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Conducta piadosa para con otrosLa Atalaya 1981 | 15 de noviembre
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grande la separación entre los judíos y los samaritanos, quienes hasta aceptaban el Pentateuco, que una mujer que estaba junto a un pozo de Samaria expresó sorpresa de que Jesús, “a pesar de ser judío,” le pidiera agua.—Juan 4:9.
20. Al examinar la experiencia que Pedro tuvo con Cornelio, ¿qué se puede aprender acerca de cómo los judíos trataban a las personas de las naciones?
20 Además, en 36 E.C., cuando Dios se propuso demostrar que ya se podía aceptar a los gentiles incircuncisos como herederos del Reino, mandó al apóstol Pedro al oficial del ejército romano Cornelio. Pero Pedro dijo a Cornelio: “Bien saben ustedes cuán ilícito le es a un judío unirse o acercarse a un hombre de otra raza.” (Hech. 10:28) Aquella declaración de Pedro demuestra cuán profundo era el sentir de los judíos de que no debía haber ninguna fraternización de ellos con un hombre de las naciones. Además, cuando llegó a saberse que Pedro había ido a Cornelio, algunos cristianos judíos se opusieron firmemente a que Pedro ‘hubiese entrado en casa de varones que no eran circuncisos y hubiese comido con ellos.’ Sí, los judíos veían como escandaloso el que uno estuviera con un “hombre de las naciones” y comiera con él.—Hech. 11:1-3; compare con Gálatas 2:12.
21. ¿Qué, pues, entiende usted por lo que Jesús dijo acerca de que un pecador impenitente fuera “como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos”?
21 Así, las Escrituras nos ayudan a entender el consejo de Jesús acerca de tratar “como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos” a un malhechor impenitente que rehusara escuchar a la congregación. El aplicar el consejo de Cristo hoy día ciertamente no querría decir que consideraríamos al malhechor como una persona cualquiera de la comunidad, porque no sería así como habrían entendido los discípulos de Jesús lo que él dijo. Podremos comprender esto mejor al examinar el consejo adicional que se da en las Escrituras Griegas Cristianas, el cual nos ayudará a tratar con situaciones que surgen en la vida real hoy día con relación a personas a quienes se expulsa de la congregación cristiana.
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La expulsión... desde qué punto de vista verlaLa Atalaya 1981 | 15 de noviembre
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La expulsión... desde qué punto de vista verla
“Oh Jehová, . . . ¿quién residirá en tu santa montaña? El que está andando sin tacha y practicando la justicia.”—Sal. 15:1, 2.
1, 2. ¿Cómo sabemos que Dios espera que su adoradores sostengan Sus normas?
JEHOVÁ es justo y santo. Aunque es misericordioso y comprensivo para con las criaturas humanas imperfectas, espera que los que le adoren reflejen su santidad mediante esforzarse por sostener Sus justas normas.—Sal. 103:8-14; Núm. 15:40.
2 El israelita que deliberadamente violara los mandatos de Dios, como los que prohibían la apostasía, el adulterio o el asesinato, habría de ser cortado del pueblo, ser muerto. (Núm. 15:30, 31; 35:31; Deu. 13:1-5; Lev. 20:10) Esta firmeza con que se sostenían las normas razonables y justas de Dios era para el bien de todos los israelitas, pues ayudaba a mantener la pureza de la congregación. Y servía para disuadir a cualquiera de esparcir corrupción entre el pueblo que llevaba sobre sí el nombre de Dios.
3. ¿Cuál era la situación del judío que fuera expulsado de la sinagoga?
3 En el primer siglo E.C. los judíos que estaban bajo el dominio romano no tenían la autoridad de administrar la pena de muerte. (Juan 18:28-31) Pero el judío que fuera culpable de violar la Ley podía ser expulsado de la sinagoga. Un efecto de este castigo severo era que los otros judíos evitaban a la persona expulsada, o huían de ella. Se dice que estas personas ni siquiera tenían tratos comerciales con el expulsado fuera de venderle las cosas necesarias para la vida.a—Juan 9:22; 12:42; 16:2.
4, 5. ¿Cómo habría de tratar la congregación cristiana con un pecador impenitente?
4 Después que se hubo formado la congregación cristiana, ésta vino a reemplazar a la nación judía en cuanto a tener sobre sí el nombre de Dios. (Mat. 21:43; Hech. 15:14) Por consiguiente, era justo y correcto esperar que los cristianos sostuvieran la justicia de Jehová. El apóstol Pedro escribió: “De acuerdo con el Santo que los llamó, háganse ustedes mismos santos también en toda su conducta, porque está escrito: ‘Tienen que ser santos, porque yo soy santo.’” (1 Ped. 1:14-16) Jehová ama a su pueblo y quiere proteger la pureza de la congregación cristiana. Por eso, delineó un arreglo por medio del cual se rechaza o expulsa a la persona que persiste en un proceder que deshonra a Dios y pone en peligro a la congregación.
5 El apóstol Pablo dio el siguiente consejo: “En cuanto al hombre que promueve una secta, recházalo después de la primera y la segunda admonición; sabiendo que tal hombre ha sido descaminado y está pecando, siendo condenado por sí mismo.” (Tito 3:10, 11) Sí, los que son ancianos espirituales, como lo fue Tito, primero tratan de ayudar al malhechor amorosamente. Si éste no quiere responder a la ayuda que le dan y persiste en un proceder de ‘pecar,’ tienen autoridad para convocar a un comité de ancianos para “juzgar a los miembros de [la] agrupación de compañeros.” (1 Cor. 5:12, Today’s English Version) El amor a Dios y a la pureza de su pueblo exige que los de la “agrupación de compañeros,” la congregación, rechacen a ese hombre.
6. ¿Por qué era justo y correcto expulsar a los pecadores impenitentes?
6 En el primer siglo surgieron algunos de estos malhechores. Himeneo y Alejandro fueron de esa clase, hombres que habían “experimentado naufragio respecto a su fe.” Pablo dijo: “Los he entregado a Satanás para que se les enseñe por disciplina a no blasfemar.” (1 Tim. 1:19, 20) El que se expulsara a aquellos dos hombres fue una corrección severa, o disciplina, un castigo que pudiera enseñarles a no blasfemar contra el Dios santo y vivo. (Compare con Lucas 23:16, donde se emplea la palabra griega básica que frecuentemente se traduce “disciplina.”) Era propio que a estos blasfemos se les entregara a la autoridad de Satanás, que fueran echados a la oscuridad del mundo bajo la influencia de Satanás.—2 Cor. 4:4; Efe. 4:17-19; 1 Juan 5:19; compare con Hechos 26:18.
CÓMO TRATAR A LOS EXPULSADOS
7, 8. ¿Cómo podemos determinar cómo comportarnos para con una persona expulsada?
7 Sin embargo, pueden surgir preguntas acerca de cómo tratar a alguien que antes era miembro de la congregación, pero que ha sido expulsado. Agradecemos el que Dios nos haya suministrado en su Palabra respuestas e instrucciones de las cuales podemos estar seguros de que son perfectas, rectas y justas.—Jer. 17:10; Deu. 32:4.
8 En una ocasión un hombre de la congregación corintia estuvo practicando inmoralidad, y evidentemente no mostraba arrepentimiento. Pablo escribió que a este hombre ‘se le debía quitar de en medio de ellos,’ porque era como un poco de levadura que podía hacer fermentar,
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