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  • ¿Por qué me tocó ser el pequeño de la casa?

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  • ¿Por qué me tocó ser el pequeño de la casa?
  • ¡Despertad! 1992
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  • Las peleas entre hermanos
  • Las ventajas
  • Cómo aprovecharse al máximo de la situación
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¡Despertad! 1992
g92 8/10 págs. 22-24

Los jóvenes preguntan...

¿Por qué me tocó ser el pequeño de la casa?

Al hijo menor se le suele considerar el “nene” de la casa.

“Odio tener que pagar por los errores que cometieron mis hermanas mayores.”

“Mi hermano mayor me pega cuando las cosas le salen mal.”

SOY la menor de cinco hermanos —escribe Lilia⁠—, y no es precisamente divertido. Muchas veces me excluyen de sus actividades porque ninguno quiere tener que preocuparse de la ‘nena’. Mis hermanos y hermanas odian tener que cuidarme. Siempre me siento como si fuera una carga, y a veces, como si fuera hija única, pues paso mucho tiempo jugando sola.”

Faye era la más pequeña de cuatro hermanos. Ella recuerda: “Mis padres siempre creían en la palabra de mis hermanos mayores antes que en la mía. Además, los mayores tenían sus propios amigos. Me convertí en una solitaria”.

¿Eres el más pequeño de la familia? Entonces quizás tengas quejas similares. Puede que a otros les haga gracia saber que eres el “nene” de la casa, pero a ti probablemente no te haga ninguna.

Los inconvenientes de ser el menor

Por ejemplo, ¿crees que tratan mejor a tu hermano o hermana mayor? Quizás tengas razón para pensar así. En tiempos bíblicos, el primogénito disfrutaba de una posición única de favor; el hijo menor siempre estaba en posición secundaria en lo que se refería a ciertos privilegios y responsabilidades. (Compárese con Génesis 25:31; 43:33.) En la actualidad, los padres suelen poner muchas expectativas en su hijo mayor. No es que le quieran más que al resto de sus hijos, pero, por ser el mayor, suelen confiarle la responsabilidad de cuidar a sus hermanos menores. Es el primero en crecer, por lo que a menudo recibe una serie de privilegios y libertades envidiables.

Sin embargo, al hijo menor se le suele considerar el “nene” de la casa, y puede sentirse literalmente sofocado por el cariño de los padres. Una mujer mencionada en el libro Sibling Rivalry (Rivalidad entre hermanos), de Seymour V. Reit, recuerda: “Era la más pequeña de la familia [...]. Me cuidaban y mimaban muchísimo, incluso mis hermanos mayores. Desde luego, me gustaba, pero creo que me perjudicó un poco. Quizás me haya impedido crecer y enfrentarme a los desafíos”.

Puede que tus padres también se excedan al tratar de protegerte. Quizás permitan a tus hermanos mayores salir con sus amigos pero insistan en que tú te quedes en casa, o en que regreses tan pronto que tal vez pienses que ni siquiera merece la pena salir.

Si eres el menor, quizás te toque soportar muchas comparaciones desfavorables. “Cuando las cosas se pongan mal o simplemente haga alguna tontería en casa —se lamenta Karl, de dieciséis años de edad⁠—, me dirán: ‘Alan no hace eso’ o ‘¿Por qué no puedes limpiar tu habitación como lo hace Alan?’.” Y si a tu edad tu hermano mayor tenía una actitud rebelde, ¡prepárate! Tus padres se esforzarán por evitar que la historia se repita. “Odio tener que pagar por los errores que cometieron mis hermanas mayores —se queja una jovencita⁠—. Como mi hermana pidió prestado el automóvil y fue adonde no debía, ¡yo no puedo pedir el automóvil!”

Las peleas entre hermanos

Sin embargo, puede que te quejes sobre todo por cómo te tratan tus hermanos. Quizás no respeten mucho tu intimidad o tus pertenencias personales. O tal vez seas el blanco de bromas constantes o tengas que pagar las consecuencias de sus errores. “Mi hermano mayor me pega cuando las cosas le salen mal”, se quejaba un jovencito.

Una joven llamada Susana indica claramente qué suele haber tras esos conflictos entre hermanos. Dice “Creo que muchas peleas son por cuestiones de autoridad y por quién tiene derecho a las cosas”. Es totalmente natural querer disfrutar del cariño, el reconocimiento y la aprobación de los padres. Y ya que es casi imposible que ellos traten a todos sus hijos de la misma manera, puede que surjan conflictos y resentimientos. El patriarca Jacob “amaba a José más que a todos sus otros hijos”. ¿Cómo reaccionaron sus hermanos? “Empezaron a odiarlo, y no podían hablarle pacíficamente.” (Génesis 37:3, 4.) Si eres el menor, quizás tú también disfrutes de gran parte de la atención y el cariño de tus padres. En ese caso, puede que tus hermanos sientan hostilidad hacia ti. “Pensaba que mi hermana pequeña conseguía todo lo que quería —dice una adolescente llamada Roseanna que es la mayor de los hermanos⁠—. Me di cuenta de que sentía celos de ella.”

Las ventajas

Sin embargo, ser el menor tiene una serie de ventajas. Puede que tus padres estén en mejor situación financiera que cuando fueron padres por primera vez. Quizás disfrutes de ventajas materiales que tus hermanos no tuvieron a tu edad, como disponer de tu propia habitación. Y aunque algunos jóvenes se resisten a la idea de llevar ropa de sus hermanos, la ropa heredada de los hermanos mayores puede hacer que tengas un vestuario más variado que algunos de tus compañeros.

Otra ventaja es la experiencia que tus padres han adquirido en la educación de los hijos. (Compárese con Hebreos 5:14.) En efecto, ellos se estrenaron como padres con tus hermanos y hermanas mayores. Como han aprendido de sus errores pasados, puede que se sientan más relajados y seguros en sus respectivos papeles, y tengan menos tendencia a hacer demandas poco realistas. Quizás goces de una libertad de la que tus hermanos carecieron a tu edad.

El simplemente tener hermanos y hermanas mayores es también una ventaja. A lo mejor te resulta un poco difícil aceptar esa idea, dada la hostilidad que los hermanos suelen sentir unos hacia otros. Sin embargo, es muy raro que los hermanos se odien de verdad. De hecho, una muchacha de trece años admitió: “Mi hermano está fastidiándome siempre, pero en el fondo de mi ser, le quiero mucho”. Tus hermanos y hermanas mayores pueden ser una fuente de amistad, compañerismo y consejo. Un hermano o hermana puede ser incluso un modelo que imitar, especialmente si teme a Dios. ¿Acabas de empezar tu primer año de escuela secundaria? Quizás tu hermano mayor te ayude a adaptarte. ¿Por fin te han dado permiso tus padres para maquillarte? Tu hermana mayor podría explicarte cómo hacerlo.

El libro Sibling Rivalry añade este interesante comentario: “Los hijos menores [...] suelen ser más amistosos y sociales que los mayores o los medianos, y son más populares entre otros niños. Como están acostumbrados a trabajar y a relacionarse con personas de edades diferentes, se encuentran a gusto con sus compañeros fuera de la familia”.

Cómo aprovecharse al máximo de la situación

¿Todavía piensas que ser el pequeño tiene muchos inconvenientes? Pues bien, quizás te interese saber que los hermanos mayores y medianos a menudo se quejan de que ellos llevan la peor parte. Sin embargo, lo que importa no es dónde encajas tú en el árbol genealógico, sino cuánto te esfuerzas por aplicar los principios bíblicos.

Por ejemplo, si crees que tus padres te protegen demasiado, trata los asuntos con ellos como un adulto. “Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial.” (Proverbios 15:22.) Si eres ‘pacífico y razonable’, puedes proponer y llegar a acuerdos aceptables, en vez de lamentarte cuando las cosas no se hacen a tu manera. (Santiago 3:17, 18.) En caso de que te nieguen un privilegio que han concedido a tus hermanos mayores, no te enfades. Demuestra que eres una persona capaz y responsable cumpliendo de la mejor manera cualquier tarea que tus padres te asignen. (Compárese con Lucas 16:⁠10.)

Los principios bíblicos también te ayudarán a mantener la paz con tus hermanos. ¿Quieres tener intimidad? En ese caso, aplica la regla áurea y respeta su intimidad y sus posesiones. (Mateo 7:12.) ¿Te disgusta que se metan contigo? Entonces trátales con “honra” y evita pronunciar el primer insulto. (Romanos 12:10.) ¿Estás molesto porque crees que no se preocupan de ti o que te están dejando a un lado? No te resignes a ser un solitario. ‘Defiende tu causa’ ante ellos, hablando los asuntos con calma y madurez. (Proverbios 25:⁠9.) Muchas veces se trata simplemente de aprender a perdonar. (Efesios 4:32; Colosenses 3:13; 1 Pedro 4:⁠8.) Pero si crees que uno de tus hermanos abusa de ti física o verbalmente, házselo saber a tus padres. Solo entonces podrán cumplir con su labor de ‘regular mentalmente’ a sus hijos. (Efesios 6:⁠4.)

No, ser el menor no te obliga a ser un “nene”. Tampoco tiene por qué estorbar tu crecimiento emocional o espiritual. Como hijo menor, puedes cultivar empatía, altruismo, una buena disposición a compartir y la capacidad de llevarte bien con otros, lecciones que te serán útiles en el futuro.

[Fotografía en la página 23]

“¿Por qué se me excluye de la diversión?”

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