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  • ¿Es la “igualdad” la verdadera solución?
  • ¡Despertad! 1976
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¡Despertad! 1976
g76 8/7 págs. 14-15

¿Es la “igualdad” la verdadera solución?

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en México

“LA IGUALDAD entre mujeres y hombres significa igualdad en su dignidad y valor como seres humanos, así como igualdad de derechos, oportunidades y responsabilidades.” ¿Podría esa “igualdad” ser un factor significativo en resolver los problemas mundiales?

“Sí,” contestaron los delegados a una singular “Conferencia Mundial” que se celebró en el verano de 1975. La declaración citada anteriormente es parte de una resolución titulada “Plan de Acción Mundial” que se adoptó en esta conferencia. ¿Qué clase de reunión fue? ¿Podría la igualdad de hombres y mujeres que se recomendó efectuar mejoras verdaderas en las condiciones mundiales?

Patrocinada por las Naciones Unidas, la reunión, celebrada aquí en la Ciudad de México, se llamó “Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer.” Concurrieron delegaciones de hombres y mujeres de 120 países. Consideraron los modos en que las mujeres han sufrido penurias, y presentaron recomendaciones para mejoras.

Se establecen metas ambiciosas

La conferencia fijó metas importantes, muchas de ellas dignas de alabanza. Entre los logros que se espera obtener en cinco años están: Oportunidades iguales para las mujeres, especialmente para las de las zonas rurales, de conseguir una educación; reducción del desempleo entre las mujeres y evitar la parcialidad hacia los hombres al escogerlos para empleos; mejor orientación de las mujeres en los asuntos de salud; mayor participación de las mujeres en la política.

En la conferencia se hicieron esfuerzos por subrayar los derechos de la mujer “a trabajar, a recibir igual remuneración por trabajo de igual valor” y a participar más activamente en los asuntos de la comunidad. Para lograr esto, se instó a los hombres a hacerse más activos en los quehaceres domésticos, lo que permitiría a las mujeres mayor libertad para otras actividades.

El analfabetismo entre las mujeres fue tema de una seria consideración en la Conferencia Mundial. La Dra. Carmen Llorca de la delegación española declaró que, según un cálculo, “más de setecientos millones de mujeres analfabetas existen actualmente en el mundo, cuyo panorama ofrece el más grave problema de la liberación de la mujer.”

Otra preocupación fue la prostitución. Un comité instó a los ‘gobiernos de los países donde todavía existe la práctica de la prostitución y la explotación de mujeres y muchachas a que tomen medidas enérgicas para acabar con la prostitución forzada y la trata de mujeres, ya que ambas son formas de explotación; y a que no se limiten a adoptar medidas represivas, sino que tomen medidas para promover la rehabilitación de las prostitutas.’

Se abrigaban grandes esperanzas para esta conferencia. Muchas de las mujeres concurrentes estaban altamente capacitadas y sinceramente interesadas en mejorar la suerte de otras mujeres, prescindiendo de raza, nacionalidad o idioma. Se expresó la esperanza de que en diez años se pudieran resolver los problemas básicos que afectaban a las mujeres. Se pensaba que esto, a su vez, reduciría los problemas mundiales en general.

Entre sus logros, la Conferencia Mundial adoptó 29 resoluciones, muchas de las cuales favorecían mejoras en la vida de las mujeres en el hogar, en la comunidad y en todo el mundo. Sin embargo, ciertos aspectos de la conferencia pusieron en duda el que la igualdad tan buscada trajera o no beneficios duraderos a la humanidad. ¿Por qué?

Algunos aspectos desilusionadores

Para disgusto de muchos concurrentes, la rivalidad política se infiltró en las discusiones de la Conferencia Mundial. Hubo mucho debate acerca del conflicto árabe-israelí. Se dejó ver el grado del malestar cuando, al comenzar su discurso cierta oradora, miembros de otras delegaciones se levantaron y abandonaron la sala de conferencia.

Paradójicamente, algunas mujeres afligidas por la situación económica se vieron precisadas a hacer una manifestación fuera del lugar de reunión. Aunque tenían algo que decir, la conferencia no les prestó ninguna atención, y esto en una reunión que abogaba en favor de igualdad para todas las mujeres.

Algunas de las proposiciones, también, dejaron mucho que desear. Por ejemplo, se hicieron peticiones a favor del sexo libre, lesbianismo, relaciones consensuales, familias de padres o madres “solteros” y la legalización de los abortos. También se propuso establecer guarderías infantiles para cuidar a los niños mientras las madres dedican su tiempo a trabajar. Pero, ¿podría resultar en algún bien el privar a los hijos de la vital asociación diaria con sus madres? Más bien que solucionar los problemas, sugerencias como éstas solo empeorarían la situación.

“El mundo . . . cambiaría muy poco”

Es cierto que las mujeres por todo el mundo han sufrido considerable opresión y discriminación. Pero, ¿resolverían esas injusticias la clase de igualdad que se recomendó en la Conferencia Mundial aquí en México? Hay poderosas razones para dudarlo. ¿Por qué?

Porque el egoísmo, la codicia, el ansia de poder y otras cosas que causan las deplorables condiciones mundiales constituyen tanto una parte de las mujeres como de los hombres. Puesto que todos los seres humanos son imperfectos, el meramente cambiar ciertas responsabilidades de un sector (los hombres) a otro (las mujeres) no produciría mejora verdadera. Lo hacen patente los comentarios de una mujer de los Estados Unidos que en un tiempo estuvo profundamente implicada en el “movimiento de liberación femenina”:

“Los ideales del movimiento de liberación de la mujer me parecieron hermosos en teoría, sin embargo no estaban sufriendo efecto en la práctica. Por ejemplo, la hermandad entre las mujeres —uno de nuestros conceptos más acariciados— se desintegró tan pronto como las mujeres empezaron a paladear el poder. La teoría no había tenido en cuenta el egoísmo humano. Presencié varias luchas enconadas por poder en los grupos de las mujeres en las cuales las mujeres ‘se apuñalaban’ traidoramente con tanta saña como cualquier hombre que jamás he visto.”

Con verdadera perspicacia, la esposa del presidente de Egipto declaró en esta Conferencia Mundial de 1975: “En realidad, la mujer en el poder no es muy distinta del hombre. Y el mundo no cambiaría, o cambiaría muy poco, si la mujer gobernara.”

Puesto que los hombres y las mujeres son igualmente imperfectos, todas las diferentes clases de gobierno humano, aun las monarquías femeninas, han resultado incapaces de solucionar los problemas mundiales. (Jer. 10:23) Por consiguiente, la única solución verdadera está en los preparativos de Dios para eliminar la imperfección humana y reemplazar el gobierno humano de la Tierra con una administración celestial perfecta. (Dan. 2:44; Isa. 33:24) ¿Le agradaría saber más acerca de estos preparativos divinos? Los testigos de Jehová se alegrarán de conducir un estudio bíblico gratis con usted en su hogar o en cualquier otro lugar conveniente para ayudarle a aprender de ese gobierno exento de injusticias.

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