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  • Hombres de bondad amorosa y el Reino
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
w59 1/6 págs. 331-339

Hombres de bondad amorosa y el Reino

1. ¿Qué preguntas llegan a ser apropiadas hoy respecto al pacto del reino, y cómo está envuelta nuestra propia vida?

¿CÓMO podemos nosotros hoy día ser leales al pacto eterno que Jehová Dios hizo con David para el reino? ¿Con quiénes hoy día ha concluído Jehová un “pacto que durará indefinidamente respecto a las bondades amorosas para con David que son fieles”? (Isa. 55:3) ¡Mire! la antigua ciudad de Jerusalén está ocupada por árabes mahometanos. La cima de montaña que el templo de Jehová ocupaba en otro tiempo ahora la corona la mezquita conocida como la Cúpula de la Roca. La República de Israel no tiene rey de la casa real de David en el pacto para el reino. ¿Qué le ha pasado a ese pacto eterno? El que obtengamos vida eterna en el justo nuevo mundo de Dios que se aproxima depende de que obtengamos la respuesta correcta y de que obremos en armonía leal con ella.

2. ¿Cómo cesó la soberanía real activa de los sucesores de David en Jerusalén, y cómo fué que Zorobabel no revivió la soberanía real?

2 En 618 a. de J.C. el rey Joaquín, el décimonono gobernante en la línea directa del rey David, llegó a ser rey pero sólo reinó tres meses y diez días en Jerusalén. Se rindió a Nabucodonosor rey de Babilonia y fué deportado a Babilonia, donde crecieron sus hijos. Su tío, Sedequías, fué colocado en el trono de Jerusalén y reinó once años. En 607 a. de J.C. fué capturado y llevado a Babilonia para morir allí, sin hijos; y Jerusalén y su templo suntuoso edificado por Salomón fueron destruídos. Setenta años más tarde Zorobabel, el nieto de Joaquín, condujo a un resto de judíos leales de regreso de Babilonia a Jerusalén para reconstruir el templo de Jehová. Como súbdito de la nueva potencia mundial, el Imperio Persa, Zorobabel sirvió de gobernador civil de la tierra de Judá, pero no se sentó en ningún trono en Jerusalén como rey en conformidad con el pacto del reino de Jehová con David. Desde el derrocamiento del rey infiel Sedequías, ningún heredero real de la casa de David se ha sentado en el “trono de Jehová” en Jerusalén.

3. ¿Qué permitió Jehová por lo tanto que le sobreviniera a la casa de David, y cómo terminó la línea real de David hace diecinueve siglos sin que fracasara la promesa del pacto?

3 ¿Había fracasado el pacto de Jehová para el reino? ¿Había sido abandonado? ¡No! La bondad amorosa de Jehová, su amor leal, no permitió tal cosa. Es verdad que él trastornó su trono en Jerusalén y echó al último rey terrestre que lo ocupaba, Sedequías; pero Él no anuló su pacto eterno del reino. En cumplimiento de las estipulaciones del pacto él simplemente permitió que la casa de David recibiera su castigo por la maldad de los muchos reyes que representaron a Jehová en falsos colores en el “trono de Jehová” en Jerusalén. Durante todo este tiempo de castigo no faltó un hombre en la línea real de descendencia del rey David. Esa línea real terminó hace mil novecientos años. ¿Qué? ¿Fracasó la promesa del pacto de Dios y le ha faltado un hombre al rey David para servir como el heredero del pacto real? ¡De ninguna manera! ¿Por qué no? Porque la línea de descendencia de David terminó en aquel entonces con un descendiente que murió sin hijos, pero que vive para siempre. Él vive hoy en este siglo veinte y no necesita ningún sucesor en el pacto del reino. En conformidad con eso, los únicos registros disponibles de la línea real de descendencia del rey David terminan con Jesucristo. Ningún judío que vive hoy puede demostrar que su línea de descendencia proviene del rey David.

4. ¿Por qué se llama Jesús el Hijo de David en un sentido regio o real, y por qué consintió en darlo a luz su madre humana?

4 Jesús nació en Belén-Judá, lugar donde nació David. Por medio de dos líneas de familia demuestra que su línea de descendencia proviene de David, de modo que él se llama el Hijo de David en sentido regio o real. (Mat. 1:1 a 2:11; Luc. 3:23-31) Su nacimiento humano fué milagroso, porque él fué en realidad el Hijo de Dios que descendió desde el cielo. Su fuerza de vida fué trasladada desde allí hasta el vientre de una virgen judía de la casa de David, llamada María. Para obtener el consentimiento de ella en cuanto a llegar a ser la madre del Hijo de Dios, Jehová envió su ángel Gabriel a decirle que ella había sido escogida para ser la madre humana de la simiente prometida del patriarca Abrahán y el heredero prometido del pacto del reino eterno. Después de saludarla, el ángel Gabriel dijo: “No tengas temor, María, porque has hallado favor con Dios; y, ¡mira! concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y habrás de llamarlo Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y él será rey sobre la casa de Jacob [Israel] para siempre, y no habrá fin de su reino.” (Luc. 1:26-33) Leal al pacto del reino de Jehová, María consintió amorosamente a este acto milagroso.

5. ¿En cumplimiento de qué profecía fué efectuado este nacimiento por una virgen, y cómo fué anunciado el nacimiento?

5 En cumplimiento de la profecía de Isaías 7:14 el nacimiento de Jesús de esta joven aconteció como una gran señal, la importancia de la cual en nada ha disminuído hasta este día. El ángel de Jehová desde el cielo dijo a los pastores de Belén que este Hijo milagroso de David había de ser el Ungido de Jehová, el Cristo: “Les estoy declarando a ustedes las buenas nuevas de un gran gozo que toda la gente tendrá, porque les nació a ustedes hoy un Salvador, que es Cristo el Señor, en la ciudad de David.”—Luc. 2:1-12; Mat. 1:18-25.

6. ¿Qué puede decirse en cuanto a si el llegar a ser Jesús el Heredero permanente del pacto del reino lo restringió a esta tierra o no, y por eso por quién fué ungido Jesús?

6 Nació humano con el fin de ser verdaderamente la Simiente de Abrahán para la bendición de todas las naciones y para ser en realidad el Heredero eterno de David para el reino, pero Jesús no había de ser restringido a esta tierra por medio de tener que sentarse en un trono material en el monte Sión de Jerusalén. Cuando Jehová Dios hizo el pacto del reino con David hace tres mil años, su propósito era tener finalmente un reino celestial eterno para el Heredero permanente de David. Ningún sumo sacerdote levita podía ungir a Jesús a tal gobierno celestial. Jehová lo ungió después de su bautismo en agua, derramando espíritu santo sobre Jesús y santificándolo como el Cristo.

7. Por lo tanto, ¿qué fué muy apropiado que Jesús predicara, y en lealtad al pacto del reino a quiénes extendió una bienvenida?

7 Allí Jesús fué engendrado por el espíritu de Dios para llegar a ser un Hijo espiritual de Dios, destinado a vida futura en el cielo. Fué muy apropiado, entonces, que Jesús predicara el reino de Dios, “el reino de los cielos.” Él llamó discípulos para que lo siguieran y buscaran primero el Reino. Cuando los llamó, realmente les estaba extendiendo la invitación de Dios por medio del profeta Isaías: “Inclinen su oído y vengan a mí. Escuchen, y su alma se mantendrá viva, y prestamente concluiré con ustedes un pacto que durará indefinidamente respecto a las bondades amorosas para con David que son fieles.” (Isa. 55:3) Esto significó que Jehová Dios se había propuesto dar a Jesucristo algunos coherederos en el reino celestial. Con lealtad al pacto del reino Jesús dió la bienvenida a tales coherederos del reino de Dios. Después de su última pascua con sus apóstoles leales, él les dijo: “Ustedes son los que han permanecido conmigo en mis pruebas; y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y se sienten en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Luc. 22:28-30) ¡Qué bondad amorosa fué esto de parte de Jehová Dios!

8. ¿Cómo pareció la situación cuando Jesús yació muerto en Sheol, y qué tuvo que hacer Jehová ahora en conformidad con su promesa?

8 ¡Oh tanto dependía de aquel único Heredero del reino, Jesucristo! Cuando él murió y fué enterrado, parecía que al fin iba a faltar un hombre de la casa de David que se sentara sobre su trono, que era el “trono de Jehová.” La profecía que el ángel entregó a Daniel mucho tiempo atrás decía que el “príncipe del pacto” sería quebrantado por una “persona despreciable,” el emperador Tiberio César de Roma. (Dan. 11:21, 22, AN) Jesús yació quebrantado en la muerte, en Sheol o Hades, que es el sepulcro común del género humano pecaminoso. Aparentemente entonces era una imposibilidad hacer revivir el pacto del reino con David. Sin embargo la verdadera imposibilidad era que el Dios Todopoderoso permitiera que fracasara su pacto. Su bondad amorosa, su amor leal, que se prometió en el pacto y que justamente le correspondía a este Hijo leal de Dios, Jesucristo, jamás podría permitir que fracasara el pacto. Jehová Dios tenía que sacarlo de Sheol o Hades o “infierno,” el sepulcro común del género humano. En el Salmo 16:10 Jehová había prometido con anticipación hacer esta cosa milagrosa. Él inspiró a David a decir: “Tú no dejarás mi alma en Sheol. No dejarás que tu hombre de bondad amorosa vea el hoyo.” Esa profecía aseguró la resurrección de Jesús, el David Mayor, del sepulcro.

9. ¿De qué fué una expresión la resurrección de Jesús por Jehová, y cómo nos aclaró este hecho Pablo?

9 El resucitar Dios a Jesús fué una expresión de bondad amorosa divina en apoyo del pacto del reino con David. El apóstol Pablo nos aclara esto, diciendo: “El hecho de que le resucitó de entre los muertos destinado para no volver jamás a la corrupción, lo ha declarado él de esta manera: ‘Les daré a ustedes, oh gente, las bondades amorosas de David las cuales son seguras.’ Por eso también dice en otro salmo: ‘No permitirás que tu hombre de bondad amorosa vea la corrupción.’ Porque David, por una parte, sirvió la voluntad expresa de Dios en su propia generación y se durmió en la muerte y fué acostado con sus antepasados y sí vió corrupción. Por otra parte, aquel a quien Dios levantó no vió corrupción.”—Hech. 13:34-37.

OTROS INTRODUCIDOS EN EL PACTO

10. ¿Quién, por lo tanto, fué el “hombre de bondad amorosa” de Jehová, y por medio de resucitarlo al cielo Jehová abrió el camino para hacer qué?

10 Jesucristo es el “hombre de bondad amorosa” o el hombre de amor leal de Jehová, a quien Él no dejó en Sheol. Por medio de levantarlo de la muerte a la vida inmortal en el cielo Jehová abrió el camino para extender la bondad amorosa segura de su pacto con David a otros “hombres de bondad amorosa” u hombres leales: los apóstoles fieles y todos los otros cristianos dedicados a quienes Dios engendra y hace coherederos con su Hijo Jesucristo en el reino celestial.

11. En el Salmo 145, ¿qué cantó David acerca de los hombres de bondad amorosa de Jehová?

11 De manera profética David cantó: “Todas tus obras te ensalzarán, oh Jehová, y tus hombres de bondad amorosa te bendecirán. Hablarán de la gloria de tu soberanía real, y dirán de tu potencia, para dar a conocer a los hijos de los hombres los hechos poderosos de él y la gloria del esplendor de su soberanía real. Tu soberanía real es soberanía real de todos los tiempos indefinidos, y tu dominio dura por todas las generaciones sucesivas.”—Sal. 145:10-13.

12. ¿Cuántos hombres espirituales de esa clase quedan en este tiempo del fin, y por qué no fueron desechados por sus faltas durante la I Guerra Mundial?

12 En este tiempo del fin del mundo sólo queda un resto en la tierra de estos “hombres de bondad amorosa” u hombres de amor leal espirituales, es decir, hombres que son piadosos o concienzudos en desempeñar sus obligaciones a Jehová Dios. Durante la I Guerra Mundial faltaron en lo que tocaba a sus responsabilidades para con Dios. De modo que él se irritó con ellos. En su ira permitió que entraran en un cautiverio semejante al de los judíos en Babilonia. (Isa. 12:1, 2; 54:7-10) ¿Por qué no desechó Jehová a los de este resto durante la I Guerra Mundial a causa de sus faltas bajo las pruebas y persecuciones concomitantes de la guerra? Fué a causa de su lealtad a su pacto.

13, 14. (a) Por medio de su pacto, ¿qué se había obligado Jehová a expresar hacia esta clase del resto? (b) De modo que, ¿qué tuvieron que sufrir los del resto durante la I Guerra Mundial, y qué les costó financieramente mantener viva su alma hasta este día?

13 Por medio de Jesucristo había introducido a los miembros de este resto en el pacto del reino. Por consiguiente se obligó a sí mismo a expresar las bondades amorosas a David que fueron prometidas en el pacto. Cuando hizo el pacto con David, Jehová dijo: “Cuando [el sucesor del reino] obre mal, entonces ciertamente lo reprenderé con la vara de los hombres y con los golpes de los hijos de Adán. En cuanto a mi bondad amorosa [mi amor leal], no se apartará de él de la manera que la quité de Saúl, a quien quité de delante de ti [David]. Y tu casa [tus coherederos en el reino] y tu reino ciertamente serán firmes para siempre delante de ti; tu mismísimo trono llegará a ser un trono establecido firmemente para siempre.”—2 Sam. 7:14-16.

14 Por eso el resto de “hombres de bondad amorosa” tuvo que recibir su castigo a manos de las naciones en guerra. Esto fué una reprensión con la vara de hombres y con los golpes de los hijos de Adán. Exactamente así, también, la casa real de David hace mucho tiempo tuvo que recibir su castigo desde 607 a. de J.C., cuando fué destruída Jerusalén, hasta 29 d. de J.C., cuando apareció el prometido Mesías el Príncipe, el Heredero permanente del rey David. En 1919 Jehová libertó a los del resto que de corazón querían ser leales a él. Luego los puso a trabajar como testigos de Él a un grado nunca antes conocido. En conformidad con las palabras de Lamentaciones 3:22, 23 pudieron decir: “Son los hechos de bondad amorosa de Jehová que no hayamos llegado a nuestro final, porque sus misericordias ciertamente no llegarán a un fin. Son nuevas cada mañana. Tu fidelidad es abundante.” Toda esta liberación y restauración se les dió a ellos “aun sin dinero y sin precio,” y por eso su alma se ha mantenido viva hasta este día.—Isa. 55:1-3.

15. ¿Cómo podemos probar nuestra lealtad al pacto del reino hoy día, y cómo mostró Jehová que no había olvidado este pacto, sino que todavía se sentía obligado por él?

15 La pregunta apropiada ahora es: ¿Cómo podemos nosotros, testigos de Jehová, igual que los israelitas de la antigüedad e igual que Jesús y los apóstoles, probar nuestra lealtad al pacto del reino hoy día? Podemos probarla por medio de ser leales al reino reinante del Heredero eterno del pacto del reino. Jehová Dios nunca ha olvidado ni una sola vez su pacto desde que el último rey de la casa de David se sentó en el trono de Jerusalén. Es verdad que el reino activo de David estuvo fuera de acción durante más de seis siglos. Pero la milagrosa llegada de Jesucristo el “príncipe del pacto” desplegó la lealtad de Jehová al pacto al cual él había juramentado. Jehová jamás se perjura. Cuando una persona presta juramento y luego no efectúa aquello que juramentó, significa no sólo que uno se perjura sino también significa que uno se acarrea una maldición a sí mismo. Jehová jamás se acarrea una maldición a sí mismo. Él por siempre es el Bendito. Cuando él jura por su propio nombre o por sí mismo, jamás jura a una mentira; pero su juramento solemne agrega todavía más certeza de que la cosa que juró se logrará. Por lo tanto en aquel entonces la llegada de Jesús el Mesías y su resurrección de entre los muertos probó que el pacto juramentado de Jehová no había entrado en decadencia. Todavía le era obligatorio a Jehová Dios aunque el reino no había estado funcionando en Jerusalén durante 635 años, o desde 607 a. de J.C. hasta 29 d. de J.C.

16. (a) ¿Por qué la larga espera de Jesús y el no usar el poder del Reino no causó la muerte legal del pacto del reino? (b) ¿Por qué no incluye esto a la cristiandad, y, a pesar de eso, cómo ha sido Jehová leal al pacto?

16 Pero ¿cómo se conecta todo esto con nuestro propio tiempo? Bueno, el reino del Heredero permanente del pacto real no entró en acción cuando el Jesús resucitado ascendió al cielo en el año 33. Desde la primavera de ese año hasta el otoño de 1914, o durante 1881 años, Jesús ha estado sentado a la diestra de Dios, no reinando, sino aguardando a que llegara el tiempo de Dios para hacer de los enemigos del reino el escabel de Jesús, el Heredero del reino. ¿Causó ese largo período de espera la muerte legal del pacto? No; no le impuso a Jesús en el cielo una pérdida de su derecho al poder del Reino a causa de no usarlo. No; porque durante todos esos siglos de aguardar pacientemente, el pacto del reino ha estado activo. ¿Cómo es eso? Pues Jehová ha estado escogiendo a 144,000 coherederos, aquellos cristianos que responden a su invitación y con quienes él concluye el “pacto que durará indefinidamente respecto a las bondades amorosas para con David que son fieles.” Esto no incluye a la cristiandad. La cristiandad, con sus millones de habitantes, ha sido infiel al pacto desde el siglo cuarto. Ella no ha aguardado a que el reino del Heredero de Jehová fuera establecido en Su tiempo señalado. Ella ha despreciado el pacto. ¿Cómo? Por medio de entrar en una unión de su iglesia con el estado político o reinos de este mundo bajo Satanás el Diablo. Pero a pesar de eso, Jehová fué leal a su pacto juramentado por medio de continuar sacando de este mundo, de todas las naciones, a los cristianos verdaderos e introduciéndolos en el pacto.

17. Antes de terminar de usar al resto, ¿qué hizo Jehová tocante al Reino, en cumplimiento de Isaías 16:5?

17 Aun antes de que Jehová terminara su trabajo con los del resto de los 144,000 coherederos o terminara de usarlos como sus testigos en la tierra, Jehová estableció el Reino, por el cual los hombres y las mujeres leales han tenido sed y hambre. En apoyo de su pacto eterno con David él había prometido: “En bondad amorosa ciertamente será establecido firmemente un trono, y uno debe sentarse en él con fidelidad en la tienda de David, juzgando y buscando justicia y siendo pronto en la rectitud.” (Isa.16:5) En el año trascendental de 1914 llegó el tiempo para que Jehová sentara al Heredero del Reino en el trono como rey reinante, “en la tienda de David,” como Hijo de David y no obstante como Señor celestial de David.—Sal. 110:1, 2; Mat. 22:41-45.

18. (a) ¿Semejante a qué cuerpos celestiales había de durar el Heredero permanente del pacto del reino? (b) ¿Qué por lo tanto es el deber explícito de los del resto, y de qué participan como galardón por la lealtad?

18 ¿Ha cesado alguna vez el sol de levantarse e introducir el día? ¿O ha cesado alguna vez la luna de brillar durante la noche? Ni una sola vez hasta este día. Igualmente Jehová, quien guarda el pacto y la bondad amorosa, no ha olvidado ni ha descuidado este pacto importantísimo para el Reino que lo vindicará a Él como el Soberano legítimo del universo. Él juró en su santidad, y no fué mentira cuando le dijo al rey David que su casa real duraría y que su trono sería permanente. Jesucristo, el Heredero permanente del pacto de bondad amorosa para con David, dura, exactamente igual que el sol y la luna, y hoy Jesucristo reina desde el “trono de Jehová” en los cielos. (Sal. 89:28-37) Por lo tanto nuestro deber está claro. Los “hombres de bondad amorosa” de Jehová deben a Dios el ser leales a su Rey reinante entronizado, el Hijo y Señor de David. Como galardón por su amor leal comen la leche de la pinguosidad de la mesa espiritual de Dios, y beben el vino de los gozos del ministerio del Reino como embajadores del Reino.

SÚBDITOS TERRESTRES LEALES

19. ¿Quiénes además de los israelitas naturales fueron leales a David, y quiénes aun de la propia casa del rey Saúl?

19 Allá en el día del rey David aun residentes extranjeros en Israel fueron leales a él a causa de que él era el gobernante ungido de Jehová, aquel con quien se había hecho el pacto para una dinastía eterna y un trono firmemente establecido. Entre tales extranjeros leales se hallaban los geteos (hombres de Gat de Filistea) y los peleteos y los kereteos. (2 Sam. 15:18-22) Aun Jonatán el hijo de Saúl el rey rechazado desplegó bondad amorosa inquebrantable a David porque él fué el escogido de Jehová. Sí, los mismísimos hermanos del rey Saúl, los miembros de su tribu de Benjamín, pusieron la selección de Jehová por encima de las personalidades y se pusieron de parte de Su ungido escogido, David.—1 Sam. 18:1-4; 20:8, 14, 15; 1 Cró. 12:1, 2, 19, 29.

20, 21. (a) ¿A quiénes encontramos hoy día que son imitadores de tales antiguos partidarios y sostenedores de David? (b) ¿Cómo dan expresión práctica de su amor leal, y cómo participan ahora con el resto?

20 Hoy hallamos fieles imitadores de aquellos antiguos partidarios y sostenedores de David, el ungido de Jehová. Una grande muchedumbre de hombres y mujeres que llegan a tener un conocimiento del pacto del reino de Jehová con Jesucristo y sus coherederos ahora lealmente da su apoyo al Heredero permanente del pacto eterno. ¿Qué hay si los de esta grande muchedumbre son de tantas naciones, tribus, pueblos y lenguas diversificados? Esto no influye en ellos de modo que no den su lealtad al gobierno de Dios en los cielos. Se dirigen a Él en su trono y a Jesucristo su Hijo semejante a Cordero y los aclaman. Con voz fuerte unidamente claman en confesión pública: “La salvación se la debemos a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.” Día y noche rinden servicio sagrado a Jehová, y dejan que su Hijo semejante a Cordero los guíe como su Pastor-Rey.—Apo. 7:9-17.

21 Con el fin de dar una expresión práctica de este amor leal a su Pastor-Rey, se mantienen leales al resto de sus coherederos del Reino, sus hermanos, aquellos “hombres de bondad amorosa,” a quienes Dios ha introducido en el pacto del Reino y a quienes Él ha congregado a sí mismo como aprobados. (Sal. 50:5) Esta es la razón por la cual el Pastor-Rey aprueba a aquellas “otras ovejas” y las congrega a su diestra y dice: “Vengan, ustedes que tienen la bendición de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo.... Verdaderamente yo les digo a ustedes: Al grado que lo hicieron [todo ese bien] a uno de los menores de éstos mis hermanos, me lo hicieron a mí.” (Mat. 25:31-40) Esto explica por qué estas “otras ovejas” ahora también participan del “vino y leche” deliciosos que hoy se desbordan desde el resto de los hermanos reales de Cristo, sin dinero y sin precio.

¡LLEVASE A CABO LA PRUEBA!

22. ¿En vista del cumplimiento de qué profecía de Daniel concerniente al pacto está llevándose a cabo a hora la prueba de amor leal hacia dicho pacto?

22 ¡La prueba del amor leal al pacto del Reino y al Heredero reinante de ese pacto ahora está llevándose a cabo! La potencia dictatorial que ahora está empeñada en la dominación mundial se opone no sólo a la cristiandad democrática, sino principalmente al Heredero del Reino que llegó al poder en 1914. La profecía del ángel de Jehová aclara esto por medio de decir acerca de esta ambiciosa potencia dictatorial: “[Él] regresará, y estará rabioso contra el santo pacto; y hará su voluntad; y volverá, y tendrá inteligencia con los que abandonan el santo pacto. Y a aquellos impíos violadores del pacto los inducirá en la apostasía por medio de halagos; pero el pueblo que conoce a su Dios se esforzará [“mantendrá firme,” BC].”—Dan. 11:30, 32, Mod.

23. ¿Qué cristianos profesos han violado el pacto, y cómo es cierto ahora lo que Oseas 4:1 dice de ellos?

23 Grandes secciones de la cristiandad han sido capturadas por la impía potencia dictatorial, y los clérigos de la cristiandad han llegado a entenderse con la potencia dictatorial. Han cedido a los halagos de parte de ella y han optado por servir a hombres más bien que a Dios. Aun los clérigos de la parte nominalmente “libre” de la cristiandad han violado el pacto o han obrado inicuamente contra él. Han demostrado que son desleales a “Cristo el Rey,” a quien profesan seguir y en cuya honra celebran fiestas cada año. No han seguido el fiel proceder de las “otras ovejas” del Rey, sino que han perseguido a los hermanos del Rey, al resto de los “hombres de bondad amorosa” de Jehová. En realidad ellos dicen: “No tenemos más rey que César.” (Juan 19:15) Ahora es tan cierto de la cristiandad como lo fué del antiguo Israel en los días del profeta Oseas: “Yahveh tiene una controversia con los habitantes de la tierra, porque no hay fidelidad ni bondad amorosa ni conocimiento de Dios en la tierra.” (Ose. 4:1, Ro) Sin embargo hoy Jehová sí tiene ovejas que son fieles a él.

24. ¿Cómo somos nosotros diferentes de la cristiandad, y por qué debe nuestra lealtad más elevada para siempre ser para el gobierno del Primogénito de Jehová?

24 Nosotros no formamos parte de la cristiandad ignorante. Nosotros conocemos a nuestro Dios. Mostramos nuestra lealtad a su pacto con su David Mayor por medio de predicar las buenas nuevas del reino de Dios establecido en 1914. Predicamos por todas partes: en Asia, África, Australia, Europa, las Américas y en el sinnúmero de islas del mar, para dar un testimonio bajo nuestro Caudillo celestial, a quien Jehová ha dado como su principal “testigo a los grupos nacionales.” (Isa. 55:3, 4) Mediante él Jehová ha decretado que hasta el fin de este mundo estas buenas nuevas de ese reino, por el cual se hizo un pacto hace mucho tiempo, tienen que ser predicadas. ¿Cómo, pues, hasta el fin de este mundo podría Dios en momento alguno olvidar el pacto para su reino eterno? Sin una sola excepción, ese reino supera a todos los gobiernos políticos de este mundo. Jehová dice acerca de su Rey: “Yo mismo lo pondré como primogénito, el altísimo de los reyes de la tierra.” (Sal. 89:27) ¡A ese gobierno teocrático del Primogénito de Jehová sean para siempre nuestras más elevadas, más plenas y más imperecederas fidelidad, devoción y lealtad!

25. Prescindiendo de cuánto luchen contra él las potencias enemigas, ¿qué cosas siguen siendo verdaderas en cuanto al reino de Dios mediante su Heredero, y por qué?

25 Prescindiendo de cuánto luchen contra él las potencias del comunismo y de la cristiandad y de la paganía; prescindiendo de cuán fanáticamente traten de asirse de sus soberanías nacionales y de sus dominios terrestres, el reino de Dios por medio de su Heredero del pacto es la realidad inamovible de hoy día. Es la única cosa segura del futuro eterno. En respuesta a la oración modelo de Jesús (Mat. 6:9, 10), el reino del Padre celestial llegará al campo de batalla del Armagedón y pondrá fin al ardiente punto en cuestión de gobierno, y todas las soberanías gobernantes políticas de este viejo mundo tendrán que descender al Gehena.

26. ¿Por qué no dejamos las buenas nuevas del reino de Dios como si fuesen algo ya anticuado, y hasta cuándo aumentará nuestra predicación del Reino?

26 Las buenas nuevas que predicamos acerca del reino de Dios son verdaderamente sensacionales. Pero no se han exagerado. No son broma. Durante cuarenta años hasta esta fecha las hemos predicado, pero no son nuevas que se hacen anticuadas y que pierden su atracción y su sabor y que deban ser dejadas. Siempre son frescas, algo nuevo, siempre se hacen más grandiosas. Dios no las ha dejado. Nosotros no las dejaremos. Nuestra predicación del Reino ordenada por Dios tiene que seguir. Aumentará hasta que terminen los reinos y soberanías gobernantes gentiles y hasta que el reinado milenario de Jesucristo gane la gloriosa paz que sigue al Armagedón, cuando hayan sido calladas todas las propagandas humanas inspiradas por los demonios y haya acabado la guerra de propaganda entre el comunismo y sus opositores y contra el reino de Dios.

27. ¿Qué cualidades tenemos que ejercer para con los que favorecen el pacto y el Reino, y qué, a su vez, ejercerá Jehová para con nosotros?

27 De modo que seamos siempre fieles y leales al pacto del Reino hecho con el David Mayor de Jehová. A todos los hombres que respetan ese pacto y que sostienen el Reino prometido por él mostremos bondad amorosa y fidelidad. Dice Proverbios 3:3, 4: “No se aparten de ti la bondad amorosa y la fidelidad mismas. Átalas a tu cuello. Escríbelas en la tabla de tu corazón, y así halla favor y buen discernimiento a vista de Dios y del hombre terrestre.” Por hacer eso, hallaremos que Jehová Dios mismo ejercerá estas mismas cualidades preciosas para con nosotros por medio de su Rey Jesucristo, y nuestra alma se mantendrá viva para siempre. “Todas las sendas de Jehová son bondad amorosa y fidelidad para los que observan su pacto y sus recordatorios.”—Sal. 25:10.

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