De nuestros lectores

Observando el mundo Soy periodista, y sé que a muchos de mis colegas les encanta leer la columna “Observando el mundo”, pues en ella obtienen ideas para su trabajo. Les confieso que algunos artículos me han inspirado a mí también. En particular admiro a sus traductores y correctores de pruebas. No es frecuente hallar en los medios de comunicación un nivel lingüístico tan elevado.

J. B., República Checa

Cuando hace años comencé a leer ¡Despertad!, “Observando el mundo” era precisamente la parte que menos me gustaba. Ahora la considero sumamente informativa. De hecho, ese apartado ha dado cobertura a muchos sucesos mundiales que no he visto en los noticiarios televisivos. Gracias por su buen trabajo.

I. K. M. C., Brasil

Las pestes En el reportaje “¿Desaparecerán algún día las pestes?” (22 de noviembre de 1997) se declaró: “Las enfermedades infecciosas siguen siendo la principal causa de muerte en el mundo; tan solo en 1996 fallecieron por su causa más de cincuenta millones de personas”. Sin embargo, un informe de la Organización Mundial de la Salud señala que de los más de cincuenta y dos millones de muertes de 1996, una cantidad superior a los diecisiete millones se debió a enfermedades infecciosas y parasitarias.

B. B., Estados Unidos

La fuente en la que basamos nuestros comentarios fue el diario alemán Nassauische Neue Presse. La cita que el artículo periodístico hizo de la Organización Mundial de la Salud es errónea, así que agradecemos la puntualización.—La Redacción.

Tartamudeo Gracias por el artículo “Comprendamos el temor a tartamudear” (22 de noviembre de 1997). En nuestra congregación hay algunos jóvenes con ese problema, y siempre me he sentido algo incómoda en su compañía. Por consiguiente, me he alegrado de leer sus recomendaciones prácticas sobre el trato a los tartamudos. Nos han motivado a apoyarlos y nos han dicho cómo hacerlo.

Y. N., Japón

Tengo dos compañeros de estudios que tartamudean. Casi nunca responden ante la clase, y tal como el artículo mencionó, se ponen muy nerviosos cuando se les pide que lean en voz alta. Gracias al artículo, tengo una mejor comprensión de los temores a los que deben sobreponerse para hablar en público.

S. L., Alemania

Tengo 16 años y soy tartamudo. Quiero agradecerles de todo corazón el estímulo que me ha proporcionado la lectura del artículo. A veces nos sentimos abatidos porque no podemos hacer todo lo que quisiéramos, así que es maravilloso ver cómo Jehová piensa en nosotros y nos anima. Espero que cuantos lean el artículo reconozcan el esfuerzo que realizan los tartamudos.

S. D. A., Italia

El artículo revivió en mí muchos recuerdos dolorosos. Pero también me hizo comprender lo mucho que Jehová se preocupa por mí y cuánto me ha bendecido en mi vida. Cuando me bauticé a la edad de 11 años, deseaba sinceramente alabar a Jehová como orador público. Pensaba que tendría que esperar hasta el nuevo mundo de Dios para lograrlo. Sin embargo, durante los pasados treinta y siete años he tenido el privilegio de pronunciar innumerables conferencias públicas, así como de discursar ante auditorios de asambleas de circuito y de distrito.

R. F. D., Inglaterra

Debido a mi temor a tartamudear, no comento mucho en las reuniones de la congregación. También me preocupo cuando predico de casa en casa, especialmente si me acompaña alguien que se expresa con fluidez. El artículo me permitió ver que Jehová comprende mis problemas.

C. C. L., Brasil