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  • Misioneros que dan gratis
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1966
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1966
w66 15/12 págs. 762-763

Misioneros que dan gratis

EN ESTOS días en que los precios constantemente aumentan, ¡cuán refrescante es enterarse de misioneros que dan gratis de lo que tienen! “Recibieron gratis, den gratis” fue el tema del discurso por el presidente N. H. Knorr a un auditorio de 2.023 personas con motivo de la graduación de la 42a clase de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower en la ciudad de Nueva York el 11 de septiembre de 1966.

El presidente Knorr ilustró su punto refiriéndose a las cosas de la creación. Las nubes reciben y dan agua gratuitamente. También la tierra, la vida vegetal y, finalmente, los humanos ingieren alimento físico y luego lo dan en forma de crecimiento, trabajo y pensamiento. Del mismo modo las dádivas gratuitas de los testigos de Jehová en todas partes hicieron posible el entrenamiento especial para misioneros que recibieron gratis los estudiantes que se graduaban, y ahora les tocaba a ellos dar gratis.

El orador advirtió a los estudiantes que, aunque ellos estaban saturados de la verdad, deberían dársela gradualmente a los sedientos de la verdad, no en un torrente arrasador, sino como la lluvia suave que promueve la fructificación. También aconsejó al cuerpo estudiantil a seguir llenándose de la verdad mediante el estudio continuo, para poder seguir hablando la verdad pura a los que encuentren en sus asignaciones misionales. Les recordó que “el labio de verdad” es lo que “será firmemente establecido para siempre.”—Pro. 12:19.

Aunque ahora los estudiantes dejarían a sus amados para ir a campos misionales distantes, el orador les recordó que ya eran amados por muchos que todavía no los habían visto, personas en regiones remotas que esperan confiadamente que los misioneros los ayuden. El llamamiento final del presidente a los estudiantes fue: ‘Ustedes han recibido gratis, ahora den gratis.’ A continuación siguió la lectura de una resolución por toda la clase estudiantil, en la que expresaron aprecio por los beneficios que recibieron y la determinación de dar generosamente de sí mismos en sus asignaciones misionales.

El vicepresidente de la Sociedad, F. W. Franz, habló brevemente también durante el programa de graduación. Describió gráficamente la situación mundial y los clamores insistentes de la juventud, hasta en la Rusia comunista, por algo en que creer. Les recordó a los estudiantes que, debido a su entrenamiento en Galaad y a su entero proceder de dedicación, tenían algo en que creer, a saber, en un Dios que puede ser explicado, su Hijo Cristo Jesús, que no es un reformador frustrado ni un Cristo muerto, sino un Cristo vivo, reinando desde 1914. Hizo hincapié a la necesidad que muchos tienen de que se les fortalezca la fe, y exhortó a los misioneros que se graduaban a salir con confianza y responder al clamor extenso por algo en que creer.

El programa también incluyó música y canciones edificantes por el cuerpo de estudiantes, la exhibición de diapositivas por el presidente Knorr en las cuales se exponían los logros misionales de la Sociedad hasta el presente, y finalmente una excelente presentación dramática por los estudiantes intitulada “Conformémonos a los principios eternos de Dios.” En la puerta de una ciudad israelita estaban tres jueces dando audiencia en un caso que implicaba la supuesta muerte accidental de un hombre israelita. Las leyes de Dios habían sido quebrantadas. Había habido falso testimonio, soborno, chantaje, culpabilidad por derrame de sangre. Los hombres de mayor edad escucharon a los testigos, escudriñaron la evidencia, y pronunciaron un juicio contra los malhechores—muerte a pedradas para dos de ellos.

Tal como aquellos jueces de Israel concienzudamente administraron los justos requisitos de Dios para Su congregación, de igual modo deben hacerlo los comités de las congregaciones de nuestro día. El fondo provisto por artistas y la indumentaria realista que usaron los estudiantes actores sirvió para hacer vivir este excelente drama. Los mismos principios fundamentales y eternos de Dios aplican en nuestro día. Podemos obtener paz y felicidad solo al conformar nuestra vida a la voluntad de Jehová.

No desprovisto de buen humor, el programa, que se presentó enteramente gratis, incluyó la escena de un mercado hispanoamericano dramatizado por los estudiantes, que mostró a dos misioneros recién asignados expuestos por primera vez a la necesidad de regatear por sus compras. También hubo escenas del África francesa y del Japón.

El programa concluyó con una muy conmovedora versión del cántico “Andando en integridad” por un coro de los estudiantes de esta 42a clase de la Escuela de Galaad. Después de una oración, y al dispersarse la multitud, uno podía oír a menudo la expresión: “¡Cuán edificante y fortalecedor!”

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