BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Paz mundial—¿por quién?
    La Atalaya 1955 | 15 de marzo
    • poderoso que él, es el responsable del caos mundial, y no Dios.

      Estos ayes que la humanidad está sufriendo no pueden menos que aumentar hasta que Dios les ponga fin a Satanás y sus partidarios malignos en la batalla del Armagedón. Él promete hacer esto pronto. Pablo nos ayuda a apreciar este hecho al decir: “Por su parte, el Dios que da paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes en breve.”—Rom. 16:20, NM.

      Después de suceder esto, habrá paz mundial; paz entre todas las familias de la tierra, paz entre el hombre y los animales, paz entre el hombre y Dios. Y, ¿por cuánto tiempo? Contesta el salmista: “En sus días florecerán los justos, y habrá abundancia de paz hasta que no haya luna.” (Sal. 72:7) Así que volvemos a hacer la pregunta: Paz mundial—¿por quién? Por Jehová Dios, de la manera que él ha propuesto y eso muy en breve.

  • Educándonos para paz y vida
    La Atalaya 1955 | 15 de marzo
    • Educándonos para paz y vida

      Su educación—¿le perjudica o le aprovecha? La educación superior, ¿crea paz o hace guerra, libra o esclaviza, protege o destruye? Lea lo siguiente, le concierne a Ud.

      LA EDUCACIÓN es proclamada como el sostén de este mundo civilizado. Sin ella este mundo no podría continuar por mucho tiempo. Pronto decaería y regresaría al pasado primitivo, cual tierra no cultivada y no cuidada que la naturaleza volviera a reclamar. Por lo tanto, para esclarecimiento y progreso continuados, se le da importancia a la educación superior.

      Este siglo se jacta de que ésta es la edad de la iluminación, la época dorada de la erudición. Señala las muchas conveniencias humanas y descubrimientos de la ciencia como progreso y dice poseer la habilidad de avanzar también en el arte y la sabiduría de gobierno y ser capaz de proveer para la humanidad un sistema de gobierno global estable y satisfactorio.

      En sus bibliotecas, este mundo tiene el conocimiento acumulado de siglos de experiencia humana. No cree que este conocimiento sea todo vano, sino dice que mediante él el hombre ha aprendido sabiduría práctica. Tal es la sabiduría de este mundo. Guiado por esa sabiduría, el mundo no ha llegado a conocer lo que más ha deseado, a saber, la paz y la vida. Pelea, sangra y se tortura para manejarse y gobernarse sin ayuda divina y sin prestar atención a la voluntad divina. Así es que el mundo por su propia sabiduría no ha llegado a conocer a Dios, sino que deja a Jehová Dios excluído de todos sus cálculos y se fía de su propia sabiduría, habilidad y planes.

      Por lo tanto preguntamos: ¿Cuán inteligente es este mundo? ¿Qué es lo que ha conseguido de sus logros intelectuales? ¿Hasta dónde ha progresado en dirección a un mundo mejor? ¿Es capaz de gobernarse a sí mismo? ¿Es su educación perjudicial o provechosa? Es verdad, ésta es una edad de trenes y automóviles de líneas dinámicas, de aviones de propulsión a chorro y submarinos impulsados por fuerza atómica, una era de electricidad y fuerza enjaezada. Pero ¿dónde están sus valores y logros morales y espirituales? ¿Cuáles son sus principios? ¿Sus normas? ¿Cuál es su sabiduría? Como declaró el presidente Eisenhower tan aptamente en la cena del segundo centenario de la Universidad de Columbia: “Sin embargo, no definamos la verdad o el conocimiento de la verdad simplemente en los términos estrechos del mero hecho o estadísticas o ecuación matemática. Sabiduría y entendimiento humano—un sentido de proporción—son esenciales. El conocimiento puede darnos fisión nuclear; solamente la sabiduría y el entendimiento pueden asegurar su aplicación al mejoramiento humano en vez de a la destrucción humana.”

      Tan extensa ha sido la matanza humana cometida en este mundo con instrumentos de conocimiento que este mundo queda condenado como falto de sabiduría y entendimiento. Ha crecido cual monstruo raro, fuerte y espantoso con poder y potencia, pero desprovisto de toda responsabilidad moral y espiritual. Por consiguiente, vivimos en un mundo de artificios milagrosos, televisión, teléfonos y antibióticos, pero al mismo tiempo somos víctimas de la corrupción, la inmoralidad, el crimen, el temor, la ansiedad y la trepidación. El que es un hecho esta falta de fibra moral se hizo evidente por Bernard M. Baruch, quien, al hablar a un grupo de colegiales en el City College de Nueva York, declaró:

      “Este mismo medio siglo o más que ha traído avances materiales tan asombrosos se ha distinguido por dos terribles guerras mundiales y por un reavivamiento de tiranías antiguas, hechas aun más bárbaras por ser refinadas tecnológicamente.”

      Continuando, Baruch brevemente reflexionó sobre la manera de proceder de esta edad atómica, dando razones por su fracaso. Hace unos sesenta años, dijo él, se pensaba que todas las naciones estaban desarrollándose constantemente hacia una vida mejor y libertad aumentada para el individuo. Pero, agregó él, “esa fe sencilla en la certeza del progreso ha perecido. En este siglo veinte hemos olfateado el horrible hedor de las cámaras de gas; hemos visto la vuelta de la esclavitud como institución humana, tanto en Alemania bajo Hitler como detrás de la Cortina de Hierro. ¿Por qué es que desarrollamos milagros casi diariamente en nuestros laboratorios pero chapuceamos como niños al gobernarnos a nosotros mismos? ¿No se debe principalmente a que estamos tan malamente educados?”

      Para ilustrar su punto Baruch escogió a los forjadores de la Constitución de los Estados Unidos como ejemplo, diciendo: “Los hombres que forjaron la Constitución no serían llamados un grupo altamente educado hoy en día, según las normas académicas. No había entre ellos un profesor de gobierno. . . . Me atrevo a decir que la mayoría de los hombres que redactaron la Constitución no podría haber llenado los requisitos para entrar en este colegio. Sin embargo, a pesar de su falta de educación formal, los hombres que se reunieron en Filadelfia en 1787 eran bien educados en el verdadero significado del vocablo. Primero, y lo más importante, ellos sabían pensar. . . . Los padres de nuestra patria eran bien educados en todavía otro sentido—estaban profundamente imbuídos de valores morales. La mente de ellos trazaba una distinción clara entre lo bueno y lo malo, entre principio y conveniencia. No estaban inciertos en cuanto a los valores en que creían y que estaban determinados a sostener. . . .

      “Hoy día, en contraste, el pensar ha llegado a ser un arte generalmente abandonado. Aunque leemos prodigiosamente, parece que hemos perdido la facultad de aprender de lo pasado. Carecemos de cualquier sentido seguro de valores. Nunca en la historia ha ostentado la humanidad medios superiores de comunicación, prensas de alta velocidad, revistas profusamente ilustradas, la radio, el cine, la televisión. Sin embargo todas estas formas milagrosas de comunicación parecen menos conducentes a la meditación que un tronco en el bosque. Casi, de hecho, parece que estos modos de comunicación de líneas dinámicas e impulsados a chorro son los enemigos del pensar. Diariamente nos bombardean con distracciones frescas y nuevas alarmas. El resultado neto es que nuestras energías—no solamente nuestras energías intelectuales, sino nuestros recursos económicos y militares—se disipan en cuestiones secundarias, mientras los puntos fundamentales de los problemas críticos delante de nosotros permanecen sin tocar y pasados por alto. No hace mucho, se pensaba lisonjeramente que la nuestra era ‘La Edad de la iluminación.’ Más y más se está haciendo ‘La Edad de la distracción.’ . . .

      “A través del último medio siglo o más nuestras esperanzas de un mundo mejor han girado principalmente alrededor de avances materiales. Hemos empujado esta pesquisa tecnológica hasta el punto en que no parece que cosa alguna esté más allá de la capacidad del hombre—nada físico o material, es decir. Podemos nivelar montañas, regar desiertos, volar con mayor rapidez que el sonido. Reflejando esta locura por el avance tecnológico, nuestros colegios y universidades han tendido más y más a recalcar la pericia técnica más bien que la habilidad de pensar. ¿Y a dónde nos ha llevado todo esto? Nos ha llevado a donde vivimos en temor de que esta energía increíble a la disposición del hombre llegue a ser el medio de la destrucción de la civilización como la conocemos. Es patente que algo falta. Ese algo difícilmente podría ser más poder, avances tecnológicos todavía más nuevos. El algo que nos falta es disciplina, la capacidad de gobernarnos y dominar el poder que ya es nuestro.”—Vital Speeches of the Day, junio de 1953.

      ADMISIÓN DEL FRACASO

      Este mundo carece de disciplina, es verdad, pero no quiere ser disciplinado en justicia. Carece de la capacidad para gobernarse a sí mismo, pero rechaza a Jehová y no quiere que él lo gobierne. Carece del buen sentido necesario para dominar su poder prodigioso, pero no quiere la sabiduría que sí podría dominarlo. Anhela y clama por paz, pero locamente se prepara para guerra. Profesa gran piedad y santidad, pero no quiere nada de Dios ni su Palabra. Sus educadores han reducido al mínimo o pasado completamente por alto el bienestar espiritual de la humanidad. Han abandonado la Biblia como libro de texto de conocimiento y, de acuerdo con sus propios deseos egoístas, han seguido un derrotero contrario a ella, y así contrario a la paz y la vida. Cuán apropiadas son las palabras del profeta: “¿Cómo decís: Somos sabios, y la ley de Jehová está con nosotros? ¡mas he aquí que la pluma mentirosa de los escribas la ha cambiado en mentira! Avergonzados están los sabios; aterrados están y presos; he aquí que han rechazado con desprecio la palabra de Jehová: ¿qué sabiduría pues podrá haber en ellos?”—Jer. 8:8, 9.

      Proclamando un remedio para este fracaso, el presidente Eisenhower exhortó a la gente de todas partes a ‘predicar la verdad y practicarla sin miedo.’ “La verdad,” dijo él, “¡puede hacer libres a los hombres! Y donde los hombres están libres para planear sus vidas, gobernarse a sí mismos, conocer la verdad y comprender a sus prójimos, creemos que allí también existe la voluntad de vivir en paz. Aquí, entonces, a pesar de bombas atómicas y de hidrógeno, toda la cruel destructividad de la guerra moderna; a pesar del terror, la subversión, la propaganda y el soborno, vemos la clave de la paz. Esa clave es sabiduría y entendimiento—y el uso constante de ellos por hombres en todas partes. . . . He aquí la misión interminable de la universidad—de hecho de toda institución educacional del mundo libre—¡el encontrar y esparcir la verdad!”

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir