Preste atención a la sabiduría
PARA hallar juicio sano y discernimiento perspicaz acerca de la vida, ¿acudiría usted a un niño? Obviamente que no. Los niños son demasiado inmaturos para ser una fuente de consejo sano. A causa de eso el proverbio bíblico dice: “La necedad está enlazada con el corazón del muchacho.” (Pro. 22:15) Sabiendo que de la boca de un niño usted quizás obtendría necedad más bien que sabiduría, sería más probable que usted se dirigiría a un hombre maduro que hubiese vivido mucho tiempo y tuviese fama de dar consejo sabio. Pero puesto que él es imperfecto su consejo puede estar equivocado a veces. Tal vez no sea lo que es mejor para usted. Lo que usted necesita hacer es volverse a la única fuente confiable de sabiduría.
El mismísimo origen de la sabiduría es Jehová Dios, el Creador del hombre. Su juicio nunca es erróneo y su discernimiento jamás es defectuoso. El consejo que él da es el mejor que se puede hallar. Tal como un niño puede acudir a un buen padre para instrucción, consejo y reglamentos que son para sus mejores intereses, igualmente usted puede acudir a Jehová Dios por las mismas cosas. “Porque Jehová mismo da la sabiduría; procedentes de su boca hay conocimiento y discernimiento.” (Pro. 2:6) Si usted estaría atento a lo que un hombre sabio dijera, debería con mucha más razón estar atento a lo que dice el omnisapiente Creador.
El Padre celestial ha hecho que su sabio consejo y buenos reglamentos para el hombre se escribiesen en la Biblia. Allí se pueden hallar sus pensamientos, sus juicios discernidores, sus instrucciones sabias y sus mandamientos amorosos. Su Palabra escrita contiene, no solamente conocimiento acerca de él mismo y de su voluntad para con el hombre, sino también sabiduría que le ayudará a usted a escoger un derrotero de vida que sea mejor para usted.
La sabiduría es más que el mero conocimiento. Implica discernimiento y buen juicio, especialmente concerniente a hechos que regulan la vida y la conducta. Lo que la Biblia dice acerca de la vida manifiesta este buen juicio. Pero la mayoría de la gente descuida esta fuente de sabiduría al rara vez, o tal vez nunca, leer la Biblia. Si la gente buscara el consejo de la Palabra de Dios y prestara atención cuidadosa a la sabiduría que ella contiene, podría evitar mucha confusión, infelicidad y muchas angustias. No cometería los graves errores que arruinan tantas vidas y destruyen tantos matrimonios. Uno jamás va por mal camino si presta cuidadosa atención a la sabiduría de la Palabra de Dios y a seguirla.
Escuche la admonición paternal que Jehová da: “Hijo mío, si recibes mis dichos y atesoras contigo mis propios mandamientos, de modo que con tu oído prestes atención a la sabiduría, para que inclines tu corazón al discernimiento; si, además, clamas por el entendimiento mismo y das tu voz por el discernimiento mismo, si sigues buscándolo como a la plata, y como a tesoros escondidos sigues buscándolo, en tal caso entenderás el temor de Jehová, y encontrarás el mismo conocimiento de Dios.” (Pro. 2:1-5) El “mismo conocimiento de Dios” es el conocimiento sustentador de vida que él hizo que se escribiera en la Biblia. Pero es menester hacer un esfuerzo diligente por obtener de ese conocimiento.
Un tesoro escondido rara vez se halla por medio de una búsqueda rápida; es necesario un examen meticuloso del lugar donde se supone que está. Así también el conocimiento y la sabiduría contenidos en la Biblia tienen que buscarse con gran diligencia y atención cuidadosa a los detalles. Una mera lectura superficial de las Escrituras no es suficiente. Hay que hacer esfuerzo celoso para obtener cosas de ese tesoro por medio de estudio bíblico regular y meditativo. “Este libro de la ley no debería apartarse de tu boca y debes leerlo en tono de voz bajo día y noche, a fin de que cuides de hacer de acuerdo con todo lo que está escrito en él; porque entonces harás próspero tu camino y entonces actuarás sabiamente.” (Jos. 1:8) Es por medio de recordar lo que lee en la Palabra de Dios que uno impide que la sabiduría de ésta se aparte de uno. Cuando la tiene presente uno está inclinando su corazón a la sabiduría y cosechará los muchos beneficios que la sabiduría trae.
Al seguir la dirección de la sabiduría divina se puede obtener un entendimiento de lo que es justo. Esta le da a uno la mejor norma para determinar lo que es bueno y lo que es malo. Por medio de ella uno puede juzgar discretamente cuál derrotero es mejor tomar cuando esté confrontado con razonamientos y acciones injustos. En tales ocasiones la sabiduría de las Escrituras puede ayudarle a andar en el camino que es recto y bueno, el camino que le trae felicidad, contentamiento, paz mental y vida. Si presta atención a la sabiduría divina, usted entenderá “la justicia y el juicio y la rectitud, el curso entero de lo que es bueno.” (Pro. 2:9) Los muchos hombres de tiempos antiguos que recibieron la aprobación del Altísimo descubrieron que esto era cierto. Usted también puede descubrir lo mismo.
Tal como para la mente de los niños es extremadamente difícil juzgar lo que es justo y tienen que buscar el consejo de personas que han vivido más tiempo, así usted necesita buscar la guía de Jehová, quien sabe más acerca de la vida que lo que sabe cualquier hombre que jamás haya vivido. Esté atento a lo que él dice. Cuando hombres famosos expresan opiniones que pugnan con la Palabra de Jehová, es mejor seguir lo que dice Jehová. Los hombres cometen errores y tienen que mudar de opinión, pero el Todopoderoso Dios jamás se equivoca. Tan vitalmente importante es la sabiduría de su Palabra que la mismísima vida de usted depende de ella.
Si usted presta atención a la sabiduría divina, ella le conducirá a través de la venidera batalla del Armagedón, cuando Dios destruirá el presente sistema inicuo de cosas. Le guiará a usted dentro del nuevo orden que seguirá después de ese gran día. Al seguir permitiendo que la sabiduría divina dirija sus caminos el don de la vida eterna será suyo con el tiempo. Este don incomparable proviene de Jehová Dios como recompensa por la fidelidad continua. “Feliz es el hombre que ha hallado sabiduría, y el hombre que consigue discernimiento. Es árbol de vida a los que echan mano de ella.”—Pro. 3:13, 18.
Diríjase a la Palabra escrita de Dios y deje que su sabiduría guíe su juicio y discernimiento de la vida. No sea como un niño inmaturo y piense que la sabiduría del Padre celestial es irrazonable o impráctica. En vez de eso, preste cuidadosa atención a ella y coseche las bendiciones abundantes que ella puede traerle.