Un cambio drástico
EN EL tiempo del profeta Isaías, las mujeres de Jerusalén eran muy orgullosas y se arreglaban con vestiduras ostentosas y adornos espléndidos. En cuanto a matrimonio, en aquel tiempo no faltaban varones elegibles. (Isa. 3:16-24) Sin embargo, Jehová indicó por medio de Isaías que se acercaba un cambio drástico: “A espada caerán tus propios hombres, y por guerra tu poderío.” (Isa. 3:25) Esta circunstancia afectaría a las mujeres de Jerusalén de este modo: “Siete mujeres realmente se agarrarán de un solo hombre en aquel día, diciendo: ‘Comeremos nuestro propio pan y nos vestiremos de nuestras propias mantas; solo que se nos llame por tu nombre para quitar nuestro oprobio.’”—Isa. 4:1.
Habría tan pocos varones con los cuales casarse que siete mujeres tomarían la iniciativa de pedir al primer hombre que viniera que se casara con ellas. Todo lo que querían era ser conocidas por el nombre de él, ser libradas del oprobio de no tener esposo. Según la ley mosaica, se exigía que el esposo suministrara sustento y ropa a su esposa. (Éxo. 21:10) Pero, porque la situación de estas mujeres sería tan desesperada, estarían dispuestas a eximir al hombre de sus obligaciones legales. ‘Comerían su propio pan y se vestirían de su propia ropa.’