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  • ¿Necesita usted un consejero matrimonial?
    ¡Despertad! 1983 | 22 de noviembre
    • ¿Necesita usted un consejero matrimonial?

      “CUANDO mi madre y mi padre tenían problemas, podían acudir a la familia y a amigos por ayuda. Pero nosotros estamos desamparados a miles de kilómetros de casa debido a mi empleo. Nuestro matrimonio se está desintegrando. María y yo no tenemos a quién acudir, salvo a un consejero matrimonial.”

      Juan y María son jóvenes. Son cristianos. También son recién casados. Juan se lamenta de que, desde hace mucho, haya pasado el tiempo en que sus bisabuelos eran recién casados, como a principios de este siglo. En aquel tiempo el divorcio no era tan común como lo es en la actualidad... ¡eso bastaba en aquel entonces para arruinar la reputación de alguien! Poco después de la II Guerra Mundial, sus abuelos todavía vivían en la “vieja casa”, entre la red tradicional de parientes, amigos, el predicador dominical y el médico de cabecera. Mantenían unido su matrimonio con éxito en un tiempo en que la proporción de divorcios había aumentado rápidamente en más o menos 300 por 100.

      La proporción de divorcios ya había subido otro 20 por 100 para el tiempo en que se casaron los padres de Juan. En la actualidad, Juan y María han emprendido la vida matrimonial en un mundo donde el índice de matrimonios que terminan en divorcio es de 60% en Suecia, 44% en los Estados Unidos, 43% en la República Dominicana, 30% en Alemania e Inglaterra, y 28% en la Unión Soviética.

      Las sociedades cambiadizas, la agitación industrial, los golpes de estado, la educación moderna y los trastornos religiosos llevan a las familias a un torbellino de confusión. Muchos miembros de familia ya no se identifican con los papeles tradicionales de esposo, esposa e hijos. En los Estados Unidos, Suecia, Inglaterra y América del Sur están cambiando los valores matrimoniales. Muchas personas consideran que el matrimonio es una relación pasajera; ya no un compromiso de toda la vida.

      Las actitudes relajadas en sentido moral, el alcoholismo, el abuso de drogas, la independencia económica de la mujer, la búsqueda de una mejor posición social, el hecho de que el egoísmo esté por encima de los intereses mutuos, la depresión, el temor a una guerra nuclear, los conceptos románticos del amor... se culpa a todos esos factores de la inestabilidad actual del matrimonio. No obstante, sin importar cuántas víctimas propiciatorias se hallen, la Dra. Emily Mudd, profesora de investigaciones sobre la familia, de la Universidad de Pensilvania, sostiene que las discusiones entre miembros de familia generalmente se reducen a una queja fundamental: “Uno de los implicados no tiene en cuenta los sentimientos, las necesidades, los valores y las metas de su cónyuge, o hace caso omiso de ellos”. (The Encyclopedia of Mental Health.)

      En el caso de los matrimonios cristianos que tienen problemas matrimoniales, como el de Juan y María, puede que tales problemas se deban a que en algunos aspectos no se han ‘vestido de la nueva personalidad’ y no han desplegado cualidades piadosas como el amor, el gozo, la paz, la gran paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la apacibilidad y el gobierno de uno mismo. (Efesios 4:22-24; Gálatas 5:22, 23.)

      El consejero matrimonial

      Juan y María todavía se aman mutuamente, de modo que, ¿cómo van a tratar de salvar su matrimonio? Piensan ir a ver a un extraño, un consejero matrimonial de profesión. Pero ¿en qué situación se están envolviendo?

      El consejero matrimonial de profesión es un fenómeno moderno. Él —o ella— apareció en escena en las últimas décadas... ¡pero a qué paso! “El asesoramiento de siquiatras de niños o consejeros de familia se ha convertido en una de las industrias de mayor crecimiento”, según la revista U.S.News & World Report. Un ejército creciente de consejeros profesionales —siquiatras, sicólogos, clérigos (consejeros pastorales), médicos, abogados, maestros, terapeutas matrimoniales y familiares, asistentes sociales y personas que tienen algún grado académico en la ciencia que estudia el comportamiento— ha reemplazado a los consejeros y asesores oportunos pero no profesionales del pasado.

      Después de la II Guerra Mundial, el asesoramiento matrimonial comenzó a ganar popularidad en los Estados Unidos. En destacadas instituciones educativas ya se han multiplicado los grados de maestría y doctorado en un campo que se ha convertido en una profesión independiente relacionada con la salud.

      ¿Qué es el asesoramiento matrimonial?

      De acuerdo con la junta que certifica a los consejeros matrimoniales en Michigan, E.U.A., el asesoramiento matrimonial es: “Guía, pruebas, consideraciones, terapia, instrucción, o el dar consejo, el propósito principal del cual es evitar, eliminar, aliviar, arreglar o resolver conflictos o disensiones matrimoniales, o crear, mejorar o restablecer la armonía matrimonial”.

      Eso parece ser exactamente lo que necesitan Juan y María. Sin embargo, ésa es tan solo una de los cientos de definiciones que se dan al asesoramiento matrimonial. La ciencia que estudia el comportamiento (del cuerpo, la mente, el sistema nervioso) es una cosa. Pero los esfuerzos que se han hecho por aplicar esa ciencia ha producido miríadas de teorías y prácticas. Allen S. Bernstena, sicólogo de Florida, E.U.A., describe cuatro escuelas de sicoterapia que, a su vez, se dividen en 130 subescuelas:

      Analítica: El terapeuta trata de sondear las motivaciones inconscientes del paciente o por qué se comporta como lo hace. Sondea los primeros recuerdos de su infancia, los cuales tal vez arrojen luz sobre sus acciones actuales.

      Conductista (”Behaviorista”): En este modo de abordar, el terapeuta se interesa menos en las motivaciones internas del paciente. En vez de eso, trata de cambiar los hábitos o el comportamiento indeseables por medio de educación y acondicionamiento.

      Humanística: En el caso de este enfoque, el terapeuta da mayor énfasis a que el paciente tenga en cuenta la consciencia de sí mismo, su desarrollo personal y su propia responsabilidad, para efectuar cambios en el paciente y sus acciones.

      “Transpersonal”: El terapeuta trata de ayudar al paciente a sobreponerse a todo y fusionarse con alguna “voluntad universal”. Este enfoque puede hacerse verdaderamente místico.

      En un estudio se llegó a la conclusión de que 64 por 100 de los consejeros matrimoniales componen de una abundancia de teorías y métodos su propio estilo. Sin embargo, muchos consejeros parecen tener un objetivo parecido. Usha Anand, cuya profesión es dar consejos sobre asuntos matrimoniales en la India, escribió que “el objetivo del asesoramiento matrimonial [...] es fortalecer a la familia y la unidad familiar”. Una profesora de relaciones infantiles y familiares, de la Universidad de Connecticut, E.U.A., la Dra. Eleanor Luckey, describe el asesoramiento matrimonial como “aconsejar a dos individuos, además de una relación”.

      Y los consejeros sí comparten una meta común: la comunicación. Tratan de desarrollar y formar métodos de comunicación más eficaces entre uno y otro cónyuge.

      ¿Están ellos capacitados?

      Algunos estados y países conceden una licencia a los consejeros matrimoniales como profesión independiente. No obstante, según el Dr. William Carrington, siquiatra australiano, debido a la insuficiencia de consejeros adiestrados, hay muchas personas capacitadas hasta cierto grado, pero que no son profesionales, que están dando asesoramiento matrimonial en Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda. En algunos países de África, Asia y América del Sur, personas que al parecer carecen de formación profesional, como sacerdotes, ministros, médicos, educadores y líderes de la comunidad, desempeñan el papel de consejeros matrimoniales.

      “El asesoramiento matrimonial —concluye el Dr. William Nichols, sicólogo y consejero—, es una profesión incipiente, casi una profesión, y una actividad en la que se carece de experiencia, un campo que está poblado de profesionales muy diestros y sofisticados en la práctica clínica por un lado, y aficionados bien intencionados pero incompetentes por el otro.”

      Así que Juan y María tienen que hacer una investigación extensa si llevan adelante su idea de consultar a un consejero matrimonial. Pero, como matrimonio joven, hay un dato que indudablemente les interesará mucho conocer:

      ¿Cuánto cuesta?

      En los Estados Unidos, los honorarios varían desde asesoramiento gratuito en algunos centros de salud mental de la comunidad hasta diversas tarifas por hora (basadas en una escala móvil que llega a 45 dólares más o menos) en clínicas no lucrativas. Los profesionales particulares, desde asistentes sociales hasta siquiatras, cobran entre 35 y 150 dólares... cualquier cantidad que el mercado permita.

      ¿Es eficaz el asesoramiento matrimonial? “Muchos consejeros dicen que dos terceras partes de sus clientes reciben ayuda”, según la revista Consumer Life Magazine. Morris B. Parloff, sicólogo del Instituto Nacional de Salud Mental, dice: “Todos los tipos de sicoterapia tienden a ser razonablemente útiles en los casos de pacientes que son impelidos en sumo grado a actuar, experimentan un malestar agudo, muestran un alto grado de organización en sus rasgos de personalidad, son razonablemente bien educados, han tenido algún historial de éxito y reconocimiento social, son reflexivos, y pueden experimentar y expresar emoción”.

      Sin embargo, hay difundidos muchos argumentos a favor de ello, y muchos otros en contra. Jay Haley, consejero matrimonial de fama internacional, llega a la conclusión de que los terapeutas no están seguros ni de sus técnicas ni de sus resultados. Por eso, dice él, vacilan en publicar sus hallazgos.

  • ¿Respetará el consejero su conciencia?
    ¡Despertad! 1983 | 22 de noviembre
    • ¿Respetará el consejero su conciencia?

      ESPERAMOS que Juan y María no queden escandalizados cuando se sienten a hablar con el consejero. Tal vez les diga que ciertamente vale la pena salvar su matrimonio. Sin duda eso es lo que quisieran oír. En cambio, quizás les diga: “Más vale un buen divorcio que un matrimonio malo”. “Ya no lo llamamos asesoramiento matrimonial”, dice Earl Beatt, director ejecutivo del Servicio para las Familias y los Niños de Minneapolis. “Lo llamamos ‘asesoramiento sobre relaciones’.”

      El consejero circunspecto trata de mostrarle a usted dónde verdaderamente se halla usted en el camino. Puede que indique lo que podría resultar si usted va a la izquierda o a la derecha de la bifurcación. Si él trata de instarlo a que vaya en una dirección o la otra, le toca a usted considerar cuál es la perspectiva de él, cuáles son sus valores, si éstos son buenos o malos.

      Por ejemplo, ¿qué hay si usted tiene fuertes convicciones respecto a principios bíblicos? El Dr. Lawrence Onoda, sicólogo clínico, dice:

      “La mayor parte de los consejeros maritales promueven una posición neutral respecto a la religión en general. Aunque no la apoyan, la posición oficial que adoptan es la de aceptar los diferentes puntos de vista de las personas y no pasar juicio al respecto”.

      No obstante, él agrega: “Los consejeros maritales en general obran conforme a la premisa de que no hay ningunas verdades universales como las que se dan a entender en la Biblia. La mayor parte de los consejeros maritales basan sus normas respecto al matrimonio en teorías que los hombres han desarrollado o en sus propias creencias personales”.

      Así, ¿qué sucederá con Juan y María? Puede que, como en el caso de ciertas parejas, reciban ayuda del consejero marital. O, tal vez, como en otros casos, se pierdan en el laberinto de teóricos maritales y ateos profesionales.

      Pero ¿qué hay de usted? ¿Qué hay si usted necesitara un consejero marital? ¿A quién recurriría usted? Si usted es cristiano, ¿quisiera usted tener un consejero que respetara la sabiduría del Hacedor del matrimonio y de su Maravilloso Consejero? (Génesis 2:18-24; Isaías 9:6.)

      Antes de escoger un consejero, considere la siguiente información. Le resultará provechosa.

      [Recuadro de las páginas 6 y 7]

      ¿Qué consejero escogería usted?

      Aunque hay consejeros maritales que tienen sus propias normas morales altas, y algunos que sinceramente respetan los escrúpulos de la conciencia del cliente, tal como hay médicos y cirujanos que son así, hay otros cuyas normas varían hasta llegar al otro extremo. Las siguientes citas ilustran esto. Lo que se compara aquí no tiene que ver con hechos ni con precisión científica, sino con los valores morales a los que usted tal vez se encare al recurrir a diferentes fuentes para consejo.

      LA BIBLIA

      “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo [...] en lo que toca a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial [...] porque ustedes saben que es de Jehová que recibirán el debido galardón de la herencia. [...] Ciertamente el que está haciendo injusticia recibirá de vuelta lo que hizo injustamente, y no hay parcialidad.” (Colosenses 3:5, 24, 25.)

      ‘Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre.’ [...] Cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación, y se case con otra comete adulterio.” (Mateo 19:6, 9.)

      “No se promulga la ley para el justo, sino para [...] fornicadores, hombres que se acuestan con varones.” (1 Timoteo 1:9, 10.)

      “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros.” (Hebreos 13:4.)

      EL SICÓLOGO

      “Algunos de los jóvenes más cobardes y agobiados por un sentido de culpabilidad se dejan disuadir de tener relaciones sexuales premaritales debido al temor a la preñez, a alguna enfermedad venérea y a la supuesta ira de un Jehová vengativo. [...] Es solamente porque seguimos recitando rígidamente para nosotros mismos la cancioncilla moral acerca de lo catastrófico del coito premarital que ni siquiera podemos ver claramente nuestra moralidad completamente innecesaria y totalmente idiota respecto a las relaciones sexuales premaritales, y mucho menos hacer algo constructivo al respecto.” (Dr. Robert Harper en “Moral Issues in Marital Counseling”, Marital Counseling, páginas 332, 333.)

      “Debería construirse una ética sobre las relaciones sexuales únicamente para el bienestar de los seres humanos que ahora viven y que vivirán en el futuro, y no para agradar [...] a algunos seres supernaturales que se supone que existen.” (Dr. Harper.)

      EL CONSEJERO MATRIMONIAL

      “Las relaciones sexuales premaritales son valiosas si impiden que se casen personas que de otro modo se casarían solo para tener relaciones sexuales. [...] Como sociedad, no tenemos el derecho de negar los gozos de las relaciones sexuales a personas que nunca se casen o que se casen tarde en la vida porque hayan escogido hacerlo o porque haya sido necesario, o [a personas] que hayan perdido a su cónyuge debido a la muerte o el divorcio.” (Charlotte Holt Clinebell en “Counseling for Liberation”, Creative Pastoral Care and Counseling Series, página 30.)

      “Otro estilo de vida que se está haciendo cada vez más viable para muchas personas, a medida que vamos ampliando nuestra perspectiva acerca de lo que significa ser humano, es el de la homosexualidad. [...] Los ministros y consejeros podrían ejercer su influencia para cambiar ciertas actitudes que resultan en que la persona se sienta como si fuera menos que humana simplemente debido a que ella o él se comporta de modo diferente a la mayoría de la gente.” (Clinebell.)

      EL CLÉRIGO

      “Cualquier ley puede ponerse a un lado si el hacerlo es la medida más amorosa en el caso de la mayor parte de la gente. [...] Nada es rígido. El amor existe para las personas y no necesariamente para los principios.” (Dr. Ace Tubbs en “The Moral and Ethical Problems in Pastoral Counseling”, Marital Counseling, página 445.)

      REFORMADORES SOCIALES

      “Si los cónyuges de un matrimonio liberal sí tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio, dichas relaciones se basan en su propia relación interna... es decir que [las tienen] debido a que han experimentado un amor maduro, se tienen verdadera confianza y son capaces de expandirse, de amar a otros y disfrutar de otros e introducir dicho amor y placer en su matrimonio sin que haya celos.” (Nena O’Neill y George O’Neill, Open Marriage, página 257.)

      No todo consejero profesional sostiene dichos puntos de vista antibíblicos. Pero el hecho de que algunos de ellos sí los sostienen muestra que las personas que piensan pedir consejo profesional necesitan ejercer muchísimo cuidado. El seguir el consejo de alguien que tenga tales ideas no cristianas empeorará la situación; no la mejorará.

  • Cómo dar consejo realmente útil
    ¡Despertad! 1983 | 22 de noviembre
    • Cómo dar consejo realmente útil

      “DESDE el principio de la creación ‘macho y hembra los hizo. Por este motivo dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos serán una sola carne’; de modo que ya no son dos, sino una sola carne.” Con estas palabras Jesucristo describió cómo el Creador hizo arreglos para casar a la primera pareja humana, formando así el núcleo de la sociedad humana. El propósito era que éste durara mucho tiempo, tal como Jesús pasó a mostrar: “Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre”. (Marcos 10:6-9.)

      En vista de esto podemos ver que Juan y María podrían haber escogido otro derrotero. Es cierto que muchos consejeros profesionales son personas sinceras, bienintencionadas y bien preparadas, que tal vez puedan ayudar a un matrimonio que tenga problemas. Sinceramente esperamos que Juan y María se hayan dado con esta clase de consejero. Pero, como cristianos, también podrían haber considerado la ayuda que el Autor del matrimonio, Jehová Dios, provee en Su Palabra, la Biblia.

      El Originador del matrimonio fue quien inspiró la Biblia. Si usted saca de ella todo lo que dice acerca del matrimonio, tendrá una guía, un conjunto divinamente provisto de principios perfectos que pueden producir un matrimonio perfecto. En vista de esto, entonces, usted tal vez se pregunte cómo es posible que alguna vez le vaya mal a un matrimonio cristiano. Puesto que tenemos la Biblia como ‘una lámpara para nuestro pie, y una luz para nuestra vereda’, ¿por qué debería una pareja cristiana como Juan y María necesitar alguna vez la ayuda de alguien de afuera para resolver sus problemas maritales? (Salmo 119:105.)

      La contestación, como la Biblia misma nos lo dice de manera realista, es que aunque los principios de Dios son perfectos, nosotros, los que tenemos que aplicarlos, somos todavía imperfectos (Deuteronomio 32:4; Romanos 5:12). Cuanto más dejemos de aplicar los principios perfectos de Dios, tanto más necesitaremos ayuda.

      Además, lo que agrava nuestros problemas es el hecho de que vivimos en los “tiempos críticos, difíciles de manejar” (2 Timoteo 3:1). “Los conflictos de hoy día son tan complejos que es imposible resolverlos por medio de tratar de adoptar un punto de vista objetivo para con uno mismo”, dice el sicólogo Allen S. Bernsten. A menudo necesitamos la ayuda los unos de los otros para manejar las dificultades de la vida: “Sigan llevando las cargas los unos de los otros”; “hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles, sean sufridos para con todos”. (Gálatas 6:2; 1 Tesalonicenses 5:14.)

      El “Maravilloso Consejero”

      En Isaías 9:6 la Biblia predice la venida de Cristo y los diversos papeles que él desempeñaría. Uno de éstos es el de “Maravilloso Consejero”. La congregación es una provisión mediante la cual él hace que esté disponible el consejo necesario. A algunos de los hombres de mayor edad, maduros y responsables, se les hace ancianos, o pastores, para que ayuden a los miembros que estén afligidos, incluso a las parejas casadas. Dios se refirió a estos hombres al prometer: “Traeré de vuelta otra vez [...] consejeros para ti como al comienzo”. (Isaías 1:26; 1 Timoteo 3:1-7; 1 Pedro 5:1-4; Jeremías 3:15; Isaías 32:1, 2.)

      ¿Hubiera sido prudente que Juan y María pidieran ayuda a dichos consejeros antes de ir a extraños? Bueno, tenemos que admitir que los ancianos no son profesionales que hayan recibido una preparación especial a fin de estar equipados para entender o tratar toda clase de problemas de salud mental. Más bien, su campo se relaciona con problemas respecto a lo espiritual. Sin embargo, en asuntos relacionados con el dar consejo a matrimonios, no siempre es clara la distinción entre las dificultades de índole espiritual, emocional y mental. Y lo cierto es que la mayoría de los consejeros profesionales no están capacitados para tratar problemas de índole espiritual. Por lo tanto, los ancianos cristianos capacitados sí pueden contribuir algo valioso.

      El arte de aconsejar

      No obstante, como el enseñar, el aconsejar es un arte que se tiene que estudiar y desarrollar (Tito 1:9). Tal vez algunos ancianos necesiten ayuda en ciertos sentidos para que su consejo tenga el mejor efecto posible. A este respecto la Biblia también puede ser útil porque no solo nos dice qué decir, sino que también nos dice cómo decirlo. Es interesante que muchas de las sugerencias que nos da la Biblia se parecen a lo que los consejeros profesionales más eficaces utilizan en su trabajo. Consideremos algunas de ellas.

      Actitud para con los que necesitan la ayuda. Pablo, consejero cristiano del primer siglo, escribió a cierta congregación: “Nos hicimos amables en medio de ustedes, como cuando una madre que cría acaricia a sus propios hijos. Así, [les tuvimos] tierno cariño” (1 Tesalonicenses 2:7, 8). ¡Qué excelente espíritu! Los que dan consejo tienen que tratar a los que acuden a ellos como a personas que necesitan ayuda, no como a malhechores que tienen que ser sometidos a juicio. No es tanto una ocasión para criticar, condenar o reprender como lo es para ser comprensivo y asegurar que los problemas se pueden resolver y vale la pena seguir viviendo.

      Un sicólogo hizo un comentario similar a éste, al decir: “No necesitan que los castiguemos, simplemente quieren que los ayudemos”.

      Tiempo para escuchar. “Cuando alguien está respondiendo a un asunto antes de oírlo, eso es tontedad de su parte y una humillación” (Proverbios 18:13). Éste es un consejo excelente. Al encararse a un problema grave, el consejero eficaz no considera que el aconsejar sea cuestión de decir la primera cosa que se le ocurra y dar una respuesta como si fuera una receta médica. Al igual que un médico o un abogado, hace arreglos para una cita para examinar concienzudamente el asunto.

      El consejero profesional está entrenado para escuchar. Prescindiendo del tiempo que tome, sin importar cuántas sesiones se necesiten, procura llegar a entender el asunto por medio de escuchar. ¿Debería hacer menos el consejero cristiano? Recuerde que el joven Eliú, quien dio buen consejo a Job y a los tres “amigos” de éste, primero ‘esperó las palabras de ellos’ y ‘siguió prestando oídos a sus razonamientos’. (Job 32:11.)

      Mientras escucha, el consejero tiene que ejercer facultades de percepción bien desarrolladas e investigar discretamente lo que hay más allá de las apariencias para sacar a luz los motivos de la persona a quien ha de ayudar. El consejero cristiano tiene una ayuda excelente para hacer esto. ¿Cuál es? La Biblia. Se dice que lo que ésta contiene es vivo y ejerce poder, y “puede discernir pensamientos e intenciones del corazón”. (Hebreos 4:12.)

      Admite la individualidad. El consejero sabio comprende que no hay dos personas ni dos situaciones que sean exactamente idénticas, y que no hay contestaciones adecuadas que se puedan dar como pastillas. Por eso, estudia el asunto para que lo que diga ‘sea con gracia, sazonado con sal, para que sepa cómo debe dar una respuesta a cada uno’. (Colosenses 4:6.)

      Cierto sicólogo informa que algunos pacientes han llegado a sentirse tan desalentados que han dicho: “No sirvo para nada. No soy digno de que otras personas me muestren bondad amorosa”. ¿Cómo pudiera el consejero cristiano ayudar a estas personas? Pudiera decirles algo como esto: ‘Jesús nos dijo que amáramos a nuestro prójimo como nos amamos a nosotros mismos’. Entonces pudiera ayudarles a razonar de este modo: ‘¿Qué hay si no tuviéramos amor propio o dignidad? Entonces ¿qué nos queda para dar a nuestro prójimo? Si Jesús murió por nosotros, nuestra vida debe ser preciosa, prescindiendo de cuánto la hayamos manchado. Fuimos creados a la imagen de Dios y por eso podemos reflejar Sus cualidades en nuestra personalidad. Entonces, lo que tenemos que hacer es esforzarnos por ponernos una nueva personalidad. Esto incluye el recompensarnos a nosotros mismos’. (Mateo 22:37-39; Marcos 10:45; Colosenses 3:9, 10.)

      Interés genuino

      Jesús, al tratar con la gente, fue siempre humilde, nunca desplegó arrogancia, egoísmo ni egotismo (Mateo 11:28, 29; Filipenses 2:5-8). El apóstol Pablo animó a los cristianos a imitar dicha actitud, a cultivar tierno cariño y compasión, “no haciendo nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino considerando con humildad de mente a los demás” (Filipenses 2:1-3). Los consejeros que tienen éxito reconocen que ellos mismos necesitan desplegar humildad e interés genuino.

      En armonía con esto, el famoso sicólogo Carl Rogers describe al consejero como “una persona sincera, no hipócrita, sino que muestra empatía”. Esto es lo que otro sicólogo llama una “actitud positiva”: “Esto significa que él aprecia a su cliente como una persona, con más o menos el mismo sentimiento que un padre muestra para con su hijo, apreciándolo como persona”. Sin embargo, en esto se tiene que tener cuidado de cierto peligro. Si el consejero está tratando con una pareja casada, está bien. No obstante, si está tratando solamente con la esposa, tiene que tener cuidado de que ella no llegue a depender demasiado de la simpatía y el interés de él hasta el grado de perder interés en su propio esposo.

      Cómo comunicarse

      Como se mencionó antes, el consejero que tiene éxito da énfasis a la comunicación. La verdadera comunicación envuelve más que solo dar y obtener información. Primero, usted dice lo que realmente quiere decir. Segundo, el que recibe la información verdaderamente oye lo que usted dice.

      Además, no llegue precipitadamente a una conclusión ni a una interpretación de lo que usted oiga. Para estar seguro, haga una pregunta, o varias preguntas. Pida a la persona que repita lo que ella dijo. Asegúrese de que lo dicho sea lo que se quiere decir. Y que lo que se haya querido decir sea lo que se haya dicho. “¿Es esto lo que usted quiere decir?” “Déjeme asegurarme de que entiendo lo que usted quiere decir.”

      En ciertos casos, las palabras que una persona use pudieran dar indicación de asuntos más profundos, cosas que quizás sean muy serias o hayan ocurrido hace mucho tiempo. El consejero eficaz es diestro en llegar al significado de las palabras por medio de hacer preguntas.

      Preguntas para obtener información: “¿Cuánto tiempo hace que tienen problemas maritales?” “¿Cuáles parecen ser los puntos de desacuerdo?” “¿Qué tiempo llevan de casados?” “Esposo (o esposa), ¿cuáles son sus responsabilidades en la casa?”. Éstos son algunos ejemplos.

      Preguntas para sacar a luz sentimientos, puntos de vista y actitudes: “¿Cómo considera usted su matrimonio?” “¿Se aman el uno al otro?” “¿Cómo considera usted su papel de esposo (o esposa)?”.

      Preguntas que ayudan a las personas a razonar o a llegar a conclusiones: “¿Por qué cree usted que es importante seguir los principios de Dios tocante al matrimonio?” “¿Por qué es provechoso para el matrimonio el desplegar amor altruista?” “¿Por qué cree usted que a su cónyuge le parece que usted no la ama?” “Si Dios lo perdona a usted, ¿cómo debería sentirse usted en cuanto a las imperfecciones de su cónyuge?”.

      Es importantísimo que la persona que da consejo imite a Jehová y sea imparcial (1 Pedro 1:17). No debería llegar a conclusiones prematuras precipitadamente ni permitir que sus propias ideas preconcebidas influyan en su juicio. Si la esposa es emotiva, el consejero quizás llegue apresuradamente a la conclusión de que ella es rebelde y tal vez se ponga de parte del esposo desde el mismo principio. O algo en la personalidad del esposo pudiera hacer que, inicialmente, el consejero simpatizara más con la esposa. Es preciso evitar ambas trampas.

      Si uno sí toma partido, advierte un sicólogo, “puede estar casi seguro de que fracasará [...] pues usted no está ayudando... usted está [...] de hecho juzgando. [...] El relato que usted oiga [de solamente un lado] no tiene que ser necesariamente el exacto”. Esto está en armonía con la advertencia bíblica: ‘El que es primero en su causa judicial pudiera parecer justo, pero su oponente entra y ciertamente lo escudriña completamente’. (Proverbios 18:17; 25:8-10.)

      Pese las opiniones a la luz de la razón

      Cuando el esposo y la esposa discuten, es común que tiendan a perder de vista la razón y traten de convencerse el uno al otro de que la opinión de él o de ella es la correcta.

      Por ejemplo, ella opina que la habitación se ve desarreglada si se deja afuera un abrigo. A él le parece que si el abrigo se deja fuera del ropero y hay unos cuantos papeles sobre la mesa, la habitación sigue limpia y arreglada. ¿Cómo trata el consejero cristiano de resolver esta situación en la que ambos están resueltos a sostener su opinión personal? En las Escrituras, hay excelentes recordatorios que él puede usar, tales como: “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes”, y ‘el amor es sufrido y bondadoso y no busca sus propios intereses’. (Filipenses 4:5; 1 Corintios 13:4, 5.)

      El que las personas se adhieran obstinadamente a su parecer o a sus motivos puede resultar en situaciones difíciles. Por ejemplo, en cierto matrimonio a la esposa tal vez le parezca que no se le presta atención y no se le quiere, mientras que el esposo quizás opine que ella exige demasiada atención y que no le da suficiente libertad a él para hacer las cosas. Tal vez nunca hayan llegado a un entendimiento mutuo de lo que realmente es el amor y cómo éste debería expresarse y aceptarse.

      Un caso como éste pudiera exigir la forma más delicada y discreta de asesoramiento para que las personas a quienes se esté aconsejando lleguen a un punto de vista equilibrado. Pudiera ser útil persuadirlos a que expliquen en sus propias palabras la descripción que la Biblia da del amor (1 Corintios 13:4-8). A veces se facilita el reajuste si se asegura a la persona que se trata de una debilidad que es común a todos nosotros. “Las equivocaciones... ¿quién puede discernirlas?” “Todos se han desviado.” (Salmo 19:12; Romanos 3:12; Salmo 130:3.)

      Las generalidades son inútiles

      Al dar consejo o instrucción, Jesús indicó específicamente cuáles eran los asuntos en cuestión (Mateo 22:15-46). De manera similar, cuando se da consejo matrimonial, se deben considerar específicamente los asuntos. Generalmente no es útil tener una consideración poco específica en cuanto al amor, la bondad y la generosidad. Unas cuantas palmaditas en la espalda y el decir las bien conocidas palabras: ‘Simplemente confía en Dios y todo saldrá bien’ pudiera ser todo lo que se necesite en ciertas circunstancias. Pero en otros casos dichas generalidades pudieran ser la expresión de alguien que no tiene ningún consejo realmente práctico que dar. (Vea Santiago 2:15, 16.)

      Quizás el consejero que no tiene experiencia o no es maduro tienda a evitar asuntos embarazosos o “delicados”. Pero Jesús, el Maravilloso Consejero, no se retrajo de considerar de manera apropiada asuntos tales como los que se relacionan con lo sexual, las finanzas y los hábitos personales. (Mateo 5:23, 24, 27, 28; 6:25-34.)

      Llegue al corazón

      El consejo que uno dé debe basarse siempre en la Biblia. Sin embargo, el simplemente citar textos bíblicos no garantiza que los que reciban el consejo adquirirán un verdadero entendimiento del asunto. Por eso, el consejero que tiene éxito sigue el ejemplo de Jesús y está dispuesto a razonar usando la Biblia. ¿Cómo? (Mateo 17:24-27.)

      Por ejemplo, considere la pareja que no se puede poner de acuerdo con relación al asunto de la jefatura. El esposo opina que está ejerciendo la jefatura cristiana de manera razonable. La esposa cree que se le está dominando y que se está ejerciendo la jefatura de manera irrazonable. El leer la consideración del apóstol Pablo acerca de la jefatura en Efesios 5:21-27 debería ser suficiente para establecer los principios en cuestión. Pero ¿entendería cabalmente entonces la pareja dichos principios y los aceptaría? No, a menos que las personas a quienes se diera el consejo vieran que las palabras de Pablo reflejan la situación de ellos y supieran cómo aplicarlas personalmente.

      Esto, en cambio, pudiera requerir una serie de preguntas escrutadoras: “¿Cómo ejerció Jesús su jefatura sobre la congregación?” “¿Por qué se dice: ‘Estén en sujeción los unos a los otros’?” “¿Cómo está el esposo en sujeción a la esposa?” “¿Cómo está la congregación en sujeción a Jesús?” “¿Qué nos dice esto sobre la relación de la esposa con el esposo?” y así por el estilo.

      Jesús, al usar esta manera de aconsejar, no dio las contestaciones él mismo. Tampoco lo hará el consejero sabio hoy día. Más bien, procurará que los que reciben el consejo las contesten, una tras otra... no obligándolos, sino haciéndolo de manera paciente y bondadosa. “Las intenciones secretas son como aguas profundas, pero el que es inteligente sabe descubrirlas” (Proverbios 20:5, Versión Popular). El proceso pudiera tomar minutos. Pudiera tomar horas. Pero puede hacer que la persona comience a pensar de la manera correcta. Y sirve de poderoso tónico para combatir la actitud negativa.

      Consejo mediante el ejemplo

      Un consejero matrimonial eficaz de los Estados Unidos cita el siguiente caso de enseñar mediante el ejemplo: “Para el beneficio de un esposo a quien se le hacía difícil mostrar cariño a su esposa, cierto anciano hizo un esfuerzo consciente por mostrar cariño a su propia esposa en presencia de dicho esposo. En poco tiempo éste aprendió lo que era apropiado”.

      En algunos países se ha hecho popular la idea de que la imagen “ideal” del hombre es la del tipo atlético de cuerpo bronceado, que sea bueno en los deportes rudos, alguien a quien le gustan las bebidas alcohólicas y otros vicios “viriles”. Tiende a asociarse con hombres y le da vergüenza mostrar afecto a su esposa en público, pues él cree que esto tiene algo de afeminado. He aquí una situación en que el aconsejar mediante el ejemplo constituiría una influencia beneficiosa.

      El paso no se puede apresurar

      El quejarse constantemente puede socavar las cualidades y experiencias positivas que unieron a la pareja por primera vez. Los recordatorios apropiados —quizás basados en el libro bíblico de Cantar de Cantares, la historia del amor inquebrantable que sentía la doncella sulamita para con el humilde y joven pastor— posiblemente reaviven emociones intensas que en un tiempo sintieron entre sí cuando su amor era nuevo.

      Sin embargo, la persona que aconseja tiene que ir a un paso que se preste a las necesidades de los que reciben el consejo. Un consejero profesional declaró que no siempre es sabio tratar de arreglar todas las faltas que salen a luz, como si se estuviera tratando de alcanzar la perfección. Más bien, pone a la pareja a resolver los problemas principales, y en la mayoría de los casos les pide que hagan una lista de dichos problemas en orden de importancia, poniendo los más difíciles primero. Entonces invierte la lista y hace que la pareja trate de resolver los problemas más fáciles primero. Así se les hace más fácil resolver después los problemas más difíciles.

      Las técnicas para dar consejo jamás deben ser sustitutivos de la sabiduría. El consejero profesional más hábil será de poca ayuda si usa sus destrezas para promover teorías humanas que son contrarias a los principios bíblicos. Por otro lado, el consejero matrimonial que está versado en los pensamientos de Dios, según están en la Biblia, es una provisión divina para estos tiempos difíciles en los cuales vivimos. (Isaías 32:1, 2.)

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