Un paraíso excepcional
De nuestro corresponsal en Canadá
DESDE lo alto de la quebrada divisará un panorama sobrecogedor: una extensión de suaves colinas y profundos barrancos, un mar de hierba que parece infinito y donde el viento sopla impregnado de artemisa, la intensa fragancia de la pradera.
Hace solo dos siglos se podía viajar durante días sin perder de vista las grandes manadas de bisontes, que por millones oscurecían los vastos pastizales canadienses y los hacían retemblar a su paso. Ni las migraciones animales de África igualaban en magnitud a la de estos bóvidos que surcaban el inmenso herbazal.
Los únicos vestigios que quedan de su presencia son las grandes rocas donde se restregaban por millares para combatir el escozor; como notará, quedaron suaves al tacto y rodeadas de zanjas. No solo es el viento el que le humedece los ojos, sino el asombro ante las maravillas de la creación que tiene en torno a usted. ¿Dónde se encuentra? En un paraíso excepcional.
Un parque singular
Bienvenido al Parque Nacional Grasslands, enclavado en la región suroccidental de la provincia canadiense de Saskatchewan, el único parque norteamericano dedicado a conservar en estado natural las praderas mixtas. Consta de dos secciones (la oriental y la occidental, que distan entre sí 22 kilómetros) y se planea que alcance una extensión de 900 kilómetros cuadrados.
Al ser muy accidentado el terreno, conviene explorarlo a pie o a caballo. Si tiene espíritu aventurero, disfrutará de las acampadas bajo las estrellas; no debe olvidarse, sin embargo, de llevar el agua y las demás provisiones que necesite (véase el recuadro “Cuando explore el parque”). Durante el recorrido, no verá edificios modernos, caminos de asfalto o gravilla, tendido eléctrico, basureros, estacionamientos y quizás ni siquiera a otras personas. Al entrar en el parque se accede a un paraíso excepcional, todo un mundo de extraordinaria belleza.
Las grandes llanuras de Norteamérica son uno de los ecosistemas más modificados del planeta. Hace apenas dos siglos todo era terreno virgen, pero hoy, por ejemplo, no se conservan intactas ni el 25% de las praderas mixtas canadienses. La idea de protegerlas como parque surgió en los años treinta del siglo pasado. Más de un siglo después, en 1957, la Sociedad de Historia Natural de Saskatchewan inició las gestiones para fundar un parque nacional.
Pese a todo, hasta 1988 no se materializó el acuerdo federal y provincial que creó el Parque Nacional Grasslands, que junto con otros parques de las praderas canadienses protege veintidós especies de plantas, mamíferos y aves incluidas en la lista oficial canadiense de especies amenazadas, así como muchas otras, algunas de las cuales no se hallan en ningún otro lugar del mundo.
Como el parque Grasslands ocupa el centro de Norteamérica, lejos de la temperación del mar, sufre temperaturas extremas; en invierno no es raro alcanzar -50 °C, y en verano más de 40 °C. Las escasas precipitaciones y el viento constante hacen aún más riguroso el clima.
Aunque a primera vista no lo parezca, hay una gran abundancia fáunica. Armado de paciencia y constancia podrá fotografiar —sobre todo al alba y al atardecer— ciervos, coyotes, linces, liebres, gallos de las artemisas, serpientes de cascabel, mochuelos excavadores, ratoneros americanos, águilas reales, exóticos berrendos (probablemente los animales más veloces de Norteamérica), la única colonia de perrillos de las praderas que queda en Canadá, así como muchas especies autóctonas de aves, insectos y plantas.
Rico patrimonio histórico
Si piensa visitar este parque singular, lea un poco sobre la zona que, como verá, cuenta con una rica historia. Por ejemplo, todavía hay señales que trazan la Senda de los Casacas Rojas de la Policía Montada Noroccidental. Ante los rumores de agitación indígena, en 1874 el gobierno canadiense envió al oeste un destacamento de 300 policías montados para restablecer la ley y el orden. Así también calmó la inquietud de muchos que creían que Estados Unidos iba a absorber la sección occidental de Canadá. El destacamento, con sus guerreras de color escarlata vivo y sus impecables caballos, dejó tal huella que la ruta que siguió aún se llama Senda de los Casacas Rojas.
Cabe mencionar que en 1878 esta región acogió a uno de los más temibles guerreros indios de Norteamérica, el gran jefe siux Toro Sentado. Tiempo después de la victoria siux sobre el general Custer en Little Bighorn, miles de siux se refugiaron de la caballería estadounidense en estas tierras.
Remontándonos más en el tiempo, el parque alberga unos mil ochocientos yacimientos arqueológicos de interés. En lo alto de muchas elevaciones hay círculos de piedras grandes que en su día pisaban las faldas de las tiendas de piel de bisonte —llamadas tipis— para que no se las llevara el viento. También hay varias redes de caminos por los que conducían a los búfalos los indios de las praderas. Hace siglos, la zona era un rico cazadero de los indios gros-ventres, crees, assiniboines, pies negros y siux.
Si seguimos retrocediendo en el tiempo, en la sección oriental del parque se han hallado restos de dinosaurios entre las colinas arcillosas, sumamente erosionadas, de la región de Killdeer Badlands.
Un hermoso panorama
Aun si la diversidad y abundancia vegetal y animal o la fascinante historia de estas tierras no lograran cautivarle, lo haría la espectacularidad de la región, con los cantos de un sinnúmero de especies de aves, el aroma de la artemisa y el contacto del sol y el viento con la piel. Hasta la comida preparada en un hornillo de gas sabe mejor mientras se contempla el panorama, un continuo festín visual. Cabe destacar que se divisa el horizonte sin obstáculos en todas las direcciones, particularmente desde la Senda Explicativa de los Dos Árboles, situada en la sección occidental del parque. En el inmenso y despejado cielo azul aparece de vez en cuando una nube algodonosa que pende como una montaña flotante sobre nosotros. El arrobador paisaje nos imbuye de una extraordinaria sensación de libertad y, al mismo tiempo, nos empequeñece y maravilla.
En las praderas no importa solo qué se ve, sino qué se siente. Son tales sensaciones las que mueven a regresar a este paraíso excepcional y las que hacen que el corazón se llene de gratitud y que en la mente resuenen alabanzas al Gran Creador, Jehová, quien dispuso todo este escenario. Pronto llegará el día tan ansiado en que la Tierra entera sea un paraíso que exhiba toda su belleza natural.
[Recuadro de la página 26]
Cuando explore el parque no olvide
1. Presentarse ante el personal del parque para registrarse y obtener un juego de impresos informativos antes de entrar.
2. Llevar suficiente agua para beber. Solo hay agua potable en el Centro de Información.
3. Ponerse un sombrero para el sol y calzado fuerte y cómodo que le proteja los tobillos de las espinas de los cactus.
4. Llevar un palo para abrirse camino entre hierbas altas y arbustos.
5. Llevar una cámara y unos binoculares, si los tiene. Los mejores momentos para observar animales son el alba y el atardecer.
PRECAUCIÓN: No meta las manos ni los pies en lugares que no pueda ver. Las serpientes de cascabel atacan si se las acorrala o sorprende. Como en todo parque nacional, está prohibido acosar a los animales o cazarlos.
[Reconocimiento de la página 25]
Todas las fotos: Parks Canada