Productos de usar y tirar, difíciles de eliminar
PERMANECER indiferentes ante el grave problema de la eliminación de la basura y los factores que lo favorecen, presupone falta de sensibilidad ante los hábitos de esta sociedad generadora de productos desechables. Por ejemplo, ¿le parece mejor utilizar toallas de papel en la cocina en lugar de los tradicionales paños de tela? ¿Sustituye usted las servilletas de tela por las de papel a la hora de la comida? Si tiene niños que aún llevan pañales, ¿utiliza usted pañales de usar y tirar en lugar de los de tela? ¿Opina usted que las maquinillas de afeitar y cámaras fotográficas desechables son tan prácticas que resulta difícil no comprarlas? Hoy día, pocos jóvenes han escrito alguna vez con pluma estilográfica ya que los bolígrafos, algunos de ellos desechables o con recambios desechables, hace mucho que ocuparon su lugar. Las empresas encargan bolígrafos por millares y los agentes de publicidad los regalan por millones.
El té, el café, los refrescos, los batidos y las hamburguesas que se compran para llevar en los establecimientos de comida preparada ya no se sirven en vasos y bandejitas de papel, porque los recipientes de poliestireno los han dejado anticuados. También hay cuchillos, tenedores y cucharas de plástico que son de un solo uso. La cantidad y variedad de artículos desechables no tiene fin. A este respecto, el director de la New York State Division of Solid Waste, departamento dedicado a los residuos sólidos, dijo: “Hemos sido una sociedad de productos desechables, pero no tenemos más remedio que cambiar nuestras costumbres”.
¿Y qué decir de las botellas de plástico para la leche en lugar de las de vidrio? ¿De los zapatos de plástico en lugar de los de piel y de goma? ¿De los chubasqueros de plástico en lugar de los que están hechos de fibras naturales impermeables? Es posible que algunos lectores se pregunten cómo podía funcionar el mundo antes de la era del plástico. Tenga presente también las hileras consecutivas de productos en envases llamativos y de tamaño descomunal que se encuentran en los estantes de los supermercados y otros lugares donde se venden productos envasados. La era de los ordenadores —que arrojan miles de millones de hojas de papel— alimenta una enorme montaña de papel que ya ha adquirido dimensiones descomunales.
Sin embargo, ¿cuántas incomodidades estamos dispuestos a tolerar para aliviar un poco el problema de la basura, cada vez más grave? Aunque en un día normal tan solo los estadounidenses echan al cubo de basura unos 4.300.000 bolígrafos y unas 5.400.000 maquinillas de afeitar desechables, no es probable que esta sociedad retroceda medio siglo hasta la época anterior a la era de los plásticos y los productos desechables de alta tecnología, aunque se pague un precio increíble por estos artículos.
Lo mismo ocurre con los pañales de usar y tirar. Según informó el periódico The New York Times, “cada año, se vierten más de 16.000 millones de pañales, con unas 2.800.000 toneladas de excremento y orina en un número cada vez menor de basureros por toda la nación”. Pensar en más de 4.275.000 toneladas de pañales desechables puede que nos sorprenda, pero de acuerdo con un especialista en residuos sólidos de Washington, “es un ejemplo perfecto que demuestra que el empleo de un producto desechable más caro en lugar de uno que se puede volver a utilizar, resulta más peligroso para el medio ambiente y además agota recursos que no son renovables”. Pero, ¿están los padres dispuestos a aguantar las incomodidades de lavar los pañales de su bebé o como en algunos lugares, pagar por recibir ese servicio a domicilio? Para muchos, un mundo sin pañales de un solo uso es inconcebible.
Los defensores del medio ambiente ven en estos pañales un símbolo del problema global de la basura. “Lo peor —escribe la revista U.S.News & World Report— es que todos los pañales de plástico fabricados, desde su introducción en el mercado en el año 1961, todavía está aquí, pues tardan unos quinientos años en descomponerse.”
Los especialistas en el medio ambiente y los funcionarios gubernamentales dicen que para no vernos enterrados vivos en nuestra propia basura tenemos que cambiar de costumbres. Los productos desechables modernos puede que sean prácticos para los consumidores, pero son como una bomba para los vertederos de basura. La vida del plástico desechable no parece tener fin. Contrario a los conocimientos convencionales, las 160.000 toneladas de papel que los estadounidenses tiran cada día y una cantidad desconocida de toneladas que se tiran por todo el mundo no se descomponen ni desaparecen en los vertederos ni siquiera enterradas durante años bajo toneladas de basura. Periódicos que llevaban más de treinta y cinco años enterrados en vertederos podían leerse con la misma claridad cuando se desenterraron que el día en que se publicaron.
El problema del reciclaje
Se ha escrito que solo hay cuatro formas de ocuparse de la basura: “Enterrarla, quemarla, reciclarla o... comenzar a no producir tanta”. La basura enterrada en los vertederos no solo ofende a la vista del vecindario, sino que puede convertirse en un problema sanitario. A medida que los residuos se descomponen, producen un gas incoloro, inodoro e inflamable llamado metano, que si no se controla, puede filtrarse por debajo de la tierra y destruir la vegetación, introducirse en edificios cercanos y explotar si entra en ignición. Y ya se han producido algunas muertes por esa causa. También corren peligro los depósitos subterráneos de agua, o acuíferos, si algunas sustancias químicas peligrosas se filtran por la tierra y contaminan el abastecimiento de agua para consumo humano.
En el caso del papel de periódico, el principal problema de reciclarlo radica en el inmenso excedente que hay. “El inventario de periódicos sobrantes ha alcanzado un récord nunca visto —dijo un portavoz del American Paper Institute (Instituto Americano del Papel)—. Tanto las fábricas de papel como sus intermediarios tienen en los almacenes más de un millón de toneladas de periódicos, lo que representa una tercera parte de la producción anual. Llega un momento en que el espacio de almacenamiento está totalmente saturado.” Como consecuencia, muchas ciudades que hace un año recibían por su papel a razón de 40 dólares (E.U.A.) por tonelada, ahora pagan a contratistas 25 dólares (E.U.A.) por cada tonelada que se llevan... para quemar o tirar en basureros.
¿Y los plásticos? “La industria de los plásticos ha luchado en favor del reciclaje, mayormente por temor a que de otro modo sus productos, presentes en todas partes, se prohíban”, dijo la revista U.S.News & World Report. Por ejemplo, las botellas de plástico se pueden convertir en fibra para hacer alfombras de poliéster, rellenos para cazadoras, y un sinfín de otras cosas. Sin embargo, la industria tiene razones para preocuparse por su mercado, pues en algunos lugares ya se han aprobado leyes que prohíben el uso y la venta de cualquier producto de poliestireno y de PVC (cloruro de polivinilo) en los establecimientos de venta de alimentos al por menor. La prohibición incluye tanto las bolsas de plástico para la compra como los objetos de poliestireno, como vasos, bandejitas para la carne y recipientes para servir las hamburguesas en los establecimientos de comida preparada.
Se calcula que más del 75% de los residuos sólidos urbanos de Estados Unidos se pueden reciclar. Sin embargo, la indiferencia popular y las deficiencias tecnológicas hacen que no se pueda llegar a tal porcentaje. De acuerdo con un especialista en este campo, “el reciclamiento está entrando en un período muy peligroso, y muchos gobiernos van a tener problemas en superar esta crisis”.
Algunos funcionarios dicen que la solución del problema está en quemar la basura en gigantescas incineradoras municipales. Pero eso también plantea problemas. Los defensores del medio ambiente advierten que cuando se incineran plásticos y otros residuos se producen sustancias químicas tóxicas, como la dioxina, que contaminan el aire. Un destacado ambientalista dijo: “Ver una planta incineradora es como ver una fábrica de dioxina”. Y la revista Newsweek comentó: “Las incineradoras también producen toneladas de cenizas que con frecuencia están contaminadas con plomo y cadmio”. Muchas veces oímos las airadas protestas de los ciudadanos que viven cerca de los lugares propuestos para instalar una planta incineradora. Nadie quiere tenerlas en su barrio, pues se consideran una peligrosa amenaza para la salud y el medio ambiente. De esta manera, la crisis de la basura continúa aumentando de forma rápida y alarmante. ¿Tiene alguien la solución?