El espionaje electrónico, ¡nada más fácil!
EL RECIENTE desarrollo y miniaturización de los componentes electrónicos ha logrado que con mucha frecuencia sea muy difícil detectar los micrófonos ocultos. Tan pequeños como la cabeza de una cerilla, estos aparatos pueden colocarse en bolígrafos que escriben de verdad, ocultarse en puros y cigarrillos, insertarse en pequeñísimos agujeros hechos en una pared o en el techo e incluso introducirse debajo de la piel. Han llegado a simular una tableta de aspirina o la aceituna de un cóctel. Otros incluso se han llevado como pendientes.
Los lugares más comunes para esconder estos aparatos de escucha electrónicos son: detrás de las placas de los interruptores de la luz, en los teléfonos y en el orificio para la toma de tierra de los enchufes eléctricos. Estos últimos obtienen de la corriente eléctrica la energía necesaria para transmitir, en vez de emplear pilas de corta duración. Una vez que se ha ocultado un micrófono en un teléfono, se puede hacer que transmita conversaciones sin importar que se esté usando el teléfono o no. De modo que la técnica para invadir su intimidad mediante vigilancia electrónica está bien desarrollada y establecida. Dónde se esconderán los micrófonos depende únicamente de la imaginación del espía.
Aunque la venta y utilización de varias clases de aparatos de escucha electrónicos está prohibida en muchos países, incluyendo Estados Unidos, dichos aparatos están fácilmente disponibles para quienes deseen invadir solapadamente su intimidad. Pueden comprarse en diversos establecimientos, tiendas de aparatos electrónicos y empresas de venta por correo. Uno de estos aparatos, del tamaño de un sello de correos, que funciona con una pila normal de nueve voltios y que puede transmitir voces a un receptor situado a unos cien metros de distancia, cuesta únicamente 35 dólares. Por aproximadamente el mismo precio, una compañía japonesa comercializa un transmisor más potente, del tamaño de un botón y cuyo radio de alcance llega a los trescientos metros.
No obstante, algunos de estos aparatos no han sido construidos con la intención de que se utilicen como micrófonos ocultos. Por ejemplo: al módico precio de 24,95 dólares, una cadena estadounidense de tiendas de aparatos electrónicos vende un sistema sin cable para controlar la habitación de un niño. Solo hay que enchufarlo a la red y los sonidos se transmiten de una parte de la casa hasta la otra. Otros son simples micrófonos sin cable más pequeños que un paquete de cigarrillos. Tienen usos apropiados, pero si caen en malas manos, es posible que se les reduzca de tamaño, y de esta manera se les pueda ocultar en casi cualquier lugar.
Si comprar estos micrófonos resulta fácil, casi igualmente de fácil resulta construirlos. Con tan solo nueve pequeñas piezas, cuyo costo es inferior a 10 dólares, cualquier persona que tenga un conocimiento elemental de electrónica puede construir un aparato sin cable capaz de captar un susurro en una habitación y transmitirlo a casi medio kilómetro de distancia.
El sistema de vigilancia más extendido es el de la intervención telefónica. Para lograrlo, ni siquiera es necesario ver el teléfono del individuo. Si, por ejemplo, el teléfono de la víctima está en el décimo piso de un edificio de oficinas o en un apartamento, se le puede intervenir desde la línea telefónica principal que hay en el sótano. Debajo de algunas casas se han encontrado aparatos para grabar que se activan con la voz y que han sido colocados allí ilegalmente. Cuando el auricular se descuelga, comienzan a grabarse las conversaciones. Por lo general, a cualquier persona disfrazada de técnico de teléfonos le resulta bastante fácil acceder a la línea telefónica de la víctima.
Esta forma de escucha es ilegal bajo casi cualquier circunstancia y en la mayoría de los países. Pese a ello, según un experto cuyo trabajo es encontrar y eliminar micrófonos ocultos, así como aparatos colocados clandestinamente para intervenir conversaciones telefónicas, “encontramos una línea intervenida el 25% de las veces que hacemos una comprobación”. Ya que colocar micrófonos ocultos se ha extendido a tal grado en el mundo de los negocios, otro experto aconseja a los ejecutivos de las grandes empresas que “tengan muchísimo cuidado con cualquier regalo que tenga que enchufarse”. Su reloj eléctrico o su radio podrían ocultar un micrófono en su interior, y haría falta un experto con un equipo costoso para encontrarlo. Pero, ¿a qué se debe esta creciente plaga de micrófonos ocultos?