Una avecilla de vigoroso canto

De nuestro corresponsal en Gran Bretaña

EL SOL se filtraba entre los árboles de la ribera salpicada de prímulas y adornaba con destellos la vegetación humedecida tras el chubasco. Sentado en un tronco caído, observé dos avecillas que, presurosas, iban y venían de los helechos marchitos que pendían sobre un peñasco de la orilla.

Vencido por la curiosidad, me levanté a inspeccionar. Como suponía, era un nido de chochín, tejido primorosamente con musgo y escondido con cuidado entre las ramas de helecho. El vivaz pájaro mide solo 10 centímetros del pico a la cola y es uno de los más diminutos de Gran Bretaña.a Por ello, en 1937 se acuñó su imagen en un cuarto de penique, la moneda más pequeña en aquel entonces.

El chochín es muy conocido en Eurasia y Estados Unidos. De las aves que se reproducen en Gran Bretaña, es la más difundida y numerosa. Sus hermosos gorjeos, comparables a los del ruiseñor, son tan sonoros que se oyen a casi un kilómetro. Soporta mal los inviernos crudos, que llegan a matar hasta el setenta y cinco por ciento de la población. Para no pasar frío, suele apiñarse. En una caja anidadera se hallaron más de sesenta chochines, hechos un amasijo plumoso.

En abril, el macho construye varios nidos en forma de cúpula que camufla con maestría. Una vez acabados, los enseña a la hembra, que selecciona uno y lo recubre por dentro de plumas. A finales de abril la hembra habrá puesto 5 ó 6 huevos blancos moteados de marrón rojizo. Los empolla sola durante catorce días, y los polluelos no se van sino hasta dos semanas después o más.

Durante el verano es normal que haya dos polladas, y mientras la hembra incuba la segunda, el macho cuidará las crías de la primera, que a veces lleva a otro de sus nidos. Si el verano es propicio y abundan los insectos que come, el macho tomará una segunda compañera y la instalará en otro nido suyo.

Sentado en el tronco, disfruto del calor del sol de mayo mientras los dos chochines van de un lado a otro. Cuando se posan en una rama cercana, observo el plumaje rojo pardusco y las alas listadas. De repente, me descubren en sus dominios, alzan las colitas y emiten la llamada de alarma. Ante aquella señal, me voy discretamente.

[Nota]