La selva pluvial amazónica: los mitos que la rodean
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN BRASIL
A ORILLAS del río Napo, en Perú, los indios irimarai no daban crédito a sus ojos. Se dirigían a su poblado dos naves con aparejos redondos, muy distintas de sus largas canoas. Los tripulantes, guerreros barbados, no parecían de las tribus conocidas. Amedrentados, corrieron a esconderse; vieron a los extraños de tez blanca desembarcar, devorar los víveres de la población y levar anclas, afanosos por ser la primera expedición de la historia en recorrer la selva pluvial desde los Andes hasta el Atlántico.
Aquel año de 1542, una tribu tras otra actuó de forma parecida cuando se adentraron en el bosque tropical de Sudamérica los exploradores europeos, pertrechados de ballestas y arcabuces.
Francisco de Orellana, el español que capitaneaba a los conquistadores, no tardó en descubrir que los relatos acerca del pillaje y los mortíferos disparos que realizaban los suyos se habían adelantado a sus dos bergantines. Corriente abajo (cerca de la actual ciudad de Manaus), las tribus indias estaban listas para recibir a flechazos a la cincuentena de invasores.
Los indios eran tiradores certeros, como admitió un tripulante: Gaspar de Carvajal. Habló por experiencia propia, pues una flecha india acabó entre sus costillas. “Si no fuera por los hábitos —escribió el fraile herido— allí me quedara.”
‘Mujeres que hacían tanta guerra como diez indios’
Carvajal pasó a describir la fuerza que impulsaba a aquellos bravos indios. Vio mujeres “que andaban peleando delante de todos los indios como capitanas [...]. Estas mujeres son muy blancas y altas, y tienen muy largo el cabello y entrenzado y revuelto a la cabeza; y son muy membrudas y andan [...] con sus arcos y flechas en las manos haciendo tanta guerra como diez indios”.
No se sabe si el avistamiento de las guerreras fue real o, como dice cierta fuente, “solo un espejismo originado por la fiebre selvática”. Lo cierto es que, al menos según ciertos relatos, cuando Orellana y Carvajal alcanzaron la desembocadura del inmenso río para adentrarse en el Atlántico, creían haber visto la versión del Nuevo Mundo de las amazonas, indómitas guerreras de la mitología griega.a
Fray Gaspar de Carvajal conservó para la posteridad el relato de las amazonas americanas al incluirlo en su relato de primera mano sobre la expedición de ocho meses. El capitán Orellana, por su parte, volvió a España, donde narró vívidamente su periplo por el que designó románticamente río de las Amazonas. Los cartógrafos del siglo XVI no tardaron en inscribir este nuevo nombre en el mapa de Sudamérica que estaba en fragua. Así, se fue rodeando de mitos la selva amazónica; hoy, sin embargo, se enfrenta a amenazas muy reales.
[Nota]
a La voz “amazona” probablemente venga de las raíces griegas a, sin, y ma·zós, pecho. Según una leyenda, las amazonas se amputaban el seno derecho para usar el arco con más soltura.
[Reconocimiento de la página 3]
Fondo superior: The Complete Encyclopedia of Illustration/J. G. Heck