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  • Las recompensas de servir a un solo amo
    La Atalaya 1980 | 15 de agosto
    • Las recompensas de servir a un solo amo

      Como lo relató Ernest E. Beavor

      MUCHOS problemas quedan sin ser resueltos porque se les aplaza temporalmente como resultado de algún transigir, lo cual produce como consecuencia la infelicidad; y el transigir puede deberse a tratar de servir a dos amos. Jesucristo lo expresó muy claramente cuando dijo: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos . . . No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas.” Y Santiago, medio hermano de Jesús según la carne, escribió: “La amistad con el mundo es enemistad con Dios.”—Mat. 6:24; Sant. 4:4.

      De modo que ahí lo tenemos. Dicho muy sencillamente: ¿La amistad de quien anhelamos? Es como una guerra en la cual el mundo, la carne y el Diablo están de un lado y Jehová Dios y Jesucristo del otro. (1 Juan 2:15-17) Nos toca a nosotros escoger. Pero una cosa es segura: El escoger a Jehová como Amo trae consigo recompensas que resultan en felicidad ilimitada. Ese es el resultado que las circunstancias han producido en mi caso.

      SE SIEMBRAN LAS SEMILLAS DE LA VERDAD

      Para cuando yo nací, en 1902, mis padres eran Estudiantes de la Biblia, que es el nombre que se daba en aquellos días a los testigos de Jehová. Acostumbrábamos asistir al Tabernáculo de Londres, donde se reunían los Estudiantes de la Biblia. Una prueba de lo importante que es llevar a los jóvenes a las reuniones cristianas es el recuerdo claro que tengo de uno de los cánticos viejos... “¡Mil años! ¡la gloria venidera de la Tierra! Es el gozoso día por tan largo tiempo predicho.” ¡Qué cierto! Vivir para siempre en aquella gloriosa Tierra paradisíaca... ¡qué recompensa para muchos de los que sirven al un solo Amo!

      Mi madre solía leerme... no había televisión en aquellos días. Las semillas de la verdad fueron sembradas en mí. También, mi padre me castigaba cuando yo desobedecía, y me decía: “Esto me va a causar más dolor a mí que a ti”... una verdad que yo no comprendía entonces. Sin embargo, Proverbios 23:13 dice: “No retengas del mero muchacho la disciplina. En caso de que le pegues con la vara, no morirá.” Pues bien, no morí, y estoy agradecido de que mi padre me enseñara a servir al un solo Amo.

      Vi el Foto-Drama de la Creación cuando tenía 12 años de edad y fue una experiencia emocionante. La exhibición duró cuatro noches y se presentó gratis en la Opera de Londres. El Foto-Drama plantó firmemente en mi corazón la verdad de la creación, en contraste con la falsedad absoluta de la teoría de la evolución. Memorable también fue la breve porción cinematográfica de este “drama” que representó a Abrahán a punto de ofrecer a Isaac como sacrificio. Así Abrahán probó que estaba sirviendo a Jehová Dios. ¡Y cuán grande fue su recompensa, el que se llamara “Amigo de Jehová”! “¡Ah, si a mí se me pudiera llamar eso!” pensaba yo.—Sant. 2:23.

      EN ESCLAVITUD A OTRO AMO

      Durante los años de la primera guerra mundial, el pueblo del Señor pasó por un tiempo muy perturbador. A mis padres se les hizo tropezar por alguna razón, y yo me hice parte del mundo; dejé que influyeran en mí los caminos mundanos. Puesto que yo era patriótico, asistí a la ceremonia del armisticio que se celebró el 11 de noviembre de 1918 en Whitehall, y oí a un clérigo decir: “Estos no han muerto en vano. Han muerto para hacer de nuestro país un lugar digno de héroes.” ¿Era cierto aquello? ¿A qué amo habían servido los que ahora estaban muertos? Sin duda la desilusión que experimenté en los años subsiguientes me ayudó a llegar a conclusiones correctas cuando empezaron a acumularse las nubes amenazadoras de la II Guerra Mundial.

      Entretanto, el amo del viejo mundo estaba apoderándose de mí. El negocio del periodismo me atraía mucho, de modo que, en compañía de dos amigos mundanos, empecé una agencia fotográfica para la prensa. Esto me llevó a tener asociaciones mundanas, a fumar, beber y ceder a los deseos carnales. Sin embargo, las palabras: ‘No puedes servir a dos amos’ seguían resonando en mis oídos, y yo estaba al tanto de la esclavitud en que estaba debido a lo que hacía.

      Mi padre murió en 1934. Durante 1936 un testigo de Jehová visitó la casa de mi madre y ella consiguió la ayuda para el estudio de la Biblia llamada Riquezas. Ella vio lo insensata que había sido al haberse apartado, y se resolvió a usar bien el tiempo desde entonces. (Compare con Colosenses 4:5, Versión Reina-Valera Revisada.) ¿Lo hizo? Ella era una mujer pequeña y delicada, pero “siempre” se le hallaba afuera predicando la verdad de la Biblia. Me daba literatura constantemente, pero yo no la leía. Aunque yo sabía que lo que ella me decía era correcto, no le hacía caso porque no quería cambiar de vida.

      ENFRENTÁNDOME PERSONALMENTE A CIERTOS HECHOS

      Yo disfrutaba de prosperidad material, de modo que mandé hacer una casa excelente y le añadí muchas comodidades materiales. Sin embargo, mi amo mundano me llevó a una crisis carnal que pudiera haber destruido el contentamiento de mi hogar. De repente, las punzadas de mi conciencia entrenada según la Biblia me hicieron detenerme. Uno de los libros que mi madre me había dado, intitulado Enemigos, mostraba con gran claridad la decisión que todos tenemos que tomar... escoger a qué amo vamos a servir. Para mí la verdad quedó confirmada cuando asistí a la conferencia “Enfréntense a los hechos,” que J. F. Rutherford pronunció en 1938 en el Royal Albert Hall. Su presentación franca y directa profundizó en lo recóndito de mi corazón el hecho de que no se puede servir a dos amos.

      ¡Había muchísimo que aprender, y esto se tenía que hacer rápidamente! Siempre habíamos sido una familia estrechamente unida, y todo lo hacíamos juntos... es decir, cuando yo estaba en casa, pues mi negocio periodístico a menudo me mantenía alejado de ellos. Enfrentándome a los hechos, decidí dar la espalda al viejo amo y llevé a mi familia a nuestra primera reunión cristiana. ¡Imagínese el gozo en el semblante de mi madre! En una reunión, un hermano que estuvo en la plataforma habló acerca del fumar y, usando 2 Corintios 7:1, probó que el fumar es una contaminación de la carne. Preguntó: “¿Pueden ustedes imaginarse a Cristo Jesús con un cigarrillo en la boca, o a Adán fumando en el jardín de Edén?” Yo no podía imaginarme aquello. Mientras escuchaba, tenía 20 cigarrillos en un bolsillo y una pipa y tabaco en el otro. Aquella noche, el 29 de agosto de 1939, fueron a parar al fuego.

      SIRVIENDO AL AMO CORRECTO

      Cuando comenzó la segunda guerra mundial, todo tenía que ser sometido a la censura, y sucedía que casi toda fotografía producida por mi empresa presentaba algún aspecto de la guerra. Yo aceptaba dinero por esto. El libro Enemigos me había abierto los ojos a la verdad bíblica de que Satanás es el dios de este mundo. (2 Cor. 4:4) Puesto que ya no quise servir al Diablo, me bauticé en octubre de 1939 para simbolizar mi dedicación a Jehová. Desde entonces en adelante habría de servirle a él y a su Hijo amado, Cristo Jesús.

      Yo había pensado que nuestro hijo, Douglas, pudiera aprender el negocio de la fotografía periodística. Después de sus primeros tres días en la oficina le pregunté si iba progresando. Dijo: “Quiero ser precursor.” De modo que sin dilatar lo llevamos a la oficina de la Sociedad Watch Tower para que llenara su solicitud para la actividad de testificar de tiempo completo. En 1950 asistió a la Escuela de Galaad para misioneros y desde entonces ha estado sirviendo de superintendente de circuito en el Japón. También ha entrado en los gozos del servicio de su Amo.

      Con cada día que pasaba, la guerra dentro de mi conciencia se hacía más intensa. En cuanto a las necesidades materiales, yo creía que si ‘buscaba primero el Reino todas estas cosas serían añadidas.’ (Mat. 6:25-33) “Confía en Jehová con todo tu corazón” era la seguridad que tenía. ¿Por qué ‘estar cojeando sobre dos opiniones’? Me parecía que estaba cojeando.—1 Rey. 18:21; Pro. 3:5.

      Convoqué una reunión de los directores de mi empresa, presenté mi dimisión y, para estar absolutamente libre, renuncié a todos mis valores en la compañía. Habiendo firmado el último documento con ese fin, fui directamente a la casa Betel y me inscribí como precursor. La libertad y gozo de aquel momento todavía viven en mí. Eso fue el 1 de junio de 1940. Compré una bicicleta nueva, y un fonógrafo portátil, pues esto se usaba entonces en la actividad de testificar de casa en casa.

      Desde aquel día hasta el momento actual Jehová ha provisto para mí de manera muy generosa. He aprendido que ‘la piedad acompañada de contentamiento es gran ganancia’ y que el Amo verdadero recompensa a los que le sirven fielmente.—1 Tim. 6:6, RVR.

      La palabra “transigir” siempre se me ha hecho odiosa. Por consiguiente, para mí todo era o blanco o negro. Pero tenía que aprender a ser equilibrado. Como Pablo dijo al joven Timoteo: ‘Es necesario que el esclavo del Señor sea amable para con todos.’ (2 Tim. 2:24) Mi esposa, Jessie, no aceptó la verdad enseguida. Un día, mientras yo estaba en el servicio del campo, una hermana me dijo: “¿Sabes una cosa, Ernie? ¡Tu esposa va a aceptar la verdad a pesar de ti!” Eso me sacudió. Dije: “¿Acaso yo se lo he hecho difícil?” “¡Sí!” contestó ella. La hermana que me habló así ya ha muerto, pero estoy muy agradecido de que no temiera decirme la verdad. Algunos de nosotros necesitamos que se nos hable así. Jessie se bautizó un año después.

      En aquellos años de la guerra se oía la vigorosa llamada al servicio de precursor, y como familia constantemente hablábamos de ello. El único proceder para el cristiano verdadero era el de neutralidad estricta. (Juan 15:19) El servicio de precursor era un privilegio dado por Dios para los que estaban bíblicamente libres para aceptarlo. Douglas se inscribió en 1939. Nuestra hija Gwen fue la persona más joven entre los que se inscribieron como precursores en la asamblea nacional de Leicester en 1941. Ella tenía 14 años de edad cuando se inscribió y todavía está en el servicio de tiempo completo, pues sirvió de misionera en el Líbano y en Nigeria y actualmente sirve en el hogar Betel de Londres. Nuestra hija menor, Anne, se hizo precursora en 1942. Ella también sirvió de misionera en el Líbano, donde se casó con un hermano espiritual, y actualmente vive en los Estados Unidos con tres excelentes hijas, en quienes está inculcando el deseo de servir al un solo Amo verdadero.

      PONIENDO EN PRIMER LUGAR EL SERVICIO AL AMO

      Volvamos a 1940. Puesto que yo había terminado mi relación con la Calle Fleet, ya no estaba exento del servicio militar, y por lo tanto recibí los papeles que me llamaban a las filas. Había leído el folleto de la Watch Tower Dios y el Estado, en el cual se citaba el comentario de Blackstone acerca de la ley inglesa. Ese jurista había declarado que ninguna ley del hombre es válida a menos que se base en la ley de Dios. Resuelto a usar eso como mi defensa, apelé de la primera sentencia que había recibido de 12 meses de prisión. Se me advirtió que si perdía la apelación sería sentenciado al doble de lo estipulado anteriormente. Durante mi juicio ante un jurado, el juez rechazó categóricamente la solicitud que hice de leer el comentario de Blackstone, pues me recordó que el país estaba en guerra y que los Reglamentos para la Defensa del Reino que entonces estaban en vigor reemplazaban todas las leyes previas. Recibí una sentencia de dos años con trabajos forzados. Pero yo necesitaba aquellos dos años para que la verdad se hiciera parte de mí. Por primera vez leí la Biblia desde el principio hasta el fin.

      Durante ese tiempo, otros hermanos y yo dimos testimonio tanto a los presos como al personal de la prisión. Como resultado de esto, tres funcionarios de la prisión aceptaron la verdad y se bautizaron. Uno de ellos ha muerto y los otros dos son ancianos en sus congregaciones respectivas. Es de interés el hecho de que actualmente tengo el privilegio de ser el ministro nombrado para ir a esa misma prisión y visitar a los presos que desean tener consideraciones de asuntos bíblicos con los testigos de Jehová.

      Yo era miembro de la Sociedad Real de Horticultura. Mi jardinero cultivaba hermosos crisantemos por los cuales se me habían concedido medallas de bronce. Me puse a reflexionar en esto. Yo no había cultivado las flores; mi jardinero era quien las había atendido. Aun así, Jehová era quien las había hecho crecer y a él debería haber ido la honra... ciertamente no a mí. Como presidente de la sociedad local de horticultura, tuve el privilegio de explicar esto a los miembros cuando presenté mi dimisión. No es que hubiera algo malo en ser miembro de una sociedad de horticultura; pero, como presidente, los deberes exigían demasiado de mi tiempo, especialmente puesto que estaba trabajando de precursor.

      Nuestro hogar era un centro de actividad teocrática; las puertas siempre estaban abiertas a los hermanos espirituales, jóvenes y ancianos. Las conversaciones y momentos de reposo giraban en torno a los principios cristianos. El asistir a las reuniones era un gozo del cual no se podía prescindir a pesar de los apagones y ataques aéreos durante el tiempo de la guerra. Siempre hacíamos las cosas juntos. Terminada la guerra, ofrecimos ir como familia adondequiera que la Sociedad Watch Tower sugiriera. Escogimos a Tunbridge Wells, en Kent, donde tuvimos el gozo de ver crecer la congregación de 12 personas a 70 en dos años. Se nos pidió que fuéramos a Brighton, en Sussex, lo cual hicimos, y en tres años vimos el aumento desde una congregación a cinco congregaciones. El Amo dio el aumento.—1 Cor. 3:5-9.

      Entonces llegó 1950 y aquella inolvidable Asamblea “Aumento de la Teocracia” que se celebró en el Yankee Stadium de la ciudad de Nueva York. Puesto que se sabía que planeábamos asistir a la asamblea como familia, la Sociedad invitó a nuestros tres hijos a la escuela de Galaad para misioneros. Se nos hizo muy difícil despedirnos de ellos al regresar a Inglaterra. ¡Nuestro apartamento en Brighton parecía tan vacío! Pero Jehová abrió su mano de nuevo, y fui invitado a servir de superintendente de circuito. Se me dijo que Jessie tendría que hacerse precursora. Ella convino, ¡y qué feliz me hizo esto! Así comenzamos la época más gozosa de nuestra vida. Estuvimos viajando por Inglaterra y el norte de Irlanda por 18 años, durante los cuales los hermanos nos extendieron hospitalidad amorosa y nosotros compartimos con ellos verdades y servicio del Reino.

      CONTINUANDO EN EL SERVICIO DEL AMO

      Nuestro hijo y nuestras hijas se casaron en tres diferentes partes de la Tierra. No pudimos asistir a ninguna de las bodas. Pero seguimos confiando en nuestro Amo; algún día no estaremos separados.

      En el transcurso de los años hemos podido trabar amistad con muchísimos de nuestros amorosos hermanos y hermanas. La experiencia trae consigo muchos recuerdos personales y lecciones. Jehová corrige a los que ama. La santificación de su hermoso nombre debe ser el objeto de nuestro esfuerzo constante y nuestra oración.

      A la edad de 74, Jessie ya no pudo cumplir con las demandas vigorosas del trabajo de circuito. Por eso pedí que se me reemplazara, y un hermano bondadoso nos ofreció una habitación en su casa grande. Todavía estoy sirviendo de precursor, con un poco menos de vigor, puesto que ya tengo 77 años de edad. Mi esposa, que ahora tiene 84, me atiende y cumple sus quehaceres domésticos mientras yo me ocupo con los privilegios de un superintendente, pastoreando a los amados de Jehová.

      ¿Qué hay en el futuro? Los sucesos más maravillosos y estupendos de la historia humana. ¡Cómo nos alborozamos con la promesa de Jehová: “Sabrán las naciones que yo soy Jehová”!—Eze. 39:7, RVR.

      ¿Cuál es mi consejo final? Manténgase humilde, sea equilibrado y asegúrese de las cosas importantes. Y siempre recuerde que el servir al un solo Amo verdadero nos asegura recompensas ahora y para siempre.

  • Ponderando las noticias
    La Atalaya 1980 | 15 de agosto
    • Ponderando las noticias

      Timadores miembros de iglesias

      ● Hace poco el gobierno de los Estados Unidos empezó a tomar medidas enérgicas contra los llamados delitos “de oficinistas” y otros que se cometen en los negocios. La revista U.S. News & World Report dice que los investigadores federales “se han convencido de que el delito en los negocios está mucho más generalizado de lo que se había creído anteriormente.” “Se calcula que desde el principio de los años setenta las pérdidas totales han aumentado a más del doble, hasta la alta cifra de 44 mil millones de dólares al año.” Se dice que la clase de hurto a la cual se puede atribuir la mayor porción de estas pérdidas —hasta 10 mil millones de dólares— es la de empleados que roban de sus patrones. Las pérdidas también se deben a sobornos, devoluciones secretas, desfalco y ratería en las tiendas.

      ¿Quiénes cometen los delitos “de oficinistas”? Un perito en el tema, W. S. Albrecht, quien también es profesor de cursos sobre administración, contesta que, entre otras cosas: “Es más probable [en comparación con lo que es verdad en el caso de otros ladrones de propiedad] que este individuo esté casado, menos probable que esté divorciado; menos probable que haya usado drogas o bebidas alcohólicas; más probable que sea miembro activo de alguna iglesia.”

      Evidentemente la limitada instrucción moral que estas personas reciben como miembros de las iglesias no les está ayudando a ‘transformarse por medio de rehacer la mente para que ésta llegue a estar en conformidad con la perfecta voluntad de Dios,’ como dijo el apóstol Pablo que lo haría la verdadera instrucción cristiana. En realidad, respecto al hecho de que la religión no afectaría la vida moral de sus afiliados se dijo que eso marcaría “la era final de este mundo,” en la cual muchos individuos ‘conservarían la forma exterior de la religión, pero constituirían una negación constante de la realidad de ésta.’—Rom. 12:2; 2 Tim. 3:1, 5, The New English Bible.

      El camino espacioso... ¿hacia dónde?

      ● En su consideración de la “afirmación en el sentido de que el catolicismo es una religión de reglas y que uno tiene que guardar todas las reglas para ser católico,” el teólogo católico romano Andrew M. Greeley contesta: “No es así, y nunca ha sido así.” Dice: “Uno puede romper reglas de toda clase y todavía ser católico.”

      Da como ejemplo lo siguiente: “Uno pudiera no aprobar la promiscuidad sexual premarital, como hago yo. Uno pudiera pensar que eso es pecaminoso, y muy fácilmente puede serlo. Pero eso no quiere decir que los que aprueban tal conducta pierdan, por su aprobación de ella, el derecho a ser miembros de la iglesia; tampoco se echa fuera al que participa en tal conducta.” Greeley dijo entonces: “El genio del catolicismo siempre ha sido trazar un límite espacioso y abarcar a tantas personas como sea posible dentro del redil.”

      Pero, ¿es esta filosofía “genio” católico o insensatez desde el punto de vista bíblico? Jesús contesta: “Entrad por la puerta angosta, porque la puerta ancha y el camino espacioso son los que conducen a la perdición, y son muchos los que entran por él. ¡Oh, qué angosta es la puerta y cuan estrecha la senda que conduce a la vida eterna! ¡Y qué pocos son los que atinan con ella!”—Mat. 7:13, 14, Torres Amat.

      Hasta que tales personas cambien de comportamiento, el punto de vista de Dios se refleja en el siguiente mandato: “¡No!, os escribí que no os relacionarais con quien, llamándose hermano, es impuro, avaro, idólatra, ultrajador, borracho o ladrón. Con ésos, ¡ni comer! . . . ¡Arrojad de entre vosotros al malvado!”—1 Cor. 5:11, 13, Biblia de Jerusalén, católica.

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