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  • ¿Por qué son tan peligrosas las supersticiones?

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  • ¿Por qué son tan peligrosas las supersticiones?
  • ¡Despertad! 1999
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¡Despertad! 1999
g99 22/10 págs. 8-11

¿Por qué son tan peligrosas las supersticiones?

¿PUEDEN perjudicarnos las supersticiones? Algunas personas podrían descartar esta idea o minimizar el peligro que conllevan. Pero en su libro Believing in Magic—The Psychology of Superstition, el profesor Stuart A. Vyse advierte lo siguiente: “La superstición puede hacer que disminuya su calidad de vida si gasta cuantiosas sumas de dinero en videntes, adivinos, expertos en numerología o lectores de las cartas del tarot, o si los rituales supersticiosos que practica contribuyen a que siga enviciado con el juego”. Si permitimos que la superstición gobierne nuestra vida, podemos segar consecuencias aún más graves.

Como hemos visto, muchas supersticiones disipan el temor al futuro. Sin embargo, es importante distinguir entre la superstición y el conocimiento fidedigno de lo que nos espera. Veamos un ejemplo.

Un relato esclarecedor

En 1503, tras meses de exploración a lo largo de la costa centroamericana, Cristóbal Colón hizo encallar sus dos últimos navíos en lo que se conoce hoy como la isla de Jamaica. Al principio, los isleños compartían generosamente el alimento con los exploradores en apuros. No obstante, con el tiempo, la mala conducta de los marineros hizo que los lugareños dejaran de suministrarles víveres. La situación era crítica porque aún faltaba algún tiempo para que llegara otro barco a rescatarlos.

Según narra la historia, Colón consultó su almanaque y se dio cuenta de que el 29 de febrero de 1504 habría un eclipse total de Luna. Aprovechándose de la superstición de los nativos, les advirtió que una oscuridad cubriría la Luna si no suministraban alimento a su tripulación. Los isleños no hicieron caso de su advertencia hasta que comenzó el eclipse. Entonces, de todas partes “[vinieron] con grandes llantos, dando gritos” y se dirigieron “cargados de comida a los navíos”. De esa manera los exploradores obtuvieron provisiones para el resto de su estadía.

Los isleños creyeron que Colón había realizado un poderoso acto de magia, pero llegaron a esa conclusión movidos por mera superstición. La “predicción” se basaba en realidad en el movimiento constante de la Tierra, la Luna y el Sol. Los astrónomos pueden predecir de forma fiable sucesos de ese tipo con mucho tiempo de antelación, y esa información aparece en algunos calendarios. Además, el movimiento preciso de los cuerpos celestes permite a los astrónomos determinar su posición exacta en cualquier momento. Por eso, cuando el periódico anuncia la hora de la salida del Sol y la de su puesta, lo aceptamos como un hecho.

El Magnífico Creador de los cuerpos celestes es, en realidad, la fuente de la información que se publica sobre el horario de los eclipses, amaneceres y ocasos. No obstante, las predicciones de los adivinos, los médium, las bolas de cristal y las cartas del tarot proceden de una fuente diferente, que se opone al Dios Todopoderoso. Veamos lo que esto significa.

Una fuente peligrosa

Según el relato bíblico de Hechos 16:16-19, “cierta sirvienta” de la antigua ciudad de Filipos proporcionaba mucha ganancia a sus amos con su “arte de la predicción”. Sin embargo, el relato dice claramente que la fuente de sus predicciones era, no el Creador todopoderoso, sino “un demonio de adivinación”. Por lo tanto, cuando el apóstol Pablo expulsó al demonio, la sirvienta perdió sus poderes de predicción.

Cuando aprendemos que tales vaticinios proceden de una fuente demoníaca, entendemos por qué la Ley que Dios dio a Israel decía: “No debería hallarse en ti [...] nadie que emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos [...]. Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová” (Deuteronomio 18:10-12). De hecho, la Ley estipulaba que estas prácticas constituían un delito penado con la muerte (Levítico 19:31; 20:6).

Quizás le sorprenda saber que detrás de muchas prácticas supersticiosas aparentemente inofensivas hay fuerzas malignas. Sin embargo, la Biblia dice que Satanás ‘se transforma en ángel de luz’ (2 Corintios 11:14). Satanás y los demonios bajo su mando pueden hacer que ciertas prácticas peligrosas parezcan inofensivas, incluso beneficiosas. A veces pueden inventar portentos presagiosos y hacer que se cumplan, engañando así a los observadores para que piensen que tales presagios provienen de Dios (compárese con Mateo 7:21-23; 2 Tesalonicenses 2:9-12). Esto explica por qué se hacen realidad de vez en cuando algunas predicciones de los que alegan tener poderes especiales.

Por supuesto que muchos, si no la mayoría, de los que dicen tener poderes sobrenaturales son unos farsantes, meros charlatanes decididos a estafar dinero a los incautos. Ahora bien, sean farsantes o no, Satanás los utiliza eficazmente para poner a las personas en contra de Jehová, cegándolas a “las gloriosas buenas nuevas” (2 Corintios 4:3, 4).

Los amuletos de la “buena suerte” y la idolatría

¿Y qué puede decirse de los amuletos de la “buena suerte” que emplea la gente y de las costumbres supersticiosas que sigue con tal de obtener cierta sensación de seguridad y control sobre los sucesos imprevisibles de la vida? Ambas cosas ocultan varios peligros. Por ejemplo, la persona supersticiosa, que en vez de seguir los dictados de la lógica y la razón cede al temor irracional, podría realmente estar dando el control de su vida a fuerzas invisibles.

Un escritor cita otro peligro inherente. Dice: “Cuando alguien depende de la protección de un amuleto y este falla, quizás tienda a culpar de [su] fatalidad a otras personas, en vez de aceptar él mismo la responsabilidad” (compárese con Gálatas 6:7). Curiosamente, el ensayista Ralph Waldo Emerson declaró en una ocasión: “Los hombres superficiales creen en la suerte [...]. Los hombres enérgicos creen en la causa y el efecto”.

Debido a la ley de causa y efecto que interviene en nuestra vida, a menudo se producen sucesos fortuitos: “el tiempo y el suceso imprevisto” que nos acaecen a todos (Eclesiastés 9:11). Dichos acontecimientos no son consecuencia de los antojos caprichosos de la “mala suerte”. Los cristianos saben que las costumbres supersticiosas y los amuletos mágicos no influyen en el resultado de estos fenómenos inesperados. Cuando surgen imprevistos recordamos la siguiente verdad bíblica: “Ustedes no saben lo que será su vida mañana. Porque son una neblina que aparece por un poco de tiempo y luego desaparece” (Santiago 4:14).

Además, los verdaderos cristianos se dan cuenta de que a menudo se concede una importancia reverencial tanto a los amuletos como a los rituales o costumbres supersticiosos. Por ello, opinan que todos estos elementos son formas de idolatría, práctica que la Palabra de Dios condena claramente (Éxodo 20:4, 5; 1 Juan 5:21).

Cómo conocer el futuro

Lo hasta ahora expuesto no significa que a los cristianos no les interese el futuro. Al contrario, razonan con sensatez que es muy importante conocerlo. Si sabemos con antelación lo que va a pasar, podemos tomar las medidas pertinentes para beneficio nuestro y de las personas a quienes amamos.

Sin embargo, es verdaderamente necesario acudir a la fuente correcta en busca de esa información. El profeta Isaías dio esta advertencia: “La gente les dirá que consulten a los adivinos y los médium [...]. Tienen que contestarle: ‘Escuchen lo que el Señor les está enseñando. No escuchen a los médium: lo que les digan no les hará ningún bien’” (Isaías 8:19, 20, Today’s English Version).

La única fuente que puede brindar información confiable sobre el futuro es el Autor de la Biblia (2 Pedro 1:19-21). Este libro inspirado contiene abundantes pruebas de que las profecías del Dios Todopoderoso Jehová son confiables, tan confiables, de hecho, como los movimientos de los cuerpos celestes “predichos” en incontables almanaques. Para ilustrar la detallada exactitud de las profecías bíblicas, examine este ejemplo. Supongamos que una persona importante predice hoy, en público y con doscientos años de antelación, algunos sucesos que tendrán lugar en el año 2199. Imaginemos que su predicción contiene los siguientes detalles:

◻ Se librará una gran batalla militar entre naciones que todavía no son potencias mundiales rivales, y el resultado cambiará la historia.

◻ Se empleará como estrategia una impresionante proeza de la ingeniería que alterará el curso de un caudaloso río.

◻ Se indica cuál será el nombre del conquistador muchos años antes de siquiera haber nacido.

◻ Se señala cuál será el destino final del perdedor, por lo que el cumplimiento de la predicción se extiende muchos siglos más hacia el futuro.

Si se cumplieran todas estas predicciones, ¿no se interesaría la gente por lo que esta persona hubiese dicho acerca del futuro en otras ocasiones?

Lo que acabamos de relatar ocurrió realmente. Unos doscientos años antes de que los medos y los persas derrocaran Babilonia, Jehová predijo por medio del profeta Isaías que:

◻ Se libraría una gran batalla entre Medopersia y Babilonia (Isaías 13:17, 19).

◻ La estrategia utilizada implicaría secar el río que, a modo de foso, defendía la ciudad fortificada, cuyas puertas, además, se habrían dejado abiertas (Isaías 44:27–45:2).

◻ El conquistador se llamaría Ciro (dato predicho unos ciento cincuenta años antes de que este naciera) (Isaías 45:1).

◻ Con el tiempo, Babilonia quedaría totalmente en ruinas (Isaías 13:17-22).

Todas estas predicciones se cumplieron. ¿No vale la pena, por lo tanto, analizar otras profecías que Jehová ha dado en su Palabra escrita?

El magnífico futuro que Dios promete

¿Qué predice la Biblia? Esta promete que en el nuevo mundo que Dios hará nadie sufrirá ante un futuro incierto. Observe lo que Él garantiza a las personas que vivan en ese tiempo: “No habrá nadie que [...] haga temblar [a mi pueblo]” (Miqueas 4:4).

La Biblia promete, además, que Dios ‘abrirá su mano y satisfará el deseo de toda cosa viviente’ (Salmo 145:16). ¿Está muy lejos el cumplimiento de esa promesa? No. La Biblia predijo con mucha antelación que las mismísimas condiciones que hoy imperan en la Tierra demostrarían que estamos viviendo en “los últimos días” del malvado sistema actual (2 Timoteo 3:1-5).

El amoroso Creador terminará pronto con estas terribles condiciones. Hará cesar todas las guerras, que originan inseguridad y sufrimiento en todo el mundo. Es más, el odio, el egoísmo, el delito y la violencia serán cosas del pasado. La Biblia promete: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz” (Salmo 37:10, 11).

La buena salud es una de las muchas bendiciones de las que disfrutarán las personas en ese nuevo mundo. Incluso la muerte y el sufrimiento que esta conlleva desaparecerán. Dios mismo dice: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas” (Revelación 21:4, 5).

Entonces, nadie estará sujeto a los sucesos fortuitos que cambian y destrozan tantas vidas en la actualidad. También se habrán ido los maléficos demonios y Satanás, fuente de temores supersticiosos y viles mentiras. Estas emocionantes verdades se encuentran en la Biblia.

[Ilustraciones de las páginas 8 y 9]

La superstición y las prácticas espiritistas están estrechamente ligadas

[Reconocimiento]

Con excepción de la mujer que aparece dentro de la bola de cristal: Les Wies/Tony Stone Images

[Ilustración de la página 10]

En el nuevo mundo de Dios no habrá supersticiones

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