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Un hogar limpio a pesar de la mala salud¡Despertad! 1982 | 8 de julio
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a 20. Si usted tuviera mejor salud, quizás pudiera tener más muebles y adornos. Pero, una habitación no necesariamente se ve vacía si solo hay unos cuantos adornos. Si selecciona con cuidado los pocos adornos que usa, eso pudiera mostrar a mayor grado que tiene buen gusto.
Si tiene una casa grande, a lo mejor hasta desee cerrar una sección y tal vez cubrir el mobiliario con sábanas viejas, y abrir ésta solo cuando tenga invitados o en cualquier otra ocasión que sea necesario. Esto le ahorrará mucha limpieza adicional.
● AL COMPRAR ARTÍCULOS, CONSIDERE SI SON FÁCILES DE LIMPIAR
La tapicería de color oscuro hace resaltar el polvo; los colores claros se ensucian fácilmente. Telas de colores intermedios, que tengan algún estampado más bien que ser de un solo color, lucen más limpias y se requiere menos esfuerzo para limpiarlas. Hallará que un linóleo suave o un piso de madera son más fáciles de limpiar que una alfombra. Incluso al comprar la vajilla, algunas personas han hallado que es más sencillo fregar piezas plásticas irrompibles y no hay la preocupación de que se rompan.
● ÚTILES Y MATERIALES CONVENIENTES
Mantenga a mano los materiales de limpieza que se usan con más frecuencia. Si coloca una esponja y el producto para limpiar cerca de la bañera, usted o su familia se sentirán más inclinados a lavarla cuando terminen de usarla.
“Mantengo a mano una cestita plana para llevar artículos de acá para allá, de modo que, en vez de hacer una docena de viajes, hago dos,” informó una mujer tullida por la artritis. Otros han conservado las fuerzas usando tenazas para asir objetos o al limpiar lugares difíciles de alcanzar.
“Me atrevo a decir que un plumero es imprescindible,” declara la escritora Carol Eisen. Aunque admite que el polvo se esparce por el piso (el cual se puede limpiar con un estropajo o trapeador), ella añade, “es cuatro veces más rápido que el limpiar con un trapo, especialmente si se trata de artículos que no tienen superficies lisas, como los teléfonos, las velas y las palmeras en tiestos.” Por supuesto, puede que el polvo que flote en el aire irrite a algunos que padecen de asma. Otros han hallado que un trapeador o estropajo de juguete da mejor resultado y recoge el polvo en vez de esparcirlo.
Pero, a pesar de todos sus esfuerzos, habrá problemas difíciles de solucionar. Estos pueden hacer que usted pase algunos días malos, como admitió una mujer que tiene las coyunturas terriblemente desfiguradas por la artritis: “Si se derrama la leche, lo único que puedo hacer es aumentar el volumen de la radio de modo que oiga música en vez de oír quejarse las coyunturas mientras friego el piso.”
Haga un poco a la vez
Muchas personas que no tienen muy buena salud limpian una habitación a la vez para no cansarse demasiado. Puede que a veces usted tenga que hacer aun menos. “Cierto día estaba limpiando el dormitorio. El mover los muebles resultó demasiado para mí,” confesó una persona con mala salud, “así que le dije a mi hija: ‘¡Hoy limpié la mitad del cuarto y mañana haré el resto!’ Ambas nos reímos mucho, y al día siguiente acabé de limpiarlo.”
El limpiar las cosas tan pronto como termine de usarlas puede ahorrarle mucho tiempo después. El emplear cinco minutos para limpiar la cocina o el horno tan pronto como se derrame algo allí, puede ahorrarle varias horas de trabajo restregando la sustancia derramada una vez que ésta se haya endurecido.
El tener una rutina general puede impedir que surja el pánico si usted ve que van amontonándose los quehaceres domésticos, pues usted sabe que con el tiempo se ocupará de ellos. Pero su horario tiene que ser flexible. Puede que el martes por la mañana usted no se sienta con suficiente energía como para limpiar el piso de la cocina según lo tenía planeado, por eso, tal vez tenga que hacer una tarea más fácil en su lugar.
“Si uno mantiene las cosas en buen estado,” dijo un ama de casa experimentada, “entonces si no se siente bien, puede tan solo hacer una limpieza ligera y nadie nota la diferencia.” Pero, hay ocasiones en que uno está demasiado enfermo hasta para “hacer una limpieza ligera.” ¿Qué se hace entonces?
Ayuda de parte de otros... acéptela con agradecimiento
Quizás otros perciban las necesidades de usted y le ofrezcan ayuda. Nunca tenga demasiado orgullo para aceptar tal ayuda, ni sea tan exigente en cuanto a cómo deben hacerse las cosas que a la persona que le ayude le pese haber ofrecido hacerlo.
Tal ayuda no solo es de apreciar profundamente, sino que es una marca del cristianismo genuino. (Santiago 1:27; Juan 13:35) Cierto testigo de Jehová de edad avanzada que vive solo acababa de ser sometido a cirugía mayor. “Cuando salí del hospital,” dijo él, “dos de las hermanas de la congregación vinieron a mi hogar y lo limpiaron de arriba abajo. ¡Lo dejaron resplandeciente! De hecho, limpiaron áreas que yo había desatendido. Aun después de esto regresaban periódicamente para mantener todo resplandeciente.” Le faltaban a él las palabras para expresar cuánto apreció tal obra cristiana.
La limpieza sí importa
Un ambiente agradable alegra el corazón. También pueden ser estimulantes los comentarios que otros hagan acerca de nuestro hogar limpio.
Cuando una persona puede enfrentarse al desafío de la grasa y la mugre, a pesar de la mala salud, ella misma disfruta más de la vida. Uno ya no se siente agobiado por la culpa y la depresión ocasionadas por lo que debería hacer.
Un ama de casa que está casi totalmente ciega pero que, a pesar de eso, mantiene su hogar inmaculado, resumió bien la importancia de tener un hogar limpio. Ella dijo: “El saber que algo está limpio produce un sentimiento de bienestar interior.” Usted también puede experimentar dicho bienestar, ¡a pesar de las limitaciones que le imponga la mala salud!
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Diplomas para tontos¡Despertad! 1982 | 8 de julio
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Diplomas para tontos
“La calidad de la educación que consiguen hoy los que se gradúan es sustancialmente inferior a la que obtenían los estudiantes 50 o hasta 20 años atrás,” dijo John R. Silber, presidente de la Universidad de Boston, en una entrevista que se publicó en el U.S. News & World Report. Pasó a explicarlo así: “Dicho sencillamente: el diploma de los institutos de segunda enseñanza que se obtiene hoy es una credencial fraudulenta. No garantiza que la capacidad del graduado de leer y escribir esté a cierto nivel. No da a entender nada respecto a la habilidad de la persona para efectuar operaciones aritméticas sencillas... mucho menos álgebra, geometría del espacio o trigonometría. No asegura que el graduado tenga aptitud en la ciencia, en la historia del mundo o la de los Estados Unidos ni en cualquier otra materia. Lo que el diploma de las escuelas de segunda enseñanza dice es que un estudiante estuvo en una institución por unos 12 años. Eso es todo.”
Por supuesto, algunos estudiantes, movidos por deseos apropiados, sí se aplican a estudiar y se gradúan con un buen nivel de aptitud, pero la tendencia en los EE. UU. ha sido la de alejarse de las normas académicas rigurosas. El Sr. Silber señala que las escuelas del Japón entregan a la fuerza laboral jóvenes bastante bien educados a la edad de 18 años. Esto se debe a que los estudiantes “trabajan mucho, mucho más duro durante los primeros 12 años de escuela.”—7 de septiembre de 1981, pág. 53.
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