el ambiente dicen que es una parte esencial de las 400 hectáreas de tierras húmedas de la bahía Raritan. En esa zona la Compañía Central de Energía y Luz de Jersey desea edificar una central. Y muchos ciudadanos también lo desean.
“Necesitamos la energía eléctrica, necesitamos los trabajos y necesitamos los ingresos de los impuestos que nos pueden ayudar a salvar y restaurar nuestra ciudad,” explicó un trabajador de una central química.
Otro residente agregó: “Hemos llegado a la buena vida y ahora nos dicen que ‘mermemos’ y nos dicen que nos ‘reduzcamos’ para salvar a los pájaros y a los peces. Nos preocupan nuestras familias . . . no es solo una central de energía, son nuestras vidas.”
En otro caso a principios del año pasado, se le dijo a la Compañía Norteamericana de Dragas de Filadelfia que no podría arrojar los desperdicios dragados en sus 60 hectáreas de pantanos creados por la marea en el condado de Gloucester. La compañía desafió la constitucionalidad y vigencia de la ley de las tierras húmedas de Nueva Jersey.
El 1 de septiembre de 1973, entró en vigor el Acta de las tierras húmedas producidas por mareas del estado de Nueva York para preservar los restantes pantanos producidos por mareas. Casi inmediatamente comenzaron las batallas legales. “SE PRESENTA EL PRIMER PLEITO CONTRA LA LEY DE LAS TIERRAS HÚMEDAS” anunciaba un titular de primera página en el Times de Nueva York del 15 de noviembre de 1973. Unos pocos días más tarde, se anunciaron otros desafíos a la ley hechos por constructores.
Y así continúa la lucha. Reina en una comunidad tras otra en la costa oriental de los Estados Unidos. Por una parte, están los que afirman que los pantanos son vitales de muchos modos. Pero, por la otra están los que consideran esas zonas como “tierras desperdiciadas,” y dicen que se deberían usar apropiadamente para la expansión industrial y de la comunidad.
La lucha es relativamente nueva, porque solo recientemente se han promulgado muchas de las leyes que protegen a las tierras húmedas. En el pasado, casi no se prestaba ninguna atención a preservar estas zonas.
Disminuyen las tierras húmedas
Gran parte de la ciudad de Nueva York anteriormente eran tierras húmedas. Sin embargo, para 1900 los que habían sido extensos pantanos de Manhattan prácticamente se rellenaron y se construyó encima de éstos. En 1900 todavía había unos 110 kilómetros cuadrados de pantanos en otros distritos municipales, pero ahora solo queda poco más de 15 kilómetros cuadrados. El rellenar y construir encima de las tierras húmedas también se ha hecho extensivamente alrededor de otras zonas metropolitanas.
Desde 1954 hasta 1965 se destruyeron unas 18.000 hectáreas de pantanos salados a lo largo de la costa del Atlántico desde Maine hasta Delaware. Long Island de Nueva York perdió casi el 30 por ciento de sus pantanos durante este período. Desaparecieron miles de hectáreas de pantanos en Nueva Jersey, Delaware y Maryland. ¡Se dice que en los últimos treinta y cinco años una cuarta parte de los pantanos de la nación han sido destruidos por la contaminación, la acumulación de desechos o el dragado!
Pero, ¿es esto realmente tan malo? ¿No se está usando mejor mucha de esta tierra ahora? Por ejemplo, ¿no son de un valor mucho más grande los aeropuertos La Guardia y Kennedy de Nueva York, la colosal ciudad Co-op en el este del Bronx y el hermoso estadio Shea que los pantanos que una vez existieron en estos lugares? ¿Por qué se han promulgado leyes para preservar las tierras húmedas?
Más de lo que se ve
Es comprensible que a muchas personas les parezca que los pantanos formados por la marea son tierras desperdiciadas. Las llanas expansiones de hierba áspera parecen uniformes y monótonas. Sin embargo estos pantanos, la unión entre el mar y la tierra, proveen valiosos servicios.
Por ejemplo, los pantanos protegen la tierra de la erosión de las olas contra la orilla y sus poblaciones humanas. Cuando se les destruye, por lo general el resultado es una ironía de la preservación del ambiente. Así es que, después que se rellenaron los pantanos de Brooklyn y Queens al sur de la ciudad de Nueva York, ¡el cuerpo de Ingenieros del Ejército propuso construir una carrera contra los huracanes en la boca de la bahía Jamaica por un valor de 55,5 millones de dólares!
Además, los pantanos mantienen muchas formas de vida salvaje que proveen placer a la gente. En los restantes pantanos salados en la bahía de Jamaica de Nueva York, todavía se puede ver a pescadores, con los rascacielos a la distancia, echar sus anzuelos por platijas, róbalos y otras clases de peces comestibles. El cavar por mejillones es otro entretenimiento agradable en los pantanos producidos por las mareas. O está la emoción de ver a miles de gansos del Canadá alimentarse en los estanques de los pantanos o llenar el cielo en grandes bandadas por sobre la bahía Chesapeake. Cuando se destruyen los pantanos, los patos, las garzas y otros pájaros y animales tienen que irse de la zona o morir.
Las personas que no están familiarizadas con los pantanos quizás no sepan de estos beneficios. Y sin embargo, aun cuando se enteran de éstos, quizás todavía argumenten que un pantano se debería de utilizar para algo de más provecho. Quizás afirmen, que los ingresos de los impuestos que surgen cuando un pantano se desarrolla en un nuevo complejo de habitaciones o industrial, es de mayor valor para la comunidad.
Pero, ¿es realmente así? Es necesario un entendimiento de los pantanos, y de los recientes acontecimientos mundiales, para contestar esa pregunta.
Crece el aprecio de su valor
Se reconoce que existe la tendencia de valuar en menos ciertas tierras... por ejemplo, un campo fértil de trigo o maíz. Este terreno quizás no parezca ser muy valioso. De hecho, una hectárea de este terreno quizás se venda por solo una fracción de lo que cuesta una propiedad en la ciudad. Pero cuando uno padece de hambre, ¿qué es lo que más vale... la tierra de labranza que produce alimentos, o la tierra sobre la cual hay una casa nueva, una fábrica o algún otro edificio?
La respuesta, por supuesto, es obvia. “Pero,” quizás pregunte uno, “¿qué tiene esto que ver con un pantano producido por las mareas?” Mucho. ¡Porque se ha descubierto que estos pantanos en realidad rinden más alimento del que rinden hasta los mejores campos de trigo o maíz! El libro Life and Death of the Salt Marsh, de John y Mildred Teal, señala:
“El pantano salobre produce casi veinte toneladas de materia orgánica en cada hectárea por año. En comparación, una cosecha media de trigo aproximadamente es de dos a tres toneladas por hectárea por año, lo que incluye tallos y hojas. Los mejores campos de heno en este país producen aproximadamente ocho toneladas por hectárea por año y las mejores cosechas de trigo en el mundo existen en el norte de Europa donde, con gran esfuerzo, los granjeros difícilmente pueden obtener catorce toneladas por hectárea de tierra al año.”
¡Ciertamente las tierras pantanosas son colosales productoras de alimentos! Pero quizás alguien sea pronto en señalar que el hombre no puede vivir de las hierbas de las tierras pantanosas, las principales de las cuales son la hierba Spartina alterniflora y Spartina patens en el este de los Estados Unidos. Esto quizás sea cierto. Y sin embargo, de la misma manera como nosotros comemos carne de vaca, cordero, o cerdo criados en los pastos de las tierras de labranza, así podemos comer los animales que viven de la vegetación de los pantanos.
Esta alimentación se puede utilizar para producir cosechas fantásticas de alimentos. Parte de los pantanos y de los estuarios asociados se pueden utilizar para la agricultura acuática. La cría de algunos animales acuáticos se lleva a cabo en algunos países del Lejano Oriente, donde se producen más de 1.000 kilos de camarones y 2.000 kilos de peces en cada hectárea de estanque de pantano cada año. Y, asombrosamente, ¡se han obtenido cosechas de hasta 50.000 kilos de carne de ostra por hectárea en la bahía de Hiroshima en Japón!
La agricultura acuática también podría servir como una fuente adicional de alimentos para los Estados Unidos, es decir, si se preservan las tierras pantanosas. Pero aunque no se practica la agricultura acuática, algunos pantanos a lo largo de la costa del Atlántico producen más alimentos por hectárea en mariscos que la mejor tierra para la cría de ganado. Por ejemplo, el estuario del río Niantic produce aproximadamente 300 kilos de ostras por hectárea al año. Y en un pantano en Massachusetts, anualmente se recogen almejas por valor de más de 300.000 dólares.
Pero, ¿es el alimento tan valioso como para preservar los pantanos productores de alimentos? Bueno, ¿cómo reacciona el lector cuando oye que decenas de miles de personas en el mundo han padecido hambre en los últimos meses? Esta escasez mundial de alimentos amenaza hasta a los Estados Unidos.
En vista de esto, ¿deberían los hombres destruir parte del mejor terreno productor de alimentos de la Tierra? Muchas personas no piensan así. Y lo que ha ayudado a influir en sus pensamientos ha sido una mejor comprensión del efecto de los pantanos sobre los peces del océano.
Tierras de labranza y viveros
Los pantanos no proveen alimentos solamente para los animales que viven en la zona inmediata, sino también para los peces en las aguas costeras de los océanos. Es de estas aguas que se calcula que viene el 80 a 90 por ciento de los peces que se pescan para los mercados mundiales. Y el alimento del que dependen para su supervivencia la mayoría de estos peces a lo largo de la costa atlántica proviene de los pantanos... los cuales son, en realidad, tierras de labranza para los peces del océano.
Además, muchos de estos peces del océano son engendrados en la protección de estos pantanos, o pasan mucha de su vida temprana allí adquiriendo fuerza y tamaño. Se calcula que aproximadamente las dos terceras partes de la pesca comercial en la costa oriental de los Estados Unidos vive parte de su vida en los estuarios de los pantanos. ¿Qué sucede, pues, cuando se destruyen los pantanos?
Por ejemplo, considere la ciudad de Nueva York. En un tiempo tuvo una lucrativa industria pesquera. Pero desde que la mayoría de sus pantanos han sido destruidos y las aguas se han contaminado, ya no tiene esa industria. Esto parece ser una tendencia. De hecho, se dice que entre 1955 y 1965, ¡la redada de pescados que dependen de los estuarios en las costas oriental y del Golfo de los Estados Unidos mermó en más de 50 millones de kilos!
Esas tendencias perturban a los científicos. John Gottschalk, como director de la Oficina de Pesca Deportiva y Animales Salvajes del Ministerio del Interior de los Estados Unidos, fue enfático: “No hay duda en mi mente de que la pérdida de las tierras húmedas está alterando la ecología de la plataforma continental.” “Ya no es un artículo de lujo el salvar nuestros estuarios,” declara el Dr. Eugene P. Odum, director del Instituto de Ecología de la Universidad de Georgia. “Es una necesidad científica.”
En el número de marzo de 1974 de National Parks & Conservation Magazine, el naturalista John Hay escribió: “Si vamos a ser ‘prácticos’ al pensar en los pantanos debemos comprender que la tierra es más productiva como cuna del mar que como ampliación de la urbanización. Sin los pantanos producidos por las mareas, los peces de agua salada no serían engendrados, crecerían e irían al mar proveyendo dinero a los que los pescan. En estos días no les va muy bien a las flotas pesqueras comerciales que pescan a lo largo de la costa atlántica, pero aun logran una cantidad de 75 millones de dólares netos en pescados que fueron alimentados en los pantanos y estuarios de la costa. Tanto la industria de los deportes de agua salada, la cual tiene un ingreso enorme en dinero efectivo, como la industria de los mariscos dependen del vivero de las tierras húmedas de la costa.”
Leyes que tienen sentido
Algunas personas esperan beneficiarse financieramente por medio de rellenar y usar los pantanos para otro propósito. Pero a medida que se obtiene más conocimiento concerniente al valor de los pantanos, se han aprobado leyes para proteger estas zonas. Pero todavía, la gente en comunidad tras comunidad está combatiendo estas leyes tratando de destruir las tierras húmedas. El Times de Nueva York del 21 de febrero de 1974, publicó un interesante editorial acerca de este tema, el cual concluyó diciendo:
“Así es que se aprueban leyes para la protección de las tierras húmedas para el ‘interés del bienestar público.’ Y esas leyes son desafiadas con frecuencia por los urbanistas en busca de su propia ganancia económica. ¿Por qué trata alguien de salirse con la suya con una acción de esa índole? ¿Por qué? Porque la mayor parte de la gente no tiene conocimiento de por qué la naturaleza creó las ciénagas y los pantanos ni de su incalculable valor para el hombre.”
Así es que a menudo, el hombre obra sin el conocimiento del maravilloso modo en que se ha diseñado la Tierra, con sus muchas operaciones extraordinarias de interdependencia. Sin duda seremos prudentes si aprendemos todo lo que podemos acerca de este grandioso hogar nuestro, y nos esforzamos en cuidar de él así como se propuso nuestro Creador.