Jueves 11 de septiembre
Den prueba de su amor por ellos (2 Cor. 8:24).
Podemos expresar nuestro amor por los hermanos recibiéndolos con gusto, incluyéndolos en nuestro círculo de amistades (2 Cor. 6:11-13). Muchas congregaciones están formadas por hermanos y hermanas con personalidades y antecedentes muy distintos. ¿Qué nos ayudará a amarlos más a todos? Centrarnos en sus buenas cualidades. Si hacemos el esfuerzo de ver a nuestros hermanos como Jehová los ve, demostramos que los amamos. Durante la gran tribulación, será imprescindible que amemos a nuestros hermanos. ¿Cómo nos protegerá Jehová cuando comience la gran tribulación? Pensemos en las instrucciones que Jehová le dio a su pueblo para sobrevivir al ataque que sufriría la antigua Babilonia: “Anda, pueblo mío, entra en tus cuartos interiores y cierra las puertas detrás de ti. Escóndete por un breve momento hasta que la furia haya pasado” (Is. 26:20). Es posible que nosotros también tengamos que seguir estas instrucciones durante la gran tribulación. w23.07 29:14-16
Viernes 12 de septiembre
La escena de este mundo está cambiando (1 Cor. 7:31).
Preguntémonos: “¿Piensan los demás que soy una persona razonable, tolerante y que sabe ceder? ¿O tengo la fama de ser inflexible, estricto o terco? ¿Me gusta escuchar otras opiniones y ceder siempre que se puede?”. Cuanto más razonables seamos, más nos pareceremos a Jehová y a Jesús. Cuando nuestras circunstancias cambian, tenemos que ser razonables y flexibles. Puede que de la noche a la mañana nos enfrentemos a un problema grave de salud o a una crisis económica o política. Estos cambios repentinos pueden darle un vuelco a nuestra vida y causarnos dificultades que no esperábamos (Ecl. 9:11). Hasta un cambio de asignación dentro de la organización de Jehová podría ponernos a prueba. Podemos adaptarnos a las nuevas circunstancias si seguimos estas cuatro recomendaciones: 1) aceptar la realidad, 2) mirar al futuro, 3) concentrarnos en lo positivo y 4) hacer cosas por los demás. w23.07 32:7, 8
Sábado 13 de septiembre
Tú eres muy valioso (Dan. 9:23).
Cuando Daniel era joven, los babilonios lo hicieron prisionero de guerra y se lo llevaron muy lejos de su tierra y de su hogar. Pero a pesar de su juventud no pasó desapercibido. A los babilonios les llamó la atención lo que tenían “ante los ojos”: un joven “sin ningún defecto físico y de buena apariencia” que venía de una familia importante (1 Sam. 16:7). Así que decidieron capacitarlo para que formara parte de la alta sociedad de Babilonia (Dan. 1:3, 4, 6). Jehová amaba a Daniel por la clase de persona que había decidido ser. Sabemos que esto es así porque, cuando Daniel tenía unos 20 años o incluso menos, Jehová lo mencionó junto con hombres tan fieles como Noé y Job, que le habían servido durante mucho tiempo (Gén. 5:32; 6:9, 10; Job 42:16, 17; Ezeq. 14:14). Y Jehová nunca dejó de amar a Daniel, quien tuvo una vida larga y extraordinaria (Dan. 10:11, 19). w23.08 33:1, 2