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Se proclama la vuelta del Señor (1870 - 1914)Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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“Al parecer por accidente, una noche entré en un sucio y polvoriento salón donde sabía que se celebraban servicios religiosos, para ver si el puñado de personas que se reunía allí ofrecía algo más sensato que los credos de las principales iglesias. Allí escuché por primera vez algunas de las creencias de los segundoadventistas [Iglesia del Advenimiento de Cristo]; el predicador era el Sr. Jonas Wendell [...] Por lo tanto, me reconozco endeudado con los adventistas, así como con otras confesiones. Aunque la presentación bíblica que él hizo no fue muy clara, [...] me bastó, con la guía de Dios, para recuperar la fe, vacilante entonces, en la inspiración divina de la Biblia y para mostrarme que los escritos de los apóstoles y los profetas eran inseparables. Lo que oí me envió a la Biblia a estudiar con más celo y detenimiento que nunca antes, y siempre le agradeceré al Señor esa guía; pues aunque el adventismo no me llevó a ninguna verdad particular, me ayudó mucho a deshacerme de errores y así me preparó para la Verdad”.
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Se proclama la vuelta del Señor (1870 - 1914)Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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La influencia de otros
Russell confesó con franqueza que otros le habían ayudado en el estudio de la Biblia. No solo reconoció que estaba endeudado con el segundoadventista Jonas Wendell, sino que también habló con afecto de otras dos personas que le habían ayudado en sus estudios de la Biblia. Russell dijo de estos dos hombres: “El estudio de la Palabra de Dios con estos estimados hermanos me llevó, paso a paso, a pastos más verdes”. Uno de ellos, George W. Stetson, era un celoso estudiante de la Biblia y pastor de la Iglesia del Advenimiento de Cristo en Edinboro (Pensilvania).
El otro, George Storrs, era el editor de la revista Bible Examiner, de Brooklyn (Nueva York). Storrs, que nació el 13 de diciembre de 1796, se sintió impulsado inicialmente a examinar lo que la Biblia dice sobre la condición de los muertos después de haber leído algo que publicó (aunque anónimamente en aquel tiempo) un meticuloso estudiante de la Biblia, Henry Grew, de Filadelfia (Pensilvania). Storrs defendió celosamente lo que se llamaba inmortalidad condicional, la enseñanza de que el alma es mortal y que la inmortalidad es un don que recibirán los cristianos fieles. También llegó a la conclusión de que, puesto que los inicuos no tienen inmortalidad, no existe el tormento eterno. Storrs hizo muchos viajes, durante los cuales presentó discursos sobre el tema de que los inicuos no tienen inmortalidad. Una de las obras que publicó es el libro Six Sermons (Seis sermones), del que con el tiempo se distribuyeron 200.000 ejemplares. Sin duda, los sólidos puntos de vista bíblicos de Storrs sobre la mortalidad del alma y la expiación y restitución (restauración de lo que se perdió debido al pecado adánico; Hech. 3:21) ejercieron una influencia fuerte y positiva en el joven Charles T. Russell.
Sin embargo, hubo otro hombre que afectó profundamente la vida de Russell y también puso a prueba su lealtad a la verdad bíblica.
Profecías cronológicas y la presencia del Señor
Una mañana de enero de 1876 el joven Russell, de 23 años de edad, recibió una revista religiosa titulada Herald of the Morning (El Heraldo de la Mañana). La ilustración de la portada le indicó que se identificaba con el adventismo. El redactor jefe de la revista, Nelson H. Barbour, de Rochester (Nueva York), no creía que Cristo volvía con el propósito de destruir a las familias de la Tierra, sino para bendecirlas, y tampoco creía que vendría en la carne, sino como espíritu. Pues bien, ¡esto cuadraba con lo que Russell y sus compañeros de Allegheny habían creído por algún tiempo!b Sin embargo, era curioso que Barbour había deducido de las profecías cronológicas que Cristo ya estaba presente (invisiblemente) y que era el tiempo de segar o cosechar “el trigo” (los cristianos verdaderos que componen la clase del Reino). (Capítulo 13 de Mateo.)
Hasta entonces Russell había evitado todo lo relacionado con las profecías cronológicas. Sin embargo, entonces se preguntó: “¿Pudiera ser que las profecías cronológicas que yo había menospreciado por tanto tiempo debido a que los adventistas las habían usado erróneamente en realidad se hubieran dado para indicar cuándo estaría presente invisiblemente el Señor con el fin de establecer su Reino?”. Su insaciable sed de la verdad bíblica le impulsó a investigar más. De modo que concertó una reunión con Barbour en Filadelfia. Aquella reunión les confirmó que concordaban en muchas enseñanzas bíblicas y les permitió intercambiar opiniones. “Cuando mantuvimos aquella reunión —explicó más tarde Russell—, él podía aprender mucho de mí en cuanto al alcance total de la restitución basada en la suficiencia del rescate que se dio por todos, y yo podía aprender mucho de él sobre cronología.” Barbour logró convencer a Russell de que la presencia invisible de Cristo había comenzado en 1874.c
‘Resuelto a emprender una vigorosa campaña en pro de la Verdad’
C. T. Russell era un hombre de convicciones firmes. Una vez convencido de que la presencia invisible de Cristo había comenzado, se determinó a proclamarlo a otros. Posteriormente dijo: “El saber que ya estábamos en el tiempo de la cosecha me dio el ímpetu necesario para esparcir la Verdad como nunca antes. De modo que enseguida me resolví a emprender una vigorosa campaña en pro de la Verdad”. Russell decidió entonces dedicar menos tiempo a su negocio a fin de dedicarse a predicar.
Para contrarrestar ideas erróneas respecto a la vuelta del Señor, Russell escribió el folleto The Object and Manner of Our Lord’s Return (El objeto y manera de la vuelta del Señor), que se publicó en 1877. Aquel mismo año, Barbour y Russell publicaron conjuntamente Three Worlds, and the Harvest of This World (Tres mundos, y la siega de este mundo). Este libro de 196 páginas consideraba la restitución y profecías bíblicas sobre cronología. Aunque otros habían escrito sobre estos asuntos antes, Russell opinaba que este libro era “el primero que combinaba la idea de la restitución con profecías cronológicas”. Presentaba el punto de vista de que la presencia invisible de Jesucristo había comenzado en el otoño de 1874.
Mientras Russell viajaba y predicaba, se dio cuenta de que hacía falta algo que mantuviera vivas y bien regadas las semillas de la verdad que estaba sembrando. ¿Qué pudiera ser? “Una publicación mensual”, dijo Russell. De modo que él y Barbour decidieron reanudar la publicación de la revista Herald, que se había suspendido por cancelación de suscripciones y falta de fondos. Russell contribuyó de su propio capital para publicar de nuevo la revista, y fue miembro de la redacción.
Todo marchó bien por algún tiempo, es decir, hasta 1878.
Russell se separa de Barbour
En el número de agosto de 1878 de Herald of the Morning apareció un artículo de Barbour que negaba el valor sustitutivo de la muerte de Cristo. Russell, que era casi 30 años más joven que Barbour, percibió que estas afirmaciones implicaban en realidad negar la parte fundamental de la doctrina del rescate. Por esa razón, en el número siguiente (septiembre de 1878) Russell defendió la enseñanza del rescate y contradijo las declaraciones de Barbour en un artículo titulado “La expiación”. La controversia continuó en las páginas de la revista durante los siguientes meses. Finalmente Russell decidió romper toda asociación con el Sr. Barbour y dejó de apoyar económicamente la revista Herald.
Sin embargo, a C. T. Russell le pareció que no bastaba con retirarse de la Herald. Creía necesario defender la doctrina del rescate y proclamar la presencia de Cristo. Por eso, en julio de 1879 comenzó a publicar la revista Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence.d Russell era el redactor jefe y editor, y otras cinco personas colaboraban en la redacción. Se imprimieron 6.000 ejemplares de la primera edición. Para el año 1914 se imprimían unos 50.000 ejemplares de cada número.
“No como nuevos, ni como nuestros, sino como del Señor”
C. T. Russell se valió de la revista Watch Tower (conocida posteriormente en español como La Torre del Vigía y en la actualidad como La Atalaya) y de otras publicaciones para defender las verdades bíblicas y refutar las enseñanzas religiosas falsas y las filosofías humanas que contradecían la Biblia. Sin embargo, no afirmó que hubiera descubierto verdades nuevas.
Desde finales del siglo XVIII, muchos ministros religiosos y escriturarios habían estado denunciando las enseñanzas falsas de la inmortalidad del alma y el castigo eterno de los inicuos. Se había informado en detalle sobre esta denuncia en el libro Bible Vs. Tradition (La Biblia contra la tradición), de Aaron Ellis, publicado originalmente en Inglaterra y después en Estados Unidos en 1853 por George Storrs. Pero en aquel tiempo los que sobresalieron en dar a conocer esta verdad fueron C. T. Russell y sus colaboradores.
¿Qué se puede decir de otras doctrinas bíblicas analizadas en la Watch Tower y en otras publicaciones? ¿Se atribuyó Russell la revelación de estas gemas de la verdad? Él explicó: “Descubrimos que por siglos diferentes sectas y personas se habían repartido las doctrinas bíblicas entre sí, mezclándolas en diversos grados con suposiciones y errores humanos. [...] Hallamos que la importante doctrina de la justificación por fe y no por obras había sido expuesta con claridad por Lutero y más recientemente por muchos cristianos; que los presbiterianos defendían cuidadosamente las cualidades divinas de justicia, poder y sabiduría, aunque sin entenderlas claramente; que los metodistas reconocían y ensalzaban el amor y la compasión de Dios; que los adventistas poseían la preciosa doctrina de la vuelta del Señor; que los bautistas sostenían correctamente, entre otros puntos, la doctrina del bautismo simbólico, aunque habían perdido de vista el bautismo verdadero, y que algunos universalistas habían sostenido sin mucha claridad algunas ideas referentes a la ‘restitución’. De modo que en casi toda organización religiosa se veía que sus fundadores habían buscado a tientas la verdad, pero obviamente el gran Adversario había luchado contra ellos y había conseguido dividir la Palabra de Dios, por no poder acabar totalmente con ella”.
Respecto a la cronología que normalmente enseñaba, Russell dijo: “Cuando decimos ‘nuestra’ cronología, nos referimos sencillamente a la que empleamos, la cronología bíblica, que pertenece a toda persona del pueblo de Dios que la acepta. De hecho, hace mucho tiempo se usó casi de la misma forma que la usamos actualmente, tal como varias profecías que utilizamos habían sido empleadas con un propósito diferente por los adventistas, y tal como varias doctrinas que aceptamos y que parecen tan nuevas y recientes y distintas ya se aceptaban en alguna forma desde hace mucho tiempo; por ejemplo: la elección, la gracia, la restitución, la justificación, la santificación, la glorificación y la resurrección”.
Entonces, ¿cuál era para Russell el papel que él y sus colaboradores desempeñaban en la publicación de las verdades bíblicas? Él explicó: “Nuestra labor [...] ha sido juntar estos fragmentos de la verdad que han estado esparcidos por largo tiempo y presentarlos al pueblo del Señor, no como nuevos, ni como nuestros, sino como del Señor. [...] No debemos atribuirnos siquiera el haber hallado y puesto en orden nuevo estas gemas de la verdad”. Declaró además: “La obra en que el Señor se ha complacido en utilizar nuestras humildes aptitudes ha consistido en reconstruir, ajustar y armonizar, más bien que en originar”.
Como se ve, Russell veía con modestia sus logros. No obstante, los “fragmentos de la verdad [...] esparcidos” que juntó y presentó al pueblo del Señor estaban libres de las doctrinas paganas de la Trinidad y la inmortalidad del alma, doctrinas que deshonraban a Dios y que se habían arraigado en las iglesias de la cristiandad como resultado de la gran apostasía. Russell y sus colaboradores proclamaron mundialmente como nadie había hecho en aquel tiempo el significado de la vuelta del Señor y del propósito divino y lo que este implicaba.
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[Recuadro en la página 45]
George W. Stetson “Un hombre muy capaz”
C. T. Russell reconoció con agradecimiento la ayuda que le brindó George W. Stetson, de Edinboro (Pensilvania), en su estudio de las Escrituras. Stetson murió el 9 de octubre de 1879, a la edad de 64 años. Al mes siguiente la revista “Watch Tower” publicó un anuncio de su muerte que revelaba el profundo respeto que Russell, entonces de 27 años de edad, sentía por él. “Nuestro hermano era un hombre muy capaz —escribió Russell—, y renunció a excelentes oportunidades de recibir honra mundana y política para poder predicar a Cristo.” La solicitud de Stetson en el lecho de muerte fue que C. T. Russell pronunciara el sermón de su funeral; Russell accedió a su solicitud, y posteriormente informó: “Hubo unas mil doscientas personas en el funeral, lo que da prueba de la gran estima de que disfrutaba nuestro hermano”.—“Watch Tower” de noviembre de 1879.
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[Recuadro/Fotografía en la página 46]
George Storrs “Un amigo y un hermano”
C. T. Russell se sintió endeudado con George Storrs, quien era unos 56 años mayor que él. Russell había aprendido mucho de él acerca de la mortalidad del alma. Por eso, cuando Storrs se hallaba gravemente enfermo, a finales de 1879, Russell ofreció imprimir en la revista “Watch Tower” un informe sobre su condición. “La mayoría de nuestros lectores conocen a nuestro hermano —escribió Russell—, quien por largo tiempo ha sido el director de ‘The Bible Examiner’; además, saben que un grave padecimiento le ha obligado a descontinuar la publicación de su periódico.” El parecer de Russell era que Storrs tenía “mucha razón para estar agradecido a Dios por el privilegio de haber tenido una vida tan larga y tan consagrada al Amo”. Storrs murió el 28 de diciembre de 1879, a la edad de 83 años. En el número de febrero de 1880 de la “Watch Tower”, un anuncio sobre su muerte decía: “Lloramos la muerte de un amigo y un hermano en Cristo; sin embargo, ‘no como los que no tienen esperanza’”.
[Fotografía]
George Storrs
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