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Conducta piadosa para con otrosLa Atalaya 1981 | 15 de noviembre
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Conducta piadosa para con otros
“Estoy escribiéndote . . . para que sepas cómo debes comportarte en la casa de Dios, que es la congregación.”—1 Tim. 3:14, 15.
1, 2. ¿Cómo puede ayudarnos la Biblia en nuestros tratos con otros?
UNO de los beneficios que los cristianos derivan de estudiar la Biblia es el de aprender el modo piadoso de tratar con otros seres humanos. Hasta personas que no conocen el cristianismo ni la Biblia admiten lo sabio y práctico que es un consejo como éste: “Así como quieren que los hombres les hagan a ustedes, hagan de igual manera a ellos.”—Luc. 6:31.
2 La Biblia provee mucho más que simplemente generalidades amplias respecto a nuestra conducta para con otros. Nos aconseja sobre cómo debemos comportarnos para con personas que están relacionadas con nosotros de modo específico o con quienes nos hallamos en ciertas situaciones. Por ejemplo, da consejo respecto a la conducta de la esposa cristiana para con su esposo no creyente, y consejo respecto a cómo comportarnos para con los de condición humilde, los impedidos y las personas del sexo opuesto. (1 Ped. 3:1-6; Sal. 41:1; Lev. 19:14; 1 Tim. 5:1, 2) Las Escrituras también ofrecen mucho buen consejo en cuanto a cómo debemos ‘comportarnos en la casa de Dios, que es la congregación.’—1 Tim. 3:15.
3. ¿Por qué necesitamos el consejo de Dios en lo que tiene que ver con nuestra conducta?
3 Es vital que apliquemos este consejo divino, porque la Palabra de Dios indica que, en parte, él nos juzgará sobre la base de cómo nos comportamos para con otros. (Mat. 18:35; 25:40, 45; Rev. 2:23) Por eso, en vez de dejarnos guiar ya sea por lo que alguna criatura humana diga que debemos hacer o por nuestras emociones y lo que a nosotros nos “parezca” correcto, debemos tener la actitud de David: “Hazme conocer tus propios caminos, oh Jehová; enséñame tus propias sendas. Hazme andar en tu verdad y enséñame, porque tú eres mi Dios de salvación.”—Sal. 25:4, 5; 139:17, 21.
TRATANDO CON PECADORES
4. ¿Por qué es necesario que tengamos conocimiento de cómo tratar con los pecadores?
4 Puesto que son descendientes de Adán, todos los humanos “han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios.” (Rom. 3:23; 5:12) Sin embargo, nuestra situación no es desesperanzada, pues “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a pecadores.” Todo el que reconozca eso y ejerza fe en Cristo puede conseguir perdón aunque haya vivido pecaminosamente en el pasado.—1 Tim. 1:12-16; 1 Cor. 6:9-11; Hech. 10:43; Rom. 6:12-14.
5. ¿Qué tiene que hacerse si un cristiano comete un pecado grave?
5 Pero, ¿qué hay si alguien, después de haberse arrepentido y haber ejercido fe en Cristo y llegado a ser cristiano bautizado, sucumbe a una debilidad o tropieza y comete un pecado grave? Todavía se le pudiera perdonar, tal como se perdonó al apóstol Pedro por negar a Jesús. Si usted se enterara de que un compañero cristiano hubiera sucumbido a un pecado serio, ¿qué haría? Por amor verdadero usted ciertamente querría asegurarse de que esa persona recibiera ayuda espiritual. Frecuentemente los superintendentes o ancianos espirituales y dedicados de la congregación son el medio por el cual se provee esa ayuda. ¿Con qué objetivo? El de restaurar al cristiano errante a un buen estado espiritual.—Gál. 6:1; 1 Juan 5:16; 2 Tim. 2:23-26; Jud. 23.
6. Si un cristiano que ha cometido un pecado serio no se arrepiente, ¿qué acción tiene que tomarse?
6 Pero a veces sucede que una persona que ha andado por algunos años en el camino del cristianismo verdadero se desvía de él, se entrega a conducta impía y luego no se arrepiente a pesar de los esfuerzos sinceros que hacen los ancianos por ayudarle. La Biblia muestra que esto sucedió en el primer siglo, y sucede hoy día. (2 Ped. 2:10-20) En tal caso, ¿qué se tiene que hacer? En su perfecta sabiduría y justicia, Dios manda que se dé un paso firme para proteger la limpieza moral y espiritual de la congregación, un paso que pudiera, también, sacudir al malhechor y llevarlo a recobrar el juicio. La Palabra de Dios manda: “Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes mismos.” Eso quiere decir expulsarlo de la congregación cristiana.—1 Cor. 5:13; 1 Tim. 1:20; compare con Deuteronomio 17:7.
7. ¿Qué clase de preguntas surgen respecto a la persona que ha sido expulsada de la congregación?
7 Entristece pensar que la conducta y actitud de una persona hubieran de hacer necesario tomar tal medida, pero, una vez que haya sido expulsada la persona, ¿cómo deben considerarla y tratarla los miembros leales de la congregación? ¿Deberían comportarse para con ella tal como lo harían para con cualquier vecino, compañero de trabajo o persona con quien se encontraran casualmente en la calle? ¿Deberían decirle: “¡Hola!” o hasta charlar brevemente con la persona expulsada si se cruzan con ella? ¿Qué hay de trabajar para ella, o emplearla? ¿Hasta qué grado deberían los padres cristianos, u otros parientes, comunicarse con el expulsado o estar en su compañía? Surgen muchas preguntas como éstas. ¡Cuánto debemos agradecer el hecho de que Jehová Dios nos provea consejo en cuanto a cómo tratar con un malhechor expulsado!
EL CONSEJO DE JESÚS ACERCA DE LOS MALHECHORES
8, 9. (a) ¿Qué consejo ofreció Jesús acerca de alguien que hubiera pecado? (b) ¿A qué clase de pecado estaba refiriéndose aquí Jesús?
8 Cuando Dios todavía estaba tratando con los judíos como pueblo Suyo, Jesús ofreció consejo acerca de una persona que hubiera pecado. Los discípulos de Cristo, ellos mismos judíos, entenderían este consejo a la luz de la situación que existía en aquel entonces en la comunidad judía. Nosotros, también, podemos beneficiarnos del consejo que dio Jesús, porque éste tendría aplicación más tarde cuando la congregación cristiana fuera establecida por Dios. (Mat. 21:43) Cristo empezó por decir: “Si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su culpa entre ti y él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano.”—Mat. 18:15.
9 Evidentemente Jesús no estaba refiriéndose a un “pecado” en el sentido de alguna pequeña ofensa personal como aquella de la cual leemos en Filipenses 4:2, 3. (Compare con Proverbios 12:18.) Más bien, parece que él se refería a pecados como el fraude o la calumnia, pecados suficientemente graves como para resultar en que la persona fuera expulsada de la congregación.a Si la persona contra quien se hubiera cometido el pecado pudiera resolver el asunto mediante ir privadamente al ofensor, ella habría ‘ganado a su hermano’; cuando el pecador ha manifestado arrepentimiento sincero y ha tratado de rectificar el daño que ha hecho, no hay por qué proseguir con el asunto.
10, 11. Si ese primer paso fracasaba, ¿qué había de hacerse enseguida?
10 ¿Qué hay si ese paso fracasara? Jesús continuó: “Pero si [el pecador] no escucha, toma contigo uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se establezca todo asunto.”—Mat. 18:16.
11 Las personas a quienes uno tomara consigo deberían ser “testigos,” no simplemente partes neutrales que trataran de efectuar una reconciliación. Parece que aquí se hace referencia a personas que hubieran sido ‘testigos’ de la mala acción, como, por ejemplo, personas que se hubieran enterado del acuerdo financiero cuando éste se hizo y que por lo tanto pudieran testificar en cuanto a si se había cometido o no algún fraude. O si la evidencia de la mala acción fuera un contrato o algo parecido, entonces uno pudiera llevar consigo a hermanos espiritualmente capacitados que tuvieran experiencia con situaciones de esta índole. Estos pudieran llegar a ser testigos de los hechos y de lo que dijera en esta reunión el acusado, en caso de que tuviera que darse el último paso.
12. Según lo explicó Jesús, ¿qué sería el último paso?
12 Describiendo el último paso con relación al pecador, Jesús dijo: “Si no les escucha a ellos, habla a la congregación. Si no escucha ni siquiera a la congregación, sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos.” (Mat. 18:17) Sí, al tratar de hacer que el pecador se volviera de su camino, como último esfuerzo se llevaría el asunto a los hombres de la congregación que, en sentido espiritual, son de mayor edad. Estos pudieran oír los hechos y obtener el testimonio de los testigos. Y podrían censurar al malhechor, empleando para ello la Palabra de Dios. Sin embargo, si el malhechor rehusara arrepentirse, los ancianos obrarían por la congregación para disciplinarlo, y protegerían a la congregación de su influencia peligrosa por medio de expulsarlo.
NO SER INHUMANOS PARA CON OTROS
13, 14. ¿Por qué podemos estar seguros de que Jesús no estaba aprobando el que fuéramos inhumanos para con otros?
13 Nos ayudará a determinar cómo debemos portarnos con una persona en esa situación el entender estas palabras de Jesús: “Sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos.” En siglos posteriores, algunos rabinos judíos sí expresaron puntos de vista extremos, como el de que un judío ni siquiera debería ayudar a un gentil que estuviera en peligro de muerte. Tal inhumanidad no se mostraba únicamente para con los gentiles. Por ejemplo, en la parábola de Jesús acerca de ser verdadero prójimo, tanto un levita como un sacerdote rehusaron ayudar a otro judío como ellos que estaba lesionado, aunque posteriormente un samaritano le ayudó.—Luc. 10:29-37.
14 Pero en Mateo 18:17 Jesús no pudo haber querido decir que sus discípulos hubieran de negarse a ejecutar un acto de bondad humana, como en el caso de un accidente o de una necesidad apremiante. Jesús mostró tal bondad a algunos gentiles. Por ejemplo, lo hizo para con una sirofenicia. Aunque Jesús, sus discípulos y la mujer reconocían que ella se hallaba en una situación poco usual debido a que ella era gentil y Jesús había sido enviado a los judíos, Cristo no obstante le sanó la hija. (Mat. 15:21-28; Mar. 7:24-30) Jesús mostró bondad humana similar cuando un oficial del ejército romano le rogó que sanara a su esclavo paralizado que estaba sufriendo. El oficial dijo claramente que no esperaba que Jesús, un maestro judío, entrara en su hogar. No obstante, “ancianos de los judíos” rogaron a Jesús que le mostrara misericordia a este gentil digno, y él lo hizo. (Luc. 7:1-10; Mat. 8:5-13) Así, Jesús, por lo que dijo acerca de que alguien fuera “como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos,” no prohibió expresiones de bondad misericordiosa. Entonces, ¿qué quiso decir?
“COMO RECAUDADOR DE IMPUESTOS”
15. ¿Cómo consideraban los judíos a los recaudadores de impuestos, y cómo los trataban?
15 En primer lugar, ¿cómo consideraban los judíos a los recaudadores de impuestos, y cómo los trataban?
“A los publicanos [recaudadores de impuestos] del Nuevo Test[amento] se les consideraba traidores y apóstatas, que estaban contaminados por su contacto frecuente con los paganos y que eran instrumentos complacientes del opresor. Se les clasificaba con los pecadores . . . con las rameras . . . con los paganos. . . . Abandonados por los demás, pues los hombres de vida decente se mantenían apartados de ellos, los únicos amigos o compañeros que tenían eran personas que, al igual que ellos, eran parias.”—“Cyclopædia” por M’Clintock y Strong, Tomo VIII, pág. 769.
Sí, los que estaban escuchando a Jesús sabían bien que por lo general los judíos evitaban a los recaudadores de impuestos. Era solo de mala gana que los judíos consentían en tener aun un mínimo de contacto comercial con ellos, para pagar el impuesto exigido por las leyes.
16, 17. ¿Cómo se comportó Jesús para con algunos recaudadores de impuestos?
16 ‘Pero, ¿no se asociaba Jesús con los recaudadores de impuestos?,’ quizás pregunte alguien. Bueno, examinemos los hechos.
17 Como “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo,” Jesús fue una luz para toda la gente, aunque concentró su atención en los judíos durante su ministerio terrestre. (Juan 1:29; 8:12; Isa. 42:1, 6, 7; Mat. 10:5, 6; 15:24) Fue como un médico en cuanto a ayudar a todos los judíos que más lo necesitaban, incluso a pecadores de la índole de las rameras, los borrachos y los recaudadores de impuestos, que frecuentemente empleaban medios fraudulentos. Mateo Leví, despreciado recaudador de impuestos, fue uno de los que respondieron a nuevo mensaje de salvación que Jesús presentó. Mateo invitó a Jesús a un banquete en su hogar, lo cual hizo posible que Mateo y otros recaudadores de impuestos que estaban interesados en el mensaje de Jesús oyeran más acerca de las maravillosas verdades nuevas. (Luc. 5:27-32; 19:1-10) Estos eran hombres que habían ‘pecado en su ignorancia,’ pero que estaban dispuestos a dar pasos para que sus pecados fueran “borrados.”—Hech. 3:19; Heb. 9:7.
18. ¿Por qué no son el modelo para lo que Jesús dijo en Mateo 18:17 los tratos que él tuvo con algunos recaudadores de impuestos?
18 Pero el que Jesús se esforzara por dar el testimonio a recaudadores de impuestos que ‘se acercaban para oírle’ y “le seguían” no establecía un modelo de cómo se habría de tratar a pecadores impenitentes, que no se arrepienten. (Mar. 2:15; Luc. 15:1) ¿Cómo podemos estar seguros de esto? Aunque Cristo comió con tales recaudadores de impuestos, el apóstol Pablo ordenó a los cristianos que ‘ni siquiera comieran con’ el pecador que fuera expulsado de la congregación. (1 Cor. 5:11) Además, Jesús dijo a sus discípulos que trataran con el malhechor impenitente según el concepto que, lógicamente, ellos tenían de los recaudadores de impuestos de entonces. La traducción al inglés por R. F. Weymouth dice: “Considéralo justamente como tú consideras a un gentil o a un recolector de impuestos.”—Compare con New International Version; The New English Bible.
¿CÓMO SE CONSIDERABA Y TRATABA A LOS GENTILES?
19. ¿Qué muestra la Biblia respecto a las relaciones entre los judíos y los no judíos?
19 Los apóstoles que oyeron las palabras de Jesús registradas en Mateo 18:17 eran judíos y sabían que sus compatriotas no mantenían relaciones personales como de amistad estrecha con los gentiles. La Ley hacía distinción entre judíos y gentiles, y servía así para mantener a los israelitas separados de las naciones que los rodeaban. (Deu. 7:1-4; Núm. 15:37-41; Efe. 2:11-14) En la Pascua de 33 E.C. los judíos rehusaron entrar en el palacio del gobernador romano “para que no se contaminasen.” (Juan 18:28) Y era tan grande la separación entre los judíos y los samaritanos, quienes hasta aceptaban el Pentateuco, que una mujer que estaba junto a un pozo de Samaria expresó sorpresa de que Jesús, “a pesar de ser judío,” le pidiera agua.—Juan 4:9.
20. Al examinar la experiencia que Pedro tuvo con Cornelio, ¿qué se puede aprender acerca de cómo los judíos trataban a las personas de las naciones?
20 Además, en 36 E.C., cuando Dios se propuso demostrar que ya se podía aceptar a los gentiles incircuncisos como herederos del Reino, mandó al apóstol Pedro al oficial del ejército romano Cornelio. Pero Pedro dijo a Cornelio: “Bien saben ustedes cuán ilícito le es a un judío unirse o acercarse a un hombre de otra raza.” (Hech. 10:28) Aquella declaración de Pedro demuestra cuán profundo era el sentir de los judíos de que no debía haber ninguna fraternización de ellos con un hombre de las naciones. Además, cuando llegó a saberse que Pedro había ido a Cornelio, algunos cristianos judíos se opusieron firmemente a que Pedro ‘hubiese entrado en casa de varones que no eran circuncisos y hubiese comido con ellos.’ Sí, los judíos veían como escandaloso el que uno estuviera con un “hombre de las naciones” y comiera con él.—Hech. 11:1-3; compare con Gálatas 2:12.
21. ¿Qué, pues, entiende usted por lo que Jesús dijo acerca de que un pecador impenitente fuera “como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos”?
21 Así, las Escrituras nos ayudan a entender el consejo de Jesús acerca de tratar “como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos” a un malhechor impenitente que rehusara escuchar a la congregación. El aplicar el consejo de Cristo hoy día ciertamente no querría decir que consideraríamos al malhechor como una persona cualquiera de la comunidad, porque no sería así como habrían entendido los discípulos de Jesús lo que él dijo. Podremos comprender esto mejor al examinar el consejo adicional que se da en las Escrituras Griegas Cristianas, el cual nos ayudará a tratar con situaciones que surgen en la vida real hoy día con relación a personas a quienes se expulsa de la congregación cristiana.
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La expulsión... desde qué punto de vista verlaLa Atalaya 1981 | 15 de noviembre
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La expulsión... desde qué punto de vista verla
“Oh Jehová, . . . ¿quién residirá en tu santa montaña? El que está andando sin tacha y practicando la justicia.”—Sal. 15:1, 2.
1, 2. ¿Cómo sabemos que Dios espera que su adoradores sostengan Sus normas?
JEHOVÁ es justo y santo. Aunque es misericordioso y comprensivo para con las criaturas humanas imperfectas, espera que los que le adoren reflejen su santidad mediante esforzarse por sostener Sus justas normas.—Sal. 103:8-14; Núm. 15:40.
2 El israelita que deliberadamente violara los mandatos de Dios, como los que prohibían la apostasía, el adulterio o el asesinato, habría de ser cortado del pueblo, ser muerto. (Núm. 15:30, 31; 35:31; Deu. 13:1-5; Lev. 20:10) Esta firmeza con que se sostenían las normas razonables y justas de Dios era para el bien de todos los israelitas, pues ayudaba a mantener la pureza de la congregación. Y servía para disuadir a cualquiera de esparcir corrupción entre el pueblo que llevaba sobre sí el nombre de Dios.
3. ¿Cuál era la situación del judío que fuera expulsado de la sinagoga?
3 En el primer siglo E.C. los judíos que estaban bajo el dominio romano no tenían la autoridad de administrar la pena de muerte. (Juan 18:28-31) Pero el judío que fuera culpable de violar la Ley podía ser expulsado de la sinagoga. Un efecto de este castigo severo era que los otros judíos evitaban a la persona expulsada, o huían de ella. Se dice que estas personas ni siquiera tenían tratos comerciales con el expulsado fuera de venderle las cosas necesarias para la vida.a—Juan 9:22; 12:42; 16:2.
4, 5. ¿Cómo habría de tratar la congregación cristiana con un pecador impenitente?
4 Después que se hubo formado la congregación cristiana, ésta vino a reemplazar a la nación judía en cuanto a tener sobre sí el nombre de Dios. (Mat. 21:43; Hech. 15:14) Por consiguiente, era justo y correcto esperar que los cristianos sostuvieran la justicia de Jehová. El apóstol Pedro escribió: “De acuerdo con el Santo que los llamó, háganse ustedes mismos santos también en toda su conducta, porque está escrito: ‘Tienen que ser santos, porque yo soy santo.’” (1 Ped. 1:14-16) Jehová ama a su pueblo y quiere proteger la pureza de la congregación cristiana. Por eso, delineó un arreglo por medio del cual se rechaza o expulsa a la persona que persiste en un proceder que deshonra a Dios y pone en peligro a la congregación.
5 El apóstol Pablo dio el siguiente consejo: “En cuanto al hombre que promueve una secta, recházalo después de la primera y la segunda admonición; sabiendo que tal hombre ha sido descaminado y está pecando, siendo condenado por sí mismo.” (Tito 3:10, 11) Sí, los que son ancianos espirituales, como lo fue Tito, primero tratan de ayudar al malhechor amorosamente. Si éste no quiere responder a la ayuda que le dan y persiste en un proceder de ‘pecar,’ tienen autoridad para convocar a un comité de ancianos para “juzgar a los miembros de [la] agrupación de compañeros.” (1 Cor. 5:12, Today’s English Version) El amor a Dios y a la pureza de su pueblo exige que los de la “agrupación de compañeros,” la congregación, rechacen a ese hombre.
6. ¿Por qué era justo y correcto expulsar a los pecadores impenitentes?
6 En el primer siglo surgieron algunos de estos malhechores. Himeneo y Alejandro fueron de esa clase, hombres que habían “experimentado naufragio respecto a su fe.” Pablo dijo: “Los he entregado a Satanás para que se les enseñe por disciplina a no blasfemar.” (1 Tim. 1:19, 20) El que se expulsara a aquellos dos hombres fue una corrección severa, o disciplina, un castigo que pudiera enseñarles a no blasfemar contra el Dios santo y vivo. (Compare con Lucas 23:16, donde se emplea la palabra griega básica que frecuentemente se traduce “disciplina.”) Era propio que a estos blasfemos se les entregara a la autoridad de Satanás, que fueran echados a la oscuridad del mundo bajo la influencia de Satanás.—2 Cor. 4:4; Efe. 4:17-19; 1 Juan 5:19; compare con Hechos 26:18.
CÓMO TRATAR A LOS EXPULSADOS
7, 8. ¿Cómo podemos determinar cómo comportarnos para con una persona expulsada?
7 Sin embargo, pueden surgir preguntas acerca de cómo tratar a alguien que antes era miembro de la congregación, pero que ha sido expulsado. Agradecemos el que Dios nos haya suministrado en su Palabra respuestas e instrucciones de las cuales podemos estar seguros de que son perfectas, rectas y justas.—Jer. 17:10; Deu. 32:4.
8 En una ocasión un hombre de la congregación corintia estuvo practicando inmoralidad, y evidentemente no mostraba arrepentimiento. Pablo escribió que a este hombre ‘se le debía quitar de en medio de ellos,’ porque era como un poco de levadura que podía hacer fermentar, o corromper, toda la masa. (1 Cor. 5:1, 2, 6) Pero, una vez que se le expulsara, ¿habría de tratársele como si simplemente fuera una persona común del mundo, con quien los cristianos pudieran encontrarse en la vecindad o en su vida diaria? Note lo que Pablo dijo.
9. ¿Qué consejo dio Pablo acerca de cómo tratar con las personas injustas en general?
9 “Les escribí que cesaran de mezclarse en la compañía de fornicadores, no queriendo decir enteramente con los fornicadores de este mundo o los avarientos y personas que practican extorsión o idólatras. De otro modo ustedes realmente tendrían que salirse del mundo.” (1 Cor. 5:9, 10) Estas palabras de Pablo revelan que él reconoció como realidad el hecho de que la mayoría de las personas con quienes tenemos trato en nuestros asuntos diarios son personas que nunca han conocido a Dios ni seguido Su camino. Puede que sean fornicadores, personas que practican extorsión o idólatras, de modo que no son personas con quienes los cristianos escogerían entrar en asociación estrecha y constante. No obstante, vivimos en este planeta en medio de la humanidad y quizás tengamos que estar cerca de estas personas y hablar con ellas en el trabajo, en la escuela y en la vecindad.
10, 11. ¿Por qué han de portarse de modo diferente los cristianos para con un pecador que ha sido expulsado?
10 En el siguiente versículo Pablo contrasta esta situación con la forma en que deberían portarse los cristianos para con alguien que hubiera sido “hermano” cristiano, pero que hubiera sido expulsado de la congregación por haber cometido algún mal: “Mas ahora les estoy escribiendo que cesen de mezclarse en la compañía de [“que no os asociéis con,” Latinoamericana] cualquiera que llamándose hermano sea fornicador, o avariento, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, ni siquiera comiendo con tal hombre.”—1 Cor. 5:11.
11 La persona expulsada no es simplemente un hombre del mundo que no haya conocido a Dios ni seguido un modo de vivir piadoso. Más bien, ha conocido el camino de la verdad y la justicia, pero ha abandonado ese camino y ha persistido a tal grado en el pecado sin arrepentirse que se le ha tenido que expulsar. De modo que se le ha de tratar de modo diferente.b Pedro comentó sobre cómo difieren del hombre común, “el hombre de la calle,” estos que antes eran cristianos. El apóstol dijo: “Si, después de haberse escapado de las contaminaciones del mundo por un conocimiento exacto del Señor y Salvador Jesucristo, se dejan envolver de nuevo en estas mismas cosas y son sojuzgados, las condiciones finales han venido a ser peores para ellos que las primeras. . . . Les ha sucedido el dicho del proverbio verdadero: ‘El perro ha vuelto a su propio vómito, y la cerda bañada a revolcarse en el fango.’”—2 Ped. 2:20-22; 1 Cor. 6:11.
12. (a) ¿Por qué es apropiado el vocablo inglés “disfellowshiping”? (b) ¿Qué muestra la historia en cuanto a cómo trataban con pecadores los que profesaban el cristianismo en tiempos primitivos?
12 Sí, la Biblia manda a los cristianos que no mantengan asociación o compañerismo con alguien que haya sido expulsado de la congregación. Por eso, los testigos de Jehová de habla inglesa apropiadamente aplican a la expulsión y el subsiguientemente evitar a tal malhechor impenitente el término “disfellowshiping,” que literalmente significa “privación o negación del compañerismo.” El hecho de que rehúsan tener compañerismo con la persona expulsada en todo nivel espiritual o social refleja lealtad a las normas de Dios y obediencia a su mandato dado en 1 Corintios 5:11, 13. Esto está de acuerdo con el consejo de Jesús en el sentido de que se debería considerar a tal persona de la misma manera como los judíos de aquel tiempo consideraban a un “hombre de las naciones.” Parece que por algún tiempo después de la muerte de los apóstoles los que profesaban el cristianismo siguieron el procedimiento bíblico.c Pero, ¿cuántas iglesias hoy día cumplen con las instrucciones claras de Dios al respecto?
LOS QUE SE DESASOCIAN
13. ¿Qué debe hacerse en el caso de una persona que se debilita espiritualmente y se hace inactiva?
13 Un cristiano pudiera debilitarse espiritualmente, tal vez por no estudiar la Palabra de Dios con regularidad, o porque tiene problemas personales o experimenta persecución. (1 Cor. 11:30; Rom. 14:1) Puede que tal persona deje de asistir a las reuniones cristianas. ¿Qué ha de hacerse? Recuerde que los apóstoles abandonaron a Jesús la noche en que él fue arrestado. No obstante, Cristo había instado a Pedro: “Una vez que hayas vuelto, fortalece a tus hermanos [quienes también abandonaron a Jesús].” (Luc. 22:32) Por eso, impulsados por amor, los ancianos cristianos y otros pudieran visitar y ayudar a este que se ha debilitado y ha caído en inactividad. (1 Tes. 5:14; Rom. 15:1; Heb. 12:12, 13) Pero es asunto diferente cuando una persona reniega de ser cristiano y se desasocia.
14. ¿Cómo pudiera desasociarse alguien?
14 Alguien que haya sido verdadero cristiano pudiera renunciar al camino de la verdad y declarar que ya no se considera testigo de Jehová ni quiere que se le conozca como tal. Al ocurrir esta situación poco común, la persona está renunciando a su condición de cristiano, y está desasociándose deliberadamente de la congregación. El apóstol Juan escribió: “Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nuestra clase; porque si hubieran sido de nuestra clase, habrían permanecido con nosotros.”—1 Juan 2:19.
15, 16. (a) ¿De qué otra manera pudiera una persona desasociarse? (b) ¿Cómo deberían los cristianos considerar a las personas desasociadas y tratar con ellas?
15 O alguien pudiera renunciar a su lugar en la congregación cristiana mediante sus acciones, como, por ejemplo, si se hiciera parte de una organización cuyo objetivo fuera contrario a la Biblia, y que, por lo tanto, estuviera bajo el juicio de Jehová Dios. (Compare con Revelación 19:17-21; Isaías 2:4.) Por eso, si alguien que fuera cristiano optara por unirse a los que están bajo la desaprobación de Dios, sería apropiado el que mediante un anuncio breve la congregación reconociera que esa persona se ha desasociado y ya no es testigo de Jehová.
16 A las personas que deliberadamente rechazan la fe y las creencias de los testigos de Jehová y así se ponen entre los que ‘no . . . son de nuestra clase’ se les debe considerar y tratar, correctamente, como se considera y trata a los que han sido expulsados por cometer un mal.
COOPERANDO CON LA CONGREGACIÓN
17, 18. ¿Qué está envuelto en cooperar con la congregación respecto a una expulsión?
17 Aunque los cristianos disfrutan de compañerismo espiritual cuando consideran o estudian la Biblia con sus hermanos o con personas interesadas en la verdad, no querrán tener compañerismo de esa clase con un pecador expulsado (ni con uno que ha renunciado a la fe y a las creencias de los testigos de Jehová, y que así se ha desasociado). Se ha ‘rechazado’ al individuo expulsado, pues está “condenado por sí mismo” por estar “pecando,” y los de la congregación aceptan el juicio de Dios y también lo apoyan. Pero el expulsar da a entender más que el sólo dejar de tener compañerismo espiritual.—Tito 3:10, 11.
18 Pablo escribió: “Cesen de mezclarse en la compañía. . ., ni siquiera comiendo con tal hombre.” (1 Cor. 5:11) Una comida es un tiempo de reposo y de mantener relaciones personales con otros. Así, al decir eso la Biblia también excluye el tener compañerismo de esa índole, como el participar con una persona expulsada en un día de campo o fiesta, un juego de pelota, algún viaje a la playa o teatro, o el sentarse a una comida con ella.d (En el artículo siguiente se consideran los problemas especiales relacionados con un pariente que ha sido expulsado.)
19. ¿Por qué puede parecer difícil a veces apoyar una expulsión, pero por qué es importante que lo hagamos?
19 A veces el cristiano pudiera sentirse impulsado por considerable presión a pasar por alto este consejo bíblico. Sus propias emociones pudieran crear la presión, o quizás la ejercieran sobre él sus conocidos. Por ejemplo, en cierto hermano se ejerció presión para que efectuara la ceremonia de bodas de dos personas expulsadas. ¿Pudiera explicarse racionalmente tal servicio como simplemente una acción bondadosa? Alguien pudiera pensar así. Pero, ¿por qué se deseaban los servicios de él más bien que los del alcalde o los de cualquier otro agente del estado que estuviera autorizado para efectuar casamientos? ¿No se debía a la posición de él como ministro de Dios y al hecho de que podía ofrecer consejo basado en la Palabra de Dios sobre el matrimonio? De ceder a tal presión, él se envolvería en compañerismo con la pareja, personas que habían sido expulsadas de la congregación debido a su proceder impío.—1 Cor. 5:13.
20. ¿Cómo debemos responder si se expulsa a un socio de negocios nuestro?
20 Surgen otros problemas en relación con asuntos de negocio o empleo. ¿Qué hay si la congregación expulsara al hombre para quien uno trabajara, o si uno tuviera en su empleo a una persona a quien se expulsara? ¿Qué debería hacerse entonces? Si por razón de contrato o dinero uno se ve obligado a continuar por el momento la relación comercial, uno ciertamente tendría ahora una actitud diferente para con la persona expulsada. Posiblemente tuviera que hablar con ella acerca de asuntos de negocio o tener trato con ella en el lugar de trabajo, pero las conversaciones espirituales y el compañerismo de relación personal serían cosas del pasado. De ese modo uno podría demostrar su obediencia a Dios y tendría una barrera que le serviría de protección. Además, pudiera ser que esto convenciera al expulsado de lo mucho que le ha costado su pecado en varios sentidos.—2 Cor. 6:14, 17.
¿HABLAR CON UN EXPULSADO O DESASOCIADO?
21, 22. ¿Qué consejo suministran las Escrituras acerca de hablar con una persona expulsada?
21 ¿Querría decir acaso el sostener la justicia de Dios y apoyar su arreglo de expulsar a los malhechores que el cristiano no debería hablar en absoluto con algún expulsado, ni siquiera decirle “¡Hola!”? Algunos, teniendo presente el consejo de Jesús de amar a nuestros enemigos y de no ‘saludar a nuestros hermanos solamente’ se han preguntado acerca de esto.—Mat. 5:43-47.
22 En realidad, en su sabiduría Dios no trató de considerar toda situación posible. Lo que precisamos es captar el sentido de lo que Jehová dice acerca de cómo tratar a una persona expulsada, porque entonces podemos esforzarnos por sostener Su punto de vista. Mediante el apóstol Juan, Dios explica lo siguiente:
“Todo el que se adelanta y no permanece en la enseñanza del Cristo no tiene a Dios. . . . Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo. Porque el que le dice un saludo es partícipe en sus obras inicuas.”—2 Juan 9-11.
23, 24. ¿Por qué es prudente el que uno evite hablar con personas expulsadas?
23 El apóstol que dio esa advertencia sabia había estado en íntima asociación con Jesús y sabía bien lo que Cristo había dicho acerca de saludar a otros. También sabía que el saludo común de aquel tiempo era “Paz.” A diferencia de algún “enemigo” personal u hombre mundano en autoridad que se opusiera a los cristianos, la persona expulsada o desasociada que estuviera tratando de promover o justificar su modo de pensar apóstata o estuviera continuando en su conducta impía ciertamente no sería nadie a quien desear “Paz.” (1 Tim. 2:1, 2) Y todos sabemos por nuestra experiencia de años que el decir un sencillo “¡Hola!” a alguien puede ser el primer paso que lleve a una conversación y tal vez hasta a una amistad. ¿Quisiéramos dar ese primer paso respecto a una persona expulsada?
24 ‘Pero, ¿qué hay si el expulsado parece estar arrepentido y necesita estímulo?,’ pudiera preguntar alguien. Hay un arreglo por el cual se atiende a situaciones de esa clase. Los superintendentes de la congregación sirven de pastores y protectores espirituales del rebaño. (Heb. 13:17; 1 Ped. 5:2) Si algún expulsado o desasociado pregunta acerca de ello, o da señales de que quiere regresar al favor de Dios, los ancianos pueden hablar con él. Ellos bondadosamente le explicarán lo que tiene que hacer, y pudieran darle alguna amonestación apropiada. Pueden tratar con el expulsado sobre la base de los hechos relacionados con su pecado pasado y su actitud. Otros miembros de la congregación no tienen esa información. Por eso, si a alguien le pareciera que una persona expulsada o desasociada ‘está arrepentida,’ ¿pudiera estar basada esta opinión en la impresión que él tiene del pecador, y no en información exacta? Si los superintendentes estuvieran convencidos de que la persona estuviera arrepentida y estuviera produciendo los frutos del arrepentimiento,e se le restablecería en la congregación. Después que eso suceda, el resto de la congregación puede recibirlo amablemente en las reuniones, demostrar que lo perdonan, consolarlo y confirmar su amor para con él, tal como Pablo instó a los corintios a hacer para con el hombre de Corinto que fue restablecido.—2 Cor. 2:5-8.
NO PARTICIPANDO EN OBRAS INICUAS
25, 26. ¿Qué consejo da Dios acerca de hacerse “partícipe” con una persona expulsada?
25 Todos los cristianos fieles tienen que tomar a pecho la verdad seria que, por inspiración de Dios, Juan escribió: “El que le dice un saludo [a un pecador expulsado que está promoviendo una enseñanza errónea o portándose de modo impío] es partícipe en sus obras inicuas.”—2 Juan 11.
26 Muchos comentaristas de la cristiandad se oponen a lo que se dice en 2 Juan 11. Afirman que es ‘consejo poco cristiano, contrario al espíritu de nuestro Señor,’ o que fomenta la intolerancia. Pero esos sentimientos provienen de organizaciones religiosas que no aplican el mandato de Dios de ‘remover al hombre inicuo de entre ustedes mismos,’ que rara vez expulsan de sus iglesias aun a los malhechores notorios, si acaso lo hacen. (1 Cor. 5:13) La “tolerancia” de ellos no es bíblica ni cristiana.—Mat. 7:21-23; 25:24-30; Juan 8:44.
27. ¿Cómo pudiera un cristiano hacerse “partícipe” en el sentido indicado, y con qué resultado?
27 Pero no es incorrecto el que uno sea leal al Dios recto y justo de la Biblia. Él nos dice que solamente acepta ‘en su santa montaña’ a los que andan sin tacha, practican la justicia y hablan la verdad. (Sal. 15:1-5) Pero si un cristiano optara por compartir la suerte de un malhechor que hubiese sido rechazado por Dios y expulsado, o que se hubiese desasociado, eso sería lo mismo que decir: ‘Yo tampoco quiero un lugar en la santa montaña de Dios.’ Si los ancianos vieran que está encaminándose en esa dirección por estarse asociando regularmente con una persona expulsada, con amor y paciencia tratarían de ayudarle a recobrar el punto de vista de Dios. (Mat. 18:18; Gál. 6:1) Le darían amonestación y, si fuera necesario, ‘lo censurarían con severidad.’ Quieren ayudarle a permanecer ‘en la santa montaña de Dios.’ Pero si él rehúsa dejar de tener compañerismo con la persona expulsada, se ha hecho así ‘partícipe (por su apoyo o participación) en las obras inicuas’ y hay que removerlo de la congregación, expulsarlo.—Tito 1:13; Jud. 22, 23; compare con Números 16:26.
LEALES AL PUNTO DE VISTA DE DIOS
28. ¿Cómo podemos manifestar nuestra lealtad al punto de vista de Jehová?
28 La lealtad a Jehová Dios y a los arreglos que él ha provisto proporciona felicidad, porque todos Sus caminos son rectos, justos y buenos. Esto es cierto, también, respecto a su arreglo de expulsar a los malhechores impenitentes. A medida que cooperamos con ese arreglo, podemos confiar en estas palabras de David: “Sepan que Jehová ciertamente distinguirá al leal suyo.” (Sal. 4:3) Sí, Dios pone aparte, honra y guía a los que son leales a él y sus caminos. El gozo de estar entre aquellos a quienes Dios aprueba y acepta ‘en su santa montaña’ es una de las muchas bendiciones que recibimos por manifestar tal lealtad.—Sal. 84:10, 11.
[Notas a pie de página]
a “De entonces en adelante él era como uno que hubiese muerto. No se le permitía estudiar con otros, no se había de tener relaciones [sociales] con él, ni siquiera se le había de mostrar el camino. Pudiera, en realidad, comprar lo que necesitara para la vida, pero estaba prohibido comer o beber con tal persona.”—The Life and Times of Jesus the Messiah, por A. Edersheim, Tomo II, pág. 184.
b En armonía con esta enseñanza bíblica, Adam Clarke subraya la diferencia, al declarar: “No tengan comunión con [un pecador expulsado] en cosas sagradas o civiles. Pueden llevar a cabo sus negocios mundanos con una persona que no conoce a Dios, y que no afirma ser cristiana, sea cual sea su carácter moral; pero no deben dar siquiera este reconocimiento a un hombre que afirme ser cristiano y cuya conducta sea escandalosa. Que tenga él esta señal adicional del aborrecimiento que ustedes le tienen a todo pecado.”
c El historiador eclesiástico Joseph Bingham escribe lo siguiente respecto a los primeros siglos: “La disciplina de la iglesia consistía en el poder que tenía para despojar a los hombres de todos los beneficios y privilegios del bautismo, por medio de echarlos de la sociedad y la comunión de la Iglesia, . . . y todos los evitaban en la conversación común, en parte para establecer las censuras y acciones de la iglesia contra ellos, y en parte para avergonzarlos, y en parte para asegurarse en contra del peligro del contagio.” “. . . nadie habría de recibir en sus casas a las personas excomulgadas, ni comer en la misma mesa con ellas; no habrían de conversar con ellas de modo familiar, mientras vivieran; ni ejecutar las exequias funerales para ellas, cuando murieran, . . . Se redactaron estas instrucciones en conformidad con el modelo de las reglas de los apóstoles, que prohibían que los cristianos apoyaran de modo alguno a los ofensores notorios.”—The Antiquities of the Christian Church, págs. 880, 891.
d En nuestro número del 1 de noviembre de 1981 consideramos 2 Tesalonicenses 3:14, 15, donde la Biblia dice que pudiera ser necesario ‘señalar’ a un cristiano que persistiera en conducta desordenada. Éste sigue siendo hermano y se le ha de amonestar como tal, pero los demás cristianos deben ‘dejar de asociarse con él.’ Si los cristianos deben evitar la compañía de éste en sentido social, una separación mucho más clara debe existir en los casos de malhechores expulsados o desasociados.
e Para una consideración sobre el arrepentimiento, vea La Atalaya del 1 de noviembre de 1981.
¿RECUERDA USTED ESTOS PUNTOS?
Cuando a los judíos se les expulsaba de la sinagoga, ¿cómo se les trataba?
¿Qué diferencia mostró Pablo que existe entre tratar con
(1) personas inmorales del mundo y
(2) personas inmorales expulsadas de la congregación?
¿Cómo deben considerar los cristianos a una persona que se desasocia de la congregación?
El vocablo inglés “disfellowshiping [privación o negación de compañerismo]” da a entender la terminación de ¿qué clases de compañerismo?
¿Por qué no saludan los cristianos a las personas expulsadas ni hablan con ellas?
Respecto a la expulsión, ¿qué tenemos que hacer para permanecer ‘en la santa montaña de Dios’?
[Ilustraciones en la página 16]
“Ni siquiera comiendo con” un expulsado
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Si se expulsa a un pariente...La Atalaya 1981 | 15 de noviembre
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Si se expulsa a un pariente...
1, 2. (a) ¿Qué propósito tenía Dios respecto a la religión de la familia? (b) ¿A qué decisión se enfrentaron algunas familias en el tiempo de Coré?
DESPUÉS que Adán había estado solo por algún tiempo, Dios dijo: “No es bueno que el hombre continúe solo.” Entonces creó a Eva e instituyó el matrimonio para los seres humanos. (Gén. 2:18, 21, 22) Después de eso, la población de la Tierra aumentaría. De modo que cada persona llegaría a tener muchos parientes. Aun cuando algunos miembros de la familia, como, por ejemplo, los hijos, no vivieran cerca, se les podría visitar para que entre todos disfrutaran de ocasiones placenteras.—Gén. 1:28; Job 1:1-5.
2 Dios se había propuesto que las familias estuvieran unidas en la adoración verdadera, y por eso las creencias religiosas no habrían de crear ninguna división. Pero ocurrieron sucesos en los cuales la religión llegó a ser una cuestión que afectó a la familia. Un suceso de ese tipo ocurrió cuando Coré, Datán y Abiram se rebelaron. Jehová confirmó el hecho de que él estaba tratando con los israelitas por medio de Moisés y Aarón, y no por medio de aquellos rebeldes religiosos. Entonces Moisés dijo a la gente que se apartara de las tiendas de los rebeldes. ¿Qué harían los hijos y las casas de Coré, Datán y Abiram? ¿Darían más importancia a la lealtad a la familia que a la lealtad a Jehová y su congregación? La mayoría de los que eran parientes cercanos de los rebeldes antepusieron la familia a Dios. Jehová ejecutó a estos parientes junto con los rebeldes.—Núm. 16:16-33.
3. ¿Qué selección sabia hicieron algunos de la familia de Coré?
3 Sin embargo, algunos de los hijos de Coré permanecieron leales a Dios y a Su pueblo. Estos no fueron ejecutados junto con el resto de la casa de Coré y con las familias de Datán y Abiram. (Núm. 26:9-11) De hecho, más tarde se bendijo con servicio especial en el templo a los descendientes de aquellos coreítas sobrevivientes, y la Biblia los menciona con honor.—2 Cró. 20:14-19; Sal. 42, 44-49, 84, 85, 87.
4. ¿De qué otra manera pudiera la lealtad a la familia haber constituido una prueba en Israel?
4 Los israelitas tenían que tomar una decisión parecida entre lealtad a la familia y lealtad a Dios cuando alguno de ellos apostataba, ¿Trataría de proteger al apóstata su familia, impulsada por la emoción humana o la consanguinidad, para que éste no fuera cortado del pueblo, o comprendería aun el hermano, hijo o hija del apóstata que el ser leal a Dios y a la congregación era el proceder justo y sabio? (Vea Deuteronomio 13:6-11.) En el arreglo cristiano de hoy día no se corta al pecador mediante la ejecución, pero algunos cristianos pudieran enfrentarse a pruebas debido a que se estuviera disciplinando a un pariente de ellos.
LOS PARIENTES PUEDEN CAUSAR PROBLEMAS
5, 6. (a) ¿Cómo pudiera desarrollarse una división en la familia por el asunto de la religión? (b) ¿Por qué no deben transigir los cristianos en esta situación? (Sal. 109:2–5)
5 Los vínculos y el cariño de familia pueden ser muy fuertes. Esto es natural y está de acuerdo con el arreglo de Dios. (Juan 16:21) Pero estos vínculos fuertes también pueden imponer a los cristianos una prueba difícil. Jesús explicó que un efecto de que alguien se hiciera cristiano sería que sus parientes pudieran presentarle oposición. Jesús dijo: “No vine a poner paz, sino espada. Porque vine a causar división, y estará el hombre contra su padre, y la hija contra su madre, y la esposa joven contra su suegra. Realmente, los enemigos del hombre serán personas de su propia casa. El que le tiene mayor cariño a padre o a madre que a mí no es digno de mí.”—Mat. 10:34-38.
6 Los cristianos no quieren que exista tal enemistad. Y el que ellos se hayan hecho siervos de Dios limpios, morales, honrados, no es razón para que los parientes se opongan a ellos ni los odien. No obstante, los cristianos verdaderos reconocen que no pueden dar más importancia a la familia que a Dios. A la larga, lo que resulta en el mayor provecho para todos es que los cristianos continúen fieles a Dios. Con el tiempo, tal vez puedan influir en sus parientes y ellos también lleguen a andar por el camino que lleva a la salvación.—Rom. 9:1-3; 1 Cor. 7:12-16.
7, 8. ¿Quién es culpable de los problemas de familia que la expulsión pudiera causar? (Deu. 32:4)
7 Los parientes también pueden causar problemas a los cristianos verdaderos de otra manera. Esto puede suceder cuando se expulsa a un pariente. Como se ha considerado en los artículos anteriores, si alguien de la congregación practica un pecado craso sin arrepentirse, Dios exige que se expulse a esa persona. (1 Cor. 5:11-13) La conducta del malhechor ha cambiado la relación de éste con Jehová, y por lo tanto con los miembros de su familia que son testigos de Jehová. Dios no tiene la culpa de estos resultados, porque las normas suyas son rectas y justas. (Job 34:10, 12) Tampoco tienen la culpa de esos resultados los parientes cristianos fieles. La persona expulsada es la que ha creado problemas para sí y para sus parientes, tal como lo hicieron Coré, Datán y Abiram.
8 Es preciso que examinemos dos situaciones distintas. La primera tiene que ver con un cristiano que vive en la misma casa con un miembro de su familia que ha sido expulsado o se ha desasociado. La segunda tiene que ver con el pariente que no es parte de la familia inmediata.
MIEMBRO CERCANO DE LA FAMILIA
9. ¿Qué situación existe respecto a las obligaciones de familia si el cónyuge de uno no es cristiano, o si está expulsado?
9 Alguien pudiera llegar a ser cristiano sin que otros de su círculo familiar aceptaran la fe. Por ejemplo, pudiera ser que una esposa estuviera sirviendo a Jehová, pero su esposo no. A pesar de eso, ella todavía es “una sola carne” con su esposo y tiene la obligación de amarlo y respetarlo. (Gén. 2:24; 1 Ped. 3:1-6) O pudiera ser que ella estuviera casada con un hombre que fuera cristiano dedicado, pero a quien más tarde se expulsara de la congregación. Sin embargo, eso no pondría fin a los vínculos maritales de ellos; solo la muerte o un divorcio bíblico harían eso.—1 Cor. 7:39; Mat. 19:9.
10, 11. ¿Cómo afecta la expulsión a los vínculos espirituales en el hogar?
10 De modo similar, si un pariente, como algún padre, o madre, o hijo o hija, ha sido expulsado o se ha desasociado, los vínculos consanguíneos y familiares permanecen en vigor. Entonces, ¿quiere decir eso que cuando a un miembro de la familia se le expulsa todo permanece igual dentro del círculo familiar? Definitivamente no.
11 El expulsado ha sido cortado de la congregación en sentido espiritual; los vínculos espirituales anteriores han sido rotos por completo. Esto es cierto aun respecto a los parientes del expulsado, entre ellos los de su círculo familiar inmediato o cercano. Por eso, los miembros de la familia —aunque reconocen los vínculos familiares— ya no tienen compañerismo espiritual con el expulsado.—1 Sam. 28:6; Pro. 15:8, 9.
12. En lo que tiene que ver con la comunión espiritual, ¿qué cambios pudieran ocurrir cuando se expulsa de la congregación a un miembro de la familia?
12 Eso significa cambios en el compañerismo espiritual que haya existido en el hogar. Por ejemplo, si al esposo se le ha expulsado, su esposa e hijos no se sentirán cómodos si él conduce el estudio bíblico de la familia o toma la delantera en la lectura de la Biblia y en orar. Si él quiere hacer una oración, como, por ejemplo, a la hora de comer, él tiene derecho a hacerlo en su propio hogar. Pero los demás pueden hacer sus propias oraciones a Dios en silencio. (Pro. 28:9; Sal. 119:145, 146) ¿Qué hay si algún expulsado que vive en el hogar quiere estar presente cuando la familia lee la Biblia junta o tiene un estudio bíblico? Los otros pudieran permitirle estar presente para escuchar con tal que no tratara de enseñarles o compartir con ellos sus ideas religiosas.
13. ¿Cómo tratarían los padres con un hijo expulsado que viviera en el hogar con ellos?
13 Si el expulsado es un hijo menor de edad, los padres todavía atenderán a las necesidades físicas de éste y proveerán instrucción y disciplina en lo moral. No conducirían directamente con el hijo un estudio bíblico en que éste comentara. No obstante, esto no quiere decir que no se exigiría que estuviera presente durante el estudio de la familia. Y los padres pudieran dirigir la atención a partes de la Biblia o de las publicaciones cristianas que contuvieran consejo que el hijo necesitara. (Pro. 1:8-19; 6:20-22; 29:17; Efe. 6:4) Pueden hacer que el hijo expulsado los acompañe a las reuniones cristianas y se siente con ellos, con la esperanza de que tome a pecho el consejo bíblico.
14, 15. ¿Qué debería hacerse en cuanto a mudarse de nuevo al hogar un progenitor expulsado?
14 Pero, ¿qué hay si se expulsa a algún pariente cercano de una familia, como a un hijo o un padre que no viviera con ellos en su hogar, y más tarde éste quisiera mudarse al hogar de la familia de nuevo? La familia podría decidir qué hacer, según las circunstancias.a
15 Por ejemplo, puede que una madre o un padre expulsado esté enfermo o ya no esté en condiciones económicas o físicas que le permitan cuidar de sí. Los hijos cristianos tienen una obligación bíblica y moral de prestar ayuda. (1 Tim. 5:8) Tal vez parezca necesario traer al padre al hogar, temporánea o permanentemente. O quizás parezca aconsejable hacer arreglos para que se le atienda en un lugar donde haya personal médico, pero donde se tendría que visitar al padre. Lo que se haga puede depender de factores como las verdaderas necesidades del padre, su actitud y la consideración que el cabeza de la familia le tenga al bienestar espiritual de los miembros su casa.
16, 17. (a) ¿Cómo pudieran reaccionar los padres ante la posibilidad de que un hijo expulsado se mudara de nuevo al hogar? (b) ¿Qué podemos aprender respecto a esto por la parábola del hijo pródigo?
16 Esto pudiera aplicar también en el caso de un hijo que se hubiese ido del hogar, pero que ahora esté expulsado o desasociado. A veces los padres cristianos han permitido que un hijo expulsado que haya enfermado física o emocionalmente regrese al hogar por un tiempo. Pero en cada caso los padres pueden pesar las circunstancias individuales. ¿Ha vivido por su propia cuenta un hijo expulsado, y ya no puede hacerlo, o quiere volver al hogar principalmente porque sería una vida más fácil? ¿Qué se puede decir acerca de su moralidad y de su actitud? ¿Introducirá “levadura” en el hogar?—Gál. 5:9.
17 En la parábola de Jesús acerca del hijo pródigo, el padre salió corriendo al encuentro de su hijo que regresaba, y entonces lo aceptó. El padre, al ver la lastimosa condición del joven, demostró la inquietud que un padre naturalmente sentiría. Sin embargo, podemos notar que el hijo no trajo rameras consigo ni volvió con la inclinación y designio de seguir su vida pecaminosa en el hogar de su padre. No; antes bien, expresó arrepentimiento sincero y evidentemente estaba resuelto a volver a vivir una vida limpia.—Luc. 15:11-32.
PARIENTES EXPULSADOS QUE NO VIVEN EN CASA DE UNO
18, 19. (a) ¿Cómo deben ver los cristianos la asociación con parientes expulsados que no sean miembros del círculo familiar inmediato? (b) ¿Por qué es apropiada esa posición? (2 Tim. 2:19)
18 La segunda situación que es necesario que consideremos tiene que ver con un pariente expulsado o desasociado que no es del círculo familiar inmediato ni está viviendo en el hogar de uno. Esta persona todavía es pariente por consanguinidad o es pariente político, y por eso puede que haya asuntos de familia que a grado limitado necesiten atención. No obstante, no es como si él estuviera viviendo en la misma casa de uno, donde no se pudiera evitar el contacto y la conversación con él. Debemos recordar con claridad la instrucción inspirada de la Biblia: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que llamándose hermano sea fornicador, o avariento . . ., ni siquiera comiendo con tal hombre.”—1 Cor. 5:11.
19 Por consiguiente, los cristianos que son parientes de una persona expulsada que vive fuera del hogar de ellos deben esforzarse por evitar asociarse innecesariamente con ella, y hasta deben mantener al mínimo los tratos comerciales con ella. Se hace patente lo razonable que es este proceder cuando consideramos los informes de lo que ha ocurrido en casos en los que los parientes han adoptado el punto de vista erróneo de que: ‘Aunque está expulsado, es pariente nuestro y por eso podemos tratarlo de la misma manera que antes.’ De cierto sector viene lo siguiente:
“Un individuo a quien se tuvo que expulsar estaba emparentado con aproximadamente la tercera parte de la congregación. Todos sus parientes siguieron asociándose con él.”
Y un muy respetado anciano cristiano escribió lo siguiente:
“En nuestro sector, cuando algunos expulsados que vienen de familias grandes han entrado en el vestíbulo del Salón del Reino se les ha recibido con un gran y ruidoso despliegue de palmadas en la espalda y apretones de mano (aunque se sabe que el expulsado todavía está viviendo inmoralmente). Me tiene muy preocupado el hecho de que los expulsados necesitan ver que tanto Jehová como su pueblo odian el proceder que los expulsados han seguido, y que ellos deben sentir que el arrepentimiento genuino es realmente necesario. ¿Cómo se puede ayudar a estas personas expulsadas a cambiar cuando todos los miembros de sus grandes familias siguen saludándolos cordialmente aunque están enterados de sus prácticas?
20, 21. Cuando se trata de parientes expulsados, ¿por qué tenemos que ejercer cuidado? (2 Tim. 2:22)
20 Tiene que haber habido congregaciones del primer siglo en las que muchas personas estuvieran emparentadas. Pero, cuando a una persona se le expulsara, ¿habrían de seguir tratándola como de costumbre todos los parientes con tal que no consideraran asuntos bíblicos con la persona expulsada? No. De otro modo la congregación realmente no estaría aplicando el mandato: “Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes mismos.”—1 Cor. 5:13.
21 Hay que ejercer gran cuidado para no pasar por alto ni minimizar la situación en que se halla alguien como pecador expulsado. Como muy bien lo demostraron los hijos de Coré, nuestra principal lealtad tiene que darse a Jehová y a su arreglo teocrático. Podemos estar seguros de que cuando sostenemos las normas de Dios y preferimos asociarnos con su pueblo organizado, más bien que con malhechores, tendremos la protección y bendición de Él.—Sal. 84:10-12.
LAS REUNIONES SOCIALES Y LOS PARIENTES EXPULSADOS
22. ¿Por qué pueden las ocasiones sociales o celebraciones de familia presentar problemas especiales en cuanto a parientes expulsados?
22 Es normal que los que son parientes se hallen juntos frecuentemente en comidas, excursiones, reuniones de familia u otras ocasiones festivas o celebraciones sociales. Pero cuando alguien ha persistido en el pecado sin arrepentirse y ha tenido que ser expulsado, esa persona puede causar dificultades a sus parientes cristianos con respecto a esas ocasiones sociales. Aunque los parientes se dan cuenta de que todavía están emparentados con la persona, no quieren pasar por alto el consejo de Pablo de que los cristianos fieles deben ‘cesar de mezclarse en la compañía’ de un pecador expulsado.
23. ¿Cuál sería la situación en el caso de un pariente expulsado y unas bodas cristianas?
23 No tiene sentido el que se busque alguna regla respecto a si miembros de una familia pueden ir a celebraciones donde pudiera estar presente un pariente expulsado. Esto sería algo que deberían resolver los que están envueltos en ello, y hacerlo en armonía con el consejo de Pablo. (1 Cor. 5:11) Sin embargo, debe reconocerse que si un expulsado va a estar presente en una ocasión social a la cual se invita a Testigos que no son parientes, eso bien puede afectar lo que otros hagan. Por ejemplo, una pareja cristiana pudiera estar casándose en un Salón del Reino. Si un pariente expulsado viniera al Salón del Reino para presenciar las bodas, obviamente no pudiera estar incluido en el grupo nupcial ni ser quien “entregara” la novia al novio. Pero, ¿qué hay si se celebra una fiesta o recepción de bodas? Esta puede ser una ocasión social alegre, como lo fue aquella a la que asistió Jesús en Caná. (Juan 2:1, 2) Pero, ¿debería permitirse que el pariente expulsado viniera, o debería invitársele siquiera? Si se supiera que él se presentaría allí, puede que muchos cristianos, parientes o no, concluyeran que ellos no deberían estar allí, para comer y asociarse con él, en vista de las instrucciones que Pablo dio en 1 Corintios 5:11.
24. ¿De qué asociación pueden derivar más gozo los cristianos leales? (Pro. 18:24)
24 Por eso, a veces le puede parecer al cristiano que no es posible dejar que un pariente expulsado o desasociado esté presente en una ocasión social o celebración que normalmente incluiría a los miembros de la familia. Sin embargo, los cristianos pueden disfrutar de la asociación de los miembros leales de la congregación, a la vez que tienen presentes estas palabras de Jesús: “Cualquiera que hace la voluntad de Dios, éste es mi hermano y hermana y madre.”—Mar. 3:35.
25, 26. Si muere un pariente expulsado, ¿cuál sería la situación en cuanto al funeral?
25 La realidad es que cuando un cristiano se entrega al pecado y se le tiene que expulsar, pierde mucho: la posición aprobada que tenía delante de Dios; el ser miembro de la feliz congregación de cristianos; el grato compañerismo de los hermanos, que incluye mucha de la asociación que tenía con parientes cristianos. (1 Ped. 2:17) El dolor que él ha causado puede continuar aun después que él muera.
26 Si él muriera mientras estuviera expulsado, los arreglos para su funeral pudieran presentar un problema. Quizás a sus parientes cristianos les hubiera gustado tener un discurso en el Salón del Reino, si ésa fuera la costumbre local. Pero eso no sería apropiado para una persona que hubiera sido expulsada de la congregación. Si hubiese estado dando pruebas de arrepentimiento y de querer el perdón de Dios, como, por ejemplo, por medio de haber dejado la práctica del pecado y por haber estado asistiendo a las reuniones cristianas, puede que la conciencia de algún hermano le permitiera pronunciar un discurso bíblico en la funeraria o lugar de entierro. Los comentarios bíblicos acerca de la condición de los muertos, pronunciados en una ocasión como ésta, sirven de testimonio a los que no son creyentes o de consuelo para los parientes. No obstante, si la persona expulsada todavía hubiese estado fomentando enseñanzas falsas o conducta impía, ni siquiera sería apropiado pronunciar un discurso de esa índole.—2 Juan 9-11.
LECCIONES PARA TODOS NOSOTROS
27. ¿Cómo debemos ver los juicios que dicta Dios?
27 Es necesario que todos comprendamos que el juicio que dicta Jehová es lo que cuenta. (Pro. 29:26) Eso es cierto respecto a prácticas odiosas, pues la Biblia muestra que estas son cosas que Dios detesta. (Pro. 6:16-19) Pero también es cierto respecto al juicio que él forma de individuos. La Palabra de Jehová dice claramente que “los injustos,” los que están llevando a cabo las “obras de la carne,” no heredarán su reino. (1 Cor. 6:9, 10; Gál. 5:19-21) Personas de esa clase no tienen lugar en el cielo, ni tendrán cabida en la región terrestre del Reino. Por consiguiente, todo el que quiera permanecer en la congregación limpia de Dios hoy día tiene que cumplir las normas de Dios. Dios simplemente no permitirá que permanezca “levadura” como influencia corruptora entre su pueblo santo.—1 Cor. 5:6-13.
28. ¿Cómo puede el asunto de la expulsión poner a prueba nuestra lealtad?
28 Naturalmente, si se expulsa a un pariente cercano, nuestras emociones humanas pueden imponernos una prueba grave. Los sentimientos y vínculos de familia son especialmente fuertes entre padres e hijos, y también son poderosos cuando se expulsa a un cónyuge. No obstante, tenemos que reconocer que, a fin de cuentas, no beneficiaremos a nadie ni agradaremos a Dios si nos dejamos llevar por la emoción de modo que pasemos por alto Su sabio consejo y dirección. Tenemos que desplegar nuestra confianza completa en la justicia perfecta de los caminos de Dios, entre los cuales está su arreglo de expulsar a los malhechores impenitentes. Si permanecemos leales a Dios y a la congregación, puede que, con el tiempo, eso le sirva de lección al malhechor y éste se arrepienta y sea restablecido en la congregación. Pero, sea que eso suceda o no, podemos sacar consuelo y fortaleza de lo que David dijo hacia el fin de su vida:
“Todas sus decisiones judiciales [las de Dios] están enfrente de mí; . . . Y que me lo pague Jehová conforme a mi justicia, conforme a mi limpieza enfrente de sus ojos. Con alguien leal tú actuarás en lealtad; con el poderoso, exento de tacha, tú tratarás intachablemente; con el que se mantiene limpio tú te mostrarás limpio . . . Y a la gente humilde la salvarás.”—2 Sam. 22:23-28.
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