LEÓN
Mamífero de gran tamaño y color pardo amarillento que pertenece a la familia de los félidos. Su larga cola termina en una borla de pelos. Las características melenas del macho empiezan a crecer cuando el animal tiene unos tres años de edad. Aunque actualmente ha desaparecido de Palestina, en la antigüedad había muchos leones en esa zona. Se hallaban en las cordilleras del Antilíbano y el Hermón (Cant. de Cant. 4:8), en los matorrales que había a lo largo del Jordán (Jer. 49:19; 50:44; Zac. 11:3) y en “la tierra de angustia y duras condiciones”, es decir, el desierto al sur de Judá. (Isa. 30:6; compárese con Deuteronomio 8:15.)
A veces los pastores tenían que proteger sus rebaños de los ataques de los leones. En una ocasión, David valientemente derribó a un león y rescató a la oveja que se había llevado. (1 Sam. 17:34, 35.) Sin embargo, esto fue algo excepcional. Normalmente, ni siquiera “un número cabal de pastores” podía asustar a un leoncillo crinado. (Isa. 31:4.) A veces el pastor simplemente recuperaba de la boca del león una parte del animal doméstico (Amós 3:12), pero al menos la podía presentar como evidencia para librarse de tener que hacer compensación. (Éxo. 22:13.)
Aunque David, Sansón y Benaya mataron leones sin ayuda ninguna (Jue. 14:5, 6; 1 Sam. 17:36; 2 Sam. 23:20), hubo otros que no escaparon de la zarpa del león. (2 Rey. 17:25, 26.) Jehová usó leones para ejecutar su juicio contra un profeta que le había desobedecido (1 Rey. 13:24-28) y contra un hombre que rehusó cooperar con uno de sus profetas. (1 Rey. 20:36.)
Las Escrituras hacen referencia en repetidas ocasiones a las características y los hábitos del león, también a su ensordecedor rugido y sus gruñidos. (Pro. 19:12; 20:2; Amós 3:4, 8.) El animal ‘procede bien en su paso medido’ (Pro. 30:29, 30), lanzándose sobre su presa a una velocidad de más de 60 Km/h. Su fuerza es proverbial. (Jue. 14:18; Pro. 30:30.) De un solo zarpazo, el poderoso león puede romper la cerviz de un antílope pequeño. El león puede matar y arrastrar animales más grandes que él, y sus cortas y fuertes mandíbulas están equipadas con dientes capaces de romper grandes huesos. (Sal. 58:6; Joel 1:6; Isa. 38:13.) No es de extrañar que el hombre perezoso se excuse con los siguientes términos: “¡Hay un león afuera!”. (Pro. 22:13; 26:13.) Sin embargo, al ser carnívoros, los leones pueden perecer por falta de presa. (Job 4:11; véase también Salmos 34:10.) Y un “perro vivo [aunque despreciado] está en mejor situación que un león [en su día majestuoso, pero ahora] muerto”. (Ecl. 9:4.)
El león, por lo general, pasa parte del día durmiendo en su cubil, y caza por la noche. Para conseguir su alimento, acecha a su presa hasta que está lo suficiente cerca como para precipitarse bruscamente sobre ella, y se ha observado que cuando caza en grupo también practica la emboscada. (Job 38:39, 40; Sal. 10:9; Lam. 3:10.) Después de matar a su presa, el león suele devorar parte de la carne inmediatamente, y lo que queda lo esconde o guarda para comerlo después. Durante el tiempo en que la hembra está amamantando a los cachorros, el macho le suministra alimento; después, la ayuda a traer caza al cubil para los cachorros. Los leones jóvenes no participan en la caza hasta que no alcanzan casi su pleno desarrollo; entonces es cuando realmente aprenden a despedazar la presa. (Eze. 19:2, 3; Nah. 2:11, 12; véase también Salmos 7:2; 17:12.)
Desde hace mucho tiempo, el hombre ha cazado leones. Para capturarlos, se utilizaban fosos y redes. (Eze. 19:3, 4, 9.) En la antigua Asiria, la caza de leones era uno de los deportes favoritos de los monarcas. Bien en carro o a caballo, armado con un arco y flechas, el rey perseguía a los leones.
Antiguamente, se usaban leones hambrientos para infligir la pena capital. Protegido por el ángel de Jehová, el profeta Daniel escapó de esta muerte. (Dan. 6:16, 17, 22, 24; compárese con Hebreos 11:33.) En el primer siglo de la era común, el apóstol Pablo fue librado de la “boca del león”, de manera literal o quizás en sentido figurado. (2 Tim. 4:17.)
USO ORNAMENTAL Y FIGURATIVO
Las paredes laterales de los carros de cobre que se usaban en el templo estaban adornadas con grabados de leones. (1 Rey. 7:27-36.) En los escalones que llevaban al trono de Salomón había alineadas las figuras de doce leones (seis en cada lado), además de los ‘dos leones que estaban de pie al lado de los brazos’. (1 Rey. 10:19, 20.) El templo que Ezequiel vio en visión estaba también adornado con querubines que tenían dos rostros, uno de un hombre y el otro de un leoncillo crinado. (Eze. 41:18, 19.)
La mayoría de las referencias bíblicas al león son figurativas o ilustrativas. Toda la nación de Israel (Núm. 23:24; 24:9), e individualmente las tribus de Judá (Gén. 49:9) y Gad (Deu. 33:20), fueron comparadas proféticamente a leones, los cuales representaban tanto su cualidad de invencibles como su valor en la guerra justa. (Compárese con 2 Samuel 17:10; 1 Crónicas 12:8; Proverbios 28:1.) Jehová se asemeja a sí mismo a un león cuando ejecuta juicio sobre su pueblo infiel. (Ose. 5:14; 11:10; 13:7-9.) Y el principal oficial judicial de Dios, Jesucristo, es “el León que es de la tribu de Judá”. (Rev. 5:5.) Por consiguiente, como símbolo de justicia valerosa, el león se asocia apropiadamente con la presencia y el trono de Jehová. (Eze. 1:10; 10:14; Rev. 4:7.)
Debido a sus características feroces, rapaces y depredadoras, el león también se usaba para representar a los inicuos (Sal. 10:9), a las personas que se oponían a Jehová y su pueblo (Sal. 22:13; 35:17; 57:4; Jer. 12:8), a los falsos profetas (Eze. 22:25), a los gobernantes y príncipes inicuos (Pro. 28:15; Sof. 3:3), a la potencia mundial babilonia (Dan. 7:4) y a Satanás el Diablo. (1 Ped. 5:8.) A la bestia salvaje de siete cabezas y diez cuernos que sale del mar, la cual obtiene su autoridad de Satanás, se la describe también con una boca de león. (Rev. 13:2.) En el Salmo 91:13, el león y la cobra parecen denotar el poder del enemigo; el león como representativo del ataque abierto, y la cobra, de la maquinación solapada, la astucia. (Compárese con Lucas 10:19; 2 Corintios 11:3; véase PAZ.)