El león rugiente
EL RUGIDO del león es un sonido que causa tremenda impresión. Se puede oír por ocho kilómetros. Este poderoso sonido tiene dos razones. Es un medio de comunicarse con miembros distantes del grupo y también sirve de proclamación de derechos territoriales. Contrario a la creencia popular, el león no suele rugir cuando está a la caza de animales salvajes. Sin embargo, con frecuencia ruge cuando trata de hacer presa de animales domésticos en algún cercado. El aterrorizador sonido tiene como fin causar una estampida que derribe la cerca protectora y exponga a la presa.
Esto nos recuerda las palabras del apóstol Pedro. A compañeros cristianos él escribió: “Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien.” (1 Ped. 5:8) Como “ovejas” cristianas, seguras en la protección que suministra el “pastor excelente,” Cristo Jesús, hacemos bien en prestar atención a las palabras de Pedro. (Juan 10:14, 15) “Mantengan su juicio, sean vigilantes,” dice el apóstol, para que los rugidos amenazadores del Diablo no vayan a hacer que algunos, en pánico, huyan a una zona de peligro espiritual.