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  • La esperanza salvaguarda la mente
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1961
w61 1/11 págs. 643-644

La esperanza salvaguarda la mente

LA VIDA es la posesión más preciosa del hombre. No obstante, sin la esperanza la vida pierde su valor y significado. Según el Dr. E. W. Kansky, en los EE. UU. cada sesenta segundos alguien trata de suicidarse, y cada año unos 20,000 logran hacerlo. Puesto que la falta de esperanza conduce a pérdida de la vida, la persona sabia procura fortalecer su mente con una esperanza fuerte y sólida para el futuro. Se anima a los cristianos a que se pongan “como yelmo la esperanza de salvación.”—1 Tes. 5:8.

La esperanza se define como un “deseo acompañado de expectación de recibir lo deseado.” Desde que el primer hombre cayó de la perfección por haberse rebelado contra su Creador, el género humano ha estado hundido en el cenagal de la tribulación, desesperación, enfermedad y finalmente la muerte. El hombre vehementemente desea cosas mejores—paz, seguridad, salud y vida. Pone su confianza en riquezas materiales o en algún hombre u organización y se convence de que podrá obtener estas cosas deseadas. Así desarrolla una esperanza; ésta le impulsa, diciéndole que el mañana será mejor. Tal esperanza hace que la vida valga la pena y trae gozo al corazón.

Por ejemplo, cuando terminó la II Guerra Mundial los líderes del mundo ofrecieron las Naciones Unidas como la ‘mejor esperanza de paz.’ Al tiempo de firmarse su carta constitucional en San Francisco en 1945, “se tocaron las campanas de las iglesias. Se apiñaron los cristianos en sus iglesias. Cantaron hosannas alegres al Príncipe de Paz. Dieron gracias a Dios de que por fin se había creado una institución para ‘salvar a generaciones subsiguientes del flagelo de la guerra.’”—The Churches and the United Nations, por Gualterio W. Van Kirk.

¿Qué les pasó a estas esperanzas producentes de gozo? Gualterio Van Kirk confiesa: “No se puede negar que las altas esperanzas que nacieron en San Francisco no se han realizado cabalmente.” ¡Qué declaración más incompleta es ésta! Esperanzas destrozadas y expectativas no cumplidas han traído desilusión, dejando a millones de personas en desconsuelo. El error que el género humano ha repetido a menudo ha sido el de cifrar esperanza en los esfuerzos del hombre débil y mortal. Pero Dios dice: “No deposites tu confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no le pertenece salvación alguna. Feliz es el que tiene al Dios de Jacob como ayuda suya, cuya esperanza está en Jehová su Dios.”—Sal. 146:3, 5; Pro. 13:12.

Las esperanzas que se edifican sobre las promesas de hombres conducen muy a menudo a la desilusión, pero Jehová es “el Dios que da esperanza” que se edifica sobre el fundamento más fuerte del universo, su propia promesa. Pues “es imposible que Dios mienta.” De modo que podemos “tener ánimo fuerte para echar mano de la esperanza puesta delante de nosotros. Esta esperanza la tenemos como ancla del alma, segura y firme.” La esperanza que Dios da “no conduce a la desilusión.”—Rom. 15:13; Heb. 6:18, 19; Rom. 5:5.

Los corazones del género humano claman por paz, seguridad, salud y vida. La Biblia les invita: “Confía en Jehová y haz el bien . . . y él te concederá las peticiones de tu corazón.” Jehová satisfará las peticiones del corazón de todos los que confían en él proveyendo para ellos un nuevo mundo en el cual “la justicia habrá de morar.” En ese nuevo mundo “la obra de la justicia verdadera debe llegar a ser paz, y el servicio de la justicia verdadera quietud y seguridad hasta tiempo indefinido. Y mi pueblo debe morar en un lugar de habitación pacífico y en residencias de plena confianza y en descansaderos tranquilos.”—Sal. 37:3, 4; 2 Ped. 3:13; Isa. 32:17, 18.

Jehová hasta satisfará el deseo del corazón de tener salud perfecta y vida sin fin. Porque “él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni tampoco habrá más duelo ni lloro ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” ¡Qué maravillosa esperanza es ésta y se cumplirá, sí, porque lo promete el Todopoderoso Dios! De modo que ‘regocíjese en la esperanza que está delante.’ Medite en ella, desarrolle un deseo vehemente por “la vida eterna que Dios, quien no puede mentir, hace mucho prometió.”—Apo. 21:4; Rom. 12:12; Tito 1:2.

Por medio de hacer que la promesa de Jehová sea nuestra esperanza tendremos un ancla firme para nuestra alma. Cual yelmo, esa esperanza salvaguardará nuestra mente. A medida que este mundo sigue enfrentándose a una calamidad tras otra, trayendo desilusión amarga a las personas cuyas esperanzas están depositadas en él, nuestra esperanza en el nuevo mundo de Jehová se hará más brillante y más preciosa. Aun cuando la calamidad nos hiriese en la forma de accidente, persecución, enfermedad o la muerte de alguna persona amada, nuestra esperanza nos sostendrá, impulsándonos hacia adelante con la seguridad de recibir la bendición de Jehová en su nuevo mundo.

Le hace feliz a Jehová el que sus siervos atesoren su dádiva de vida. Esta dádiva sirve de salvaguardia para nuestra mente. ¿Cómo es esto? ¿Ha prometido usted alguna vez dar a un niño algo que él deseaba vehementemente siempre que él sacara una buena nota en sus exámenes escolares? El niño enfocó su mente en sus estudios, no permitiendo que intereses ajenos le distrajeran, porque deseaba con tanta vehemencia ese hermoso regalo. Mientras estudiaba, el niño se imaginaba poseyendo el regalo y, emocionado ante el pensamiento, estudiaba con más ahínco para hacerlo una realidad. De manera parecida Jehová promete vida eterna como recompensa por la obediencia a su voluntad. Por medio de emocionarnos ante la perspectiva fijaremos nuestra mente en la ejecución de la voluntad de Dios, no permitiendo que nada nos distraiga, para estar seguros de conseguir la intensamente deseada recompensa de vida.

De manera que guarde su mente haciendo que su esperanza descanse sobre las seguras promesas de Jehová. Haga que esa esperanza sea una realidad por medio de aprender la voluntad de Dios y luego hacerla. Que sea su actitud la que se expresa en Isaías 25:9: “¡Mira! Este es nuestro Dios. Hemos esperado en él, y él nos salvará. Este es Jehová. Hemos esperado en él. Estemos gozosos y regocijémonos en la salvación por él.”

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