¿Son realmente diferentes nuestros tiempos?
AL DESCRIBIR la actual situación mundial, Peter F. Drucker, economista estadounidense, declaró: “Nadie necesita que se le diga que nuestra Era es una Era de muchísimo peligro. Nadie necesita que se le diga que la cuestión principal que afrontamos con respecto al futuro del hombre no es qué encierra éste, sino si habrá alguno”.
¿Cuáles son algunos problemas que hacen que muchas personas se pregunten si la humanidad tiene algún futuro? ¿Qué peligros distinguen a nuestros tiempos de generaciones anteriores?
La contaminación
El aire de muchas ciudades grandes se ha convertido en un peligro para la salud. Los desechos industriales han contaminado los mares, lagos y ríos, además de los pescados que comemos. Los gases residuales constituyen una amenaza para la capa protectora de ozono. Con razón la contaminación causa preocupación en escala internacional. En el diario francés Le Monde se informó lo siguiente sobre una reunión que celebró la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos): “Entre 1965 y 1975 el ambiente sufrió graves daños. Incluso si contamos con que la recesión económica reduzca notablemente el ritmo de crecimiento [industrial], el ambiente natural continuará deteriorándose durante los años por venir si no se toman medidas más estrictas para protegerlo”.
Algunas personas alegan que la contaminación no es nada nuevo. Si eso fuera cierto, ¿por qué están repentinamente en peligro de desaparecer monumentos que se han mantenido en pie por milenios? “Día a día la atmósfera contaminada de Atenas está logrando destruir lo que las tropas turcas no destruyeron durante los 400 años de su ocupación de Grecia. Poco a poco el mármol se está desgastando.” (Le Figaro, de París.)
La superpoblación
Otros factores complican aún más la situación en escala mundial. La publicación mensual de temas científicos Science et Vie (Ciencia y vida), de Francia, comentó lo siguiente sobre el crecimiento demográfico y la extensión de los desiertos: “La población mundial aumentará de cuatro a seis mil millones de personas para el año 2000, mientras que las tierras cultivables posiblemente se reduzcan en 30 por 100 durante el mismo período, debido al cultivo excesivo del terreno [...] y a la urbanización. El papel simultáneo que desempeñan estas dos tendencias está preparando el terreno para una situación explosiva”.
Es cierto que el ritmo de crecimiento demográfico ha disminuido en ciertos países de Occidente y del Tercer Mundo. Sin embargo, según los expertos, la superpoblación continuará por lo menos hasta mediados del siguiente siglo, pues en muchos países el índice de crecimiento demográfico está aumentando y seguirá aumentando. La gran mayoría de los países desarrollados están entre los países más altamente poblados del mundo. La superpoblación indica que nuestros tiempos son realmente diferentes de los tiempos pasados.
Los armamentos
Usted tal vez se haya dado cuenta de que muchas personas están alarmadas por la carrera de armamentos. A millones de europeos les preocupa vivir en lugares que están al alcance de mísiles ubicados en países del bloque oriental o tener mísiles estadounidenses dentro de sus fronteras. Pero prescindiendo de dónde vivamos en la Tierra, son motivo de preocupación las armas láser o de haces de partículas, las armas biológicas u objetos peligrosos que pueden lanzarse desde satélites o plataformas espaciales que están en órbita. Además, algunos expertos consideran algunas de esas armas como una nueva fase en el equilibrio del terror. El sentido de vulnerabilidad que éstas causan pudiera llevar a que alguna nación considerara ventajoso atacar primero.
Pregúntese: ¿Tuvieron las generaciones anteriores semejante poder para destruir a la mayoría de los habitantes de la Tierra en tan solo unos cuantos minutos? ¿O es éste un elemento peculiar de nuestros días?
Peligros como los que hemos mencionado causan varias reacciones, especialmente en los países industrializados. Algunos ciudadanos forman comités para luchar contra la contaminación; otros, en un esfuerzo por buscar seguridad a toda costa, se arman, construyen refugios o hasta se refugian en zonas aisladas. Al comentar sobre esta última categoría, el International Herald Tribune declaró: “Grupitos cada vez más grandes de norteamericanos están armándose y aprendiendo a matar porque están convencidos de que el orden social está desmoronándose y que tendrán que valerse por sí mismos para sobrevivir”. Individuos particulares de otros países, también, están entrenándose en el uso de armas... tanto mujeres como hombres.
Pero quizá haya otro tipo de peligro del cual es aún más difícil escapar o con el que no es fácil tratar... el colapso económico. En Occidente hay millones de personas desempleadas, mientras que las naciones del bloque oriental tienen otros problemas económicos. ¿No ve usted los efectos del trastorno económico donde usted vive? A fines de 1980 Raymond Barre, ex primer ministro de Francia, dijo lo siguiente tocante a la economía mundial: “Ésta es [...] una crisis mundial. No es ni efímera ni superficial, sino duradera y de profundo arraigo”. Samuel Pisar, economista, declaró: “Todo corrobora y demuestra el hecho de que estamos al borde de un nuevo derrumbamiento. Nuestros problemas no tienen nada en común con los de hace 40 años, y esto sólo aumenta nuestra aprensión”. De modo que, ¿adónde puede uno dirigirse en estos tiempos tan diferentes?
Hace mucho tiempo Jesucristo habló de un tiempo que se caracterizaría, entre otras cosas, por la “angustia de naciones, no conociendo la salida” (Lucas 21:25). Confrontados con los diferentes sucesos mencionados anteriormente, tenemos que admitir que sus palabras concuerdan con nuestros tiempos, tiempos que son muy diferentes de cualesquier otros anteriores. No obstante, si Jesús se estaba refiriendo realmente a nuestros días, ¿qué significan tales sucesos para nosotros? ¿Indican verdaderamente todas estas cosas que se acerca un cambio radical? El siguiente artículo le ayudará a contestar estas preguntas.
[Ilustración en la página 3]
La contaminación
La superpoblación
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