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Comprendiendo la relación de esposo y esposa¡Despertad! 1977 | 22 de enero
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Comprendiendo la relación de esposo y esposa
PARA que la vida de casados verdaderamente sea feliz, tanto el esposo como la esposa deben comprender sus posiciones respectivas. Estas no son establecidas meramente por la costumbre local. Más bien, están explicadas en la propia Palabra de Dios, la Biblia, y están en armonía con las cualidades que Dios implantó en el hombre y la mujer al tiempo de la creación.
Sabiendo cómo hizo al hombre, y el propósito que tenía en mira, Jehová hizo que se registrara en su Palabra que “el esposo es cabeza de su esposa como el Cristo también es cabeza de la congregación.” (Efe. 5:23) Esto significa que el esposo debe llevar la delantera en el hogar, haciendo planes para las actividades de la familia y aceptando la responsabilidad de tomar las decisiones finales. Pero esto no lo autoriza a ser un gobernante duro o cruel de su casa.—Col. 3:19.
Aunque muchos hombres han ejercido la jefatura de una manera desamorada, los esposos cristianos deben evitar hacer eso. Deben estudiar cuidadosamente la manera en que Jesús ha ejercido jefatura sobre la congregación cristiana, y entonces seguir su excelente ejemplo. En Efesios 5:25 se aconseja a los esposos: “Continúen amando a sus esposas, así como el Cristo también amó a la congregación y se entregó a sí mismo por ella.” Al hacer esto, no serán demasiado exigentes para con sus esposas, sino que atenderán los asuntos familiares de una manera que refresque a todos los que estén incluidos en ellos.—Mat. 11:28-30.
La esposa, por su parte, “le debe tener profundo respeto a su esposo.” (Efe. 5:33) Puesto que es a él a quien Dios ha autorizado para llevar la delantera, ella puede hacer una gran contribución a la felicidad de la familia por medio de someterse de buena gana a su dirección como cabeza. (Col. 3:18) Si ella tiene una mente más perspicaz que la de su esposo, como a veces sucede, entonces ella puede usar esta cualidad para apoyarlo en su papel como cabeza, más bien que para competir con él o restarle importancia con desprecio a lo que él hace.—Pro. 12:4.
A la esposa le toca hacer mucho en lo que se refiere a la vida familiar. La Biblia apropiadamente insta a las mujeres casadas a “que amen a sus esposos, amen a sus hijos, sean de juicio sano, castas, trabajadoras en casa, buenas, sujetándose a sus propios esposos, para que no se hable injuriosamente de la palabra de Dios.” (Tito 2:4, 5) La esposa y madre que cumple fielmente estos deberes se gana el amor y respeto duraderos de su familia.—Pro. 31:10, 11, 26-28.
En muchos hogares surgen problemas cuando el esposo no toma en cuenta el temperamento femenino, la composición emocional, de su esposa. Él debe comprender que ella considera los asuntos de manera diferente a como lo hace él. Sus emociones responden de manera diferente. Su fuerza no es igual a la de él. Por eso, el consejo inspirado a los esposos es: “Continúen morando con ellas . . . de acuerdo con conocimiento, asignándoles honra como a un vaso más débil, el femenino, puesto que ustedes también son herederos con ellas del favor inmerecido de la vida.” (1 Ped. 3:7) Cuando un esposo hace esto, ayuda a producir un espíritu de comprensión y seguridad en el hogar.
Es común entre las personas mundanas el que la seguridad del hogar sea socavada por intereses sexuales fuera del vínculo del matrimonio. Pero los que viven en armonía con la Palabra de Dios están protegidos contra la angustia y la aflicción que tal conducta produce. En lenguaje que es fácil de entender, la Biblia advierte: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros.”—Heb. 13:4.
Así la Biblia no da lugar para la conducta inmoral. Los que desean ser siervos de Dios tienen que vivir vidas limpias. (1 Tes. 4:3-8) Tienen que limitar sus intereses sexuales a sus propios cónyuges legales, y ante Dios son responsables de hacer esto. (Pro. 5:15-21) Debe ser el deseo más sincero tanto del esposo como de la esposa el ayudarse mutuamente a evitar cualquier tentación hacia el cometer lo malo. Pueden hacer esto por medio de mostrarse consideración altruista el uno al otro en este íntimo aspecto de su vida.—1 Cor. 7:3-5.
No obstante, para que una unión de matrimonio verdaderamente funcione en armonía con los principios piadosos que hemos considerado, también hay que dar énfasis regular a los asuntos espirituales. La adoración de Jehová Dios debe ser de la primera importancia en el hogar. No debe ser puesta a un lado a favor de esfuerzos por obtener más posesiones materiales o para tener más tiempo para ir tras los placeres. (Luc. 8:11, 14, 15) El orar en grupo de familia y celebrar sesiones con regularidad para el estudio de la Biblia en grupo de familia deben ser parte del modo de vivir de toda familia. ¿Tiene usted arreglos para hacer esto en su hogar?
Por supuesto, gran parte de las dificultades de las familias en la actualidad gira en torno de criar a los hijos. ¿Es posible evitar estas dificultades?
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Criando a los hijos de manera piadosa¡Despertad! 1977 | 22 de enero
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Criando a los hijos de manera piadosa
CUANDO nacen los hijos, el deseo intenso y sincero de los padres amorosos es ver que la vida de estos jóvenes tenga buen resultado. Pero la tarea no es fácil. Hay muchos problemas que surgen a medida que pasa el tiempo. Estos se pueden resolver con buen éxito solo por medio de aplicar el consejo de la Palabra de Dios.—Pro. 22:6; Deu. 11:18-21.
Por lo general se requiere mucho tiempo y esfuerzo para asegurar que haya el alimento apropiado, ropa limpia y un hogar placentero en el cual vivir. Pero la Biblia muestra repetidamente que la responsabilidad de los padres no termina de ninguna manera con eso. También es vital incluir a los niños con regularidad en el programa familiar de instrucción en la Palabra de Dios.—Sal. 78:5-7.
Los padres no solo deben hablar a sus hijos acerca de Jehová y sus caminos durante las sesiones regulares de estudio, sino en otras ocasiones también. Como la ley de Dios a Israel expresó: “Estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; y tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes.” (Deu. 6:6, 7) Cuando esto se hace, los niños aprenden a pensar en Dios con relación a todas las actividades de la vida.
Es principalmente sobre el padre, como cabeza de la casa, que las Escrituras colocan la responsabilidad de ver que se dé esta instrucción. Cuando él hace arreglos para que se dé esta instrucción y personalmente lleva la delantera en darla, los vínculos entre todos los miembros de la familia se estrechan más. Al mismo tiempo, a los niños se les da la clase de entrenamiento que tanto necesitan. De modo que es importante tomar a pechos lo que está registrado en Efesios 6:4: “Ustedes, padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová.”—Vea también Proverbios 4:1.
Parte de la “disciplina . . . de Jehová” que es preciso enseñar tiene que ver con la obligación del niño de ser obediente a sus padres. Esto no es algo que haya de tratarse como de poca importancia, porque en ello están envueltas las perspectivas de vida eterna del niño. Dice la palabra de Dios: “Hijos, sean obedientes a sus padres en unión con el Señor, porque esto es justo.”—Efe. 6:1.
Dios es Quien exige que los hijos obedezcan a sus padres. Por lo tanto, los padres demuestran sabiduría si paciente y consistentemente graban esta lección en la mente y el corazón de su prole.—Col. 3:20, 23.
Habrá ocasiones en que esto exigirá más que solamente decirle al niño lo que es correcto. Cuando él deliberadamente hace lo que sabe que es incorrecto, se necesita acción más fuerte para grabar en él lo grave del asunto. Sabiamente la Biblia dice: “La tontedad está atada con el corazón del muchacho; la vara de la disciplina es lo que la alejará de él.” (Pro. 22:15) Debido a la imperfección heredada, los niños nacen con una tendencia a hacer lo que es malo, y por eso necesitan corrección. El padre amoroso no descuida esto. Como dice Proverbios 13:24: “El que retiene su vara odia a su hijo, pero el que lo ama es el que de veras lo busca con disciplina.”
La disciplina que se administra con amor se administra con la mira de que resulte en bien duradero para el niño. No se hace en violentos estallidos de cólera ni con gritos y amenazas. Esa no es la manera cristiana de hacer las cosas. (Efe. 4:31, 32) Debe haber firmeza, pero también debe demostrarse buen juicio.
Los padres mismos deben estar poniendo un buen ejemplo, no simplemente para presentar una apariencia de justicia —los niños pueden discernir fácilmente cuándo se está haciendo eso— sino honrada y sinceramente. Y si así lo hacen, eso ayudará a los niños a darse cuenta de que los principios justos de Dios rigen la casa, y no meramente caprichos irrazonables o disposiciones temporales del ánimo. Los jóvenes no temerán ser víctimas de castigo injusto. Más bien, asociarán el castigo con rompe las reglas correctas de la buena conducta.
Entre los principios justos de la Biblia que merecen seria consideración familiar están los que tienen que ver con las normas morales piadosas. Es necesario enseñar a los hijos, por ejemplo, que “todo aquel a quien le gusta la mentira y la lleva a cabo” es detestable a Jehová. (Rev. 22:15; Pro. 6:16-19) El robo, también, en todas sus varias formas, debe verse como una violación de la norma moral de Dios. (Efe. 4:28; Rom. 13:9, 10) Es necesario dar advertencia a estos jóvenes, de una manera que entiendan, contra la inmoralidad sexual y cualquier cosa que pueda llevar a ella.—Efe. 5:5; Pro. 5:3-14.
Consideren juntos como familia los diferentes problemas que surgen en el hogar, en la escuela y al jugar. Razonen juntos sobre los textos bíblicos que muestran la clase de conducta que le agrada a Dios. De esta manera los hijos aprenderán a aplicar la Biblia en su propia vida. Esto
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