Viernes 3 de octubre
Busquen no solo sus propios intereses, sino también los de los demás (Filip. 2:4).
Inspirado por Dios, el apóstol Pablo animó a los cristianos a buscar los intereses de los demás. ¿Cómo podemos poner en práctica ese consejo en las reuniones? Recordando que los demás también quieren comentar. Pongamos un ejemplo que nos ayude a entenderlo. ¿Verdad que cuando usted habla con sus amigos no habla todo el tiempo, sino que deja que ellos también se expresen? Algo parecido pasa en nuestras reuniones. Queremos que comenten tantos hermanos como sea posible. De hecho, una de las mejores maneras de animar a nuestros hermanos es dándoles la oportunidad de expresar su fe (1 Cor. 10:24). Por eso, que nuestros comentarios sean breves. Así habrá tiempo para que más hermanos comenten. Además de ser cortos, nuestros comentarios no deben incluir muchas ideas. Si usted menciona todo lo que hay en el párrafo, los demás no tendrán mucho que aportar. w23.04 18:11-13
Sábado 4 de octubre
Hago todas las cosas por las buenas noticias, para compartirlas con otros (1 Cor. 9:23).
Tengamos presente que es muy importante seguir ayudando a los demás, especialmente con la predicación. En el ministerio, es muy importante ser flexibles. Hablamos con personas que tienen creencias, orígenes y actitudes muy distintas. ¿Por qué debemos fijarnos en el ejemplo del apóstol Pablo? Porque fue flexible y adaptable. Jesús lo nombró “apóstol a las naciones” (Rom. 11:13). Y, para cumplir con ese encargo, Pablo les predicó a judíos, griegos, intelectuales, campesinos, altos funcionarios y reyes. Con tal de llegar al corazón de gente tan distinta, Pablo se esforzó por “ser de todo con gente de todo tipo” (1 Cor. 9:19-22). A la hora de transmitirles el mensaje, tenía en cuenta su cultura y sus creencias. ¿Y en nuestro caso? Nos puede ir mejor en la predicación si somos ingeniosos y adaptamos la manera de presentar el mensaje a las necesidades de cada persona. w23.07 32:11, 12
Domingo 5 de octubre
El esclavo del Señor no tiene que pelear, sino que debe ser amable con todos (2 Tim. 2:24).
La persona apacible no es débil, sino fuerte. Mantener la calma ante situaciones difíciles exige mucha fuerza interior. La apacibilidad es un aspecto del “fruto del espíritu” (Gál. 5:22, 23). La palabra griega que se ha traducido “apacibilidad” a veces se utilizaba para describir a un caballo salvaje que había sido domado. ¿Se imagina el cambio? De ser un caballo salvaje a ser un caballo manso..., manso pero fuerte. ¿Y nosotros? ¿Cómo podemos ser apacibles y fuertes a la vez? No podemos lograrlo solos; necesitamos pedirle a Dios su espíritu. Está demostrado que la apacibilidad no es inalcanzable. Por ejemplo, muchos Testigos han mostrado esa hermosa cualidad cuando otras personas han querido ponerse a discutir con ellos, y esto ha ayudado a otros a llevarse una buena impresión de los Testigos (2 Tim. 2:24, 25). w23.09 39:3