El hombre aprende de las creaciones de Dios
CUANDO el sumergible Nautilus se deslizó suavemente a través de aguas árticas en su viaje histórico bajo la capa de hielo polar, fue guiado por sonido, no por vista. El sonar mantuvo a su tripulación informada en cuanto a obstáculos en el camino, permitiendo al sumergible moverse “ciego” en derredor sin peligro de colisión. Midiendo el tiempo que requerían para volver al submarino los ecos de ciertos sonidos emitidos, el sonar pudo mantener al submarino informado en cuanto a la distancia de los obstáculos. La telemetría por medio del eco es un descubrimiento asombroso, pero la idea no se originó en los laboratorios electrónicos del hombre.
Mucho antes de que el hombre pensara en usar el sonido para ubicar objetos submarinos algunas de las creaciones de Dios ya lo usaban eficazmente para ese propósito. La marsopa, por ejemplo, es experta en descubrir objetos por medio de cálculos a base del eco. Experimentos científicos han revelado que una marsopa con los ojos vendados puede nadar inequívocamente alrededor de cañerías y varillas que estén siendo movidas a través del agua. Al colocarse una partición de vidrio en el agua, separando a una marsopa de su alimento, ella puede descubrir la presencia del vidrio por medio del sonar. Palmee usted el agua con la mano y una marsopa que se halle entre dieciocho y veinticuatro metros de distancia puede nadar hasta el lugar sin errarlo en más de unos pocos centímetros. Su habilidad de percibir el sonido es tan sensible y exacta que le gana a cualquier artefacto de sonar del hombre.
Los murciélagos también están bajo estudio ya que ellos tienen una habilidad de medir la distancia mediante el eco que hace que las mejores máquinas del hombre parezcan primitivas. Respecto a esto la revista Scientific American dijo: “En estos días de triunfos tecnológicos conviene traer a la mente de vez en cuando el que los mecanismos vivientes a menudo son incomparablemente más eficaces que lo que son sus imitaciones artificiales. No hay mejor ilustración de esto que el sistema de sonar de los murciélagos. Gramo por gramo y vatio por vatio, es miles de millones de veces más eficaz y más sensible que los radares y sonares ideados por el hombre.” Una especie desconcierta al hombre haciendo lo que el hombre no puede—descubrir desde el aire mediante el sonar peces que nadan en el agua.
El murciélago puede volar en una habitación oscura atravesada por alambres y varillas sin chocar con ellos. Mediante la telemetría a base del eco puede ubicar y cazar con certeza misteriosa un menudo insecto que vuela en derredor en la oscuridad. A pesar de la presencia de fuerte ruido de los alrededores puede entresacar sus señales de eco, aunque esas señales fuesen 2,000 veces más débiles que el ruido de los alrededores. Esta habilidad pasma a los científicos. Ellos no tienen idea en cuanto a cómo hace esto el murciélago y les gustaría muchísimo aprender su secreto. La Scientific Anmerican dijo: Los murciélagos “han logrado su discriminación entre señal y ruido con un sistema auditivo que pesa solamente una fracción de un gramo, mientras que nosotros dependemos de máquinas computadoras que parecen toscamente pesadas por comparación.” Note también lo que declaró la revista National Geographic: “Orejas grandes descubren los ecos que regresan, y un cerebro que pesa unas pocas centésimas de una onza computa los datos y controla la velocidad y dirección del cazador. . . . Puede oír un eco procedente de un blanco tan menudo como un mosquito, reconocerlo en una fracción de segundo, y precipitarse al ataque—hazaña de la naturaleza que el hombre, con toda su destreza electrónica, todavía tiene que considerar pasmosa.”
En un esfuerzo por diseñar cascos eficaces para sumergibles, el hombre se ha dirigido a la marsopa y a la ballena. Desea saber cómo la marsopa puede nadar a través del agua a gran velocidad con casi ninguna turbulencia minadora de energía. Los científicos tienden a pensar que el secreto yace en la construcción en dos capas de la piel de la marsopa. Están poniendo a prueba su teoría por medio de experimentar con un revestimiento de goma elástico para el casco de los submarinos. Por medio de aplicar lo que aprendan del estudio de la marsopa, esperan tener el mismo éxito que han tenido al cambiar el diseño del casco de los submarinos a uno parecido al de la ballena. El primer submarino nuclear que tiene este nuevo diseño es el submarino norteamericano Skipjack. El resultado ha sido mayor maniobrabilidad y velocidad de este diseño.
En el campo de la aeronáutica, los pájaros han ayudado también al hombre. “Los aeronautas naturalmente acuden a los pájaros,” dice The Encyclopedia Americana, “para sugerencias en cuanto al vuelo artificial. Han prestado atención particular al equilibrio y vuelo de la gaviota para llegar a los principios de la navegación aérea.” El hombre se demoró mucho tiempo en aprender de los pájaros el secreto del vuelo; sin embargo, los pájaros no conocen las leyes de la aerodinámica o de la aeronáutica. Aquel que dio a las alas de ellos un diseño mecánico altamente perfeccionado para el vuelo les dio conocimiento instintivo del vuelo y de la navegación aérea.
Estos son solamente unos pocos de entre muchos ejemplos que podrían mencionarse de cómo el hombre aprende por medio de estudiar las creaciones de Dios. En los cuerpos de criaturas vivientes el hombre halla diseño sabio que permite que distintas formas de vida usen eficazmente leyes físicas. Debido a que el hombre aprende por medio de estudiar estas criaturas, ellas, en cierto sentido, están diciéndole que son las creaciones de un Creador infinitamente sabio. “Pregunta, por favor, a los animales domésticos y ellos te instruirán; también a las criaturas aladas de los cielos, y ellas te dirán. O muestra tu interés a la tierra, y ella te instruirá; y los peces del mar te lo declararán. ¿Quién entre todos éstos no sabe bien que la misma mano de Jehová ha hecho esto?”—Job 12:7-9.
Criaturas de alta inteligencia no son instruidas por las de poca inteligencia, sino al contrario, el menor es instruido por el mayor. El hecho de que el hombre puede aplicar a sus invenciones el conocimiento que adquiere por medio de estudiar criaturas irracionales indica que él está aprendiendo de la obra de una Inteligencia superior. Sus obras inventivas pueden llevar el rótulo “Hecho por el hombre,” pero las cosas de la naturaleza que le instruyen pueden con razón llevar el rótulo “Hecho por Dios.”