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  • Los minimercados de las Filipinas
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¡Despertad! 1978
g78 22/8 págs. 6-8

Los minimercados de las Filipinas

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en las Filipinas

EN ESTOS días de gigantescos supermercados y grandes tiendas de departamentos, ¿a dónde puede ir uno a comprar solo un pedazo de caramelo, una barrita de goma de mascar, un tomate, un centavo de sal o un poquito de salsa de soya? Si el lector viviera en las Filipinas probablemente iría a una tienda sarisari (bazar de artículos baratos), uno de los muchos miles de minimercados del país.

Las tiendas sarisari venden un enorme surtido mixto de artículos pequeños. El negocio se efectúa en un cubículo estrecho en la planta baja de la casa de alguien. Entre los artículos que se venden están jabón, petróleo, dulces, pescado seco, gaseosas, arroz, maíz, habichuelas, productos enlatados, pan, sal, azúcar, aspirina, yodo y artículos para la escuela. Mientras mayor es la tienda mayor es la variedad de bienes que puede encontrarse en ella.

Los períodos de más actividad en los minimercados son temprano en la mañana, al mediodía y por las noches. Niños, amas de casa, trabajadores de oficina, choferes de jeepney —personas de toda clase— hacen de la tienda sarisari una colmena de actividad. El tendero ciertamente es una persona ocupada. Atiende a los clientes, envuelve las compras, cuenta el cambio, abre las botellas de gaseosa, vierte diestramente el arroz en sacos de papel... sí, hace un sinnúmero de cosas durante un día de 16 horas, siete días a la semana.

La tienda sarisari también puede servir como centro de lectura, club social, clínica de primeros auxilios, casilla telefónica, centro para el cuidado de los niños, departamento de objetos perdidos, oficina postal en miniatura y como sala de noticias de la comunidad. Todas estas cosas el tendero las hace sin esfuerzo.

Algunas de estas tiendas son cooperativas, lo cual significa que muchas personas combinan su pequeño capital para establecer una tienda y comparten las ganancias. Pero la mayoría de las tiendas son negocios de familia.

Ciertas tiendas sarisari han tenido que cerrar debido a la rígida competencia procedente de las tiendas más nuevas y grandes que sus vecinos han establecido, ansiosos de obtener una parte del negocio de la comunidad. Pero muchas han crecido hasta hacerse empresas prósperas o han añadido otros negocios a sus actividades. Estos minimercados contribuyen a mantener la familia junta durante tiempos de escasez y proveen los fondos que se necesitan urgentemente para enviar los hijos a la escuela.

Entrenan en las relaciones humanas

Se necesita mucha paciencia para tratar con los diferentes tipos de personas que frecuentan las tiendas sarisari. Es preciso que el tendero también tenga un buen sentido del humor. Aunque toma su negocio en serio, no lo toma tan en serio. No hace caso de las faltas de otras personas con la esperanza de animarlas a comprar más a menudo. Pero si hoy pierde un peso (14 centavos de dólar), lo acepta de buena gana. ¿Qué es un peso entre vecinos? Al fin y al cabo se sale adelante. Así es que se pone a tararear y da por terminado el día, agradecido de haber vivido otro día como hombre honrado.

La honradez aún es una buena norma

El tendero sabe que el ser honrado en su negocio es imprescindible. Se asegura de vender fruta sana, sin gusanos o cresas, que el pescado u otra carne sea fresco y que los clientes reciban el cambio completo. La falta de honradez al medir mercancías pudiera resultar en que los vecinos lo excluyeran o que se le impusiera una severa multa en el ayuntamiento municipal. Sin embargo, por la honradez, el tendero demuestra que es un buen amigo y un excelente vecino. Esto le asegura que el minimercado prosperará en la comunidad.

Un lugar amigable de reunión

La pequeña tienda sarisari de la comunidad es más que solo un lugar conveniente donde comprar cosas. Es un lugar amigable en el que la gente se reúne y llega a conocerse mejor. Aquí se intercambian saludos alegres. Quizás se queden en la parte comparativamente fresca de la noche, y mientras matan a golpes los mosquitos, consideran las últimas noticias... cómo van creciendo los niños, las personas nuevas del pueblo, las cosechas de arroz, el último boletín del tiempo, la crisis del petróleo, el nuevo presidente de algún país lejano o, tal vez, hasta las buenas nuevas del reino de Dios.—Mat. 24:14.

El ambiente es totalmente informal. Uno puede enviar a su hijo más pequeño a hacer las compras. Sencillamente le da al pequeñuelo una cesta, una lista de los artículos que ha de comprar y algún dinero en efectivo. El tendero le entregará los víveres al niño, marcando los artículos en la lista a medida que los entrega y le dará el cambio exacto, y también algún dulce si el negocio le va bien. Si usted no le ha dado suficiente dinero al pequeñuelo, el tendero sencillamente le pedirá al niño que lleve los víveres y que vuelva con el resto del dinero que se necesita para pagar las compras.

Donde los niños aprenden

Los miles de niños que trabajan junto con sus padres en las tiendas sarisari llegan a hacerse eficaces con la aritmética rápida, y pueden calcular en sus propias cabecitas a medida que manejan el dinero. Estos niños también reciben entrenamiento, así como una gran emoción, cuando sus madres los llevan al mercado grande del pueblo para abastecer sus mercancías.

Ella y el niño se levantan en las horas tempranas de la mañana para ir a comprar pescado fresco, verduras, frutas y otros artículos para la tienda. La madre quiere comprar directamente del granjero o del pescador pues así puede obtener precios más bajos que los que tendría que pagar si tratara con los intermediarios más tarde en el día.

Los pequeñuelos aprenden a buscar los precios más bajos. “No compres las mercancías de los puestos cerca de las calles,” le dice la madre. “El alquiler de estos lugares es más alto y por eso los precios son más altos. Adéntrate más en el mercado, pues allí los puestos pagan menos alquiler y se pueden obtener mejores gangas.” Mientras se esfuerza por hallar los mejores precios, la madre también le enseña a los hijos a desconfiar de los precios que son extraordinariamente bajos. Tales artículos pudieran ser robados, estar dañados o hacerse obtenido de contrabando.

La tendera es ordenada

Al llegar del mercado, la madre apila los surtidos nítidamente sobre estantes descubiertos en la tienda. Las mercancías que vienen en botellas van en un estante, los productos enlatados en otro. Las gaseosas se mantienen cerca del congelador o el refrigerador. Las verduras y frutas frescas se colocan en una mesa de bambú bien ventilada, donde no les dé el sol.

El arroz y el maíz se mantienen en cajas de madera para poderlos verter rápidamente. Los dulces, las gomas de mascar y otros artículos favoritos de los niños, por lo general se ponen en botellas grandes, y ocupan sus propias hileras. El azúcar —de color pardo oscuro, de color pardo más claro y la refinada— una vez pesada, se coloca en sacos de papel. Los precios se escriben en pequeños cuadritos de cartón o en los artículos individuales.

La madre se enorgullece de la manera en que atiende la tienda y le gusta mantenerlo todo en su debido lugar. Prepara las cosas la noche anterior y, al amanecer, la tienda recibe a sus primeros clientes.

A pesar de los supermercados y tiendas de departamentos que ahora prosperan en la mayoría de las ciudades de las Filipinas, la humilde tienda sarisari sigue satisfaciendo una importante necesidad. En ella el filipino puede comprar las cosas que necesita con urgencia y también hallar cierta medida de compañerismo afectuoso, conversación agradable y un sentido de pertenecer a la comunidad. Así que, la próxima vez que usted visite esta parte del mundo, no pase por alto las humildes tiendas sarisari... los minimercados de las Filipinas.

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